viernes, 1 de abril de 2011

¿Cremación o inhumación?


Ante la creciente popularización de la cremación, la primera impresión, que nos sugiere, es de ser más higiénica aunque tenemos la obligación de analizar determinados aspectos, bajo la luz del espiritismo. Quién mejor que nuestros amigos desde el otro plano para aclararnos estos momentos tan importantes que constituyen el desprendimiento del espíritu, dejando atrás el cuerpo material.
La desencarnación es un proceso que necesita su tiempo, es un cambio de estado donde abandonamos el cuerpo físico, la forma frágil y perecedera, despertando en otra fase de la existencia, donde el ser consciente e inmortal entra en acción. No resulta igual para todas las personas,  se determina en función de lo aferrado que estemos a las cosas materiales y el conocimiento que podamos tener de las espirituales. A modo de ejemplo diremos que un criminal le podría llevar mucho tiempo, llegando a notar la descomposición del cuerpo, frente que a un hombre de bien sería suave, incluso casi inmediato. Entre estas polaridades nos situamos el común de los mortales y considerando que vivimos en un mundo de expiación y pruebas, donde el mal es superior al bien, la espiritualidad nos informa que la cremación provoca una separación más rápida, violenta y dolorosa. Por lo tanto, el espíritu necesita de un desprendimiento anticipado de los lazos materiales que unen el periespíritu al cuerpo físico, para que no sufra el desgarro que produce la cremación, pues mientras continúan los lazos del espíritu ligados al cuerpo ya sin vida orgánica, este le transfiere las sensaciones que se van originando, hasta producirse la completa desvinculación.
Realmente no es por el fuego en sí, sino porque desde el momento de la muerte hasta la cremación transcurre muy poco tiempo (24 horas aproximadamente). En nuestro país, sin embargo en la inhumación disponemos de más tiempo, hasta que el cuerpo comienza la descomposición.
Cierto es que muchas personas tienen miedo a ser enterradas vivas, (¿será un recuerdo de otra existencia?). Existen casos de difuntos que perma-necían en estado de letargo. Desgraciadamente esto es terrible y debería darse  más tiempo desde la muerte física hasta el entierro.
Ante todas estas circunstancias, nuestra preferencia es la inhumación, ya que facilita a los hombres más sujetos a la materia, un desprendimiento lento y gradual.
Un dato a considerar, sería lo habitual de esta práctica en Oriente, por lo general están más preparados para la muerte  que en países Occidentales. Siendo algo más conscientes y estando el hombre psíquico más desarrollado, pueden afrontar la problemática de la cremación, al tener un desprendimiento con mayor fluidez.
 Debemos considerarlo a rasgos generales, pues cada persona es un mundo con sus características y peculiaridades, al igual que no hay dos individuos iguales, tampoco las desencarnaciones lo son.
Para la mayoría de las personas, la muerte y todo lo que a ella engloba constituye un misterio, un gran problema que no se atreven a mirar cara a cara.
El desprendimiento es un proceso complejo e interesantísimo, comienza a producirse antes de la muerte y continúa después de ella, siendo asistido por un grupo de espíritus encargados de ayudar.
En muchas ocasiones, enfermedades de larga duración que desembocan en la muerte, han sido un preparatorio, el cual va deshaciendo los lazos que nos une al cuerpo físico, para suavizar el tránsito al otro lado.
Como hemos comentado, este proceso será más o menos largo en función directa de la evolución moral y consciencia de la realidad espiritual del ser. Todo conocimiento espiritual nos dilata la mente, influenciando sobre estos últimos momentos, nos dará tranquilidad y facilitará el desprendimiento del alma. Comprender y aplicar las consecuencias morales, los estudios psíquicos, las relaciones afectivas entre los que ya partieron y los que moran aquí, todo esto desarrolla nuestras facultades latentes y al llegar la hora de la desencarnación, esta se efectuará con suavidad y la turbación (periodo de adaptación ó despertar) será de poca duración.
Los discípulos de Sócrates le preguntaron, cómo quería ser enterrado, y este contestó: “Enterrarme como queráis, si es que podéis cogerme”. Esto encierra una lección magistral, ya que los huesos y las cenizas, que en los sepulcros guardamos, no son nada, las almas que las animaron las abandonaron.
Querido lector, aquí aconsejamos la inhumación mejor que  la cremación, por razones obvias de moralidad de nuestro planeta, pero recuerde que frente estas dos posturas, siempre será preferible la “DONACIÓN DE ORGANOS”. Piénselo…
Para profundizar a fondo estas cuestiones, aconsejamos la lectura de los siguientes libros:
- EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS (Allan Kardec)
- EL PROBLEMA DEL SER Y DEL DESTINO (León Denis)
- DESPUÉS DE LA MUERTE (León Denis).

