lunes, 1 de octubre de 2012

Diabetes – Una visión Médico-Espírita

La diabetes es una enfermedad caracterizada por la elevada tasa de glucosa (azúcar) en la sangre, debido a la deficiencia en la producción de insulina o en la dificultad de acción de esa hormona en el organismo. Actualmente, hay cerca de 240 millones de portadores de diabetes en todo el mundo y se estima que en 2025 ese número llegará a 350 millones.
La diabetes melitus puede ser dividida en tipo I y tipo II y tiene raíces, desde el punto de vida médico, en la interacción de factores genéticos con estímulos ambientales. El tipo I se da en individuos en la infancia y en la adolescencia y se caracteriza por ser una enfermedad autoinmune, o sea, el organismo produce anticuerpos contra las células Beta del páncreas, productoras de insulina, llevando a la deficiencia de esa hormona. Existe la necesidad de administrar insulina por vía subcutánea para suplir la falta de esa importante hormona, encargada de controlar el metabolismo de los carbohidratos, proteínas y lípidos. El tipo II es la diabetes que proviene predominantemente de factores ambientales y comportamentales, siendo la obesidad, sobre todo la abdominal, el principal factor de riesgo para su desarrollo. Hay producción normal o un poco disminuida de insulina, pero ella no consigue ejercer su papel en las células, debido a la resistencia en los tejidos, que impiden su absorción y acción intracelular. Es necesario administrar fármacos hipoglucemiantes, que reducen la tasa de azúcar en la sangre, pues la glucemia elevada produce un estado de inflamación crónica que puede dañar tejidos y órganos, generando complicaciones, siendo las más frecuentes la neuropatía, la retinopatía y las lesiones renales. Para evitar desarrollar diabetes y también tratarla, lo más recomendado es realizar actividades físicas aeróbicas y dieta, rica en ensaladas verdes, derivados de la leche, carne blanca y magra, además de la reducción de la ingestión de azúcares y uso de medicaciones específicas.
Desde el punto de vista espiritual, entendemos que las predisposiciones genéticas que traemos en la reencarnación hablan de nuestro pasado espiritual y de nuestras tendencias, pero sobre todo de nuestras necesidades reeducativas. La diabetes es, de forma general, una gran oportunidad de aprendizaje del límite y del auto-amor. Al revés de ser un castigo divino o una punición por los errores o también Karma, como algunos creen, esa enfermedad se presenta como expresión de nuestras elecciones y construcciones individuales a lo largo de los tiempos.  Es, por lo tanto, recurso de autodominio y autoconocimiento, que conduce a su portador, cuando este aprovecha la oportunidad para vencerse así mismo, a un estado de mayor equilibrio y armonía del que tenía antes, al reencarnar, recordando que somos todos espíritu inmortales y no meros seres carnales viviendo una experiencia pasajera. Según la propuesta del Dr. César Geremías, endocrino gaucho, la diabetes tipo I, por sus características, tendría raíces en la auto-agresión, culpa, victimismo y auto-punición, manifestaciones de falta de auto-perdón y sobre todo del orgullo, sentimiento base que sería el núcleo principal a ser trabajado en ese caso. La diabetes tipo II tendría sus raíces en la falta de auto-cuidado, en el hedonismo excesivo, el desgaste de las energías psicofísicas y el exceso de auto-preservación, manifestaciones diferenciadas del egoísmo, que sería el núcleo principal o sentimiento base en ese caso. Percibir esas características en sí mismo, reconocerlas, acogerlas y esforzarse en transformarlas, en el proceso reeducativo al que la enfermedad invita, sería el objetivo mayor de la enfermedad, acordándose siempre que es necesario individualizar cada caso y solamente el autoconocimiento podrá aportar la indicación segura de las necesidades de cada uno. Mas, independientemente de su origen, la diabetes es una invitación al auto-amor, la auto-preservación y a la superación de sí mismo, caminos de paz interior y de salud integral.

Dr. Andrei Moreira
Médico de familia
Integrante del equipo del PSM en Belo Horizonte / Minas Gerais
Presidente de la Asociación Médico Espírita de Minas Gerais

Drogadicción: ¿adicción u obsesión?


