martes, 9 de febrero de 2010

UNIÓN Y UNIFICACIÓN… ESE OTRO DEBER ESPÍRITA


La cuestión de la unión en el panorama del movimiento espírita es un asunto de especial importancia y que reviste una seria reflexión por parte de todos aquellos que nos sentimos vinculados, en mayor o menor medida, con esta doctrina de amor. Dirigentes de centros, médiums, coordinadores de grupos de estudio, conferenciantes, etc.; todos, sin excepción, debemos permanecer atentos para que ni nuestras ocupaciones (dentro y fuera de la doctrina) ni nuestra vanidad, desvíen nuestra atención de la cuestión unificadora, expresión directa de los elevados ideales del trabajo en común y la fraternidad… pues, no tengamos ninguna duda, más de una vez se nos dará la oportunidad de ser portadores de esta sagrada llama.
Los llamamientos del sentimiento unificador pueden venirnos por múltiples vías, pero sólo penetrará en nuestro interior si somos humildes y voluntariosos, y en muchas ocasiones, pacificadores.

Cuando teorizamos sobre el triple carácter del Espiritismo: filosofía, ciencia y moral, quizá sea interesante considerar que en cuestión de compromiso espírita, igualmente hallamos una tríada áurea: estudio, divulgación y unificación. Somos de la opinión de que el compromiso con la doctrina de los Espíritus no nace con el estudio y alcanza su cénit con la divulgación, porque por excelente que nos parezca nuestras actividades particulares (a nivel individual o de centro) siempre nos faltará el complemento imprescindible de la unificación.

Podemos hablar de dos tipos de unificación: la unión a pequeña escala (el grupo espiritista) y la unificación propiamente dicha (a nivel de federación, congresos, reuniones extraordinarias, etc). En cualquier caso, en ambas vertientes queda patente que es expresión enaltecida de la fraternidad en acción, y una cuestión harto considerada tanto por los Instructores espirituales como los benefactores del Espiritismo en cada país.
Para lograr la receptividad y la acción unificadora, dos cosas son imprescindibles:

VOLUNTAD/ ACCIÓN: Romper con la comodidad, estimular la afectividad y la comunicación entre hermanos de ideal.

HUMILDAD Y COOPERACIÓN: Ir más allá de nuestras filias y fobias personalistas (por mucho que sepamos de cuestiones doctrinarias, pobre será el avance si las puertas del corazón permanecen atrincheradas).

Paz, amor y progreso.

Juan Manuel Ruíz González
Centro Espírita José Grosso
(Córdoba)

CONCIENCIA, INSTINTOS Y APEGOS (II)


En la primera parte de este artículo señalábamos la importancia del desarrollo de la inteligencia para el enriquecimiento de la conciencia. Nuevas experiencias que anteriormente se escapaban a nuestra consciencia, aún siendo percibidas igualmente por los sentidos, son ahora las encargadas del desarrollo y crecimiento de nuevas etapas de conciencia.

El instinto, como inteligencia rudimentaria, tuvo al principio una gran importancia en el desarrollo de la conciencia. El instinto de supervivencia centra nuestra conciencia en la consecución de los medios necesarios para la subsistencia, haciéndonos conscientes de nuestro entorno y sus posibilidades. Una vez cubiertas las necesidades básicas de supervivencia, surge el instinto de conservación como consecuencia de la Ley de Conservación. Centramos nuestros recursos en desarrollar estrategias que garanticen nuestra subsistencia y la de nuestro grupo o familia. Eliminada la ansiedad causada por la supervivencia inmediata adquieren relevancia las siguientes sensaciones, todavía primarias. Si anteriormente las sensaciones pasaban de largo prácticamente para la conciencia, ahora son un descubrimiento que focalizará su atención y la atraparán con posibles graves consecuencias cuando las convertimos en vicios. Es un periodo necesario para asentar las bases materiales que nos posibilitarán el progreso. El principal peligro es el estancamiento como consecuencia del embelesamiento que pueden producir los sentidos generando los vicios.

Muchos vicios son simplemente consecuencia de excesos al satisfacer nuestros instintos. El exceso de comida tiene consecuencias sobre la salud física evidentes. El sensualismo, por su parte, exige gran cantidad de energías y tiempo de nuestra parte que lo convierten en una trampa perfecta para nuestra conciencia por muchas reencarnaciones, además de espesar y enturbiar los fluidos psíquicos que nos envuelven con consecuencias mórbidas a largo plazo y de sintonía con compañeros inferiores a corto. En este estado de conciencia es frecuente caer en la pereza. La pereza es un doble mal. En si mismo conlleva un estancamiento por inactividad, pero lo peor es que se convierte en el caldo de cultivo para todos los vicios. El trabajo y mantenerse ocupados son buenos recursos para frenarlos.

