domingo, 27 de abril de 2014

Terapia de Amor y Centros de Fuerza



La Ley Natural es la expresión de la voluntad de Dios que gobierna el Universo, es el lenguaje divino por el cual Dios se comunica con la Creación y su comprensión nos acerca a Él. De todas las leyes naturales, la principal es la Ley de Justicia, Amor y Caridad, la cual contiene al resto, según podemos leer en "El Libro de los Espíritus" de Allan Kardec:

-“647. Toda la ley de Dios ¿está contenida en la máxima del amor al prójimo que Jesús enseñó? -  Por cierto que sí..."(1)
-"...Amaos los unos a los otros: esta es toda la ley" (2)
-"648. La más importante es la última de esas leyes [Ley de Justicia, Amor y Caridad]: por medio de ella puede el hombre adelantar más en la vida espiritual, pues las resume todas." (3)

Siendo el Amor el fundamento y nexo de unión entre todas las leyes naturales, resumiendo a todas, comprendemos que no podremos practicar plenamente la Ley de Justicia, Amor y Caridad, infringiendo cualquiera del resto de leyes naturales y viceversa. Por ello, los que comprenden mejor la Ley de Dios “...son los hombres de bien y los que quieren buscarla. No obstante, todos la comprenderán algún día, porque es preciso que el progreso se cumpla.” (4). San Luis nos instruye al respecto: "...el hombre está lejos de conocer todas las leyes de la Naturaleza; si las conociese todas sería Espíritu Superior."(5)

Por tanto, podemos entender a la Ley Natural como “la única verdadera para la felicidad del hombre", es lo que le indica "...lo que debe hacer o no hacer, y sólo es desdichado porque de ella se aparta.” (6).

Comprendiendo que apartarnos del cumplimiento de las leyes naturales es el origen de nuestras desgracias, que son a su vez medidas reeducadoras, concluiremos, que la Ley de Justicia, Amor y Caridad es la más indicada para recobrar nuestro equilibrio, mediante la práctica del bien. Ahora podemos entender la cita bíblica: "El Amor cubre multitud de pecados."  (Proverbios 10:12; 1 Pedro 4:8).

Según La Génesis, "...los fluidos ambientes sufren modificaciones ante la proyección de los pensamientos del espíritu. Su envoltura periespiritual, que es parte constitutiva de su ser y que recibe en forma directa y permanente la impresión de sus pensamientos, debe llevar en ella, en mayor medida aún, sus cualidades buenas o malas"(7). El periespíritu, por tanto, lleva impreso las cualidades morales de sus pensamientos y sentimientos, como huella inequívoca de la evolución moral y "...no cambiará, hasta tanto el espíritu no se modifique."(7)

Los fluidos espirituales, entre ellos los que emite constantemente nuestro pensamiento, "...actúan sobre el periespíritu y éste sobre el organismo material con el cual se halla en contacto molecular. Si los efluvios son de naturaleza buena, el cuerpo recibirá una impresión saludable; si son malos, la sensación será desagradable. Si los malos son permanentes y enérgicos, podrán ocasionar desórdenes físicos: ciertas enfermedades no tienen otro origen."(7)

El Amor, resumiendo el cumplimiento de la Ley Natural, tiene la cualidad de armonizar todos los fluidos espirituales, del ambiente y del periespíritu, imprimiendo sensaciones saludables; y cuando es permanente y con suficiente energía, corrigiendo los desórdenes físicos que nos alejan de la salud.
Bajo esta óptica podemos ver todos los desequilibrios como carencias de amor en los distintos aspectos de nuestra vida interior. Por ello la Terapia de Amor es la mejor medicina tanto para el espíritu como para el cuerpo físico.

a) Amar la vida, la ecología, la sencillez. Centro de fuerza básico(8).

El amor por la vida nos pone en sintonía con la Naturaleza y por tanto con sus elementos fluídicos constitutivos de la vida. Toda vida a nuestro alrededor expele sus propios fluidos característicos envolviéndonos en todo un maravilloso espectro casi ilimitado de vibraciones sutiles a nuestra disposición.
Teniendo en cuenta que "980. ...todo es amor en la Naturaleza y es el egoísmo el que lo mata"(9), comprendemos que sólo son nuestras conciencias las que se resisten a amar por egoísmo; la Naturaleza que nos rodea es amor. Amar la vida es la principal obligación que tenemos hacia la Naturaleza. Amar nuestra vida, la vida de los demás y la ecología es condición necesaria para nuestra evolución.

