sábado, 17 de diciembre de 2016

Escultores de nosotros mismos


Escultores de nosotros mismos

Cuentan que un niño, vecino de un gran taller de escultura, entró un día en el estudio del escultor  y vio en él un gigantesco bloque de piedra, que llamó su atención. Y que, unos meses después, al visitar de nuevo el taller, encontró en su lugar una preciosa estatua ecuestre, que estaba siendo acabada y pulida por el maestro. Volviéndose al escultor le preguntó: «¿Y cómo sabías tú que dentro de aquel bloque había un caballo?».

La frase del pequeño era bastante más que una «gracia» infantil. Porque la verdad es que el caballo estaba, en realidad, dentro de aquel bloque. Y que la capacidad artística del escultor consistió precisamente en eso: en saber ver el caballo que había dentro y en irle quitando al bloque de piedra todo cuanto le sobraba.

El escultor no trabajó añadiendo trozos de caballo al bloque de piedra, sino liberando a la piedra de todo lo que le impedía mostrar al caballo que tenía en su interior.

Un pequeño cuento, que nos enseña lo fundamental de educar, de educarnos y sobretodo, trabajarnos a nosotros mismos para hacer salir las buenas cualidades y atributos a fin de llegar a ser espíritus de luz.

No se trata de añadir, sino de hacer salir todo lo bueno que cada uno tenemos dentro y potenciarlo con estudio, conocimientos y dedicación. Cada uno es diferente y no debemos ser la copia de nadie, del mismo modo que cada bloque de piedra, ante el escultor, encierra figuras, rasgos y atributos, diferentes, aunque algunos se parezcan.

Como escultores de nosotros mismos, podemos observar las buenas cualidades de otros y cultivarlas en nuestro interior, para luego sacarlas y desarrollarlas.

A veces nos gustaría ser o parecer,  como los grandes del deporte o de la canción, o al magnate famoso de los negocios, así como el actor o la actriz de cine que tanto éxito ha tenido.
Pensemos todo esto al comprender que con la educación pasa algo muy parecido.

Muchos padres y educadores se equivocan cuando luchan para que sus hijos se parezcan a ellos o a su ideal humano. Padres que quieren que sus hijos se parezcan a Napoleón, a Alejandro Magno o al banquero, deportista, médico, o industrial, que triunfó en la vida entre sus compañeros de clase. Muchas veces hasta intentando parecérseles físicamente, adoptando sus peinados, o las mismas ropas, o su estilo. Esto también incluye su moralidad, la mayor de las veces desdeñable, sus bajas pasiones, sus vicios y el desenfreno.

Debemos ser, ante todo, fieles a nosotros mismos. No tenemos que realizar lo que haya hecho el vecino, por estupendo que sea. Cada uno, tiene que realizarse a sí mismo y realizarse al máximo. Tiene que sacar de dentro de su alma la persona que ya es, lo mismo que del bloque de piedra sale el caballo ideal que había dentro.

¿Debemos querer ser e inculcar ser? en nuestros hijos, hombres y mujeres de bien.

Ser hombre o mujer de bien, no es copiar nada de fuera. No es ir añadiendo virtudes que son magníficas, pero que tal vez son de otros. Ser persona de bien, es llevar a su límite todas las infinitas posibilidades que cada humano lleva ya dentro de sí.

Trabajar como el escultor, quitando todos los trozos amorfos del bloque de la vida y que impiden que mostremos nuestra alma entera tal y como ella es, resaltando y cultivando nuestras propias virtudes y talentos.

Nosotros como escultores de sí mismos, deberíamos limar las asperezas de nuestro espíritu, que nuestra imperfección  intenta ocultar con el orgullo. Es indispensable para alcanzar el éxito, hacer una revisión periódica de metas y acciones.

Al reflexionar, repasamos los errores, y tendremos tiempo de reprogramar los deberes para renovarnos con mayor facilidad.

La comodidad y la pereza, el orgullo, el egoísmo, la vanidad, el materialismo… es precisamente el trozo de bloque que nos impide mostrar lo mejor de nosotros mismos.

Un buen padre, un buen educador, un buen escultor de sí mismo, es el que sabe ver la escultura maravillosa que cada uno tiene, revestida tal vez por toneladas de vulgaridad.

Quitar esa vulgaridad a martillazos, quizás muy dolorosos, sea necesario en ocasiones,  en otras bastarán con golpes más livianos, pulir algunos defectos. No siempre es necesario el mazo grande, tenemos una caja de herramientas repleta para esculpirnos, pulirnos y embellecer la obra de nosotros mismos.

Cómo espíritus inmortales que somos esto no lo conseguiremos en una sola vida, aunque cuánto antes empecemos, antes alcanzaremos a completar nuestra obra. También tenemos las instrucciones precisas para hacerlo en el Evangelio, la guía  que nos dejó Jesús, el gran maestro. Y el soporte de la doctrina espírita, que nos da esperanza y consuelo, ayudados por nuestros mentores y guías espirituales, quienes también, a través de las encarnaciones pasaron por la transformación que les hizo avanzar como espíritus más elevados moralmente.

Tenemos las ayudas y los medios a nuestro alcance, pero solo nosotros tenemos que hacer los esfuerzos por superarnos y quitarnos los lastres a fin de llegar a ser hombres y mujeres de bien.
Siendo sinceros con nosotros mismos, el autoexamen, la oración,… harán que las capas inútiles que cubren nuestros verdaderos valores,  caigan y se desprendan con mayor facilidad.

Detectar las virtudes, valorarlas y potenciarlas, para que salgan a la luz, también es una muestra de que nos vamos especializando en nuestro oficio.

Trabajar en el bien, por los demás, con amor, con paciencia, indulgencia, con renuncia de nuestro orgullo y nuestro egoísmo. Esas son las herramientas necesarias que harán resurgir de nuestro interior las buenas cualidades que allí depositó el creador del universo, al único al que sí deberíamos querer parecernos. 

Javier Campos
Centro Espírita "Entre el Cielo y la Tierra"

domingo, 4 de diciembre de 2016

Mediumnidad, arte y Espiritismo (1ª parte)


Mediumnidad, arte y Espiritismo (1ª parte) 

León Denis, hablándonos de la belleza nos recuerda que se trata de uno de los atributos divino:
“El arte es la búsqueda, el estudio, la manifestación de esa belleza eterna, de la cual, aquí en la Tierra, no percibimos sino un reflejo”, advirtiendo en sus palabras, que el concepto de arte guarda una dimensión mayor, más grande, universal. Una dimensión en la que el ser humano expresa y plasma la riqueza y creatividad de su espíritu: pensamientos, sentimientos, reflexiones, creencias y, sobre todo, su particular visión del mundo y del Universo que le rodea.

Así, el arte es el lenguaje del alma que intenta relacionarse y manifestarse, hacerse comprensible para quien observa y recibe la sutilidad de esta manifestación.

Según extraemos de las palabras de León Denis, el arte, en cualquiera de sus manifestaciones, bebe de la fuente Universal de la Belleza, de manera que el artista es tan sólo el alma sensible que a ella se aproxima y ofrece al mundo apenas un tibio bosquejo de ella.

La historia del hombre así nos lo ha demostrado siglo tras siglo…

Desde el Nearthental y su peculiar relación con la música y la percusión, lenguaje éste que se cree desarrollaron antes que la capacidad para el habla, a tenor de los instrumentos encontrados y datados como de hace nada menos que 90.000 años, hasta las refinadas obras que coronan los museos más prestigiosos del Mundo, vemos la necesidad del ser humano de plasmar las bellezas de su mundo íntimo y espiritual como legado imperecedero.

El Espíritu Emmanuel nos dice, en la Obra mediúmnica dictada al médium Fco. Cándido Xavier, El Consolador que prometió Jesús, que: “… el arte es la más elevada contemplación espiritual de los seres. Significa la más profunda exteriorización del ideal, la divina manifestación de ese Más Allá que polariza las esperanza del alma.”

Ya que el Espiritismo nos amplía el horizonte del conocimiento humano, revelándonos la existencia de una humanidad desencarnada que convive e interactúa con nosotros, los encarnados, tenemos la obligación de repensar la definición y propósito del arte a la luz de la Doctrina Espírita.

En las “Obras Póstumas”, Allan Kardec afirma:

“... Sí, el Espiritismo abre al arte un campo nuevo, inmenso e inexplorado aun, y cuando el artista reproduzca con convicción el mundo espiritual, tomará en semejante origen las más sublimes inspiraciones, y su nombre vivirá en los futuros siglos, porque a las preocupaciones materiales y efímeras de la vida presente, sustituirá el estudio de la vida futura y eterna del alma.”

Arte, Mediumnidad, Espiritismo…

Veamos que nos puede decir al respecto León Denis.

Encontramos en la Obra “Espíritus y Médiums” la siguiente definición de la facultad mediúmnica:
“La mediumnidad es el poder que poseen ciertos seres de exteriorizar esos sentidos profundos del alma que en la mayoría de nosotros permanecen inactivos y velados durante la vida terrestre; es una manera de penetrar por anticipado en el Mundo de los Espíritus.  La mediumnidad es, pues, por excelencia, la reveladora de las potencias del alma; es también, un resumen de nuestros modos de vida y de percepción en el Más Allá”.

Es imposible, reflexionando sobre la definición que nos ofrece el Apóstol del Espiritismo, no preguntarnos sobre la relación existente entre el arte y la mediumnidad, entre los artistas y los espíritus, las musas, la inspiración…

Son muchos los ejemplos de artistas de diferentes épocas, escuelas y disciplinas que, conscientes de ello o no, se convirtieron en fieles cronistas de ese mundo invisible del que extraían sus ideas.
Ya sean filósofos, escritores o poetas, pintores o músicos, los hombres de genio han dejado obras magníficas que expresan la riqueza de su inteligencia, de sus sentimientos o de su compromiso político por una sociedad diferente. Estos hombres son, a veces, médiums en distintos grados, en órdenes diferentes, y relacionados con el más allá consciente o inconscientemente.
La historia nos muestra a muchos de ellos, os invito a conocer a algunos…

Percy Bysshe Shelley, es uno de los mayores poetas líricos perteneciente a la segunda generación de poetas ingleses que murió trágicamente a los 30 años de edad.

Su “Rebelión del Islam”, es, según él, un largo poema narrativo, una sucesión de imágenes destinadas a ilustrar perfectamente el crecimiento y evolución del espíritu.

Medwin, su historiador dijo:

“…soñaba muy despierto en una suerte de abstracción letárgica que le era habitual y, después de cada acceso, sus ojos centelleaban, sus labios temblaban y su voz se volvía trémula por la emoción. Entraba en una especie de sonambulismo durante el cual su lenguaje era más bien de un espíritu o de un ángel que de un hombre.”

El Fausto de Goethe es una obra magistral. Decía Goethe: “Yo, a veces, corría a mi escritorio sin molestarme en enderezar una hoja de papel que estaba torcida, y escribía mi obra en verso de principio hasta el final al sesgo, sin moverme. A este efecto tomaba de preferencia un lápiz, que se presta mejor a trazar los caracteres, pues a veces podría haber despertado de mi poesía de sonámbulo, o distraído por el chillido de la pluma, y ahogar en su nacimiento una pequeña producción.”
Shakespeare, Milton, Lamartine, Teresa de Jesús, Víctor Hugo, fueron escritores inspirados y ardientes defensores de la comunicación posible entre los vivos y los muertos. El más allá fecundaba su genio.