El desarrollo de la razón aumenta la libertad de la persona, tanto en cuanto nuevas experiencias abren un nuevo escenario para la conciencia. Lamentablemente, pocas veces la razón se desarrolla lejos de los verdugos del orgullo y del egoísmo, nublando su avance con lógicas puramente materialistas carentes de conocimiento espiritual. Mediante la lógica materialista reforzamos el ego, como mecanismo de defensa clásico de la racionalización, donde cualquier desvío moral, al cambiar el punto de vista del lado de lo material, aparece fácilmente justificado en apariencia. Podemos entonces fácilmente justificar el egoísmo bajo el razonamiento de que mientras no tengamos primero resuelta nuestra situación y la de nuestra familia no podremos pasar a dar nada a alguien extraño a nuestro círculo, para no debilitar por tanto nuestras reservas materiales. El orgullo también se soporta mediante la lógica ma­te­ria­lista cuando reivindicamos lo que creemos que nos corresponde por derecho propio, frente a los demás, los cuales no comparten nuestras mismas identificaciones, de patria, casta, grupo, color, raza, etc., olvidándonos que sólo somos usufructuarios de todo los bienes que poseemos y que por tanto, lejos de ser los auténticos propietarios, el prójimo tiene los mismos derechos que nosotros puesto que realmente somos hermanos de espíritu.

La lógica materialista es un arma de doble filo, puesto que aunque parezca que defiende nuestros intereses materiales, realmente nos corta nuestra libertad conforme adormece la conciencia.

La mente egoísta nunca tiene suficiente, y realmente es debido al hecho de que no cubrimos carencias, sino que las tapamos superficialmente mediante la personalidad, cada vez más sofisticada. Por mucho que acumulemos elementos materiales exteriores, las inseguridades son interiores y quedan por tanto intactas, lo que nos lleva a una búsqueda incesante de nuevas adquisiciones materiales que lejos de mejorar la situación, engordan nuestra personalidad mediante una mente más egoísta cargada de identificaciones artificiales. Somos dirigidos invariablemente por la información que intencionadamente envían a nuestros sentidos, buscando satisfacer nuestras necesidades íntimas con fórmulas exteriores. Sólo podremos romper este círculo cuando logremos entender que la verdad de lo que somos está dentro de nosotros y no en lo que mostramos al resto el mundo. Nosotros mismos no sabemos cómo somos porque no sabemos mirar hacia nuestro interior, sólo sabemos mirarnos superficialmente en función de las sensaciones que produce nuestro ego. Si nuestro ego crea una alarma tengo que satisfacerla porque no puedo soportar las emociones que genera en mí cuando no le hago caso. Si en su origen el ego era el mecanismo de la mente encargado de la automatización de los procesos que permitían nuestra conservación, con el tiempo lo fuimos ampliando, engordado por los apegos de las sensaciones tanto físicas como emocionales y justificando siempre por nuestra lógica materialista, ignorante de la verdadera sabiduría espiritual.

No nos sorprenda entonces la necesidad de “poner a dieta” a nuestro ego. Constantemente le seguimos dando de comer y el nos satisface con sensaciones placenteras de éxito, reconocimiento, poder, etc. Además, al ser un mecanismo de conservación, cualquier adquisición nueva entra en su territorio y aumenta su patrimonio, aumentando su poder sobre nuestra psique. Si nuestra psique fuera considerada como un país, el ego sería el ministerio de defensa, incluyendo los servicios de inteligencia. Como ocurre con frecuencia en las naciones poderosas, cuando se pone en peligro los intereses de su país, su ejército reacciona rápidamente con total impunidad. Nuestra mente es totalmente poderosa en nuestra psique en la actualidad, y sus reacciones son difícilmente interceptables sin una voluntad fuerte y una preparación fruto de la perseverancia.

Por tanto tenemos que trabajarnos diferentes puntos: a) Evitar reaccionar según los hábitos cristalizados de nuestro ego. b) Evitar alimentarlo con nuevos deseos e identificaciones. c) Depurarlo en lo posible.

Tenemos por tanto que trabajar los tres puntos anteriores paralelamente para llegar a buen término. Todo avance es importante pero hay que dejar de sembrar “espinas” constantemente. Podemos dejar de reaccionar pero, ¿durante cuanto tiempo lo conseguiremos si no cubrimos nuestras carencias generadoras de tanto apego?

Dejar de reaccionar es un trabajo continuo de voluntad y atención. Tenemos por tanto que crear un hábito de estar conscientes en todo momento de todos nuestros procesos internos y externos. Analicemos nuestros pensamientos y sentimientos para conocernos bien a nosotros mismos y estar prevenidos de aquello que podemos encontrar en nuestro comportamiento diario. En la pregunta 919 de El Libro de los Espíritus, San Agustín nos da la base para iniciar nuestra transformación interior.