Amar las cosas simples y sencillas nos enseña a ser humildes y alejarnos de la extravagancia. Tenemos que esforzarnos para comprender que "704. ...únicamente lo necesario es lo útil, al paso que lo superfluo nunca lo es"(10), para alejarnos de los peligros de la avaricia, codicia y envidia material.

Por ello debemos amar la vida pero sin apegarnos a ella, gracias al conocimiento espiritual. El apego materialista excita el instinto de supervivencia, fomentando el miedo y la ira; generando estrés y paralizando los mecanismos internos de autocura.

El miedo sustenta el egoísmo material que a su vez nos compromete con la Ley, destruyendo el Amor, y nos desarmoniza incitándonos a adquirir bienes materiales como compensación de la ausencia de paz y equilibrio.

La Terapia de Amor dirigida hacia a la vida, la ecología y el desapego de lo superfluo, sustenta y equilibra la energía del centro de fuerza básico, liberándonos del miedo y su egoísmo material. Librándonos de lo innecesario eliminamos el miedo por su pérdida, despertando la sensación de libertad que nos permitirá construir nuestro propio destino.

b) Amar la sexualidad como fuerza creadora. Amar la creatividad. Centro de fuerza genésico.

El instinto sexual es una de los instintos animales todavía predominantes en el hombre no espiritualizado.
El instinto carece de freno pero la inteligencia, normalmente al principio a través de la moralidad impuesta y después por la razón que aporta el conocimiento de las leyes naturales y espirituales, nos permitirá alcanzar el control necesario para la elevación de las funciones genésicas, regulando su uso y evitando el abuso.
Amar el sexo es comprender su finalidad elevada meditando sobre el increíble proceso de la Vida y la Reencarnación. Conocer que se lleva parte de la esencia más preciada de uno mismo nos ayudará a comprender la necesidad de controlarlo para derivar todos estos recursos energéticos hacia las funciones superiores del ser humano.

Por su vinculación con el plano mental, ante el desequilibrio, es una vía de eliminación de residuos mentales tóxicos. En tal caso, las toxinas psíquicas existentes preparan el terreno y alimentan sutilmente a los agentes patógenos presentes generando la enfermedad morbosa.

La saturación de los sentidos lleva a la excentricidad y es una fuga de uno mismo que dura lo que un fusible ante un cortocircuito. El sexo egoísta es un sumidero de energías, mientras que el sexo por amor, tiene en la entrega mutua, el compartir las energías en busca de un objetivo más elevado en pro de la vida y la evolución espiritual mediante al reencarnación.

La energía sexual encuentra en el egoísmo el elemento polarizador que destruye el Amor. Polaridad que enfrenta la pereza y el sensualismo como dos extremos peligrosos que atrapan y desarmonizan energías del centro de fuerza genésico.

La espiritualización del ser lleva a la adquisición de nuevas necesidades morales. El placer intelectual aparece ante la apertura de la mente a conceptos sublimes inimaginados. El placer emocional despierta ante experiencias de sentimientos puros, de paz y felicidad. El placer espiritual emerge de la conciencia despierta que se siente amada fundiéndose con toda la Creación, como cumplimiento de la gran Ley de Unión que rige el Universo, y por ello alcanzando el éxtasis, la sublimación del placer y la disolución del ego que limita la individualidad del Espíritu.

Amar la creatividad es sentir la necesidad de ser co-creadores con Dios, descubridores y co-desarrolladores de sus maravillas subiendo peldaño a peldaño la escalera del conocimiento infinito.

c) Amar lo necesario, no desear lo superfluo. Centro de fuerza gástrico.

El instinto de conservación nos impulsa hacia metas que garanticen nuestra subsistencia material, desarrollando nuestra inteligencia. Esta inteligencia, carente en un principio de sentido moral, puede tomar el camino del egoísmo como medida para alcanzar más fácilmente su objetivo de conservación, ahogando el Amor en los primeros compases de sus existencias y en desequilibrio, escoger los caminos de la ansiedad y la angustia.