El pianista compositor Franz Liszt nacido en Hungría en 1811, trajo un valioso patrimonio musical adquirido en existencias anteriores y dio pruebas de ello, pues, con apenas cuatro años de edad, ejecutaba al piano y de oído, páginas clásicas de conocidos autores, y a los cinco años leía partituras y ya era considerado un virtuoso del piano.

Liszt fue un auténtico “médium de la música”. Su psiquismo altamente desarrollado fue en seguida percibido por sus padres desde la más tierna edad.

Franz a menudo se tenía que levantar a media noche, pues éste dialogaba con lo invisible asegurando que estaba rodeado de amigos espirituales que lo incitaban al estudio de la música y que además le narraban pasajes de la pasión de Cristo.

Además sufría trances a menudo y decía recibir orientaciones, consejos y estímulo del propio San Francisco de Paula.

Con 15 años conoce al Abad Lammennais, sacerdote, filósofo y político, que Liszt tomó como consejero y confidente.

Privado posteriormente de su amistad, compuso algunas de sus páginas musicales en la residencia de su amigo, cuya psicoesfera espiritual mucho le ayudó, conforme explicó en una carta que escribió a Peter Wolf:

“La casa del Abab exhala mucha energía, y en aquel ambiente me veo rodeado por almas (espíritus desencarnados) bienhechoras tales como Homero, Platón, Locke, Bach, Mozart y otros cuyos pensamientos se confunden con los míos. Así, queriendo traducir la grandeza de los momentos de éxtasis, escribí el Pensamiento sobre los Muertos.”

Con esta afirmación, el gran Liszt nos convence de que estaba dotado con preciosos dones mediúmnicos.

También Mozart, en una de sus cartas nos habla de su inspiración musical:

“Ustedes dicen que quisieran saber cuál es mi manera de componer y qué método sigo. Realmente no puedo decirles más que lo siguiente, pues yo mismo no sé nada y no me lo puedo explicar. Cuando estoy en buena disposición y completamente sólo durante mi paseo, los pensamientos musicales me llegan en abundancia. No sé de dónde vienen estos pensamientos, ni cómo llegan; mi voluntad no interviene para nada.”

En la proximidad de su muerte Mozart llamó a su habitación a uno de sus amigos que se encontraba cerca de él: ‘Escucha’, le dijo, ‘¡Oigo música!’. Mozart, con el rostro iluminado a pesar de su palidez, seguía percibiendo aquella música celestial: ‘Ya oigo la música del cielo”. Compuso entonces su Réquiem, y luego, murió a la edad de 35 años.

Beethoven, Chopin, Mozart, Haendel, Wagner, todos ellos médiums, trajeron para nosotros las bellezas de otros planos, de otros mundos mientras estaban encarnados pero que también, como veremos más adelante, nos dejaron importantes contribuciones sobre la vida en el Más Allá después de su partida para el Mundo Espiritual…
Valle García
Centro Espírita León Denis

Bibliografía
• Obras Póstumas, Allan Kardec.
• Espíritus y Médiums, León Denis
• El Espiritismo en el arte, León Denis
• El Consolador prometido por Jesús, Fco. Cándido Xavier

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jueves, 6 de octubre de 2016

Cristianismo primitivo


Cristianismo primitivo

"Todas las virtudes se encuentran en el Cristianismo; los errores que se han arraigado en él son de origen humano"
El Espíritu de Verdad, "El Evangelio según el Espiritismo" (1)


Desde los primeros años del cristianismo la falta de unidad en la interpretación de las enseñanzas de Jesús fue progresivamente creciendo a base de adoptar y desarrollar nuevos conceptos, muchos de ellos erróneos, alejados de la doctrina sencilla practicada por el maestro. Los primeros apóstoles se limitaban a enseñar la paternidad de Dios, la fraternidad humana, la proximidad del reino de Dios y la necesidad de la reparación de nuestras faltas para entrar en él. Leon Denis dice al respecto: "Esa purificación era simbolizada en el bautismo, práctica adoptada por los esenios, de los cuales los apóstoles asimilaban todavía la creencia en la inmortalidad y en la resurrección, o sea, en la vuelta del alma a la vida espiritual, a la vida del espacio" (2).

La divulgación se realizaba a través de discípulos y apóstoles itinerantes que iban recorriendo las asambleas locales y creando otras nuevas allí por donde pasaban. Estos divulgadores itinerantes iban alimentando y creando grupos de estructura sencilla y desorganizada donde no había clase sacerdotal y todos eran igualmente responsables ante Dios y con las mismas obligaciones. De esta forma, el cristianismo, inicialmente surgió como una religión sin templos, siendo las casas los lugares de reunión y de culto (Hch 16,15;16,31-32; 17,5; Rom 16,5; 1 Cor 16,19; Col 4,15), hasta bien avanzado el siglo II. Fue también una religión de laicos alejándose de las jerarquías y privilegios de unos sobre otros, aunque también hubiera cargos y funciones.

Cada asamblea tenía sus propios dirigentes que velaban por los intereses del grupo. De esta forma los profetas no eran los jefes de la comunidad sino que la asamblea tomaba las decisiones colectivamente según la "Didaché" (obra primitiva de mediados del siglo I que reunía la enseñanza de los apóstoles). Las asambleas domésticas fueron la alternativa cristiana a las sinagogas del judaísmo dando más importancia a la vida en común y a la responsabilidad personal que a los ritos y obligaciones del judaísmo.

La “Didaché” establecía las normas de comportamiento y prácticas de las primeras sociedades cristianas. También regulaba como recibir y atender a aquellos profetas que llamaban a la puerta a predicar, práctica muy habitual entonces, y para evitar ser engañados reunía consejos para desenmascarar a los que querían sacar provecho de sus predicaciones, llamados "comerciantes de Cristo" en Did. 12,1-5. Esta forma de actuar expuesta en la "Didaché" permitía protegerse de forma efectiva contra los falsos profetas a través del análisis de los mensajes en base a sus conocimientos consolidados, "Si el que instruye, tergiversa y os instruye en otra tradición para destruir, no le escuchéis" (Did. 11,1-2). Porque tenían claro que "no todo el que habla en Espíritu es verdadero profeta, a no ser que tenga las costumbres del Señor" (Did. 11,8).

El distinto origen de los grupos cristianos les daba características y connotaciones muy diferentes que en ocasiones les llevaba al enfrentamiento verbal y a la crítica, impidiendo la unidad. Los principales grupos de cristianismo primitivo fueron los judaizantes y los helenistas. Dentro de estos dos grupos, existían internamente corrientes gnósticas que incorporaban los conocimientos iniciáticos de las antiguas escuelas de Egipto y Alejandría, aunque con diferente visión en cuanto a su aplicación respecto a la Ley Mosaica. Dentro de los helenistas, cuando las diferencias fueron creciendo, se dividieron entre gnósticos y literalistas terminando por formar grupos completamente diferenciados con escrituras propias adaptadas a cada creencia.


Cristianismo judaizante o palestinense

Los apóstoles fueron todos judíos y no concebían la idea de dejar de serlo. Jesús había sido un perfecto judío respetando y cumpliendo la Ley y su enseñanza venía a completarla. Hay muchos exegetas (estudiosos e historiadores de las escrituras) que están de acuerdo en que Jesús no dio ninguna indicación para crear ninguna nueva religión ni estructura jerárquica alguna. El dirigente de la asamblea judeocristiana de Jerusalén fue Santiago, hermano de Jesús, también llamado “El Justo”, y no Pedro contradiciendo el único texto de los evangelios donde se fundamenta la creación de la Iglesia. Es obvio por tanto que este texto fue incluido con posterioridad. Incluso al principio el obispo de Roma no tenía ninguna superioridad sobre ningún otro, hasta que Teodosio proclamó su supremacía tres siglos después.

Surgieron entonces los primeros grupos judeocristianos, llamados posteriormente judaizantes o cristianos palestinenses, los cuales defendían que los gentiles conversos tenían que cumplir también la ley de Moisés, salvo la circuncisión a partir del Concilio de Jerusalén (año 50 aproximadamente) donde Pedro intercedió por los conversos gentiles representados por Pablo. Estos grupos, principalmente la secta de los nazarenos, nombrada en Hch 24,5; 24,14; 28,22 antes del año 70 (destrucción de Jerusalén por parte de los romanos), y la secta de los ebionitas (siglo II y III), tenían tres evangelios actualmente perdidos prácticamente en su totalidad, el Evangelio de los Hebreos, el Evangelio de los Ebionitas (también llamado el Evangelio de los Doce) y el Evangelio de los Nazarenos. La versión del Evangelio de los Doce que supuestamente se pudo recuperar recientemente es en realidad una obra recibida mediúmnicamente que se aparta del objeto de este estudio.
La destrucción de Jerusalén y la disgregación del pueblo judío, por parte de los romanos, supuso la desaparición tanto de la comunidad judeocristiana original como la de los esenios, quedando dos teorías de lo sucedido a estos últimos. La primera concluye que sus comunidades fueron destruidas por los romanos durante la guerra con los judíos y la segunda considera probable su conversión al cristianismo formando la secta de los ebionitas ("los pobres"), seguidores de un tal Ebión que bien podría ser el Maestro de Justicia de los esenios. Esta teoría se apoya en los grandes paralelismos entre ambas sectas: ascetismo, observancia de las leyes mosaicas, creencia en la resurrección espiritual, no material y la preexistencia del alma.

Para los cristianos judaizantes Jesús no era Dios, los términos "Hijo de Dios" e "Hijo del Hombre" tenía un claro significado para ellos. "Hijo de Dios" era comúnmente empleado para los Reyes de Israel (Sal 2), los mesías y los ángeles. El término "El Hijo del Hombre" fue erróneamente traducido del arameo al griego utilizando los dos artículos, cuando tendría que haberse traducido "como hijo de hombre" tal como aparece en el Libro de Daniel 7,13 (3). Esta denominación denotaba humildad, nada más alejado de la divinización proclamada e impuesta después por los grupos cristianos que interpretaban los textos de forma literal. Además no creían en la resurrección completa de la carne puesto que entendieron completamente la realidad espiritual que les enseñó Jesús con sus apariciones, donde no todas ellas fueron completamente materiales, como se narraría después en los apócrifos Hechos de Juan, cap. 93: "Algunas veces cuando yo lo tocaba me encontraba con un cuerpo sólido y material; en otras ocasiones, la sustancia era inmaterial e incorpórea como si no existiera por completo”. La creencia tardía de que Jesús fuera un ser engendrado directamente por Dios y de naturaleza divina sólo pudo ser desarrollada más tarde en un ambiente helenizante fruto del sincretismo con otras religiones paganas.