No reaccionar no consiste en oponer resistencia sobre nuestras tendencias hasta la extenuación. Resistir no es el camino al seguir aportando nuevo alimento con cada resistencia. Podremos reprimir nuestros vicios, tendencias o hábitos y ocultarlos en la sombra de nuestro inconsciente, donde volverán algún día con las fuerzas renovadas gracias al alimento de nuestro rechazo. Sucede entonces que terminamos aborreciendo en los demás aquellos hábitos que reprimimos en nosotros inducidos por el miedo que nos inspira su vuelta a nuestro consciente. Es lo que ocurre cuando personas aparentemente cuerdas, con educación recta, estallan de repente en comportamientos excéntricos o incluso aberraciones que parecen imposibles en personas como aquellas. Un sentimiento de culpa fortísimo, cuando vuelve la cordura, bajo la desesperación, puede hacer desembocar al infeliz en suicidio para terminar de agravar más la situación.

No reaccionar es escoger la opción más elevada sin oponer resistencia sobre nuestros hábitos. Pensemos que nuestros hábitos están ahí por un mecanismo de aprendizaje de nuestra mente, la cual automatiza aquello que cree de utilidad. Cuando nos resistimos a reaccionar conforme nuestros automatismos nos enfrentamos a nuestra mente y al proceso milenario de aprendizaje-asociación. Nuestra mente como principal recurso del principio de conservación en nosotros tenderá a conservar aquello que en apariencia considere útil. Si queremos cambiar un automatismo considerado útil lo mejor será reaprender que ya no es útil bajo nuestras nuevas circunstancias. Conscientemente debemos por tanto sustituir la reacción por la opción más elevada y nuestra mente asociará de forma natural la nueva acción por la antigua sin crear tensiones en nuestro inconsciente. En este proceso evitemos sentimientos de culpabilidad puesto que retrasarán el cambio deseado al recrearnos en lo que realmente tenemos que olvidar.

Somos responsables de nuestros actos pero no siempre conscientes de todo aquello que aprendimos en etapas de inconsciencia y que nos impulsan a obrar sin percatarnos del error. Podemos englobar la influencia de la sociedad, la educación, la religión que durante siglos han ido preparando a las personas bajo el patrón de sus intereses materialistas, desconocedores de que la realidad espiritual del ser humano no se podrá contener con preceptos que constriñan la libertad del espíritu.

El segundo punto será, como hemos comentado, evitar alimentar nuestro ego, el cual es un proceso más sutil que detectar simplemente nuestras reacciones impulsivas. Ahora ya no hay un histórico que analizar. Pensemos todos aquellos procesos de nuestra conciencia que por determinadas carencias, terminan produciendo en nosotros nuevos comportamientos extraños, mentiras, excentricidades, etc. Cubrir nuestras carencias mediante el estudio continuo y la reforma moral nos librará de tantos y tantos errores que van retrasando nuestro avance evolutivo.
J.I. Modamio
Centro Espírita “Entre el Cielo y la Tierra”

LA EUTANASIA

“Una víctima del incendio del estadio de Sheffield recupera la conciencia tras ocho años en coma.
Londres. El regreso de un paciente a un leve estado de conciencia, tras ocho años de vida vegetativa, revivó en el Reino Unido la polémica sobre el derecho a morir de los enfermos en esta situación. El caso de Andrew Devine, de 30 años, que tras ser diagnosticado como irreversible, responde a estímulos presionando un sensor, contiene ingredientes como para sentar un nuevo precedente médico. Devine, víctima del incendio del estadio de Hillsboroug, en Sheffield, donde murieron aplastados 95 hinchas del Liverpool, reside en Liverpool con sus padres.”