Calmar la ansiedad, en nuestros días, es una de las necesidades principales que se presenta en esta sociedad enferma. La ansiedad, causa de la inseguridad material, contribuye también por otro lado al sustento del egoísmo. Es muy difícil no ser egoísta sufriendo ansiedad, o lo contrario, sufrir ansiedad sin ser egoísta.
La Terapia del Amor despeja nuestras ansiedades al proyectar nuestro pensamiento hacia los demás. Concentrándonos en los demás dejamos de preocuparnos enfermizamente por uno mismo. Donde hay Amor el egoísmo y la ansiedad desaparecen retornando a la salud. La ansiedad desequilibra el centro de fuerza gástrico y nos obliga a ingerir todo tipo de alimentos, muchos de los cuales no nos favorecen y nos llevan de camino a la enfermedad.

Múltiples dolencias tienen su origen en el sistema digestivo, mediante malas digestiones y tránsitos que liberan en nuestros organismos toxinas que inundan nuestra corriente sanguínea, alcanzando posteriormente los órganos fisiológicos funcionalmente más débiles (psicosomáticamente por sobreexcitación o carencia de energía vital) los cuales manifiestan finalmente la enfermedad.

La mayoría de estos desajustes se corregirían considerablemente mediante la frugalidad en las comidas, mientras que para la eliminación total de la enfermedad tendremos que recuperar el equilibrio psicomático (emocional, mental y espiritual), el cual desbloqueará los flujos de energía vital que alimentan los órganos extenuados o calmará aquellos sobre-excitados, retornando finalmente la salud de forma natural.
La frugalidad es símbolo de austeridad, de conformarse con lo necesario y es una muestra de humildad. La frugalidad, además, cuando es motivada por la renuncia, de corazón, para hacer caridad hacia los demás, encierra la virtud necesaria para nuestra liberación del egoísmo.

d) Amor hacia uno mismo, el autoamor. Centro de fuerza esplénico.

El autoamor es una de las principales necesidades emocionales. Su carencia nos lleva a buscar múltiples compensaciones emocionales y materiales que incrementan nuestro orgullo y egoísmo. Para examinarse el autoamor es necesario una alta dosis de conocimiento de sí mismo (ver artículo "Conócete a ti mismo" de "El Ángel del Bien" número 25, de julio de 2013).

Muy relacionado el autoamor con la alimentación a través del centro esplénico, verdadero almacén de las fuerzas fluídicas provenientes de la digestión de alimentos, explica la tendencia a compensar necesidades emocionales con la sobrealimentación y adicción a alimentos excitantes.

El centro esplénico, vinculado etimológicamente con el bazo, es un importante punto de entrada de fuerzas fluídicas cósmicas, solares y ambientales, necesarias para el equilibrio en los procesos fisiológicos y sobretodo inmunológicos. Acumulador también de los fluidos provenientes de la digestión a través de circulación sanguínea, es la batería energético-fluídica del Yo que sustenta la vitalidad y las fuerzas físicas que sustentan la individualidad y autoestima, a través de su influencia sobre el páncreas, glándula responsable de la dosificación del alimento a las celulas en cada momento a través de la insulina segregada. Centro energético base de la individualidad puede ser secuestrado por nuestro orgullo, como dueño y señor interno, acopiando los recursos fluídicos para obtener sensación de poder y superioridad.

La carencia de energías fluídicas en el centro esplénico incrementa el llamado "orgullo negativo". Donde antes había sensación de superioridad y poder por la sobreexcitación del centro esplénico, ahora ante la carencia, en el otro extremo del desequilibrio, tenemos la sensación de inferioridad e invalidez, distinta cara de la misma moneda.

La Terapia del Amor dará salud a este centro vital mediante la circulación continua de sus fuerzas, impidiendo la acumulación morbosa. Junto a la Ley del Trabajo son la clave para el reequilibrio de este centro. La dedicación al trabajo constructivo por los demás, evita la ociosidad, fomenta la humildad y la autoestima positiva, necesarias para nuestro crecimiento y equilibrio interior.

e) Amor hacia los demás. Centro de fuerza cardíaco.

Por su importancia, el corazón es el centro motor de todo el organismo físico, y a su vez, es el centro de los sentimientos, el otro motor que nos impulsa a través de las emociones. Es el órgano que impulsa nuestra energía interna a todos los demás influenciándolos para bien o para mal. Los sentimientos resuenan en lo más íntimo de nuestro interior cuando sintonizamos con ellos. Estudios recientes muestran la existencia de neuronas en el corazón que explica su influencia sobre la inteligencia emocional y viceversa, lo que explica por qué sentimientos fuertes como el odio y la culpa afectan directamente su salud.