Javier Gargallo
Centro Espírita "Entre el Cielo y la Tierra"

La vida que llevamos


¿Quién no se ha hecho alguna vez esta reflexión, o, quién no ha oído a otra persona hacérsela?
¿En cuantas ocasiones, especialmente cuando nos enteramos del contratiempo sufridos por alguien cercano, enfermedad, accidente, no hemos escuchado esas palabras: “Es que, la vida que llevamos...?
¿Alguna vez nos hemos atrevido a rellenar esos puntos suspensivos, o por el contrario, no somos capaces de tomar la decisión de enfrentarnos a ellos?
¿Somos conscientes de la tensión y la rapidez con la que pasamos por esta vida?
Podríamos empezar a rellenar esos puntos suspensivos teniendo conciencia del primer pensamiento al despertase cada nuevo día.
¿Me espabilo con ganas, con alegría, simplemente por el hecho de abrir los ojos, de saber que continuo respirando, que esa simple acción significa que tenemos una nueva oportunidad para aprender, para rectificar, para querer... para ayudar? O, por el contrario, la expresión utilizada es de desprecio, desánimo, apatía.
Según ese primer pensamiento, estamos condicionando las circunstancias que probablemente se nos darán a lo largo de esa jornada.
Si sabemos y comprendemos que todo lo que nos rodea, incluidos nosotros mismos, somos energía, y que como tal, estamos sometidos a las leyes físicas de atracción y repulsión ¿qué nos puede atraer ese primer pensamiento matutino? ¿Ilusión o desgana? Del mismo modo, lo que nosotros estamos irradiando atraerá o rechazará seres del mismo ánimo.
A partir de ahí, la rueda empezará a moverse en esa única dirección, a no ser, que tomemos conciencia de ello y logremos pararla y reanudar una nueva marcha en sentido contrario.
A la vez, nuestro organismo físico se prepara para reaccionar, ante esa corriente que estamos emitiendo y que afecta a cada célula de nuestro ser.
¿Cómo se siente nuestro cuerpo frente a un disgusto? ¿Y frente a una buena noticia?
Si lográramos, de vez en cuando, sólo de vez en cuando, observar la diferencia entre una y otra impresión y cómo nos hace sentir, seguro que optaríamos por mantenernos en la línea donde mejor nos encontráramos.
Por el contrario, las sensaciones desapacibles acaban por dejar huella en nuestra constitución física-psíquica, traduciéndose la mayoría de las veces, en enfermedades y desequilibrios que no nos permiten llevar una vida equilibrada.

Entonces, si logramos diferenciar entre uno y otro estado, ¿qué nos impide elegir aquél que mayor satisfacción nos reporte?
El siguiente punto suspensivo a rellenar es el de averiguar qué está ocurriendo en nuestras vidas que nos hace protestar desde el inicio de cada día. Estoy segura de que aquí se abre un amplio abanico de posibilidades, desde que quisiera dormir un rato más, hasta no deseo despertar porque la vida que llevo me está matando.
Sé la cantidad de momentos críticos a lo largo de esta existencia terrenal que nos hace no querer abrir los ojos, pero ese es un gran error. Siempre hay una salida. Hay que buscarla, claro, pero existe. Y la mayoría de las veces no es cuestión de abrir una puerta, sino de ser críticos con nosotros.
¿Qué es lo que me falta, a mí, personalmente, para salir de donde estoy? ¿Cómo he llegado a esta situación? ¿Realmente es culpa de quienes me rodean? o ¿he sido yo quien ha decidido y me he equivocado de camino? ¿No será que quizá, pretendía cambiar a quien es como es, y no quiere cambiar, y me hace sentir frustrado/a? ¿No será que mi orgullo me ciega haciéndome sentir que la razón es mía y no me permite tener otros ángulos de visión?  O quizás, sea la envidia la que no me deja vivir, pensando en lo que tienen los demás, sin ver más allá de lo material.
Enjuiciamos sin conocimiento, sin saber, realmente, lo que ocurre detrás de la ventana de cada hogar.
Cuántas veces nos preguntamos ¿A quién he ayudado, para pedirle que me ayude ahora? Lo más seguro es que piense que nunca hice daño a nadie para merecerme estar donde estoy, pero ¿hice algún bien?
En el fondo nos sentimos vacíos y no logramos llenar ese hueco profundo y doloroso con todas las cosas materiales que nos rodean.
¿Entonces? ¿No será que nos hemos olvidado de nosotros mismos, de querernos, de valorarnos, de saber cuáles son nuestros límites, de cuál es nuestra capacidad de donar?
Si logramos parar, observar, veremos que la mayoría de esas veces ese desierto interno sólo se llena con una sonrisa y no con una moneda más en nuestro haber, con la gratitud de la persona que sufre y está sola y has sido capaz de aliviar, con los ojos abiertos de quien tiene hambre y frío y recibe un alimento o un vestido.
Llenar nuestro interior de sensaciones bellas y satisfactorias no es tan difícil cuando tomas conciencia de todas las cosas que se pueden hacer.
Y una vez satisfecho, seguro que cada mañana, al despertar verás la vida con mayor agrado.
Ana Mª Sobrino