Cristianismo helenista

El helenismo era un movimiento global anterior al cristianismo que tocaba todas las culturas mediterráneas acercándolas a las ideas griegas y a la utilización del idioma griego por encima de los idiomas locales. La concepción helenista se integró perfectamente en los judíos de la diáspora creando una nueva corriente mucho más abierta y preparada para la rápida expansión del cristianismo. Mientras que los cristianos judaizantes eran partidarios de no polemizar en las sinagogas y evitar enfrentamientos con el resto de judíos, los cristianos helenistas tuvieron una visión mucho más gloriosa del Evangelio y no dudaban en proclamarla sin amedrentarse por las amenazas recibidas. Eran más liberales respecto a la observancia de las tradiciones mosaicas que los cristianos judaizantes. Su principal discrepancia era relativa a la importancia del culto exterior en el templo y el cumplimiento escrupuloso de las tradiciones mosaicas en sus preceptos más superficiales.
Enseguida, para los helenistas, la concepción de Jesús como "Hijo de Dios" adquirió carácter divino mediante el apelativo de "Señor" en griego, alejándose del concepto hebreo original. De esta forma el Yahvé de los hebreos quedó como un demiurgo o Dios menor superado por un Jesús divino y su padre, el Dios todopoderoso de toda la humanidad. De entre los helenistas más importantes se tiene a Esteban, como el primero en sufrir martirio por su enfrentamiento dialéctico con los judíos y a Pablo como el apóstol de los gentiles.

Aunque el origen del helenismo se encontraba en la integración de ideas filosóficas y religiosas de diversas corrientes, principalmente la del pensamiento griego, muy atractivo para aquellos que buscaban el enriquecimiento del espíritu, poco a poco empezó a imponerse la visión literalista de sus enseñanzas perdiendo todo el conocimiento profundo que contenía. La visión literal de las escrituras hacía necesario imponer la Fe ciega alejando el conocimiento reservado para unos pocos. Esto fue la clave para que Constantino eligiera el cristianismo como religión del imperio, creando el Catolicismo e imponiendo a la fuerza la visión literalista sobre el resto. Necesitaba una religión que controlara al pueblo, no que despertara conciencias. Para tener una religión completamente populista fue necesario atraer al paganismo incorporando parte de sus ritos y creencias. Todo ello respaldado por nuevas escrituras adecuadamente manipuladas para soportar las nuevas creencias. De esta forma se crearon los dogmas y las coincidencias con las antiguas mitologías como la concepción inmaculada, el perdón de los pecados, la Trinidad, la multiplicación de los peces, etc.


Desviación de los orígenes y pérdida de carismas

Las fuertes influencias mistéricas de los pueblos griego y egipcio, el distanciamiento con los cristianos judaizantes y la necesidad de aperturismo hacia los gentiles, integrando costumbres paganas, fue el origen de diversas creencias muchas de ellas confusas que todavía hoy perduran.
León Denis comenta: "Con Pablo y después de él, nuevas corrientes se forman y surgen doctrinas confusas en el seno de las comunidades cristianas. Sucesivamente, la predestinación y la gracia, la divinidad de Cristo, la caída y la redención, la creencia en Satanás y en el infierno se presentarán a los espíritus y vendrán a alterar la pureza y la simplicidad de las enseñanzas del hijo de María"(2). Ideológicamente primero se transformó el mensaje de Jesús. "La preferencia por los pobres y pecadores como sus destinatarios primeros dejó paso al anuncio a Israel, en su conjunto, y, luego, a los gentiles. La proclamación del reino de Dios fue desplazada por el anuncio de la llegada del «reino de Cristo»  (1Cor 12,3; Ef 5,5; Col 1,13). Luego… El predicador (Cristo) pasó a ser objeto de predicación y el reino se transformó para acomodarlo a la idea revolucionaria de un mesías crucificado (1 Cor 1,23). La parusía del Crucificado, la segunda venida del Cristo triunfante, desbancó a la esperanza primera de reinado de Dios sobre Israel y desde ahí sobre toda la humanidad" (4).

La pérdida de los carismas durante el siglo II fue lenta y progresiva hasta que la escasez de carismáticos y los problemas ocasionados por los falsos profetas favorecieron la transición hacia la institucionalización. El carácter itinerante de los apóstoles fue sustituido por ministros locales que cobraron cada vez más fuerza (3 Jn 1,9-10; 1 Clem 44) (5). Conforme las visitas de los divulgadores carismáticos itinerantes fueron desapareciendo se fue perdiendo también el alimento espiritual que traían y consecuentemente terminó por desaparecer la participación de la colectividad en la toma de decisiones, de forma que los dirigentes convertidos en obispos tomaron la responsabilidad de dirigir y proteger cada comunidad según sus propios conocimientos y creencias. Consecuentemente, imponiendo la opinión de unos pocos, se vio la necesidad de velar por la fe y proteger su doctrina a través de la creación de una nueva jerarquía eclesial que por proximidad y tradición adoptó en gran medida las estructuras ortodoxas de los judíos. No se dieron cuenta que justamente la creación de una estructura eclesial alejaba del pueblo la responsabilidad espiritual y por tanto también la vigilancia y trabajo personal, impidiendo la aparición de nuevos misioneros profetas que alimentaran el movimiento.

Surgieron entonces movimientos carismáticos contrarios a las estructuras jerárquicas como los montanistas y los marcionistas predicando nuevamente con gran ímpetu a través de la mediumnidad de profecía. Llegado el tiempo les llegaron a proclamar herejes y culpables de transmitir ideas de espíritus que no son de Dios. No faltaban profetas que profetizaban en nombre del Paráclito, él Espíritu de Verdad que prometió Jesús. De esta forma "comenzaba a preocupar el declive profético, tanto más cuanto que los grupos rivales (montanistas y marcionistas) tenían muchos profetas que legitimaban su pretensión de estar inspirados por el Espíritu... En el siglo III se afirma que el número de los profetas había concluido (Fragmento Muratori 79)" (5).

Con la desaparición completa de los divulgadores carismáticos que unificaban ideas, la separación de los grupos fue cada vez más notoria, cada grupo defendía sus diferentes interpretaciones hasta que el emperador Teodosio, en el año 380 mediante el edicto “De Fide Cattolica”, convirtió el catolicismo en la religión del Estado y confirió la supremacía al papado, imponiendo la opinión del obispo de Roma a la cristiandad. "A partir de ahí, el pensamiento, creador fecundo de sistemas diferentes, ha de ser reprimido"(2), "la política se introdujo en el sacerdocio. Los obispos, de humildes adeptos, de modestos «vigilantes» que eran al principio, se tornaran poderosos y autoritarios. Se constituyó la teocracia... El pensamiento profundo desapareció. Solo quedaran los símbolos materiales. Esa oscuridad tornaba más fácil gobernar a las multitudes... Los misterios cristianos cesaron de ser explicados a los miembros de la Iglesia. Fueron perseguidos como herejes los pensadores, los investigadores sinceros, que se esforzaban por adquirir nuevamente las verdades perdidas. Se hizo la noche cada vez mas espesa sobre el mundo, después de la disolución del Imperio Romano. La creencia en Satanás y en el infierno adquirió un lugar preponderante en la fe cristiana. En vez de la religión de amor predica por Jesús, lo que prevaleció fue la religión del terror" (6).
A partir de entonces la imposición del literalismo, tomar las escrituras al pie de la letra, supuso el principio de la oscuridad sobre el pensamiento filosófico. Después en el siglo IV la oscuridad terminó de imponerse con la yuxtaposición del catolicismo y paganismo. Se adoptó un nuevo calendario en el que se indicaban festividades cristianas y fiestas imperiales desde Augusto hasta Constantino, aparecieron los siete planetas como indicadores de los días y alusiones al zodíaco, se aceptó el uso de cirios e incienso, vestidos litúrgicos, etc.


Mediumnidad y divulgación 

Es obvio que la mediumnidad fue desarrollada y enseñada por los apóstoles. Daban constantemente pruebas de ello a través de los llamados carismas que la ciencia espírita explica a través de la mediumnidad de curación, de psicofonía, xenoglosía, profecía, etc. La relación con los espíritus era frecuente, primero a través de las apariciones (Hch 1,1-11; Mt 28,16; Mc 16,14; Lc 24,33) y luego a través de comunicaciones psicofónicas (“don de lenguas” Hch 2,4; I Cor 12:28-30) hasta el punto de necesitar la recomendación de no escuchar a todos los espíritus, sino únicamente a los que son de Dios.

La divulgación más efectiva era aquella que iba acompañada de pruebas materiales, curaciones, expulsiones de espíritus obsesores y mediumnidad de profecía con exposiciones inspiradas que llegaban al corazón de los distintos pueblos. En la Epístola a los Romanos, Pablo escribe: "Ansío veros, a fin de comunicaros cierto carisma pneumático que os fortalezca" lo que demuestra que la mediumnidad era enseñada a aquellos que consideraban "pneumáticos", cristianos espirituales que podían entender las enseñanzas de una manera más profunda, distinguiéndose de los cristianos “psíquicos”, que serían los cristianos que recibían las enseñanzas sin entrar en profundidades filosóficas. Esta clasificación era atribuida a los gnósticos y llama la atención que Pablo utilizara sus mismos términos en unas cartas mientras que en otras (consideradas por ello pseudo cartas) les criticaba.

A la vez que enseñaban a desarrollar los "dones del espíritu", la mediumnidad, también enseñaban a "echar a espíritus" obsesores. En Homilias Pseudoclementinas, escritura afín a los judaizantes, encontramos algunas explicaciones del porqué de la obsesión: "… la razón por la cual los demonios se deleitan en entrar en los cuerpos de los hombres es la siguiente. Siendo espíritus, que tienen deseos de comidas, bebidas, y de los placeres sexuales, por no ser capaz de participar de éstos por la razón de que son espíritus… entran en los cuerpos de los hombres, con el fin de que, conseguir órganos para mediante ellos, puedan obtener las cosas que deseen, ya sea carne, … o placer sexual…” En el mismo texto incluyen la explicación de cómo consideran que tiene que ser tratada la obsesión: “Por lo tanto, con el fin de echar los demonios, la ayuda más útil es la abstinencia, el ayuno y el sufrimiento de las aflicciones. Porque si entran en los cuerpos de los hombres por el bien de intercambio placeres, es manifiesto que se ponen en fuga por el sufrimiento”. Indicando además que hay obsesiones más complejas, de espíritus malvados donde se deber recurrir a las oraciones y peticiones: “Pero como algunos, son de especie más malignos, …es necesario recurrir a Dios con oraciones y peticiones, absteniéndose de toda ocasión de impureza, que la mano de Dios lo pueda tocar para su curación, por ser pura y fiel." (7).

Muchos otros conocimientos sobre mediumnidad también estaban presentes en el judaísmo, como por ejemplo el conocimiento sobre el cordón de plata, ya mencionado en la biblia. En Eclesiastés dice: «Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes de que lleguen los días penosos… antes que se corte la hebra de plata» (Eclesiatés 12, 1 y 6). En el Diccionario hebreo y arameo de W. Gesenius la “hebra de plata” es explicada como "descripción figurativa del hilo de la vida". Dentro del judaísmo, Filón de Alejandría, filósofo judío helenizado, demuestra sus conocimientos al escribir "sobre enthousiazein (ser divinamente inspirado), korubantian (ser místicamente frenético), bakeuein (ser presa de locura divina), katechesthai (estar poseído por la deidad) y ekstasis (éxtasis). Compara el éxtasis de los iniciados en los misterios judíos con la inspiración profética y también con el frenesí divino de los iniciados en los misterios de Dioniso" (8).

