Obsesión espiritual en la infancia
Para centrar este tema en la infancia primeramente debemos dejar claro el concepto de Obsesión. En el capítulo XXIII de "El Libro de los Médiums" encontramos una definición clara y concreta: “Dominio que algunos espíritus ejercen sobre ciertas personas. Se produce exclusivamente a través de Espíritus Inferiores, que pretenden dominar, se apegan a aquellos a quien pueden someter y si llegan a dominarlos, se identifican con el espíritu de dicha persona y lo dirigen como si se tratara de un niño.” Al contrario de los espíritus más bajos, los espíritus buenos no imponen ninguna coacción. Estos aconsejan, combaten la influencia de los malos espíritus y si no se les escucha, se retiran, para volver con nosotros en el mismo instante en que les requerimos, siempre dispuestos a ayudar sin juzgar, ni obligar.
Pero, ¿es posible la obsesión en la infancia? Si, lo es. Muchos de los problemas, afecciones, trastornos, sufrimientos… que suceden durante la infancia son consecuencia de procesos obsesivos en los que la presencia de espíritus inferiores provocan dichos estados.
Se tiene la creencia de que los niños no sufren ataques de obsesores debido a que tienen una protección especial por su estado de infancia. Este trabajo de protección se asocia a su guía espiritual o ángel de la guarda y así es en cierto modo, pero esto no significa que mientras sean niños nada malo puede pasarles. El que tengan la protección de un guía quiere decir que hay un espíritu amigo que les cuida inspirando a padres, familiares, amigos… y así ayudar en el desarrollo saludable de estos pequeños.
Sin embargo, la Justicia Divina es imparcial y en los casos de mayor compromiso, el niño puede experimentar sufrimiento físico y/o espiritual en su infancia. En estas situaciones el espíritu protector solo puede ayudarle en la medida de su mérito. No podemos olvidar que el niño es, antes que nada, un espíritu reencarnado, un alma que vuelve a comenzar una nueva existencia en la Tierra, por lo que, como es lógico, solemos encontrar la causa principal de dicha obsesión en vidas pasadas, ya que aquel que momentáneamente habita en un cuerpo infantil, es ciertamente un espíritu con una larga trayectoria, con una gran cantidad de experiencias, muchas de ellas, complicadas. La visión que nos da el Espiritismo en relación al niño, por lo tanto, es holística, puesto que no hay separación entre su forma actual y el adulto de ayer, cuando contrajo la deuda.
Al respecto de este asunto, “El Libro de los Espíritus” nos aclara en su pregunta número 199-a:
“No es racional considerar a la infancia como un estado normal de inocencia. ¿No vemos niños dotados de los peores instintos, a una edad en que la educación aún no ha ejercido su influencia? ¿No vemos que al nacer parecen traer consigo la astucia, la falsedad, la perfidia y hasta el instinto del robo y del homicidio, pese a los buenos ejemplos que los rodean? ¿De dónde viene esa perversidad precoz, sino de la inferioridad del espíritu, puesto que la educación no influyó en eso para nada? Los viciosos, lo son porque sus Espíritus han evolucionado menos. Sufren entonces las consecuencias, por efecto de esa falta de progreso, no por sus actos de la infancia, si no por los de sus existencias anteriores.”
Pero no siempre el niño en cuestión, es el culpable de esta situación. Hay casos en los que el pequeño, al ser el miembro más vulnerable de la familia, sirve de “blanco” en dicho proceso obsesivo para alcanzar a uno o varios miembros de la familia. No podemos olvidar que todos encarnamos dentro de una familia específica por muchas razones, algunas de ellas muy importantes y positivas como la afinidad, el cariño… otras no tanto, como las deudas contraídas entre sí, por lo que la obsesión no es un problema tan sólo de quien la sufre, sino de todo su entorno más allegado.
Pero… ¿Cómo podemos detectar la obsesión en los niños?