Cada cierto tiempo parece como si la humanidad retrocediera un paso hacia  sus orígenes. Da la impresión de que la evolución se estanca. De vez en cuando la sociedad  adelantada y civilizada  a la que pertenecemos, parece que retrocediera en el tiempo. Se me antoja que va por fases: si mejora moralmente no lo hace intelectualmente, y viceversa.
Como ocurre en el caso del tema que trataremos hoy: el de las adicciones.
Al alcohol y las sustancias alucinógenas entre otras muchas.
Empecemos por definir que se considera droga.  Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua es:
“Cualquier sustancia mineral, vegetal o animal medicamentosa de efecto estimulante, deprimente o narcótico.”
Hay precedentes en el consumo de drogas que datan de muchos siglos atrás; casi siempre con fines espirituales y a través de rituales como la famosa “pipa de la paz” de las tribus indígenas de América del Norte, o el “Santo Domine”-  de los chamanes para contactar con el más allá. Hoy en día ya no se respetan las tradiciones y el uso “terapéutico” que se les daba en la antigüedad ha pasado a la historia.
Actualmente el abuso generalizado de su consumo  por cierta parte de la sociedad- y no sólo desfavorecidos de la fortuna, sino gente perteneciente a la clase media y alta-la ha convertido en tristemente famosa en todas sus variedades, incluyendo las químicas, de diseño, fabricadas en  el laboratorio. Teniendo en cuenta los desequilibrios emocionales que conlleva, y las vidas que destroza- no solamente las de los propios afectados sino las de sus familiares y todo el circulo afectivo que les rodea- y las muertes prematuras que acarrea, intentemos analizar que lleva a un individuo al que podríamos considerar dentro de la normalidad, a caer en las redes de los estupefacientes.
Las causas pueden ser múltiples y variadas, desde depresión, falta de seguridad en si mismo, enfermedad, física o psicológica, pobreza , ausencia de cariño, soledad, falta de trabajo; situaciones extremas... en fin, que pueden desembocar en este río de aguas negras y mortíferas.
Aunque también se puede llegar a la adicción por la vía, de la libertad mal entendida, del querer vivir “sensaciones nuevas” y  tomar sin darse cuenta el camino sin freno hacia el abismo. Sea como fuere entrar es relativamente fácil, generalmente se empieza por un “porro”  o unas “pastis” y después, poco a poco se va avanzando cuesta abajo hacia el precipicio de “iras y no volverás”... ¡qué complicado resulta luego salir del laberinto!, cuando el cuerpo maltrecho y acribillado a pinchazos no puede con la  sordidez de la vida y la mente obsesionada por el veneno letal no responde a los intentos de “desengancharse”. Se trata realmente de una obsesión constante y se convierte en el único motivo  para levantarse cada mañana para vivir, ¡si es que a eso se le puede llamar vida! ¿Cómo inculcar a estas personas un rayo de esperanza en un mañana mejor, desintoxicado y armónico?... el Espiritismo tiene la respuesta.
Si tenemos claro que se trata de un proceso obsesivo previo al “enganche” y que continua a lo largo del duro camino de la drogadicción,
El efecto destructor  de las drogas es tan intenso que extrapola los límites del organismo físico  alcanzando y comprometiendo, sustancialmente el equilibrio y la propia salud a nivel espiritual.  Tal situación, sumada a aquellas de naturaleza fisiológica o, psíquica, responden, indudablemente, por los sufrimientos, enfermedades y desajustes emocionales y sociales a las que se ven sometidos los enfermos.

LA ACCIÓN DE LAS DROGAS EN *EL PERIESPíRITU:
Nos revela la ciencia médica que la droga, al penetrar en el organismo físico, ataca el aparato circulatorio, la sangre, el sistema respiratorio, el cerebro y las células, principalmente las neuronas.
En la obra "Misioneros de la Luz" de André Luis a través de la psicografia de Francisco Cándido Xavier, leemos: “El cuerpo periespiritual  que da forma a los elementos celulares, está fuertemente radicado en la sangre.  La sangre es elemento básico de equilibrio del cuerpo periespiritual.
En la obra de Chico Xavier "Evolución en dos mundos", el mismo autor revela que las neuronas guardan relación íntima con el periespiritu.
Comparando las informaciones de esas obras con las de la ciencia médica, se concluye que la agresión de las drogas a la sangre y las células neuronales también se refleja en las regiones del cuerpo periespiritual, en forma de lesiones y deformaciones considerables .