“Espíritu Santo”

Los primeros cristianos no pudieron creer en el Espíritu Santo puesto que su concepto fue de casi dos siglos después. El carisma de profecía era sustentando por el Espíritu de Jesús de forma que la autoridad que proclamaban venía directamente del mesías. El "Espíritu de Jesús" era una de las cuatro autoridades que guiaban a los primeros cristianos: 1º Antiguo Testamento, 2º Palabras de Jesús (Evangelios), 3º Apóstoles y 4º "Espíritu de Jesús", que hablaba por mediación de los profetas que "... conven-cidos de la fuerza e inspiración del Espíritu de Jesús que habitaba en ellos, reproducían o interpretaban las palabras del Señor, las acomodaban a los momentos presentes y exhortaban a los fieles a la perseverancia." (9).

Distintas versiones cambiaron la traducción para crear la idea nueva de "Espíritu Santo":
1º. A partir del término "Espíritu santo" (en minúscula como adjetivo): Lc 3,16; Mc 12,36; Mt 3,11; Lc 10,21; Lc 11;13; Jn 14,26; Jn 20,22: Traducción A.Piñero "Todos los Evangelios-traducción de las lenguas originales de todos los textos evangélicos conocidos").

2º. A partir del término Espíritu bueno ("spiritum bonum"), Lc 11;13 de la "Sagrada Biblia Vulgata".
3º. Simplemente añadiendo al término "Espíritu" de las traducciones originales del griego sin calificativo la palabra "Santo" creando un nuevo nombre compuesto.

Alimentación y sacrificios de animales

Las sectas judaizantes eran de carácter ascético defensoras de los ayunos. Contaban con los seguidores de Juan Bautista que habían formado su propio movimiento. Al igual que los esenios, estaban en contra de realizar sacrificios en el templo y eso implicaba en la práctica no poder comer carne llevando una dieta vegetariana oponiéndose al negocio de la carne que giraba en torno de los sacrificios del templo y los ritos de purificación. Como ejemplo se decía de los representantes del cristianismo primitivo: Santiago, hermano de Jesús y líder de la asamblea de Jerusalén, Pedro apóstol, Mateo, creador del evangelio que seguían y de Juan el discípulo amado, lo siguiente: “Santiago, el hermano del Señor, vivía de semillas y plantas, y no probó ni la carne ni el vino”(Epístolas a Fausto XXII, 3); Pedro: “Yo vivo de pan y olivas, a las que sólo en ocasiones añado alguna verdura” (Homilías clementinas XII, 6; rec.VII, 6); “Mateo vivía de granos, frutos de árboles y verduras, sin carne” (Paidagogus II, 1, 16); “Juan no comió nunca carne” (Hegesipo, historiador de la Iglesia, según Eusebio. Historia de la Iglesia II, 3.)

En Homilias Pseudoclementinas, afines a los grupos judaizantes, ya hemos visto que incluían dentro de las causas de la obsesión la alimentación(7), justificando además que el mecanismo por el cual los excesos en la alimentación perjudicaban al hombre era el siguiente: “Para la universal y terrenal alma, la cual toma cuenta de todo tipo de alimentos, siendo llevada al exceso por ingestión de demasiada comida, es a su vez unida al espíritu… y la parte material de la comida es unida al cuerpo quedando como un terrible veneno para él. Por tanto, la moderación en todos los aspectos es excelente (10).

En las cartas de pablo existen contradicciones en cuanto al consumo de carne. Por un lado dice claramente que "No destruyas la obra de Dios por causa de la comida... Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, o se ofenda, o se debilite"(Ro. 14:20-21) y por otro describe una verdadera campaña en pro del consumo de cualquier carne en Rom 14,1-15,13: "Porque uno cree poder comer de todo; otro, débil, tiene que contentarse con verduras", dando a entender más adelante que los fuertes eran los se alimentaban de todo. Considerando que únicamente siete de las catorce cartas se reconocen de su autoría, 1 y 2 Corintios, Romanos, Gálatas, Filemón y Filipenses (el resto habrían sido redactadas años después por sus seguidores en su totalidad (11)) no resulta difícil pensar que los textos fueron reorientados hacia los intereses predominantes. Pensar en una manipulación intencionada sería coherente con esta declaración de Pablo encontrada en un texto judío antiguo: “Jesús me ordenó que no comiera ninguna carne ni bebiera ningún vino, sino sólo pan, agua y frutos, para que me halle puro cuando quiera hablar conmigo” (Toledoth Jesch. Edición Krauss). Es evidente que ambos textos deben pertenecer a distintas personas.

Posteriormente en época de Constantino el vegetarianismo fue considerado herejía indicando que su práctica llegó a ser muy preocupante para los intereses de la nueva iglesia, ya que era practicada por los grupos de cristianos judaizantes, como los ebionitas que llegaron hasta el siglo II, y sobre todo por los importantes grupos gnósticos valentinianos, priscilianistas, maniqueistas, marcionitas, etc. Todo ello llevó a que la reunión eclesial de Ancyra, en el año 314, determinara por decreto “que aquellos, que fueron sacerdotes o diáconos y se abstenían de consumir carne, deberían probarla, y de este modo, si quisieran, vencerse a sí mismos, pero si mostraran rechazo, de comer carne ni siquiera mezclada con verduras … alejarlos del servicio” (12).

Un año antes, en el 313, Constantino comenzó su política de privilegio masivo a la iglesia católica y la terrible persecución al resto de movimientos cristianos primitivos. En el año 326 decretó la llamada “ley herética” la cual prohíbe todo tipo de reuniones de cristianos, incluso las privadas, que difirieran del catolicismo. Aquel que a partir de ese momento ponía a disposición una habitación a los cristianos herejes para reuniones, la casa, de éste se expropiaba para ser traspasada a la Iglesia Católica-Romana. De Constantino se relata, que a los que renunciaban al alcohol, se alimentaban vegetarianamente y “enseñaban doctrinas falsas”, les hacía verter plomo derretido en la garganta (13).
La lucha contra las doctrina judaizante en el siglo II, en el oriente del imperio romano, se relacionaba claramente con la lucha contra los hábitos vegetarianos según el credo que debían de pronunciar los feligreses al entrar en la iglesia, que dicía: “Yo maldigo a los nazarenos, los testarudos, que niegan, la ley de sacrificios que fue dada por Moisés, y que se abstienen de comer criaturas vivientes y que nunca ofrecen un sacrificio"(14).

Los ebionitas al contrario promovían el vegetarianismo directamente en el evangelio que ellos utilizaban, el "Evangelio de los Ebionitas" o "de los Doce", creado en torno al año 150. De las pocas frases que se han recuperado de él, se encuentran las siguientes que manifiestan el firme propósito de promover la alimentación vegetariana:  Jesús dijo: "He venido a abolir los sacrificios, y si no cesáis de sacrificar, no se retirará mi ira de vosotros"(15); y ante la pregunta de Mt 26,17 sobre los preparativos de la Pascua les responde Jesús: "¿He deseado acaso ardientemente comer carne con vosotros en esta Pascua? (16)

En siglos sucesivos se llegó a excomulgar a aquellos que se negaban a probar la carne mediante el anatema del papa Juan III (561-574) en el primer sínodo de Braga/Portugal: “Si alguien considera como impuro alimentarse de carne, que Dios le ha dado al hombre para su consumo… renuncie a ella… (o) éste sea excomulgado”(17).

La mujer en los primeros cristianos 

Respecto a la consideración de la mujer tenemos otra grave confusión en las cartas de Pablo. En Gálatas 3,28 tenemos que "Ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni varón ni mujer", por lo cual entendemos que todos somos iguales con los mismos derechos. Admite que las mujeres puedan orar o profetizar en las asambleas (1 Cor 11,5), eso sí, cubriéndose la cabeza. Sin embargo se contradice en 1 Corintios 14, 34-35 y 1 Timoteo 2,11-12,15 donde manda callar a las mujeres en las asambleas y que aprendan lo que quieran aprender de sus maridos, con toda sumisión y en silencio. Según Tertuliano, hacia el año 200, mujeres en los grupos herejes (marcionitas, montanistas, carpocracianos, valentinianos) enseñaban, participaban en las discusiones, exorcizaban, curaban e incluso bautizaban, lo que indicaba que actuaban como dirigentes(17). Nos llegaron ejemplos como Marcelina, maestra gnóstica de los carpocracianos, Prisca y Maximila, predicadoras profetisas de Montano.

La reencarnación

Al contrario de lo que se suele pensar, el concepto actual de resurrección dista mucho del que tenían los primeros cristianos. El concepto que perduró, el de la resurrección de la carne, surgió del sincretismo del literalismo con las prácticas paganas que se adoptaron en torno al siglo III. Por ejemplo, Pablo dice en 1 Cor 15,50-51: "... la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios... No todos dormiremos, pero todos seremos transformados". Afirmación incompatible con la creencia de la resurrección de la carne.

Entre los judíos la resurrección era motivo de discrepancia entre sus distintos grupos. Los Saduceos no creían en absoluto en ella mientras que los fariseos y los esenios creían en una resurrección espiritual totalmente inmaterial. El "Evangelio según el Espiritismo" nos explica cómo Jesús enseñó la doctrina de la reencarnación, por ejemplo, cuando recriminó a Nicodemo que no la conociera siendo un estudioso de la Ley. "En Mc 6,14-15; 8,27-29; Lc 1,76 y Jn 1,20 vemos que Jesús era a veces considerado, como Juan, una encarnación de Elías" (19). En Mateo 11, 14-15 Jesús dice: “Y si queréis recibirlo (Juan Bautista), él es aquel Elías que había de venir. El que tenga oídos para oír, que oiga”. Posteriormente en Mateo 17; 10, 11 y 12 comenta: “Mas os digo que Elías ya vino y no le conocieron sino que hicieron con él todo lo que quisieron; así también el Hijo del Hombre padecerá de ellos”.

En los textos apócrifos tenemos otros ejemplos que muestran la creencia en la reencarnación: En la Epístola de Santiago 3,6 se nombra “la rueda de nuestro nacimiento”; en el Evangelio de Tomás, vers. 84, Jesús habla sobre encarnaciones pasadas: “Cuando contempláis vuestra imagen y semejanza, os alegráis; pero cuando veis vuestras propias imágenes hechas antes que vosotros - ¿cuánto podréis aguantar?”