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Esta noticia irrumpió en los medios de comunicación hace unos días actualizando este asunto tan complicado de la práctica de “la eutanasia” que ha provocado las más diversas controversias.
Tema de frecuente discusión, por unos defendido, por otros censurado, la eutanasia, o “sistema de dar muerte sin sufrimiento a un enfermo incurable”, regresa a los debates académicos, frente a su aplicación sistemática por eminentes autoridades médicas, en criaturas incapacitadas físicas-mentales desde el nacimiento, internadas en Hospitales Pediátricos, sin esperanzas científicas de recuperación o supervivencia.
Práctica nefasta que demuestra el dominio del concepto materialista sobre la vida, que apenas ve la materia y sus implicaciones inmediatas, en detrimento de las realidades espirituales, reflejando así la soberanía del primitivismo animal en la constitución emocional del hombre.
La cuestión de eliminar al enfermo algunas horas o años de su vida antes que lo haga el proceso de la “muerte” o dejarlo en sufrimiento, para que su periespíritu se desintoxique hasta el último segundo, está subordinada a la necesidad de saber, primeramente a quién pertenece el cuerpo que se extingue y a quien se le debe el derecho de la vida… Es obvio que el cuerpo físico no deja de ser un empréstito a plazo limitado concedido al espíritu encarnado y que fatalmente deberá devolver después del tiempo estipulado. En cuanto a la vida, pertenece a Dios, que la ofrece para que podamos adquirir la noción de existir y nos reconozcamos como conciencia individual, pero sin desligarnos de Él.
No somos nosotros los que construimos “personalmente” nuestro cuerpo físico, es la Ley de la Evolución que durante milenios se encarga de formarlo para nuestro uso. No llegamos siquiera a crear los minerales que componen nuestras uñas, las vitaminas para nutrirnos, los líquidos para las corrientes sanguíneas, y linfáticas; hasta tomamos el magnetismo solar y la radiación lunar para activar nuestro sistema vital. De ese modo, muchas y graves reflexiones se imponen a las responsabilidades antes que a la satisfacción de pretender interferir a la Ley y practicar la eutanasia, decidiendo sobre la vida corporal del prójimo o sobre nuestro propio cuerpo agotado. En circunstancia alguna, o bajo ningún motivo, cabe al hombre el derecho de escoger y deliberar sobre la vida o la muerte.
En cuanto a los enfermos considerados irrecuperables, conviene considerar que dolencias, ayer detectables como incurables, son hoy superadas por el triunfo de hombres de la Ciencia Médica que la ennoblecen por la contribución que sus vidas ofrecen en beneficio de la Humanidad. Siempre hay, pues, posibilidad de mañana conseguir la victoria sobre la enfermedad irreversible de hoy. Diariamente, para esa “misión” se sumergen en la carne Espíritus Misioneros que se prestan a aligerar y a impulsar el progreso, realizando descubrimientos y conquistas superiores para la vida, fuentes poderosas de esperanza y confort para los que sufren, en nombre del Supremo Padre.

¿Cuántos enfermos, rudamente vencidos, desesperados recobran la salud sin aparente razón o lógica? ¡Cuántos otros hombres en excelente forma, portadores de sanidad y robustez, son víctimas de sorpresas orgánicas y sucumben imprevisiblemente!

El conocimiento de la reencarnación proyecta luz en los más complicados problemas de la vida, dirimiendo los equívocos y dudas en tono a la salud como a la enfermedad, a la desdicha como a la felicidad.
Cada minuto en cualquier vida es, por tanto, precioso para el Espíritu en rescate bendito ¿Cuántas resoluciones nobles, decisiones felices o actitudes desdichadas ocurren en un relámpago, imprevistamente?

Juan Miguel Fernández Muñoz.
Asociación de Estudios Espíritas de Madrid

LA ADOLESCENCIA

La adolescencia es la fase de transición que determina el final de la infancia y el inicio de la vida adulta. Por ser una transformación en la vida del individuo, implica cambios, tanto de orden físico como psíquico.

El adolescente se presenta con innumerables transformaciones físicas y emocionales. Cambia su modo de actuar, de pensar, de sentir, de relacionarse e interactuar con el medio y con el otro.

En la adolescencia, el individuo está en profundo cuestionamiento de si mismo, sus valores, objetos de deseo, hace nuevos descubrimientos y por muchas veces se siente un extraño en si mismo. Tiene dudas de como actuar ya que no es más un niño, pero tampoco es una persona adulta.

Por muchas veces, cometemos errores en sociedad al pedirles que actúen conforme su edad, y se repite la conocida historia por la que creo que hemos pasado todos: “Tienes que tener responsabilidades, ser más maduro” y otros comentarios del genero, pero a la hora de dejarles salir, dormir en casa de un amigo, u otras cosas del mismo tipo, la respuesta es siempre que “todavía eres muy niño para estas cosas”.

La adolescencia es una etapa marcada por pérdidas y ganancias, una etapa extremamente original, donde el adolescente ha perdido la infancia y debe elaborar esta pérdida, para mejor estructurarse para las responsabilidades y deberes de la vida adulta, principalmente en las cuestiones referentes a sus principios, valores, ética, su elección profesional y sexualidad.

No obstante, con tantos cambios ocurriendo a la vez, siente angustia, casi siempre no sabe expresarla verbalmente, no consigue decir que le pasa. Sus cuestionamientos giran alrededor de una búsqueda contante de sí mismo, de saber sobre si, de conocer sus deseos y sentimientos.