LA ACCIÓN DE LOS ESPÍRITUS INFERIORES JUNTO AL DROGADICTO:
Sabemos que después de desencarnado el espíritu guarda, por cierto tiempo, que puede ser largo o corto, sus condicionamientos, tendencias y vicios de encarnado.  El espíritu de un drogadicto, por ejemplo en fase de dependencia al que se haya sometido, en el otro lado de la vida, siente el deseo y la necesidad de consumir droga.  Solamente la forma de satisfacer su deseo es lo que varía, ya que la condición de desencarnado no le permite proceder como cuando estaba encarnado.  Como espíritu precisa vincularse a una mente afín, inicialmente para transmitiéndole sus deseos de consumo de drogas, posteriormente, para saciar su necesidad, valiéndose para tal efecto, de las emanaciones tóxicas impregnadas en su periespiritu o de la inhalación de esas mismas emanaciones cuando la droga está siendo consumida.
Esta sobrecarga mental, inadecuada, afecta tan seriamente el cerebro, a punto de tener sus funciones alteradas, con la consecuente disminución en el rendimiento físico, intelectual y emocional del toxicómano.
Según Emmanuel (guía espiritual de Chico Xavier): “El enfermo, al alimentar el vicio de esas entidades que se le unen, a través de un proceso de simbiosis en niveles vibratorios, recoge en su perjuicio las impregnaciones fluídicas maléficas de aquellas, tornándose enfermizo, triste, grosero, infeliz, preso a la voluntad de entidades inferiores, sin el dominio de la conciencia de sus verdaderos deseos."
Y poco más creo que podría añadir, salvo que , como en todas las enfermedades- y esta sin duda lo es- lo importante es prevenir, informar a nuestros adolescentes y jóvenes de los peligros de la “dama blanca”, fortificar la personalidad y el espíritu, y buscar alternativas viables a nuestros problemas, ayuda psicológica si la necesitásemos.
No creer nunca que podemos salir cuando queramos, porque no es cierto -es realmente complicado sin ayuda-. Creer en Dios y estar seguros de que su consuelo nunca nos ha de faltar, y él nos proporcionara fortaleza a través de nuestros guías espirituales si ponemos de nuestra parte la fe y la fuerza de voluntad. Recurrir a la oración puede ser un remedio efectivo y una forma de encontrar la salida cuando nos encontremos perdidos. Amén de la asistencia de los profesionales de la medicina  y del cariño y comprensión de quienes rodean al enfermo. Acudir a un Centro Espírita también puede ser útil y beneficioso para  quienes estando presos dentro de esta espiral de sinsentido, no encuentran las fuerzas para salir por sí mismos de la drogadicción. Si es en compañía de un familiar o amigo, tanto mejor, porque se sentirá más apoyado y menos frágil. Aquí damos por concluido este duro y espinoso tema ;cada cual que se aplique la parte que le toque en el socorro a sus semejantes cercanos que así es como se práctica la caridad bien entendida.

Cielo Gallego
Centro Espíríta "Entre el Cielo y la Tierra"

La alegría y tristeza (Ciclo control y desarrollo emocional - II)



Los instintos y las emociones primarias están íntimamente relacionados. En el anterior artículo abordamos las cuatro primeras emociones: miedo, sorpresa, ira y aversión; relacionándolas con los instintos de supervivencia y conservación.
Nos queda pendiente por tanto profundizar en las emociones de alegría y tristeza desde el punto de vista de su relación con los instintos.