Manuel Uceda Flores



Entrevista

A Manuel Uceda Flores le gusta ayudar a los demás y, para ello, suele escribir cartas a personas que sufren en cualquier parte del mundo. Hace muchos años que comenzó con esta práctica solidaria, que ha mantenido a lo largo de toda su vida.
¿Cómo empezó a escribir las cartas?.
Empecé hace casi sesenta años. Nos juntábamos un grupo de unas quince personas, pero al final me he quedado solo porque los demás se han ido muriendo. Hay mucha gente que necesita ayuda.
¿Qué le cuentan en las cartas?.
Por ejemplo, un preso de Teruel me explica cómo recibieron en la cárcel el atentado del 11 de marzo. Me dice que todos lloraron, excepto los terroristas. También he recibido una carta de un Colegio de Médicos de Portugal, pero no podré contestar porque no sé portugués. Otra señora me escribió para pedirme un libro y se lo mandé. Tenía cinco hijos, tres ingenieros y dos médicos. Estaba en una residencia y tenía tres habitaciones para ella sola en las que había colocado los muebles de su casa. La mujer me contaba que preferiría tener una sola habitación, para recibir la visita de sus hijos.
Le interesa todo lo relacionado con el Más Allá. ¿Por qué?.
Me interesa desde que murió mi madre en 1930, cuando yo sólo tenía seis años. Pensaba que Dios no era justo porque me había quitado a mi madre. Entonces, empecé a leer y me ayudó mucho la filosofía de Allan Kardec, quien ha escrito muchos libros sobre el Más Allá.
¿Le ayuda tener confianza en el Más Allá?.
No lo sé, pero encuentro facilidad en todo y todo me sale bien; tengo lo que necesito. Lo que pasa es que la gente no se conforma con lo que tiene.
¿Qué sistema utiliza para escribir las cartas?.
Como no manejo el correo electrónico, suelo emplear el sistema tradicional. He trabajado en Banesto durante cuarenta años y, al mismo tiempo, tenía una academia de mecanografía y contabilidad. Tres años antes de jubilarme, el banco empezó a introducir los ordenadores y solicité hacer un cursillo, pero me dijeron que era muy mayor. Ahora me ha dado por aprender y me gustan los ordenadores porque las cosas se hacen mejor que a máquina.
Extraído del periódico “Jaén” Mayo de 2004 nº 21.616 año LXIII.

Biografía

Soy Manuel Uceda Flores y nací el 28 mayo 1923,en Jaén (España),mi primer golpe fue en abril del año 1930, en que falleció mi madre, a la que estaba muy unido por ser el menor de 9 hermanos, esto para mi fue inexplicable, y estuve a punto de hacer una barbaridad para unirme a ella… Aquel mismo día, encontré un librito “El despertar del alma” este me dio paz y enseñanza. Leí y leí todo aquello que me pudiera aclarar algo, conocí un grupo de personas que se reunían. Pasada nuestra guerra, (guerra civil Española) tome contacto con el grupo, pero hasta los años 50, no me dejaron asistir. Muchísimas de las comunicaciones, que figuran en el libro “DESDE LA OTRA VIDA” fui testigo, pero en aquellas fechas, estaba yo escribiendo un libro, con las contestaciones al programa para el ingreso en la Banca, y entonces faltaba mucho a las reuniones, así que el grupo decidió llamarme la atención y decirme que no fuera hasta terminar mi trabajo, ya que muchos días retrasaban la reunión esperándome. Aquel día, en una comunicación, el espíritu que se comunicaba indicó “no llamar la atención a este hermano, que tiempo llegara en que se haga cargo del grupo y con el morirá el nombre.”
Pasaron muchos años y fueron desencar-nando los hermanos, y cuando sólo quedaban dos, yo me hice cargo, compre el local y los muebles, con la indemnización que me dieron al jubilarme. Pasaron infinidad de personas por allí, pero fueron fieles acompañantes Paquita y José Fernández, este ultimo también murió. Comenzaron a llegar cartas y cartas, y ya me era imposible atender el grupo y decidí buscar a una persona que fuera apropiada y conocí al joven Alfonso de la Casa Martínez que asistía a las reuniones del centro, quien reorganizo el grupo, recuperando toda la documentación del Centro que estaba perdida y legalizándolo de nuevo ya que había sido dado de baja en el Registro de Asociaciones de la Administración competente. Siendo elegido presidente por votación democrática de todos los miembros de la nueva Asociación, yo quedé de vocal de correspondencia.
Al poco tiempo se decidió abrir un apartado de correo oficial del centro el 1087 y yo seguir con el 550 de siempre. El nombre del “GRUPO ESPIRITA LUZ CIENCIA Y AMOR” fue cambiado por decisión democrática en votación de todos los miembros de la Asociación para adaptarlo a la época actual, volviendo a sus raíces iniciales ya que el Centro se constituyó como “Asociación de Estudios Psicológicos de Jaén” en los años 20 del siglo pasado, luego en la década de los 70 “Centro Espírita de Jaén” y en 1985 Centro “Luz Ciencia y Amor”. Desde el año 2000 se denominó “CENTRO GIENNENSE DE ESTUDIOS ESPÍRITAS.”
En aquel tiempo, correos emitió unos sellos con unas mariposas que estaban en extinción. Coincidió de una señora del Grupo Espirita de los Estados Unidos, me mando varios pliegos de animales y mariposas, por estar también yo en extinción y también recordarme la reencarnación, (con un poco de buen humor), tomé este, gusano a mariposa y nuevamente gusano.
Un fuerte abrazo, mientras llega “El día” esperare pendiente y a vuestra disposición.
Manuel Uceda Flores.
Grupo Espirita Luz Ciencia y Amor