Ahí reside el punto delicado de esta transición – las elecciones. Para ser adulto hay que hacer elecciones, pudiéndose deducir que el joven pasa a utilizar su libre albedrío más ampliamente y con una educación bien estructurada en la casa espírita, la consecuencia es que sus valores y principios son más sólidos y la calidad de sus elecciones tienden a ser mucho mejores, principalmente, comparándoles con otros jóvenes que no hayan recibido una formación cristiana. El joven espírita sabe que es un espiritu inmortal e intenta actuar como tal.

La vivencia básica del adolescente es un espacio vacío donde se siente “fuera”, sin elementos para participar del mundo adulto, generando ansiedad y angustia, estando él en proceso de adecuación (por cierto, ¡esto es la adolescencia!) y de ahí viene la importancia de adquirir valores cristianos.

El dialogo es condición sine qua non para un buen desarrollo del adolescente, aunque no sea inmediato, es necesario que los padres siembren las semillas y esperen, confiando en la educación que dispensarán en sus hijos. Aunque los frutos tarden, tarde o temprano surgirán.

Es necesario que el adolescente, aunque en medio a sus miedos, inquietudes y ansiedad, se ponga en el lugar de sus padres, pues aunque exista cualquier conflicto, sepan que sus padres le quieren con un amor extremado, deseando siempre lo mejor para sus hijos. No van a tener la razón siempre, pues son también espíritus en continuo aprendizaje y búsqueda. Al final, los padres también “perdieron a su niño”, pero ahora tienen a su joven. Estos cambios para ellos, también necesitan adecuación. ¿Cuántas veces no vemos a padres tratando a sus hijos adolescentes como niños y por veces cobrando actitudes adultas a los niños? Todos pasamos por esto. Los padres no son perfectos, como los hijos tan poco lo son. La tolerancia, la paciencia y el perdón son los mejores consejeros en las relaciones familiares.

La adolescencia es un momento de fragilidad. El adolescente no es débil, está débil, pues ha perdido muchas referencias y busca otras nuevas ahora, trae inclinaciones pasadas y características de existencias anteriores. Tienden a buscar apoyo fuera del círculo familiar, buscando otros puntos de vista. A pesar de la aparente vulnerabilidad no se puede olvidar que independiente de su voluntad existe la Ley de Causa y Efecto y en esta etapa hay que tener especial cuidado en su relación con el mundo y otras personas, para que interactúe de modo saludable y no destructivo. Muchos adolescentes no toleran las críticas en familia, de ahí el riesgo, pues las personas de fuera no siempre son bien intencionadas. Es importante resaltar que los padres hagan hinca pie en que sus hijos tengan discernimiento para saber evaluar lo que les dicen en la calle.

En estos momentos, uno se da cuenta de que cuanto más base cristiana se haya proporcionado al joven, mejor toma sus decisiones, se siente más seguro para buscar ayuda en familia.

El adolescente va a terminar de construir su imagen corpórea, que es un proceso de dentro para fuera, dinámico que varía según sus estados existenciales (alegría, sueño, dolores…). El cuerpo se transforma significativamente y para muchos adolescentes estos cambios son vividos como verdadera catástrofe (o de modo bastante exagerado), visto que es la fase donde sienten más intensamente estas transformaciones, que para ellos parecen infinitas. Este impacto es debido al surgimiento de los atributos físicos. La imagen proyecta aquello que no podemos ver, muestra que los cuerpos son iguales e insiere al individuo en la dimensión de Ser Humano; de ahí proviene la sensación de integridad, sirviendo para relacionarse, unificarse y significarse; proporcionando un reconocimiento de si mismo, en el captarse a si mismo en el otro.

Es el momento en que experimenta a su cuerpo en el deporte, en el baile, en la demostración. Es el momento en que se certifica de su sexualidad y descubre el afecto, el amor. En este momento único para todos, más que nunca debe saber hacer elecciones. Moderar las manifestaciones de excesivo entusiasmo, que por muchas veces imposibilita o le dificulta el razonamiento claro.

Es necesario pasar por encima de las emociones más intensas para pensar mejor. La sexualidad es fuente sublime de evolución, pero puede ser también abismo profundo rumbo a la degradación de uno mismo, si está mal vivenciada.

Es muy importante hacerle desarrollar la templanza y el equilibrio, buscar orientación con personas de confianza, de preferencia, más maduras en términos de aprendizaje terrestre sobre las directrices y pasos a dar, previniéndose de posibles desvíos.

Cabe a la familia, a la sociedad y a todos nosotros Espíritas, auxiliarles en esta transición, con responsabilidad, respecto y conciencia de nuestra inmortalidad, ayudándoles a reflexionar, hacer elecciones, sin jamás olvidar que son espíritus con muchas vidas anteriores en su trayectoria y que son el futuro del Espiritismo y de la Sociedad.

Vigilancia, constancia y disciplina son metas a ser conquistadas por el joven espírita.