José Ignacio Modamio
Centro Espírita "Entre el Cielo y la Tierra"
Referencias:
(1)- Allan Kardec, "El Evangelio según el Espiritismo", Cap. VI.
(2)- Leon Denis, “Cristianismo y Espiritismo”, cap. I
(3)- Piñero A., "Guía para entender el Nuevo Testamento".
(4)- Sotomayor, M. "Historia del Cristianismo I" p.130.
(5)- Sotomayor, M. "Historia del Cristianismo I" p.155
(6)- Leon Denis, “Cristianismo y Espiritismo”, cap. II
(7)- "Homilias Pseudoclementinas", Homilia IX Cap. X
(8)- Freke & Gandy, "Los misterios de Jesús"
(9)- Piñero A., "Guía para entender el Nuevo Testamento", p.46
(10)- "Homilias Pseudoclementinas" - Homilia IX CAP XII
(11)- Piñero A., "Guía para entender el Nuevo Testamento" cap. 11.
(12)- citado según Johannes Schümmer, Die altchristliche Fastenpraxis [La antigua practica cristiana del ayuno], Münster 1933, pág. 32).
(13)- Carsten Strehlow, "Vegetarismus/Veganismus als Bestandteil des Christentums [Vegetarianismo/veganismo como parte del cristianismo]", Berlín 2000.
(14)- citado según el libro del investigador de Qumran Hugh J. Schonfield, "Die Essener [Los Esenios]", pág. 99, que a su vez, hace referencia al libro de James Parkes, "The Conflict of the Church and the Synagogue", pág. 398.
(15)- Citas de Epifanio de Salamis, "Contra las herejías" 30,16; PG41,432C-P.
(16)- ídem "Contra las herejías" 30,22; PG41,441C-P.
(17)- Cod. Alderspac. 184 (membranac. Saec. XIV), citado según Ignaz von Döllinger, "Beiträge zur Sektengeschichte des Mittelalters [Aportes a la historia de las sectas del medioevo]", Tomo 2, Munich 1890, pág. 295.
(18)- Alvar, Blázquez, Piñero "Cristianismo Primitivo y religiones mistéricas", p.112.
(19)- Piñero A., "Guía para entender el Nuevo Testamento", p.180

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martes, 30 de agosto de 2016

Leyes morales y mediumnidad


Leyes morales y mediumnidad

La mediumnidad es un fenómeno natural que nos acompaña desde el inicio de la humanidad, prueba de ello es que la creencia en los espíritus y la vida después de la muerte se han encontrado prácticamente en todas las culturas. Fue con la llegada del Espiritismo de Allan Kardec, y en particular de la publicación de su tratado "El Libro de los Médiums", cuando se desveló y desmitificó la comunicabilidad con los espíritus, poniendo este conocimiento al alcance de todo el mundo.
Estudiando "El Libro de los Médiums" podemos entender que si bien todos somos médiums de alguna forma, normalmente de inspiración, la facultad de mediumnidad ostensible, menos común, es una característica puramente fisiológica que "depende del organismo; es independiente de la moral." (1), puesto que es encontrada en personas de muy diversos tipos, caracteres y formas de ser.

A pesar de que la moral del médium no tiene efecto sobre la facultad fisiológica de la mediumnidad, es el aspecto más importante para su práctica pues determina con precisión el tipo de comunicaciones que se le van a permitir realizar, livianas, serias o incluso mistificaciones (engañando al médium), en virtud de la aplicación de los principios de afinidad y sintonía. Podemos decir que la moral del médium, cuando sea elevada, será la llave que de acceso a la comunicación con los buenos espíritus, su sabiduría y amor universal. Por el contrario, cuando la moral del médium sea inferior, o sintonice con conciencias inferiores, entregará entonces en bandeja la llave de su psiquismo al plano espiritual más próximo a su condición, quedando desprotegido frente a posibles influencias psíquicas inferiores que podrán adueñarse de su psiquismo mediante la obsesión.

La moral

Etimológicamente el término moral viene del latín "moralis", que significa costumbre. La moral de los hombres va ligada a sus costumbres y creencias que establecen los actos permitidos en su sociedad y que conforman sus leyes temporarias. Tenemos por tanto una moral temporal para cada conjunto de creencias, social, religiosa e individual, quedando únicamente fuera del tiempo y de las creencias, la Moral Universal o Divina basada en las Leyes Universales.

Siendo la mediumnidad un fenómeno completamente natural únicamente va a verse influenciado por leyes naturales y por tanto solo por la Moral Divina asociada al cumplimiento o no de las Leyes Universales. La moral de los hombres tendrá mayor o menor influencia sobre la mediumnidad en la medida en que se asemeje a la moral divina. Por tanto todo desarrollo de la mediumnidad deberá ser precedido antes por una apropiada educación de la moralidad según las leyes universales.

Educación moral

Hablamos en términos de educación y no únicamente de desarrollo para incidir en la importancia del esfuerzo voluntario que necesita la sublime tarea de superarse a sí mismo. Educar implica estudiar, esforzarse y practicar lo aprendido. El examen será la vida y los resultados no se harán esperar porque todos cosechamos continuamente los frutos de aquello que anteriormente sembramos.
El estudio necesario para la educación moral puede resumirse en tres grupos: estudio de las leyes universales a través de la ciencia, a través de la filosofía y a través de las consecuencias morales que conlleva su práctica.

a) Estudiar ciencia y en particular la ciencia espírita nos acercará al conocimiento de las Leyes Universales más próximas al plano físico. El libro "La Génesis" de Allan Kardec nos abre la puerta de la ciencia espírita y junto a "El Libro de los Médiums" son compendios básicos para todo trabajador de la mediumnidad que quiera entender la fenomenología mediúmnica.

b) Estudiar la parte moral del Espiritismo a través de las palabras de Jesús explicadas por los espíritus superiores en el libro "Evangelio según el Espiritismo" de Allan Kardec. Jesús normalmente hablaba con metáforas que encerraban verdades universales independientes de toda época de forma que hoy son igualmente actuales, pero para alcanzar su comprensión es necesario abordarlas desde una perspectiva espiritual con conocimientos espirituales.

c) Estudiar filosofía espírita principalmente a través del estudio de "El Libro de los Espíritus" de Allan Kardec nos acercará al conocimiento de las Leyes Universales aplicadas más allá de la física, llevándonos conceptualmente a planos superiores del conocimiento transcendiendo el tiempo, la vida, la materia aproximándonos al mundo espiritual desde donde los seres inmortales nos contemplan y a donde nosotros mismos pertenecemos.

Todo el saber espírita recogido en su filosofía y ciencia tiene claras consecuencias morales en base al cumplimiento o no de las Leyes Universales y su comprensión impulsa a la transformación de las personas, despertando en primer lugar necesidades semimorales y posteriormente completamente morales.

Según "La Génesis" podemos distinguir tres grupos de personas en función del carácter moral de sus necesidades. En las primeras etapas de nuestra evolución despertamos a la "conciencia de sí" únicamente con necesidades materiales. Conforme progresamos moralmente pasamos a otra etapa donde van apareciendo y desarrollándose nuevas necesidades semimorales y finalmente emprenderemos una tercera etapa, donde únicamente tendremos necesidades morales.
Comprendemos fácilmente la inconveniencia de la práctica de la mediumnidad para todos aquellos que mediante un autoanálisis se consideren dentro del primer grupo.

Por otro lado, los miembros del tercer grupo, que por sus méritos morales han abandonado toda necesidad material, han llegado a la recta final de su estancia como encarnados en la Tierra y posiblemente solo permanecerán en ella únicamente mientras dure su misión.

Centrémonos por tanto en el prometedor trabajador espiritual que habiendo conquistado ciertos avances morales despierta una nueva concepción de la vida en sí mismo y se pone al servicio de los demás a través de la mediumnidad salvadora. En este grupo vamos a distinguir tres etapas relativas al trabajo mediúmnico:

1º- Etapa de trabajo de donación fluídica y vibración, dentro de un grupo bien formado, en trabajos de atención a espíritus sufrientes, considerando que a la vez que auxilia es auxiliado mediante experiencias ejemplificadoras de máxima utilidad para su desarrollo moral. En esta etapa descubre la gran ayuda que resulta de la lectura y comprensión, diarias, de las palabras de Jesús, del Espíritu de Verdad y de los buenos espíritus en el "Evangelio según el Espiritismo", y de la importancia de trabajarnos la afinidad y sintonía con los buenos espíritus. Afinidad en el día a día a través de tener buenos pensamientos, buenos sentimientos, lecturas edificantes, controlando nuestras emociones y mejorando nuestros defectos morales que nos separan de ellos. Y sintonía como ejercicio mediúmnico, ayudados por la oración sincera, a través de la cual nos conectamos con ellos periespíritu a periespíritu recibiendo sus inspiraciones que nos sirven de guía fiel.

2ª- Etapa de trabajo en grupo mediúmnico preparado para atención de espíritus endurecidos. Este tipo de espíritus es muy variado, pero generalmente, sin estar inclinados completamente al mal no hacen tampoco ningún bien por nadie. No tienen ninguna motivación por mejorarse porque no tienen ninguna fuerza moral que les impulse a empezar el camino de reforma moral que necesitan. Su sufrimiento les ayuda a intuir que no están haciéndose ningún bien a sí mismos en la posición y actitud en que se encuentran pero además de no ver posible salida, temen más al futuro incierto ante cualquier cambio que permanecer en su estado por tiempo indefinido. Se ven desprovistos de cualquier posibilidad de ayuda y no confían en nada ni en nadie.

La atención a este tipo de espíritus requerirá más vigilancia, autodominio de sí y pureza de sentimientos que el ciclo anterior. Vigilancia para no caer bajo los ataques de conciencias arraigadas en el mal que quieran retrasar nuestro trabajo en el Bien. Autodominio de sí mismo para vencer las imperfecciones y ser ejemplo vivo de lo que decimos en la mesa mediúmnica. Es común que un espíritu endurecido en fase de tratamiento acompañe durante unos días a los participantes de la mesa mediúmnica para observarlos y concluir si son de confianza y plenamente sinceros con lo que le dicen en la reunión. La confianza la ponen muy cara pero es requisito indispensable para todo trabajo posterior. Y finalmente pureza de sentimientos como única forma de generar los fluidos espirituales necesarios para que, proyectados por impulso de la voluntad durante las reuniones mediúmnicas, penetren en las capas endurecidas del periespíritu del espíritu ayudado, le remuevan por dentro, le conmuevan y le ayuden a transformarse.

3ª- Etapa de trabajo en grupo mediúmnico preparado para atención de espíritus obsesores. La atención a espíritus obsesores requiere la máxima preparación del grupo en los aspectos doctrinarios y morales, alcanzando elevados niveles vigilancia y autocontrol de uno mismo, sublimación de sentimientos por el prójimo siguiendo el Evangelio de Jesús y plena sintonía con los buenos espíritus a través del desarrollo de toda virtud elevada, renuncia, paciencia, templanza, gratitud, caridad, humildad y Fe.

Leyes morales, emociones y centros de fuerza

Profundizar en el desarrollo moral de la persona y en particular del médium, implica profundizar en el conjunto de leyes morales que nos enseña "El Libro de los Espíritus", su relación con los instintos, necesidades básicas, emociones, sentimientos y su correspondencia con los centros de fuerza sutiles que gobernando el cuerpo psicosomático influyen en nuestro psiquismo.