El corazón impulsa dos circuitos diferenciados que forman la unidad dibujando el símbolo de infinito ∞. Un circuito recicla la sangre a través del emuntorio pulmonar y otro nutre el organismo con la sangre renovada. Fluídicamente, el centro de fuerza cardíaco también tiene dos circuitos. Uno interior, inconsciente, donde almacenamos, alimentamos o reciclamos nuestros sentimientos y otro exterior donde los manifestamos mediante nuestras acciones y motivaciones, normalmente también inconscientemente. Podemos igualmente ver los sentimientos circulando por dos circuitos según su dirección sea hacia uno mismo o hacia los demás, de tal forma que lo que sintamos hacia los demás influirá en lo que sentimos hacia nosotros mismos y viceversa, puesto que, como hemos visto, ambos circuitos son realmente uno sólo como en el mismo símbolo de infinito ∞. Esto es aplicación directa de la gran Ley de Unidad que rige la Creación. Por tanto, no podemos tener buenos sentimientos hacia los demás si antes no los tenemos hacia nosotros mismos. Al igual que la sangre tiene que depurarse interiormente en los pulmones, también interiormente tenemos que depurar nuestros sentimientos, puesto que son el plasma fluídico que nos caracteriza. Por ello proyectamos hacia los demás únicamente aquello que cultivamos interiormente y que representa nuestra salud emocional hacía uno mismo.

Consecuentemente aquello que sentimos hacia los demás modifica lo que sentimos hacia nosotros mismos, consecuencia nuevamente de la gran Ley de Unidad que rige la Creación.

f) Dar, expresar y comunicar amor. Centro de fuerza laríngeo.

No hay mérito sin esfuerzo útil. Expresar amor, en nuestro estado evolutivo, implica normalmente resignación y esfuerzo por los demás. Expresar amor es la mayor enseñanza práctica que podemos impartir, puesto que al igual que Jesús, conlleva predicar con el ejemplo.
Sólo es realmente nuestro aquello que podemos dar con libertad, de lo contrario somos poseídos por, no poseedores de aquello. Erróneamente pensamos que podemos quedarnos el amor para nosotros mismos, cuando realmente nos quedamos con el egoísmo. No pudiendo dar amor nos dejamos dominar por el egoísmo. La tarea de dar amor rompe dicha dominación y poco a poco nos reconstruye nuestros sentimientos hasta alcanzar, por medio del consentimiento de la razón y del corazón en la práctica de la Caridad, la posesión del Amor Verdadero. La alegría natural interior surge como expresión de los avances realizados en este camino. Por meta tenemos la felicidad, en el camino nos alienta la alegría.
Nuestra capacidad de expresar amor depende de nuestro estado de ánimo, por lo cual, el centro de fuerza Laríngeo es el centro de la alegría, la sinceridad y de la expresión de los sentimientos. Es donde nos brota la carcajada ante una gracia y nos quedamos mudos ante otra desgracia. La alegría nos hincha el pecho (pulmones) y la tristeza nos lo encoge.

Nuestro estado de ánimo interfiere en la vibración del centro Laríngeo, el cual establece el comportamiento del metabolismo físico a través de la glándula tiroides y afecta la salud de los pulmones, emuntorio de los sentimientos. Los pulmones, como emuntorio, depuran la sangre físicamente y fluídicamente, exhalando los fluidos deletéreos del torrente sanguíneo que los atraviesan cuando expresamos nuestros verdaderos sentimientos a los demás, despertando la emoción como respuesta fisiológica necesaria para hacernos conscientes de ellos en el ejercicio del conocimiento de uno mismo. Comprendemos de esta forma el mecanismo fluídico por el cual expresar nuestros sentimientos alivia los pesares del alma.

La Terapia de Amor es el instrumento que utiliza el Espíritu para expresar sus notas de amor al espacio infinito, al conjunto de sus criaturas. Esa música hace brotar la alegría en el pecho del que la emite y tiene la capacidad de transformar la vibración de los fluidos espirituales que atraviesa por aquellos sitios por donde pasa. Si la transformación se mantiene en el tiempo y tiene la potencia suficiente, es el mejor medicamento para el cuerpo y para el alma.

g) Amar desde el pensamiento. Centro fuerza cerebral.