La alegría
Una vez que el ser humano tiene garantizada su sustento y seguridad material en el presente, aplacado por tanto el instinto de supervivencia, es el instinto de conservación el que toma su relevo, dirigiendo nuestros esfuerzos para garantizar los recursos básicos en el futuro. Asegurada la necesidad material, para uno mismo y su entorno familiar, en el tiempo, el instinto de progreso aparece impulsando a los individuos hacia la evolución, rescatándonos del peligro del inmovilismo (que nos lleva a la ociosidad y a la pereza, como cuna de innumerables vicios).
Por tanto, sólo atenderemos a nuestro instinto de progreso una vez satisfechos los requerimientos del instinto de conservación y sucesivamente sólo atenderemos dichos requerimientos si tenemos satisfechos igualmente los del instinto de supervivencia.
Paralelamente, para poder acceder a las emociones de alegría o tristeza, relacionadas como veremos con el instinto de progreso, tendremos previamente que haber calmado o superado las emociones de miedo, sorpresa, ira o aversión. No podemos estar alegres o tristes y sentir miedo. El miedo ahoga emociones de menor intensidad y las cuatro primeras emociones, relacionadas con los instintos de supervivencia y conservación, son por tanto las emociones que mayor intensidad pueden llegar a movilizar.
Alegría es el estado de ánimo que obtenemos cuando conseguimos, confiamos o tenemos fe en alcanzar un progreso, un objetivo deseado, un bien o un placer. Es la sensación que sentimos cuando progresamos hacia dicho bien. Por tanto es parte de la recompensa por adelantado y a su vez, el acicate para seguir esforzándonos por dicho progreso. Sin la alegría el camino de la evolución perdería su energía. Nos podríamos quedar entonces estancados a mitad de camino sin fuerzas para seguir.
Es lo que ocurre cuando carecemos de Fe o confianza. La Fe y confianza es garantía de alegría. Si no tenemos alegría tenemos que revisar nuestra Fe y confianza. "La Felicidad no es de este mundo" (Evangelio según el Espiritismo, capítulo 5, ítem 20) pero por ello tenemos la alegría. La Fe nos da la visión pre-clara de lo venidero, la alegría surge ante dicha visión. Si no tenemos Fe aparece la duda. La duda, en contra de la Fe, nos roba energías mentales necesarias para nuestro avance debilitándonos. La duda es buena en ciertos momentos de crecimiento porque nos impulsa a la búsqueda de conocimiento. Nos protege de la Fe Ciega que nos estanca moralmente y nos acerca a un nuevo despertar cuando adquirimos la capacidad de despertar la conciencia.
La Fe Ciega, que no terminamos de creer internamente, no puede dar una alegría duradera, porque no puede engañar a la sabiduría acumulada en nuestro espíritu, a través de todas sus existencias. Por eso siempre la Fe ciega da paso a la duda, porque nace, en ese caso, del fondo de nuestro espíritu.
La Fe ciega cumple su papel en conciencias dormidas, aferrándolas a estrictas leyes que impiden su extravío moral, pero deja de ser necesaria cuando la conciencia adquiere la madurez del despertar. La duda es la puerta del conocimiento, la llave es la Fe Razonada alcanzada mediante el estudio y la práctica del Evangelio de Jesús.
La alegría es un adelanto de la felicidad venidera. La alegría está en el camino, en la meta la felicidad. La meta es la vida espiritual, cuando retornemos al mundo mayor después de dejar el cuerpo físico. Mientras tanto, la alegría es lo más parecido que tenemos a la felicidad. ¿Quién podría distinguir un estado de alegría de un estado de felicidad? ¿Conocemos acaso la felicidad? La felicidad, una vez alcanzada, no podría perderse, porque su añoranza nos hundiría en la más dura nostalgia. Si eso no ocurre es porque no conocemos la felicidad, conocemos apenas la alegría, no que no es poco. La sabiduría de la creación posibilita que una vez alcanzada la felicidad no tengamos que desprendernos de ella, salvo sublimes sacrificios, como el realizado por Jesús al encarnar en nuestro mundo.
Hasta aquí hemos hablado de la alegría de origen espiritual relacionándola con el progreso espiritual. Pero como fiel reflejo del progreso espiritual, tenemos la necesidad de progresar materialmente, gracias al instinto de progreso, causa de la alegría material que nos inunda ante la certeza de nuevos avances, desarrollos y placeres.
Cuando la alegría es por un objetivo material, nos encontramos que en la mayoría de las ocasiones, la satisfacción producida por dicha alegría, conforme nos acercamos al objetivo, supera con mucho a la propia satisfacción material a alcanzar, encontrándonos que una vez en su posesión, el encanto desaparece o no cumple las expectativas creadas, normalmente debido a recurrentes autosugestiones ilusorias.

La tristeza
La tristeza corresponde al estado de ánimo producido ante una expectativa de pérdida, dolor inminente o alejamiento de las metas y objetivos deseados.
Nos lleva a la introspección y al arrepentimiento, en su caso, como único remedio para asumir la pérdida o culpa con el mínimo desgaste psicológico, pese al sufrimiento implícito de dicho estado, capacitándonos para la necesaria superación del problema. Sin superación no hay avance y sin avance podemos caer en las dos principales salidas erróneas ante esta situación, la melancolía o la depresión. Melancolía como estado destructivo carente de esperanza que desplaza a la tristeza y la depresión como exageración desmesurada de la tristeza.
La tristeza pues, nos prepara para la llegada del dolor y este siempre es necesario en cualquier situación de estancamiento evolutivo. Todo evoluciona en el Universo, pero cuando por nuestros propios errores, nos estancamos en el camino evolutivo, el dolor aparece rompiendo las barreras que bloquean nuestro avance. Por ello podemos decir que todo dolor encierra en sí mismo un bien mayor, que no podemos percibir pero por el que, en muchas ocasiones una vez pasado, damos gracias a Dios.
La tristeza por tanto, debe ser utilizada como remedio justamente para cuando nos alejamos de las metas marcadas por nuestra conciencia, y por tanto nuestro espíritu. La tristeza nos lleva a la introspección como verdadera oportunidad para entrar en contacto íntimo con nuestro ser y reformular nuestros actuales valores, adquiriendo el ánimo y la voluntad necesarias para nuestra futura transformación.
Dejemos el inmovilismo o estancamiento, el primer paso es siempre el que más cuesta. Tengamos voluntad para crear el hábito salvador que nos permita perseverar y enseguida la alegría aparecerá con las primeras metas conseguidas. La Alegría es un alimento de la Fe, la Fe de la Esperanza y la Caridad («La esperanza y caridad son consecuencias de la Fe» El Evangelio según el Espiritismo Cap. XIX, ítem 11.). ...Y “Sin Caridad no hay Salvación” (Allan Kardec), sin alegría pues, se nos hace el camino hacia la salvación demasiado largo y empinado.