Despedida
Desencarnó el viernes 17 de junio del 2005 por parada cardiaca, con más de setenta años al estudio, dedicación y divulgación de la doctrina espírita. Fue un gran trabajador, “un gran obrero de Dios”. Para todos lo que le hemos conocido, siempre le tendremos en nuestros corazones, porque le quisimos y le seguiremos queriendo, pero nos sentimos contentos, porque ya es libre, como una paloma y lo más hermoso es que está más cerca de nuestro querido Padre.
Bendito seas mi querido hermano Manuel, tu te has ganado la gloria, pide al Padre por todos los que todavía estamos aquí.
Te recordaremos, siempre.

Extraído www.luzespiritual.org

Editorial Abril 2011


EDITORIAL

La crisis actual ha golpeado de lleno todos los estratos de nuestra sociedad, desde las clases altas, con cierres de empresas y negocios, hasta las clases medias-bajas, donde el paro hace estragos, sobrepasando los 4 millones de parados en nuestro país. La situación es muy complicada, viendo como sube el Euribor, inducido por las necesidades del motor alemán, mientras que la deuda nacional sigue aumentando y encareciéndose.  Sabiendo además que grandes grupos financieros han puesto la mirada en nuestro país para especular con el precio de nuestra deuda, lazando informaciones pesimistas para encarecerla y así mejorar sus beneficios a nuestra costa.
Si hemos llegado a esta situación es debido claramente a una debilidad estructural que todavía nos acompaña. Durante años destruimos el entramado industrial de nuestro país, centrándonos en el turismo y la construcción. El turismo sigue siendo una fuente importante de ingresos y de empleo pero equivalente, por ejemplo, a lo que nos gastamos en el balance energético con las importaciones de energía (electricidad, gas y petróleo, principalmente). Por ello no es suficiente. Nadie se planteó que la construcción es un sector que transforma activos (capital, materiales) en pasivos (edificios por ejemplo), sin generar prácticamente nuevos activos que realimente el sistema, creando verdadera riqueza. Recordemos las fábricas que fueron trasladas a otros países con mano de obra más barata, muchas vendidas a multinacionales extranjeras, como todo el sector del automóvil, otras empleando capital nacional para producir en paises donde los derechos humanos todavía no son respetados y dicha industrialización no mejora su situación.
Con estas lecturas, es difícil mostrarse uno optimista realmente. Sin embargo debemos hacer una lectura más profunda, espiritual, como espíritas que somos, buscando un soporte donde coger impulso y recobrar ánimos.
En primer lugar debemos pensar que toda acción conlleva una reacción. Todo lo sucedido y lo que ha de suceder es consecuencia de los errores que todos hemos fomentado. Por tanto muchos debemos tomar conciencia de esta experiencia como una lección de la vida. La Ley de Destrucción implica que para que nazcan nuevos sistemas mejores tienen que desaparecer los antiguos. No podemos predecir los cambios que vendrán pero la confianza en un futuro siempre mejor nos dará las fuerzas necesarias para soportar la incertidumbre de los acontecimientos.
La Ley de Justicia, Amor y Caridad, es también un apoyo muy importante. Recordemos que todo acontecimiento crítico de la vida puede englobarse en esta división, prueba o expiación. Sabiendo que la Justicia Divina es perfecta, en todo momento, debemos entender que no viviremos ninguna circunstancia que no merezcamos, además en la justa medida.  Pruebas y expiaciones son grandes oportunidades de avance espiritual, aunque la mayoría de las veces no seamos conscientes de ellos. Estamos inmiscuidos en un momento de prueba a nivel planetario, no podemos pensar que no nos va a tocar nada. Tenemos en cada momento todo lo que necesitamos para nuestro progreso y en ello debemos fundamentar nuestra felicidad. Como Ley de Amor y Caridad debemos ver que en estos momentos, más que nunca, nos vamos a encontrar con gente necesita-da. Es nuestro deber aliviarlos, aminorando sus pruebas o expiaciones todo lo posible. En este momento no vemos todo el potencial de felicidad que podemos sembrar para cuando regresemos al mundo espiritual. Pero cuidado a aquellos que teniendo oportunidad de ayudar no lo hagan, puesto que somos responsables del bien que no hagamos y del mal que no evitemos.
Recordemos "El Evangelio según el Espiritismo" como el gran manual práctico para el día a día. Grandes oportunidades de avance espiritual se nos presentan. La más mínima ocasión de ayuda es una oportunidad de crecimiento. Sembremos felicidad para el futuro mitigando penurias en el presente. Cualquier escala es válida, el óvalo de la viuda sigue siendo muchas veces nuestra única moneda. Seamos instrumentos de la asistencia divina en todos los planos posibles, espiritual con la atención fraterna y en lo material, con nuestro óvalo humilde.
La Redacción

¿Es correcto o errado?