La mente no para nunca de ejecutar sus dos funciones principales, función receptora y función emisora. Como función receptora, es la puerta de nuestro Espíritu al mundo físico exterior a través de los sentidos y al mundo interior subconsciente por medio de la introspección en el ejercicio del conocimiento de sí mismo.
Como función emisora, a través de la voluntad, impulsa los pensamientos como quantums de energía mental, tanto al exterior como al interior. Al exterior como irradiaciones e ideoplastías, y al interior como impulsor del fluido nervioso responsable del equilibrio funcional del resto de centros con sus órganos depedientes.
La mente funciona como un filtro de la realidad según nuestro modo de ver las cosas, reafirmándonos en nuestra propia realidad personal.

La mente, a través del hipotálamo es el director, normalmente inconsciente, del sistema endocrino dominando el campo físico del cuerpo humano, a la vez que en el campo psíquico es el sintonizador vibracional de todos los centros de fuerza, puesto que a través del pensamiento puede elevarse influyendo en el centro coronario, expresar o bloquear los sentimientos influyendo en los centros cardíaco y laríngeo, controlar sus energías vitales gestionadas por el centro de fuerza esplénico, controlar sus deseos equilibrando el centro de fuerza digestivo, canalizar sus energías creadoras equilibrando el centro de fuerza genésico y finalmente despertar la alegría de vivir como motivación indispensable en la vida equilibrando el centro de fuerza básico.

Gran parte de estos procesos son inconscientes. Sólo el trabajo constante hacia el conocimiento de uno mismo nos permitirá tomar realmente las riendas de todos los contenidos que influyen en nuestra mente y alcanzar verdaderamente la libertad.

h)Amar espiritualmente. Centro de fuerza coronario.

Amar espiritualmente es hacerlo desde nuestro espíritu. Para lograrlo debemos dejar atrás nuestro Ego, siempre interesado, para amar desinteresadamente de ser espiritual a ser espiritual.

El centro de fuerza coronario es la sede de la mente superconsciente y se relaciona con todo nuestro ser a través de la glándula pineal.

La psicología transpersonal nos habla del superconsciente y las artimañas del Ego para erigirse en dueño y señor de la casa mental, de cómo el Self, nuestro Espíritu, al principio duerme en la inconsciencia y va despertando conforme se vuelve más consciente.

La Terapia de Amor es un verdadero ejercicio de consciencia, enfrentándose al Ego en continuas luchas de renuncia, termina desintegrándolo cuando el Self, el espíritu inmortal, toma las riendas de la voluntad. Nuestro propio espíritu es el Self cuando está vinculado conscientemente con la espiritualidad superior. Mientras el espíritu no es consciente o no tiene el nivel moral suficiente para estar vinculado con la espiritual superior, se confunde con su Ego o mente transitoria cargada de limitaciones en base a sus propias experiencias recopiladas en sus múltiples existencias físicas.

Cuando el espíritu es consciente de su potencial espiritual tiene a su servicio el conjunto de sus centros de fuerza dominando desde entonces las leyes materiales desde un plano de conciencia mucho más elevado, siempre alcanzado por el merecimiento adquirido en el cumplimiento de las leyes naturales, y en especial la Ley de Justicia, Amor y Caridad. Porque "...por medio de ella puede el hombre adelantar más en la vida espiritual, pues las resume todas."(3)

José Ignacio Modamio
Centro Espírita "Entre el Cielo y la Tierra"

Referencias:
1.- Preg. 647 de "El Libro de los Espíritus" de Allan Kardec. 
2.- Preg. 888 ídem. 
3.- Preg. 648 ídem. 
4.- Preg. 619 ídem. 
5.- Ítem 74, apartado 25 de "El Libro de los Médiums" de Allan Kardec. 
6.- Preg. 614 de "El Libro de los Espíritus" de Allan Kardec. 
7.- Ítem 18 de "La Génesis" de Allan Kardec. 
8.- Incluido como centro de fuerza importante en Cap. II de "Pases y radiaciones" de Edgard Armond y mencionado en "El Alma de la Materia" de Marlene Nobre. 
9.- Preg. 980 de "El Libro de los Espíritus" de Allan Kardec. 
10,- Preg. 704 de ídem.