Conclusiones
Nuestro ejercicio diario será, por tanto, alcanzar la alegría constante, consecuencia de encontrarnos siempre en camino a nuevas realizaciones espirituales, reafirmando nuestra Fe con nuestros actos, siendo conscientes de la certeza de un bien mayor acercándose. Estamos destinados a la felicidad, no nos demoremos por el camino porque “mi yugo es suave y mi fardo ligero” (Mateo 9:30)
Una vez abrazado el Evangelio, la Ley es suave porque está basada en el Amor. El fardo es leve porque la verdadera carga fastidiosa y causante de infelicidad, la habremos dejado con nuestras pasiones y deseos materiales.
El Evangelio y la práctica de la Caridad es por tanto la mayor psicoterapia que podemos tomar, fuente de salud, paz, felicidad y alegría en el caminar.
Para el camino debemos fomentar la alegría, la cual nos embarga al alcanzar la autoconsciencia, mediante la oración y la meditación, haciéndonos conscientes de la realidad espiritual que nos rodea, del auto-conocimiento como fuente de nuevas metas a alcanzar.
La verdadera alegría, conlleva el despertar espiritual, el autoconocimiento (pregunta 919 de El Libro de Los Espíritus) nos marcará las etapas a alcanzar, la meta la felicidad verdadera.

Creamos constantemente expectativas de pérdida que nos entristecen y expectativas de ganancia que nos alegran. Esto es determinante para nuestro estado de ánimo. Eliminemos las expectativas de pérdida comprendiendo que realmente no poseemos nada, sólo somos usufructuarios de los bienes que nos son dados por Dios. Sin apego no hay dolor a la pérdida ni egoísmo, sin pérdida sólo puede haber ganancia, con ganancia Alegría, con Alegría, Confianza, con Confianza, Fe, con Fe, Caridad y con Caridad la “Salvación”.

Evaluemos día a día nuestro “termómetro” de Alegría. Somos los verdaderos responsables de ello. Buscar la Alegría significa reafirmarnos en nuestros valores, empujar un poco más fuerte, sentir la Fe más dentro, estudiar un poco más, elevar nuestro pensamiento, evitar dejarnos llevar por inercias o inmovilismos. Tenemos todo lo que necesitamos para acceder hoy mismo a toda la Alegría que atesoramos. Sólo tenemos que volver al camino, el camino de la evolución espiritual. La Providencia Divina nos da todo lo que necesitamos en cada momento, tenemos siempre lo necesario. Nuestra es la responsabilidad de hacer que además sea lo suficiente.
Pongamos todas las mañanas una sonrisa en la cara aunque nos cueste. El cerebro no sabrá que esa alegría es forzada, relajará montones de músculos y nos sentiremos mejor. Cambiemos la perspectiva por una visión espiritual de nuestra realidad, tendremos la segunda relajación, la emocional. Sintamos en cada momento la Alegría de vivir, trabajando la Caridad, sintiéndonos útiles en el día a día, señal de que estamos en el camino, nuestro camino.

José Ignacio Modamio
Centro Espírita "Entre la Tierra y el Cielo"


CICLO COMPLETO (4 artículos)

http://www.elangeldelbien.com/2012/04/instintos-y-emociones-subconscientes.html
http://www.elangeldelbien.com/2012/10/la-alegria-y-tristeza-ciclo-control-y.html
http://www.elangeldelbien.com/2012/12/cerebro-y-emociones-ciclo-control-y.html
http://www.elangeldelbien.com/2013/03/pensamiento-y-voluntad-ciclo-control-y.html