Muchos podremos a lo largo de nuestras vidas hacernos la pregunta: ¿Qué es el bien y qué es el mal? Saber contestarla con precisión o al menos satisfactoriamente parece algo sencillo a primera vista. Normalmente suponemos fácil la respuesta si tenemos en cuenta los parámetros actuales que rigen el comportamiento de los hombres, pero nos exigirá para la debida contestación, una atención detenida en la cuestión.
Podríamos decir que matar y robar está mal, mientras que trabajar y comprar algo con tu esfuerzo está bien, por ejemplo. ¿Será eso correcto?
Pero esta sentencia abarca y merece un análisis del código ético-moral que engloba factores más profundos ya que todos somos seres poliédricos. Hoy enseñamos una cara, mañana otra, conforme a nuestros intereses y necesidades.
Para responder a esta simple cuestión, una mirada superficial nos dará una respuesta irreflexiva y no nos hará comprender la verdad de nuestros deberes y responsabilidades ya que éstos son mucho más amplios de lo que se supone.
Para entender mejor hay que mirar qué leyes debemos obedecer para ser felices.
Hay leyes que rigen el universo material, o sea la física de las cosas. Las estudiamos en el colegio, instituto, universidad y vemos las aplicaciones de ellas todos los días. Los científicos estudian las leyes de la materia para inventar e innovar su aplicación en la industria farmacéutica, siderúrgica y tecnológica, por ejemplo.
Hay, sin embargo, otras leyes, más sutiles que rigen el comportamiento espiritual, o sea, la moral de los hombres. En ellas deberíamos detenernos para comprender el avance que todos podremos alcanzar con un buen comportamiento. Digo sutiles porque pueden pasar desapercibidas en la vida diaria.
Esta Ley Divina, Ley Natural o también llamada Ley Moral es la ley de Dios, la ley de la vida.
Es la armonía designada por Él y que comanda el universo entero. Esta ley es la regla de comportamiento que deberíamos seguir siempre y sirve de estudio a todo hombre que busca su perfeccionamiento, a todo aquél que anhela la felicidad integral. Ella es perfecta, establecida para toda la eternidad, inviolable, y constituye la ruta segura en el rumbo evolutivo del hombre.
Siendo inmutable, no cambia como las leyes humanas a cada legislatura, por sus imperfecciones en su estructuración. Esta Ley no está sometida a las transitoriedades de las pasiones humanas, es pues  la ética superior.
Luego, todo lo  que está conforme con las leyes divinas es el bien y todo lo que de ella se separa es el mal. Esta ley indica al hombre lo que debe hacer o no.
Contestada la pregunta inicial, uno puede entonces hacerse otra pregunta derivada de ella, que sería: ¿Cómo seguir estas leyes? Es a través de su observancia, comportándose de acuerdo con las normas dictadas por la Providencia. Entonces ¿cómo observarlas si no las conozco?
Para eso vamos a esclarecer estos conceptos a continuación:
En el universo hay tres elementos: Dios, Espíritu y materia.
El espíritu utiliza la materia para su evolución. Ésta tiene diferentes grados de densidad, y el espíritu la necesita tanto en estado encarnado como desencarnado. El espíritu ha de seguir la Ley Divina en su toma de decisiones para las pruebas de carácter moral, y ceñirse a las leyes físicas en su interacción con la materia.
Partiendo de la base de que no es suficiente una sola existencia para que el espíritu profundice y aplique todos los aspectos a los que debe prestar atención de la ley divina, le es necesario ir asimilando poco a poco todos los prismas de la ley.
Por eso es importante tener en cuenta la pluralidad de existencias. El resultado de innumerables vidas es la acumulación de experiencias en las cuales tenemos la posibilidad de poner en práctica el correcto cumplimiento de la ley divina, a través de nuestra conducta.
La ley divina fue colocada en la conciencia al formarse el espíritu, es algo innato y por lo tanto está en nuestro ser. Todos hemos sido creados simples e ignorantes; a medida que maduramos interiormente y profundizamos en el conocimiento de los temas espirituales vamos evolucionando. La desobediencia de estos códigos crea el sufrimiento y la desarmonía interior del infractor, que más tarde o más temprano se someterá al reajuste con la ley.
La ley divina se puede dividir en diez puntos, para una mejor comprensión de sus normas y mayor asimilación de sus conceptos:
1. Ley de Adoración
Solamente hay un Dios, y el hombre llegó a ese resultado desarrollando su mente y sus ideas, dejando atrás los conceptos erróneos del politeísmo que asignaban a la Naturaleza y a dioses de piedra atributos divinos o sobrehumanos.