Revista Anima MEGD
marzo, 2000.
Centro Espírita Humildade e Amor, Rio de Janeiro.

Entrevista a José Aniorte

Pregunta: Hemos leído varios de sus libros, hemos visto todo el trabajo que está haciendo y creemos que es muy importante trasladar a nuestros lectores, a las personas que no le conocen o recordarle a los que le conocen desde hace mucho tiempo, la enorme labor que hace y todo el tiempo que le ha dedicado al mundo espírita durante todos estos años. Para ello queríamos hacerle una serie de preguntas al respecto.

José Aniorte: Muy bien, puedes hacerlo, contestaré a lo que preguntes con arreglo a la vida que yo he tenido, he llevado y conforme yo lo siento e interpreto. Jamás he enseñado a nadie nada que antes no lo haya aplicado a mi propia vida y creencia, es una convicción que yo tengo y jamás me atrevería a decirle a nadie el camino que debe seguir si antes yo no lo he seguido primero como ejemplo y experiencia.

P.: ¿Cómo empezó todo? ¿Cómo y por qué llega al Espiritismo?
J.A.: Bueno, yo participe en la Guerra Civil Española, estuve en campos de concentración, lo pasé muy difícil, sobreviví a todas aquellas vicisitudes, que sería muy largo de comentarlo ahora y finalmente fui considerado un peligro para el Movimiento Nacional de entonces, es decir, contra el gobierno franquista y debido a esto tuve que salir de mi pueblo (Orihuela) e irme a Barcelona, bajo vigilancia policial.
Finalmente, después de cinco años intentando superar esa situación, conseguí trasladarme a Brasil y allí fue donde yo, que no tenía creencia ninguna, no sabía nada de Espiritismo, ni jamás había oído hablar de ello, pasé un día por una librería y vi un libro espírita, me llamó la atención y con mucho recelo entré y compré tres libros “El libro de los Espíritus” “Después de la muerte” y “Más allá de la vida espiritual”. Cuando leí aquellos libros, parecía que yo conocía ese texto. Entonces mi mente cambió y vi una lógica que era lo que yo estaba buscando y a partir de ahí fue como yo empecé con el Espiritismo, intentando transmitir a los demás la felicidad o el beneficio que yo había sentido al conocer esa filosofía científica y también con un fondo religioso que para mi ya era insustituible y a partir de ahí empecé, pero eso sí, siguiendo una trayectoria independiente, jamás estuve vinculado a ningún centro ni compartí mis ideas con otras organizaciones, porque en Brasil hay alrededor de nueve mil centros espíritas. Jamás estuve en contacto con ninguno, jamás recurrí a una sesión para ver los fenómenos, los fenómenos que he conocido los he vivido en mi propia vida, los he sentido y he aprendido de eso, pero nunca los he buscado.

P.: ¿Cuándo y por qué se decide a editar libros gratis?
J.A.: Empecé con la labor espírita durante veinte años y es ahí que debido a una grave enfermedad que tenía, que en aquella época era casi insuperable, una enfermedad de riñones, asumí un compromiso y de un día para otro esa enfermedad, que ya tenía marcado para una operación muy grave, porque entonces la ciencia médica no estaba como ahora con tantos adelantos, no fui operado. Ahí entré de lleno en esto y a través del compromiso que yo había asumido, debía dejar aquella vida cómoda, relativamente, que yo había elaborado en veinte años de trabajo y regresar a España, que aún era en época de la dictadura, años setenta, y divulgar los libros que tuve que traducir del portugués al español e imprimirlos clandestinamente y empezar a distribuirlos, pero como no se podían vender y además mi intención no era esa, ni mi compromiso, empecé la campaña del libro gratuito ¡La única que se ha hecho en el mundo hasta ahora! Llegué a esa forma divulgativa. Dejaba los libros en cabinas telefónicas, en la estación de metro, donde lo había, y por todos los sitios. Fui recorriendo toda España, desde Málaga, todos los pueblos de la costa, hasta la Coruña, fui siempre sembrando los libros.
Ahí empezó mi trabajo, exponiéndome a ser detenido o castigado porque aquello estaba prohibido, pero nunca tuve ningún impedimento, siempre tuve una ayuda espiritual y mi trabajo no fue difícil, relativamente, ¡fue difícil, pero no fue difícil! Y empecé una vida nueva.

P.: ¿Sobre qué fecha publicó el primer libro y cuál fue su título?
J.A.: El primer título que publiqué, lo imprimí clandestinamente, después de traducirlo con muchos inconvenientes pues entonces no existía el ordenador ni nada de esto, las imprentas eran del sistema antiguo, letra por letra y me costó muchísimo dinero. Para hacer una valoración de hoy en día, me costó lo mismo que un piso o un apartamento o una vivienda de cien metros cuadrados en aquella época. Esto suponía grandes sacrificios y publiqué “Elucidación Espírita”.