Aunque es muy difícil caracterizar ciertos comportamientos obsesivos en la infancia, sabemos que el niño obsesado presenta un comportamiento diferente, incontrolable, alternando estados agresivos con otros de quietud depresiva e incluso con episodios de autodestrucción.
Una de las psicopatologías graves de origen obsesivo que afecta a la infancia son lo que se conocen como Terrores Nocturnos. Esto ocurre cuando los adversarios desencarnados acompañan al niño y se presentan en el instante del desprendimiento parcial del sueño, haciéndole recordar todas las deudas morales contraídas en vidas pasadas con ellos y provocando su regreso al cuerpo lleno de miedos y gritos. Al contrario de las Pesadillas, el niño sufre estos episodios estando sumido en un sueño de terror, seguido de un despertar sólo parcial desde una fase de sueño muy profundo, donde es muy difícil calmarle y además al despertar completamente no suele recordar nada de lo sucedido.
Otros síntomas que podemos encontrar son pesadillas muy frecuentes, enfermedades sin causa aparente, cambios de humor constantes, malos pensamientos muy habituales, voces que aconsejan malos actos… En muchos casos, cuando la obsesión es grave, lo que se presenta es un cuadro con muchos de estos puntos a la vez.
Y entonces ¿Qué hacemos para acabar con la obsesión? ¿Cómo podemos solucionar este gran problema?
Es fundamental dar una orientación espírita a los padres, para que entiendan mejor la dificultad que experimentan, ya que son quienes deben ofrecer las mejores condiciones de ayuda a su hijo y a sí mismos, en razón de que probablemente, son cómplices en la presente desarmonía con origen en vidas pasadas, estando ahora unidos para poder superar este tipo de prueba.
Un tratamiento de fluidoterapia, pases espirituales, agua fluidificada y oración es el procedimiento más adecuado al que se deben someter tanto el niño obsesado como la familia del mismo. De esta manera separamos la influencia del obsesor a la vez que cambiamos, aunque momentáneamente, la vibración en la que nos encontramos.
La práctica del Evangelio en el Hogar, junto con la oración sentida desde el corazón y expresada con nuestras propias palabras, nos ayudará en este proceso a mejorar la vibración energética de nuestro entorno y de nuestro día día, siendo además el medio más poderoso con el que contamos para disuadir o ayudar al espíritua que está obsesando.
La presencia del niño en las clases de Educación Espírita Infantiles dentro del Centro es primordial para ayudarle a tener mayor conocimiento y más herramientas para poder salir de esta grave situación y como consecuencia, ayudar también a la espiritualidad que le acompaña.
Es más que recomendable que, en situaciones similares, los miembros de la familia, incluido el niño, hagan algún tipo de trabajo en el bien, es decir, que hagan cosas en favor del prójimo ya que, a través del ejemplo conseguiremos armonizar a los individuos que se odian, poniendo fin a las ideas de venganza, las persecuciones y sufrimientos que de ahí se derivan.
Y por último, y sólo si fuese necesario, tratar al espíritu obsesor en las reuniones mediúmnicas adecuadas.
Por supuesto, AMOR, muchísimo amor y paciencia.
Pero… ¿Todo comportamiento complicado se debe a una influencia espiritual? No podemos achacarlo todo a las influencias espirituales, porque muchas veces lo que nos ocurre se debe sencillamente a nuestra falta de “higiene mental”. Sufrimos dolencias anímicas normales, fruto de múltiples causas, entre ellas el entorno que nos envuelve y nuestra propia forma de ser, pensar, sentir y actuar.
Como podemos ver, la obsesión espiritual en la infancia o en el periodo adulto no difiere mucho, ni en las causas, ni en las consecuencias, ni en los métodos para solucionarla. Nadie dice que sea fácil pero con voluntad, disciplina, trabajo y amor todo es posible, sin olvidarnos que, al igual que aquí, en el mundo espiritual tenemos a muchos amigos y familiares que nos ayudan, nos quieren y nos cuidan.
Yolanda Durán Ruano
Centro Espírita "Entre el Cielo y la Tierra"