¿Qué significa obedecer la Ley de adoración? Elevar el pensamiento a Dios en un acto de oración, contemplando su magnitud y grandeza, admirando el enorme amor con que nos ha creado, agradeciendo el celo con que nos cuida, respetando su obra, reconociendo que somos todos sus hijos predilectos. De esta manera el hombre se aproxima a Él. Como este sentimiento es innato, porque está grabado en la conciencia de cada uno, todos los seres humanos lo poseemos,   cualquiera puede elevar a través de la oración el sentimiento de gratitud hacia nuestro creador. Esto es más que una herramienta que podremos utilizar para resistir a las tentaciones del día a día. Es comulgar con Dios.
Uno de los beneficios de cumplir con esta ley es demostrarle nuestra humildad y otro es que Dios nos enviará amigos espirituales que nos ayuden a soportar nuestras pruebas y dificultades de la vida, auxiliándonos y sosteniéndonos en nuestras flaquezas y dificultades.
2. Ley del Trabajo
El trabajo es también una ley natural. Todo en la naturaleza está en pleno trabajo incesante y constante transformación.
Trabajo significa tener una ocupación útil, una acción benéfica que engloba cuerpo, mente y espíritu.
Podemos considerar dos tipos generales de trabajo: el trabajo en favor del prójimo y el trabajo para cubrir las necesidades vitales del hombre.
Dios, con esta ley, ha ofrecido al hombre dos metas a alcanzar como palanca para el desarrollo espiritual: la conservación del cuerpo y el desarrollo del pensamiento.
Hay múltiples ejemplos de trabajo útil: dedicar un tiempo para ayudar a un vecino, reservar unas horas del día para estudiar, tener en la semana una hora para ejercer de voluntario en una residencia, cuidar de un familiar. Cualquier acto en favor de otro es trabajo útil al prójimo, son bienes espirituales que se van almacenando y que generan un resultado benéfico que ayudará a liberar al espíritu de las cadenas de la materia, acercándole a la dicha. Es a través de la ocupación provechosa, sirviendo antes que ser servido, como uno crece y se aleja de muchas tentaciones. Ejerciendo el dar antes que recibir se conquistan valores incalculables con que el espíritu corrige las imperfecciones y disciplina la voluntad.
El trabajo útil junto con la oración es el más eficiente antídoto contra el mal.
Un oficio ejercido honradamente para cubrir las necesidades del día a día es un ejemplo de trabajo útil que ejercita mente y cuerpo. Sin embargo, un trabajo orientado a la acumulación de bienes y satisfacción de los goces materiales, estrecha los lazos del hombre a la materia.
3. Ley de Reproducción.
Es también una ley natural sin la cual no habría mundos corporales, como el nuestro.
Entre encarnados y desencarnados siempre hay un equilibrio, mantenido por los encargados que rigen el planeta y tienen estas tareas en la espiritualidad.
Todos volvemos para perfeccionarnos en nuevos cuerpos con la finalidad del progreso moral e intelectual, y traemos como bagaje nuestras experiencias adquiridas. De ahí las habilidades que cada uno tiene desde pequeño, sus gustos y facilidades de aprendizaje en determinados campos o sus dificultades en otros sectores del conocimiento.
Aquí podríamos hacernos también una pregunta: ¿Poner obstáculos a la reproducción es contrario a ley divina?
En respuesta, el "Libro de los Espíritus", dice que: “Todo lo que entorpece a la naturaleza en su marcha es contrario a la ley divina, y si tiene por efecto contener la reproducción para satisfacer la sensualidad, demuestra que el hombre es muy material, con predominio de la materia sobre el espíritu.”
Por otro lado, los hijos son planificados en la esfera extra-física de la vida material. Esto quiere decir que antes de que los padres encarnen, los hijos ya están programados, considerándose créditos y débitos de vidas pasadas.
No obstante, si los padres ponen impedimentos, los hijos alcanzarán el hogar de los que se niegan a tenerlos utilizando sutiles recursos, atraídos por el amor o la rebeldía. Prioritariamente dentro de la familia se llevarán a cabo las justas reparaciones. Si no es así, los espíritus encarnados bajo otros techos, llegarán a la convivencia de la pareja por otras formas. Por ejemplo, el novio que desarmoniza la familia, alguien que llega de una manera inesperada necesitado de cuidados, un niño (familiar o no) que necesita de adopción, etc.
4. Ley de Conservación.
Todos tenemos un instinto de conservación que es natural en nosotros y nos impulsa a luchar por sobrevivir, ya que la vida es necesaria para que el hombre vaya perfeccionando sus tendencias e inclinaciones en el transcurso de ella. El instinto siempre forma parte del espíritu, pero al ensanchar los conocimientos de la vida superior vamos dominando el instinto primario o maquinal, transformándolo en instinto racional.
Dios nos ha creado y nos da los medios de supervivencia, nos ofrece un mundo lleno de posibilidades. El suelo, por ejemplo, es el origen de los recursos primarios que el hombre transforma para crear bienes materiales con los que suplir sus necesidades.