P.: ¿Qué cantidad de libros a editado hasta el momento?
J.A.: En total son alrededor de veinte títulos y la cantidad, diría yo que está sobre un millón de libros.

P.: Hay personas que opinan que cuando se hace algo gratis, siempre hay una segunda intención o sino es una pérdida de tiempo ¿qué podría decirles después de toda una vida haciendo cosas desinteresadamente?
J.A.: Pues mira, desde luego, en beneficios materiales no tiene, ¡sí tienes también!, pero es encontrar una paz interior del espíritu que ha asumido un compromiso con el mundo espiritual, o sea, con Jesús que para mi es el guía que he tenido siempre. Es asumir el compromiso y dedicarle mi vida como un humilde servidor, sintiéndome cada vez más pequeño, más insignificante y más ignorante.

P.: ¿Su dedicación, le reporta algún beneficio?
J.A.: Pues bien, el beneficio es ese, después sí, hay un beneficio material y es que a mí me conocen en todas partes de América, mi nombre es muy conocido, muy respetado y a pesar que yo no hago publicidad de mi persona, no puedo evitar que lleguen personas, como han llegado a este congreso desde Colombia, Guatemala, México y digan que yo allí soy una persona muy respetable, y bueno, ¡es así! Pero eso a mi no me cambia nada, me siento insignificante y agradezco, pero me los hacen a mi, no lo busco yo, porque jamás he intentado salir en una revista, ni que mi fotografía sea anunciada por ningún sitio. Si vienen a mi, yo lo hago, pero no con la intención de que mi trabajo o mi persona sea conocida. El trabajo, nosotros, somos conocidos por lo que sembramos. La vida es un campo a cultivar y cada uno compone su cultivo, yo he hecho el mío y no tengo que decir si lo que yo hago es correcto o no, es la siembra que yo he lanzado la que va a decir y después, cuando yo haya desencarnado, mi nombre será aún más resaltado, pero yo lo recibiré desde el mundo espiritual porque aquí yo no luzco eso y naturalmente que uno siente una satisfacción al ver que te conocen, que te abrazan, que te dicen y que me llaman por teléfono de uno de esos lejanos países y me dicen ¡Hermanito aguanta, aguanta un poco más que necesitamos de ti! Y eso me emociona y es el premio que yo tengo.