1º- En el primer nivel tenemos la Ley de Destrucción, la Ley de Reproducción y la necesidad básica de supervivencia (instinto de supervivencia), del individuo y de la especie. Varias emociones básicas trabajan en este nivel como son el miedo y la ira, principalmente como respuestas naturales a peligros reales o imaginarios. El centro de fuerza relacionado con este nivel es el centro genésico, responsable, por tanto, de la voluntad de vivir y de afirmar su capacidad delante de las tribulaciones naturales de la vida. Es el centro preponderante en la conciencia del hombre primitivo.
Los desequilibrios principales del centro genésico son debidos a excesos y adicciones que pongan en peligro nuestra vida, conflictos que nos lleven a vivir con miedo e ira, o por lo contrario pensamientos que nos lleven a no querer vivir. Todo apego que integremos como necesidad básica será fuente de sufrimiento, estrés (miedo e ira) y en ocasiones incluso enfermedad.
El equilibrio del centro de fuerza genésico impondrá la necesidad al médium de llevar una vida sencilla y sin apegos materiales, alejada de excentricidades, reduciendo las necesidades básicas poniendo más la mirada en el bienestar de los demás que en el de uno mismo.

En la reunión mediúmnica este centro de fuerza proveerá de fluidos vitales esenciales para el tratamiento de las capas periespirituales más densas de espíritus sufrientes, como por ejemplo los suicidas, los cuales dañaron físicamente su periespíritu mediante en el acto desgraciado de quitarse la vida.

Este centro de fuerza, en estado de congestión o sobreexcitación, "irá a generar la temeridad, en la cual el individuo no siente miedo de nada"(2), siendo víctima fácil de vicios y pasiones que le pondrán en sintonía con la espiritualidad inferior que intentará aprovecharse de él y de sus fluidos vitales.

La inhibición o bloqueo del centro genésico será síntoma de grave inseguridad ante la vida, "miedo de todo y de todos"(2), y dependencia psicológica en relación a la aprobación de otros, siendo una puerta abierta a influencias obsesivas externas que le inhabilitarán para el trabajo mediúmnico, como ocurre igualmente en el estado congestivo.

2º-En el segundo nivel tenemos la Ley de Conservación y la necesidad básica de protección y conservación (instinto de conservación) del individuo, de la familia, su sociedad, etc. La emoción natural es la preocupación que vela por nuestra seguridad, y que moviliza a la inteligencia hacia la Ley de Trabajo para el bien común de todos. El derecho al placer surge en este nivel como recompensa al trabajo realizado. El centro de fuerza relacionado con este nivel es el centro gástrico.
El egoísmo, que tiene también su origen en instinto de conservación según "Obras Póstumas"(3), junto al deseo y a la pereza son los principales factores de desequilibrio de este centro de fuerza. El centro gástrico es preponderante en la conciencia del hombre común.

En estado de congestión tendremos como consecuencia el apego al placer y sensualismo, perjudicando la salud y desperdiciando energías sutiles que podrían ser utilizadas en cometidos más elevados, como es la práctica mediúmnica y la donación de fluidos vitales en este caso.

Cuando está inhibido por la hipoactividad, "puede generar una disminución, o abolición completa, del propio placer de vivir"(2) y tendencia al estado depresivo. En este estado será incapaz de donar nada y tenderá a robar la energía de su entorno puesto que no es capaz de generarla por sí mismo. Por su estado mental asociado sintonizará por el pensamiento con los espíritus inferiores y estará expuesto a posibles problemas con la obsesión. Ambos estados inhabilitan a todo médium para la práctica mediúmnica.

3º-En el tercer nivel tenemos la Ley de Progreso (instinto de progreso) y la necesidad básica de reconocimiento y bienestar en la interrelación con los demás, la sociedad y con uno mismo (autoestima). Las emociones básicas relacionadas son la alegría y la tristeza fruto de las victorias y derrotas que nos trae el progreso. El centro relacionado con este nivel es el centro esplénico.

El mayor escollo para el desarrollo de este centro es el orgullo que nos lleva a sobrevalorarnos por encima de los demás alejándonos de la gran Ley de Unidad que rige la Creación. El orgullo deja al hombre sólo frente a las consecuencias de la Ley de Acción y Reacción como mecanismo necesario de reajuste.

En el tercer nivel de la conciencia tenemos el autoamor que despierta en nosotros la sensación de poder y libertad para llevar a cabo todo lo que nos propongamos, ayudados de la Providencia Divina que siempre nos provee de todo lo que realmente necesitamos en el momento justo en que lo necesitamos. El centro esplénico es preponderante en la conciencia del hombre emprendedor.

Cuando la mediumnidad despierta el orgullo se agita y una gran dosis de humildad es necesaria para admitir que solamente se es un intermediario, un servidor al servicio de la espiritualidad superior.
Este centro, cuando está congestionado alimenta el orgullo de energías estancadas que aíslan a la persona de la realidad mostrándose superior, dominante y prepotente, idealizando su inteligencia y capacidad por encima de los demás y de sus derechos.

Cuando este centro se encuentra inhibido, no es raro ver caer al orgulloso en el agujero de la negatividad, sensación de incapacidad, impotencia y de falta de autoestima, porque todo orgullo encierra en su interior un grave complejo de inferioridad e inseguridad psicológica del que intenta huir y ocultar.

En este estado el médium está completamente expuesto al peligro de la fascinación por mediación de la estimulación de su orgullo. En estado de inhibición es presa fácil al halago que alimenta y sobreexcita el orgullo llevando a este centro a la congestión donde la fascinación quedará fuertemente arraigada y aislada de toda ayuda exterior.

4º-En el cuarto nivel tenemos la primera parte de la Ley de Amor, Justicia y Caridad, el amor y la necesidad de amar y ser amado. Es la puerta que separa el reino de las emociones básicas del de los sentimientos elevados. El centro de fuerza relacionado es el cardíaco.

Si bien el mayor escollo de este centro es el odio, con consecuencias gravísimas a nivel energético y para el desarrollo de la conciencia superior, el factor más frecuente y preocupante es justamente la falta de desarrollo del sentimiento del Amor que mucha veces termina en el estado de endurecimiento del corazón, que al desencarnar generará grandes sufrimientos en el individuo, pasando a recibir la calificación de "espíritu endurecido".

El centro cardíaco y superiores se corresponden con niveles que hay que trabajar y desarrollar, no sólo equilibrar. El equilibrio del centro cardíaco lo habilita para amar pero solo su desarrollo le permitirá florecer y dar fruto. Solamente sustentando en el autoamor del  centro esplénico, el amor brotará incondicional y altruistamente hacia los demás. El centro cardíaco es   preponderante en la conciencia del hombre de bien.

El desarrollo de la capacidad de amar es una de las principales pruebas de la humanidad en su actual estado evolutivo y en particular de todo médium. Para el médium, todo trabajo mediúmnico serio será una oportunidad de desarrollo de los sentimientos de amor, compasión y empatía como preciosos instrumentos de ayuda y autoayuda.

En estado de inhibición de este centro "tenemos la indiferencia, en la cual el individuo tiene una actitud egoista"(4). No seremos capaces de amar y nos embargará la indiferencia, potenciando el orgullo y egoísmo, desarmonizando los centros inferiores generando poco a poco el endurecimiento del corazón empeorando cada vez más la situación. Negándonos a dar amor terminaremos por dejar de recibirlo, entrando así en el mecanismo de reparación de este conflicto mediante el sufrimiento emocional y psicológico.

En estado de congestión llevaremos el apego, característico del centro gástrico, hasta nuestro corazón en el centro cardíaco, esclavizándonos con el amor posesivo que fomentará los celos, la envidia, etc. impidiéndonos vivir nuestra vida libremente. Recordemos que Jesús nos dijo: "donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón" (5).

Ambos cuadros, congestión e inhibición serán condiciones que desarmonizarán el resto de centros inferiores incapacitándonos para el trabajo mediúmnico y poniéndonos en grave peligro de obsesión.

5º-En el quinto nivel tenemos la segunda parte de la Ley de Amor, Justicia y Caridad, la caridad, la compasión y la necesidad de expresar, enseñar, comunicar y crear. El centro de fuerza relacionado es el laríngeo.

Este centro se desarmoniza con la mentira y la manipulación verbal en lo relativo a la comunicación y con la excentricidad inarmónica que sobrexcite la imaginación, en lo relativo a la creatividad.
Para el médium es indispensable equilibrar este centro adquiriendo y transmitiendo conocimientos superiores, predicando con el ejemplo y siendo coherente con lo que se hace, se dice y se piensa. No solo hay que desarrollar amor por los demás sino que además hay que expresarlo, mantenerlo y demostrarlo mediante la caridad. Para todo ello es necesario indagar en el autoconocimiento.

La práctica de la caridad desde el centro laríngeo es la puerta a estados de conciencia superiores una vez que hemos purificado suficientemente los sentimientos mediante el estudio y examen de conciencia diario. Este centro es preponderante en la conciencia del hombre caritativo.

Este centro se congestiona cuando abusamos del conocimiento con el fin de adquirir poder sobre los demás, manipulando, imponiéndonos de alguna manera o influyendo en su voluntad. Estas actitudes obviamente influyen en el orgullo desequilibrando también el centro esplénico y en menor medida el gástrico.

El médium que busca el conocimiento espiritual pero que sigue viviendo una vida materialista no puede tener muy desarrollado este centro por la ausencia de esfuerzo y voluntad de cambio. Según nos dice "El Libro de los Espíritus", preg. 646: "El mérito del bien reside en la dificultad. No hay mérito en hacerlo sin trabajo y cuando nada cuesta". Son los que se llaman médiums improductivos.

6º-En el sexto nivel tenemos la tercera parte de la Ley de Amor, Justicia y Caridad, la Justicia y la necesidad de alcanzar la sabiduría y conocimiento superior de la creación y las Leyes Universales. El centro de fuerza relacionado es el centro cerebral.

Este centro se desarmoniza principalmente cuando utilizamos la inteligencia para la práctica del mal y con fines egoístas. Por el contrario, cuando está equilibrado es el centro de la inspiración y la intuición como auxiliares para alcanzar el conocimiento superior sintonizando con los buenos espíritus. Este centro es preponderante en el hombre justo y sabio.

Considerando que todos en menor o mayor medida somos médiums de inspiración, todos tenemos acceso al auxilio espiritual en función de nuestros méritos morales y sintonía.

Este centro desarmonizado alimenta lo que podemos llamar orgullo espiritual, que nos lleva a creernos más espirituales que los demás. "Congestionado en la hiperactividad, tenemos el misticismo, en el cual el individuo cree que está todo el tiempo siendo orientado por seres espirituales superiores, que direccionan su vida"(4), a creernos "enviados" con grandes misiones espirituales o a pensar que todo el tiempo estámos siendo orientados por seres espirituales superiores, lo cual es una gran puerta hacia la fascinación.

Por el contrario, en estado de inhibición tendremos desprecio por las intuiciones e inspiraciones superiores que podamos tener viendo la vida desde una óptica materialista y negando incluso las verdades espirituales. Por otro lado quedaremos al alcance de inspiraciones e intuiciones inferiores que poco a poco podrán ganar terreno en nuestro psiquismo con gravísimas consecuencias.