¿Por qué Dios nos ha dado el atractivo de los bienes materiales? Nos lo ha dado con el objetivo de desarrollar nuestra razón, para que aprendamos a poner límites a nuestros deseos, evitando lo superfluo. No obstante, buscar el bienestar propio y de tu entorno es un deseo natural, siempre que no se consiga a costa de otros ni de la debilitación moral o física de uno mismo. En cambio, el deseo excesivo de bienes materiales es contrario a la ley de conservación.
Entonces, ¿cómo puede el hombre conocer el límite de lo necesario? El Libro de los Espíritus, en su cuestión 715, aclara: “El sabio lo conoce por intuición. Muchos lo conocen a costa de su propia experiencia.”
La vida material es necesaria para nuestro adelanto. No podemos alcanzar todos los espectros de virtudes en una sola vida, es sencillamente imposible. Necesitamos, pues, de muchas vidas para lograr ese crecimiento interior.
5. Ley de Destrucción.
En la Naturaleza no existe la destrucción de los seres vivos sino la transformación de éstos, con el propósito de su renovación y mejoramiento.
A primera vista podría parecer que esta ley es contradictoria con la cuarta, pero realmente son complementarias. La Naturaleza provee de medios de preservación y conservación con el propósito de que la destrucción no se produzca antes del tiempo necesario ya que la destrucción anticipada obstaculiza y retarda el desarrollo del espíritu.
El espíritu, o principio inteligente, una vez creado, no se destruye nunca. Sigue evolucionando, experimentando cambios en diferentes niveles de vibración, conforme va aprendiendo de las distintas experiencias vividas. Sí, porque aprendemos en la materia cuando encarnados y en el mundo espiritual cuando desencarnados.
La necesidad de destrucción entre los hombres disminuye proporcionalmente a medida que su desarrollo intelectual y moral aumenta.
Tenemos que tener muchísimo respeto a nuestra vida y a la del prójimo, luchando por preservarla y cuidarla, ya que es el instrumento de progreso a través de la cual realizamos la tarea que vinimos a cumplir.
6. Ley de Sociedad.
El ser humano necesita indudablemente de las relaciones sociales. Nadie es autónomo por completo. Por medio de la sociedad los hombres se ayudan y aprenden juntos a avanzar, unos aportan unas cualidades adquiridas mientras otros ofrecen otras facultades y complementándose, la Humanidad progresa. Siendo pues incuestionablemente un ser grupal, el aislamiento bajo pretexto de servir a Dios no es correcto, y constituye una violación de la ley, que se caracteriza por una especie de fuga de las responsabilidades de relacionarse y limar los aspectos imperfectos de nuestra personalidad en la convivencia con otros seres humanos.
La familia constituye un núcleo de suma importancia, ya que en ella se ensayan los lazos afectivos y  los espíritus afines y reacios experimentan la puesta en práctica de esta ley. El hogar es la sociedad más pequeña, donde la educación moral debería ser priorizada, para formar ciudadanos responsables con los derechos y deberes que les tocan en la gran familia compuesta por la sociedad en general.
7. Ley del Progreso.
Todo hombre se desarrolla moral e intelectualmente por sí mismo, porque fuimos creados para adquirir un progreso completo, aunque, para lograrlo, cada uno requiera un tiempo diferente.
Cuanto más conocedor de las Leyes Morales, más responsable de sus actos es el ser humano. El objetivo final a que todos estamos destinados es nuestro perfeccionamiento, pero solamente llegaremos paso a paso a este destino. La moral y la inteligencia sólo se equilibran a largo plazo, después de varias experiencias y vivencias, donde el hombre se examina, aprobando o suspendiendo el examen de la vida.
Al conocer el bien y el mal el ser humano puede optar por uno u otro, aplicando el libre albedrío que todos poseemos, y así elegimos nuestro camino, siendo éste correcto o incorrecto.
Al conocer las leyes divinas, las cosas se facilitan mucho ya que podremos escoger la opción del bien y evitar disgustos y sufrimientos, creando con la elección un futuro mejor para nosotros mismos.
La marcha del progreso es incesante e imparable, una condición de la naturaleza humana, que no se debe obstaculizar. El progreso intelectual avanza siempre pero uno de los mayores impedimentos al progreso moral es el orgullo y el egoísmo tan arraigados en la conducta del ser humano.
El factor de la ignorancia nada más es que un estado temporal del ser, donde el hombre no mira los horizontes más lejanos. Sin embargo, aquél que eleva el pensamiento y admira los designios de Dios, comprende mejor lo que está mal y corrige sus excesos, entendiendo la necesidad de reformarse moralmente para cumplir con la ley. Esto significa corregir las imperfecciones y defectos que tenemos presentes en nuestro ser.
8. Ley de Igualdad.
Dios creó sus leyes para todos los hombres, todos somos iguales frente a nuestras responsabilidades. No hay privilegios ni concesiones en la vida material y espiritual, solamente esfuerzo y merecimiento. Cuanto más empeño dedica uno en el bien durante su trayectoria, más rápido progresará y se desarrollará antes unas aptitudes u otras. Las sucesivas vidas generan, por lo tanto, experiencias que son aprovechadas según la voluntad de cada uno de acuerdo con el libre albedrío. Por eso la aparente “suerte” que algunos tienen es exactamente lo que esos individuos necesitan para aprender. De ahí que envidiar a otra persona demuestra que no se ha entendido cómo funcionan las leyes morales.
Las desigualdades sociales no son una fatalidad, sino una elección de pruebas que cada uno escoge y traza así un tipo de destino para que, con esa oportunidad, sepa crecer y progresar más rápidamente.
Eso no significa que debamos dejar a cada uno abandonado en su elección. Nuestro deber como hermanos es esforzarnos por ayudar y socorrer a ese prójimo para que lleve su prueba más suavemente, aliviando en lo posible su desdicha.
Existe una sutil línea que demarca la diferencia entre progresar y evolucionar.
Progresar significa que la persona intenta con todas sus fuerzas no dejarse llevar por el defecto o imperfección; aun así, podría fallar al ponerlo a prueba. Evolucionar es alcanzar tras muchas tentativas, el dominio de esa imperfección, controlando por completo esa mala tendencia. Cuando la persona evoluciona en algún área de las que venía a corregir, no vuelve a caer en ella.
En cada encarnación se puede elegir un sexo u otro de acuerdo con las pruebas a corregir frente a las leyes divinas, puesto que el espíritu no tiene sexo. En conclusión, hombre y mujer son iguales.
 9. Ley de Libertad.
Todos nosotros nos necesitamos, y no podemos vivir aislados del mundo por completo. Siempre habrá algo que otro nos pueda ofrecer que nos haga falta y viceversa. Puede ser una opinión, un sentimiento, una caricia, o simplemente algo material.
Hay que tener mucho cuidado en el cumplimiento de esta ley porque algunos confunden autoridad con despotismo.
Toda la degradación moral y física causada por un hombre a otro es contraria a Ley de Dios.
El poder temporal concedido a un individuo gracias a ciertas aptitudes que le facultan para un cargo, sirve como palanca para elevar al subordinado y no para embrutecer al superior. Por la Ley de Acción y Reacción, si una persona hace mal uso de su posición de superioridad, en el futuro habrá de reparar el mal ocasionado.
¿Cuándo somos realmente libres? Únicamente por el pensamiento el hombre es totalmente libre, gozando de una libertad sin fronteras ni límites. Debe el hombre ser consciente que es completamente responsable de su pensamiento. Al emitir un pensamiento bueno de amor, nos rodeamos de espíritus buenos que vibran en sintonía con estos pensamientos. Por el contrario, si nos centramos en pensamientos inferiores de venganza u odio, atraeremos espíritus afines a este pensamiento.
10. Ley de Justicia, Amor y Caridad.
La Ley de Justicia está de tal forma dentro de la conciencia humana que la simple idea de una injusticia nos rebela. De todas las leyes, ésta es la más amplia, porque resume todas las demás.
La exacta comprensión de esta ley natural no es tan sencilla, ya que unos consideran justicia lo que  otros sienten como injusto. Las pasiones humanas y los intereses mundanos se mezclan en el sentimiento de justicia y van alterando el verdadero punto de vista. A medida que el hombre va adquiriendo experiencias ese sentimiento se acerca al de la Justicia Divina.
El amor es el sentimiento por excelencia, el más elevado que podemos alcanzar, sentirlo hacia el prójimo es la virtud más sublime. Al romper la oscuridad del egoísmo, saliendo de sí mismo en dirección al prójimo, podrá el hombre comprender a Dios y el amor trascendente. La mejor manera de amar a Dios es ejerciendo el bien, queriendo al prójimo.
La verdadera caridad profesada por el maestro Jesús, en el ejemplo de su vida, es la benevolencia hacia todos indistintamente, la indulgencia para con las faltas ajenas y el perdón de las ofensas que nos hagan. ¿Por qué?
Porque la caridad son estos tres sentimientos complementarios: ser buenos con todos porque somos hermanos; disculpar a todos porque nosotros también necesitamos de disculpa, nadie es perfecto; y perdonar, porque todos erramos a cada instante. Estamos sumergidos en una franja de evolución parecida, unos con mejores aptitudes para unas cosas, otros con valores en determinada área, otros aún necesitando de manos que les sostengan para no caer.
Como vemos, no basta un estudio superficial, hay que saber leer en las entrelíneas de la vida,  porque las leyes engloban muchos aspectos profundos del comportamiento. En el Libro Tercero del Libro de los Espíritus se ofrece una minuciosa explicación que sin duda aportará un valioso saber al  lector que desee progresar moralmente, ya que es fundamental para el espíritu respetar estos diez puntos de la Ley Divina tan importantes, sutiles y necesarios para su perfección moral y adelantamiento en la escala evolutiva.
Cláudia Bernardes de Carvalho
Centro Espírita Entre el Cielo y la Tierra.