7º-En el séptimo nivel tenemos la Ley de Adoración (instinto de adoración) y la necesidad de autorrealización, de trascender más allá de uno mismo y sentirse integrado dentro de la gran Ley de Unidad que rige la Creación. El centro de fuerza relacionado es el centro coronario.

Este centro se desarmoniza congestionándose por "el abuso de las funciones psíquicas" "...en el cual el individuo utiliza sus potenciales mediúmnicos para hacer el mal a otras personas y adquirir provecho propio"(4).

Para el médium esto significa que no debe practicar la mediumnidad con fines interesados ni mucho menos utilizar su facultad para ganar influencia o seguidores para satisfacer el orgullo.

Otra desarmonía común de este centro es su inhibición a través de la negación de la mediumnidad "cuando la persona percibe que trae los potenciales mediúmnicos, pero, por miedo de buscar lo transcendente, por el desconocimiento de lo que irá a encontrar, bloquea las funciones psíquicas del centro coronario."(4)

También inhibimos este centro cuando, aunque no negamos la mediumnidad, carecemos de renuncia y entrega necesarias para el trabajo mediúmnico. Nos conformamos con sesiones "light" que no exijan mucho de los presentes y que no nos compliquen la vida dedicándonos a donar fluidos apenas cargados de buena voluntad y deficientes espiritualmente.

Por otra parte, el centro coronario, cuando está equilibrado y desarrollado nos lleva a la transcendencia, mientras, es el responsable del impulso por la búsqueda espiritual y de la búsqueda de la conexión con Dios y la gran Ley de Unidad. Este centro es el preponderante en el hombre espiritual autorrealizado.

Aunque un nivel de conciencia particular conlleve la preponderancia de un centro de fuerza determinado, todos los centros a su vez, están interconectados y dirigidos principalmente por nuestro Espíritu a través del centro coronario, el primer centro en importancia. Es por esto que la oración es el gran antídoto armonizador que nos da Dios para el reequilibrio interno. La oración, a través del centro de la transcendencia, el coronario, tiene el poder de armonizarnos a través de todos los centros, de arriba abajo, alcanzando todo nuestro sistema orgánico.

Estas correlaciones, tomadas como hipótesis de trabajo, nos permitirán mejorar en gran medida nuestro autoanálisis y conocimiento personal, recordando siempre que en el orden moral, ante todo, estamos obligados al estudio y práctica del Evangelio de Jesús.

José Ignacio Modamio
Centro Espírita "Entre el Cielo y la Tierra"
Referencias:
(1) "El Libro de los Médiums", cap. XX ítem 226
(2) "Apostila para o curso de passe espiritual e magnético" del "Hospital Espírita Eurípides Barsanulfo" Clase III
(3)"Obras Póstumas" p.233 edición EDICEI.
(4) "Apostila para o curso de passe espiritual e magnético" del "Hospital Espírita Eurípides Barsanulfo" Clase IV.
(5)Mt. 6:21.

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sábado, 20 de agosto de 2016

El poder de la Fe


El poder de la Fe

En los años que hace que conozco la Doctrina he visto, oído y vivido casi de todo. Muchas cosas me han enseñado, otras, además de enseñarme me han consolado y guiado. Estoy muy agradecida a Dios por darme esta oportunidad en esta existencia, de haber encontrado la Doctrina de Jesús. Desearía un día saber hasta dónde la Doctrina ha entrado en mí, por lo pronto, en el estado evolutivo en que estamos millones de criaturas, lo que nos impresiona son las cosas que podemos ver y tocar. Creer sin ver, no es fácil, pero Allan Kardec nos guió mucho, dándonos la posibilidad de razonar y actuar con lógica y sensatez, sin necesidad de creer viendo. Fueron muchos/as que nos dieron pruebas para esto.
La Codificación Espírita es un legado maravilloso que, por desgracia, no se utiliza como se debería. A veces actuamos como otras religiones; nos repartimos una porción de la Doctrina como nos parece, según nos conviene o por fanatismo.

De todas formas, lo importante es que valoremos lo afortunados que somos habiendo conocido esta esperanzadora Doctrina que no prohíbe, aconseja; que no obliga, nos da luz para discernir y poder saber cuáles son nuestros deberes a propósito de las Leyes Divinas y los Mandamientos de Jesús.
En ningún lugar de los libros de la Codificación podemos leer si debemos o no comer carne, si debemos celebrar algún ritual, o si debemos o no practicar yoga, entre otras cosas. Digo esto, porque sé de muchas personas que se creen con el derecho de difundir cosas que para nada el Espiritismo se ha pronunciado, y que son opiniones personales.

Lo verdaderamente importante es la fe que tengamos al respecto de lo que no se ve con los ojos de la carne y sí, con los del alma. La fe de que estamos en el camino cierto y que no queremos una porción de la Doctrina, sino toda: Ciencia, Filosofía y Moral. Y es con fe, además de otras “muletas” que hemos podido comprender ¡Son tantas las pruebas que nos dan los Espíritus para creer y tener una fe razonada!

Cuando la vida te azota de tal manera que crees desfallecer, basta una oración y la fe necesaria de que a nosotros nos llegará el alivio y el consejo que necesitamos. Esto requiere conocimiento, sentimientos y disciplina; es la única forma de mantener nuestros canales psíquicos adecuados a estas respuestas espirituales.

Debemos limpiar esos canales, y la mejor forma es la renovación moral. Pero esa renovación no la vamos a hacer en una existencia, sino en muchas. Si ponemos fe en esto, lo conseguiremos. La fe es la mano que nos une a Dios. “Pide y se te dará”.

Si por circunstancias varias: psíquicas, anímicas o físicas – aunque todo se interacciona-, estamos pasando por momentos difíciles, hay dos herramientas imprescindibles: la oración y la fe. La fe de que podemos conquistar todo aquello que nos propongamos, mientras adoptemos una actitud receptiva y positiva. ¿Cómo, siendo Dios como es, amoroso y justo, nos va a dejar desamparados? Si un día nos acostamos cargados de problemas agobiantes, ¿quién nos dice que al día siguiente no vaya a haber un rayito de luz, saliendo del nubarrón de problemas? Si creemos que podemos conseguirlo, lo conseguiremos. Creer es poder. Sólo hay que estar seguros de lo que deseamos, de su importancia y desprendimiento de egoísmo, Dios nos dará la respuesta y el consuelo necesario.
Hace siglos que a través de los Mensajeros de Jesús y el propio Jesús, nos aportaron mucho conocimiento y experiencias para hacernos progresar, ya que estamos abocados a la perfección y a ella tenemos que buscar con optimismo y convicción. Razonar nuestra fe es saber en qué creemos y por qué creemos.

Para que el progreso se pueda dar son muchas las cosas que necesitamos, pero las voy a resumir en dos: Voluntad y Fe. Voluntad para tener la disciplina necesaria para caminar sorteando los obstáculos que a través del conocimiento de los principios morales que todos debemos tener, nos ayudaran a combatirlos. Voluntad para que cada día, sea un día más de trabajo y alegría porque estamos haciendo lo correcto: progresar y progresar con ánimo, con caídas y errores, pero estos los convertiremos en enseñanza para nosotros mismos y para los demás. André Luiz nos dice en el libro "Respuestas de la vida": “El tiempo es un mercado de oportunidades constantes en la construcción del bien que podemos aprovechar, cuanto y cuando quisiéramos.” Esas oportunidades son experiencias que vivimos constantemente, buenas o malas, pero todo enseña. Y es así que superando las dificultades, vamos creciendo, y creciendo nuestra fe se hace más fuerte y nos dice; ¡adelante tú podrás una vez más superar este reto!

La voluntad es el motor de los pensamientos. La que nos da fuerzas para dirigir esos pensamientos hacia el Bien y volcarlos en beneficio de un mundo mejor, donde existan personas mejores, sociedades que no tengan delincuencia, donde el odio, la violencia y el rencor, cada vez se note que están más lejos de nosotros, que se van difuminando. "¡El pensamiento es nuestra capacidad creativa en acción, en cualquier tiempo, es muy importante no olvidarnos de eso!" Nuevamente palabras de André Luiz, en el mismo libro.

La voluntad es nuestra guía cuando aparece la pereza, el desánimo o la apatía. Ella los combate con energía y los supera, si sabemos educar nuestra voluntad hacia el bien. Las personas con voluntad son laboriosas, activas, predispuestas siempre a tener la casa mental amueblada de pensamientos elevados y edificantes.

Muchos Mensajeros de Jesús demostraron tener una voluntad extraordinaria para ejecutar el trabajo y los compromisos adquiridos en el Plano Espiritual; compromisos que todos tenemos, seamos o no, espíritas. La buena moral, no es monopolio del Espiritismo, al contrario, muchos son los que no siendo ni conociendo el Espiritismo, demuestran una moral y unas bases de convivencia en lo personal y en lo social superiores a la de muchos espíritas.

Los espíritus preparados para comunicarnos acontecimientos, los guías espirituales que nos alegran con sus manifestaciones y todos aquellos que trabajan anónimamente por el Bien, tanto en la Tierra como en el Espacio, utilizan este arma, la Voluntad, tan valiosa para alcanzar los objetivos que todos nos proponemos, pero que no todos alcanzamos, quedándonos rezagados en el camino, por falta de voluntad para trabajar y caminar, siguiendo las pisadas de Jesús.
La voluntad puede ejercer mucho bien en nuestra sociedad que parece un torbellino de sensaciones, emociones; sociedad inmediatista, inconforme, frustrada siempre. La voluntad es proponerse un objetivo y alcanzarlo, luchando por él. Pero debemos tener en cuenta, por eso mismo, que no sólo utilizan la voluntad los “Buenos”, sino que también lo hacen los “Malos”, y por esa razón, ellos también luchan por conquistar más terreno en la maldad, maledicencia, orgullo, resentimiento y, especialmente, utilizan el poder del pensamiento para vengarse de los que ellos creen sus enemigos, aunque el enemigo mayor que ellos suponen tener, es la Doctrina de los Espíritus, por su ignorancia.
Que difícil es hacer comprender a las personas que la muerte no existe; que se puede estar muerto en vida, y vivo en la “muerte física”. ¡Qué todo depende de nosotros! ¡De nuestro estado espiritual!
Pero hay algo que pone en marcha ese motor llamado VOLUNTAD, que es la FE. Sin fe es imposible ejecutar nada, porque si en nada confías, nada puedes lograr.

Son cientos y miles de pruebas que los Espíritus nos han dado para fortalecer esa fe tan necesaria para caminar con voluntad.

Hay casos en los que se vive al límite de las fuerzas en muchas personas. Casos en los que no se ve ninguna puerta abierta para solucionar problemas, para orientarnos en nuestras decisiones y, es entonces, cuando cunde el pánico. Parece que todo se desmorona a nuestro alrededor y que vamos a desfallecer; en esos casos, sino hay fe, no hay voluntad y las personas caen en el abatimiento, la desgana, las depresiones, las drogas, el alcohol, etc. Es así como se puede llegar a la locura y el suicidio: De esa forma se contraen graves deudas con las Leyes Divinas.

Les comprendo muy bien. Hoy en día puedo decir que me encuentro en condiciones de decir que comprendo a todos los que “arrojan la toalla”. A los que se dan por vencidos y buscan la puerta de la huida, aunque no comparta esa postura. Pero no hay huida, solo un cambio de estado: la Vida existe siempre y los problemas que no hayamos solucionado, los encontraremos de frente siempre, hasta hallar la solución. Es lo maravilloso de la Doctrina Espírita: siempre tenemos tiempo y oportunidades para caer y levantarnos. Contraer deudas y rescatarlas, aunque sea con dolor; pero, para ese dolor están la voluntad y la fe, como bálsamo consolador. Algún día entenderemos que la mejor opción es progresar por amor y comprensión.

Es maravilloso saber por qué se sufre. Se sobrellevan mejor las dificultades, pero serían las dificultades más ligeras si nos llenásemos de fe, de auténtica FE. De aquella de la que tenemos tantos ejemplos en la historia. De los que fueron perseguidos y castigados por seguir a Jesús, por no dejarse comprar por los chantajes emocionales y materiales. La fe que nos mantiene a flote y que, en el último momento, cuando nos sentimos con el agua al cuello, alguien o algo aparece en nuestro camino y nos echa un salvavidas, donde aferrarnos con fuerza. El propio Jesús demostró una Fe increbrantable.

La fe que muchos Mensajeros de lo Alto demostraron en las hogueras, en la torturas, en la soledad y en la enfermedad. Supieron seguir adelante porque comprendieron que la Voluntad y la Fe se ponían en acción. Y así tuvieron fuerzas para superar las terribles pruebas que muchos pasaron.

Cuando tenemos fe en nuestros principios, fe en Dios, en el Evangelio de Jesús, en la protección de los Mensajeros de luz, etc., nadie puede abatirnos; ni siquiera los que se esconden en la “invisibilidad”. Porque la fe nos da la fuerza de un gigante para apartar de nuestros caminos lo que no sirve, y asumir todo cuanto necesitamos para progresar. Dice Joânna de Ângelis lo siguiente: “Desistir es fácil, sin embargo, perseverar es un desafío que merece ser aceptado”.

Si queremos conquistar estos dos tesoros: Voluntad y Fe, solo basta querer. Y creo que todos queremos lo mejor para nosotros y los demás, ¿No? ¡Querer es poder!

Isabel Porras 


miércoles, 17 de agosto de 2016

El verdadero Jesús


El verdadero Jesús

Aunque todavía quedan personas que por pura comodidad niegan por sistema que Jesús haya existido realmente, también es cierto que la mayoría de los historiadores están totalmente de acuerdo sobre su existencia por toda una conjunción de circunstancias que hacen casi imposible negarla aunque no sepamos de ella demasiado.

Del Jesús de la fe, del que nos habla Pablo de Tarso y los primeros concilios de la Iglesia, lo sabemos todo, pero esa solo es una parte mínima del Jesús real, del que caminaba por las aldeas de Galilea rodeado por una muchedumbre de sufrientes.

Lo que sí es cierto es que, sobre ningún otro personaje de la Historia se ha escrito y discutido tanto como de Jesús de Nazaret.

Hemos de admitir que existe una gran diferencia entre el maestro Jesús, hermano mayor nuestro, que nos descubre el Espiritismo frente al Dios, "Mesías divino" o “Redentor de pecados” de las religiones cristianas.

Jesús era un ser humano que vivió una vida sin pecado. Por lo tanto él pudo abrazar el lado humano y el lado divino y atravesar el abismo que separa a Dios del resto de seres humanos. Era como un puente entre esta realidad nuestra y esa otra que desconocemos.

El Evangelio nos cuenta como Jesús vino a proponernos alternativas, es decir una nueva forma de enfocar esta existencia, de vivir la vida. Y nosotros, si queremos continuar el camino que él abrió, tenemos que seguir su ejemplo.

Vivimos en una sociedad en la que parece que ya no es posible otra economía, ni otra política, que tenemos que resignarnos con lo que tenemos, que solo son posibles pequeños retoques al sistema socioeconómico que nos rodea, pero no es cierto, tenemos que creer firmemente que es posible un mundo distinto, una sociedad distinta donde la fraternidad, la igualdad y la verdadera democracia se hagan realidad. Un mundo, en definitiva, en que se respeten los derechos de todas las personas y los derechos de la madre Tierra. Donde el compartir sea lo más normal y natural.

Estamos llamados a buscar ese Dios alternativo que Jesús nos revela que, aunque nos parezca extraño, es distinto al Dios de la mayoría de las religiones y de algunas filosofías. Porque es un Dios de Amor con mayúsculas, al que no turban las pasiones humanas, que no es justiciero, ni cruel ni vengativo sino soberanamente justo y bueno.

Una de las cosas que están más claras sobre la vida de Jesús es que  fue sin duda, el mejor magnetizador de la historia. Curaba a  los enfermos, más por compasión que por el gusto de hacer prodigios.

Lo hacía de modo altruista y sólo para el bien de los demás y para que la gente no lo tomara como a un mago más, insistía en que no era él quien hacía los milagros, sino su Padre.

O sea, lo más importante de los llamados "milagros" no es saber si fueron realmente prodigios que incumplieron las leyes de la Naturaleza, o no, sino verlos como actos de compasión y de amor.
Los nuevos teólogos afirman que la verdadera teología de Jesús era la de la reconciliación de los hombres con Dios y de los hombres con la naturaleza, como la que intentó Francisco de Asís.
Jesús no ofrecía "felicidad barata" sino que sabía que se alcanza una felicidad especial cuando se consigue el "desapego a muchas falsas seguridades". Y por eso predicaba la sencillez de vida, el desapego a las cosas," el saber vivir libres y confiados como los pájaros del cielo".

Al final, la felicidad no consiste en poseer mucho, sino en no desear más de lo que eres capaz de saborear en paz y en armonía compartiéndolo con los demás.

Por mucho que intentemos comprender la verdadera esencia espiritual de Jesús estamos a años luz de lograrlo... Kardec en "El Libro de los Espíritus", le define como "el arquetipo de la perfección moral a que puede aspirar la humanidad en la Tierra".

Aspiramos a seguir sus pasos y nos damos cuenta de lo infinitamente lejos que estamos de asemejarnos a él, aun así, es el mejor ejemplo a seguir para lograr la reforma íntima, la evolución intelectual y moral.

Y sabemos que siempre está ahí, pendiente de todos sus hermanos, de todos los habitantes de la Tierra. Regalándonos su bondad sin límites.

Por eso deberíamos tenerlo más presente en nuestro día a día y ofrecerle nuestro esfuerzo por mejorar. Con alegría, como él nos enseñó.

No nos mortifiquemos por los errores cometidos, tan solo tratemos de enmendarlos y seguir adelante. Aprovechemos el tiempo, porque cuanto menos dejemos pendiente para una futura existencia mejor será para nosotros. Cuanto más avancemos cada uno de nosotros individualmente, más y más rápido avanzará el planeta y por lo tanto la humanidad.

Cielo Gallego
Centro Espírita "Entre el Cielo y la Tierra"


miércoles, 10 de agosto de 2016

Aprender a morir


Aprender a morir

La muerte es una realidad que debemos conocer, ya que es el paso a un nuevo estado de conciencia en el que se continúa experimentando, viendo, oyendo, comprendiendo, y en el que se tiene la posibilidad de seguir progresando espiritualmente, por lo que nuestra tarea es transmitir a los hombres que la muerte no existe, que la muerte no es el término de la existencia, sino una puerta que se abre en dirección a una realidad en el más allá.

El hombre de hoy, tecnológico y cibernético, delante de la muerte siente que es el fin de la vida y que después no hay nada…Cada cual es libre de aceptar o rechazar aquello que su uso de razón o sentido común le aconseje. Sin embargo, pensamos que está demás meditar sobre un hecho tan cierto como es el de la muerte. Sin en realidad no hay nada después, nada pasará, ni para bien o para mal.
Ahora bien, si es verdad que la vida continúa después de abandonar el cuerpo físico, el haber meditado al respecto, el habernos informado sobre el particular, nos ayudará sin ninguna duda a resituarnos en esta nueva ubicación…

Decía Sócrates “…es pues un hecho, que los verdaderos filósofos se preparan para morir y que ellos son, entre todos los hombres, aquellos que menos miedo le tienen a la muerte”.

Las aportaciones a esta realidad son muy variadas, desde los casos observados por pacientes en estado pre-agónico, los cuales eventualmente declaraban estar presenciando visiones de parientes ya fallecidos que venían a buscarles para conducirlos a un plano de existencia diferente, así como la  de  paisajes y seres desconocidos. Nos referimos, por lo tanto, a la transición de la vida para la muerte.
Decía la Dra. Elizabeth Kublrer Ross, que “la muerte puede der dolorosa; morir, propiamente, no lo es.
Es común escuchar que los que se van no vuelven para contar como es el otro lado de la vida. Esto no es tan cierto, pues hay numerosos registros de casos de personas que sufrieron muerte clínica o fueron dadas por muertas y retornaron a la vida nuevamente, trayendo en la memoria el recuerdo de ese momento último. Sin contar, naturalmente, con la manifestación de aquellos espíritus que a través de una mediumnidad seria, aportaron sus datos personales,  verificados posteriormente tras las comprobaciones oportunas.

Por eso es tan importante aprender a morir. Nos preparan ansiosamente para las demás situaciones de la vida y sin embargo, nos descuidamos tanto en las cosas de la muerte y del morir.
¿Acaso no sería mucho más importante para el hombre una adecuada preparación para la muerte?
Ha habido un creciente número de personas que han venido poniendo un especial cuidado al problema de la muerte y del morir. Los dos más destacados han sido la Dra. Elizabeth Kubler-Ros, ya fallecida,y el Dr. Raimundo Moody Jr. En sus trabajos ellos relatan varios casos de experiencias reales de personas declaradas clínicamente muertas o de otras que, después de un violento trauma, quedaron en un profundo estado de choque y fueron dadas por muertas. Estos pacientes fueron reanimados y pudieron describir lo que vieron o sintieron durante el periodo en que estuvieron inanimados.

Aprendemos que extinguido el cuerpo, por el fenómeno de la muerte, el alma sobrevive. Y nos preguntamos ¿Cómo será esa vida y para dónde irá el alma? Esto constituye un punto de interrogación para la mayoría. Arraigados como estamos a los problemas de cada día, no encontramos tiempo suficiente ni disposición para estudiar y pensar sobre el asunto, como si se tratase de algo de menor importancia. Encontramos más cómodo apoyarnos en las lecciones aprendidas en la infancia o en los credos que heredamos de nuestros antepasados.
Usamos la inteligencia que tenemos para discernir y esclarecer todo lo que se relaciona con la vida material, y no nos interesamos por el mayor de los problemas del ser humano: “la muerte”, la única cosa que tenemos la seguridad de que nos acontecerá, por  más que tratemos de impedirlo, puesto que desde que nacemos estamos empezando a morir.

Juan Miguel Fernández Muñoz