P.: ¿Por qué los libros de Amalia Domingo Soler y no otros?
J.A.: Bueno, eso es otra cosa, mira. A mi me vinieron a decir, años antes, que se debía abrir un centro espírita en esta zona (Orihuela), entonces no habían centros espíritas ni en Crevillente, ni Alicante, había en Valencia y en Villena había un centro que, infelizmente, era un centro muy importante en aquella época y que ha ido disminuyendo hasta ahora. La cuestión es que, debido a los libros, que era conocido sobre todo en Cataluña, que fue donde más libros había distribuido, sobre todo de los primeros libros, me dijeron que aquí tenía que haber un centro y que la persona más indicada era yo. Yo contesté que era imposible. Orihuela era un pueblo muy católico, con muchas iglesias, con un obispado, con un seminario, con una catedral entonces importante porque gente del obispado recibía aquí y bueno dije que eso era un disparate y que yo no iba a venir a eso. Finalmente había llegado el momento en que yo ya estaba preparado para recibir y conocer a Amalia Domingo Soler, que yo no tenía conocimiento de ese espíritu y fue cuando ella empezó a manifestarse en mi.
Después del congreso mundial del noventa y dos, yo aún le hacía compras muy grandes al presidente que había en la Federación Espírita Española D. Rafael González Molina, le había hecho una compra de un millón de pesetas de aquella época. Yo repartía esos libros gratuitamente por todos los sitios, siempre con la intención de distribuir el libro gratuito. Por aquel entonces, alguien me había hablado de los libros de Amalia y yo dije ¿Amalia? y le pregunté por esos libros, a lo que contestó: “¡Amalia! Yo no tengo libros de Amalia, ¿quién es Amalia?” hasta que una noche, yo estaba construyendo un almacén para mi hijo porque quería comprarle un camión para que se independizase de la fábrica donde trabajaba, metiera el camión y depositara mercancías y eran sobre las tres de la mañana cuando me despierto con una idea clarísima que dice: “Ha llegado el momento de abrir un centro espírita en Orihuela y lo vas a hacer aquí”, yo pensaba “Esto es un campo” la urbanización Montepinar, estaba todo lleno de piedras, entonces no habían calles asfaltadas y decía ¿cómo va a ser aquí posible? Y fue entonces cuando yo conocí a Amalia, en aquel momento que dijo “Es necesario hacerlo aquí”. Esperé a que llegara el albañil que hacía la obra y le dije: “Antonio, esta puerta que da a la calle no existe o se va a hacer una puerta pequeña”, a lo que pregunta “¿por dónde va a entrar el camión?” Y contesto “El camión no va a entrar más aquí” y el almacén lo convertí en el centro.
Así fue que conocí a Amalia y ella se fue manifestando periódicamente y ella me fue inspirando para que yo recopilara todos los libros, los seleccionara, conforme he hecho, y de catorce libros que llegaron a mi sin buscarlos, muchos de ellos me los mandó Salvador Sanchís, que es un coleccionista de Barcelona, que no le he conocido personalmente. Los libros llegaban a mi y yo de esos catorce libros hice una selección de todos sus artículos, actualizándolos para la época en que vivimos y para el futuro y lo resumí en seis libros y estos son los seis libros de Amalia. A partir de ese momento, me di cuenta que cuando yo tenía dificultades y pensé que había acabado ella venía a mi, yo nunca la he visto, pero yo sentía su presencia que me decía “Amigo mío, este trabajo aún no ha acabado, aún falta lo más importante, tienes que continuar”. Yo mentalmente pero si yo ya tenía setenta y nueve años, me había jubilado a esa edad, no tenía recursos y le dije (mentalmente) “pero ¿con qué recursos?” y sentí como ponía el brazo sobre mis hombros y decía “Tú haz tu trabajo, ten fe y confía en Dios” y así lo hice y es así como he logrado cumplir mi trabajo que era hacer los libros de Amalia, publicarlos gratuitamente, abrir un camino nuevo de luz que cada vez será más intenso porque es el único que existe en el mundo. Hay divulgadores importantes, pero hay varios, en esto no hay nadie, sólo existe uno que es el centro que yo tengo.
Mi trabajo ya había terminado pero yo, ambicioso de sacarle el máximo provecho a mi existencia le dije “Quiero hacer algo más” y ellos decían, “Sí, pero tu ya has terminado tu misión” e insistí en que quería hacer algo más y entonces me alargaron la vida, hasta la fecha de hoy y empecé a hacer los tres libros que yo he hecho “Elucidaciones Espíritas” “Hechos de una Vida” y “Las verdades del Espiritismo”. Ha sido ese trabajo extraordinario después del trabajo que yo tenía que hacer. De esta manera, mientras yo los iba escribiendo, ellos lo debieron ver importante porque según escribía ellos me iban inspirando, abriendo la mente. Yo nunca he tenido cultura, no he ido al colegio, la guerra civil empezó cuando yo tenía quince años y entonces me vi envuelto en aquel conflicto, porque mi espíritu necesitaba de esa experiencia, antes de cumplir los dieciséis que lo hacía el treinta y uno de Octubre del mismo año que empezó la guerra, el treinta y seis.
Me vi sin estudios, sin preparación, sin un oficio y fuera de mi casa, enfrentado, porque yo fui a la guerra voluntariamente. Como digo, me he convertido en lo que soy gracias a esos buenos espíritus que me han ayudado y me están ayudando a cumplir el compromiso que yo adquirí y por eso, Amalia que es la principal y se convirtió en el guía y yo ahora lo reconozco, me ha hecho mucho bien y estoy muy agradecido a ella.

P.: Ya que hablamos de Amalia, ¿A qué se dedica ella en el mundo espiritual?
J.A.: Ella tiene mucho trabajo en el mundo espiritual, sobre todo en que la divulgación del espiritismo, que fue el sueño de ella, que pasó veinte años con grandes sacrificios escribiendo la revista la “Luz del Porvenir”. Su sueño era que la revista llegara a los más pobres, la vendía a una peseta, pero en aquella época poca gente podía pagar una peseta y la iban pasando de unos a otros, republicándose en España y en América. Ella quería que esos escritos llegaran de forma gratuita a todo el mundo y ese era su trabajo, ayudado por espíritus superiores, más elevados que ella y lo ha conseguido a través del trabajo que hemos hecho. Yo, sin saber por qué, fui escogido para cumplir con ese trabajo y me siento feliz de haberlo conseguido y de estar aún dispuesto, hasta el último día que yo pueda estar viviendo esta vida estaré haciendo mi trabajo cada vez con más esfuerzo, que para mi no es esfuerzo, quiero dejar eso bien claro, es una necesidad, porque mi vida sin eso no tiene sentido.

P.: ¿Cuál es la visión de José Aniorte sobre el movimiento espírita en España?
J.A.: El movimiento espírita en España está bastante atrasado porque antes de la Guerra Civil Española aquí había unos ciento sesenta centros espíritas bien dirigidos. Hoy, con casi cincuenta años de represión eso se ha perdido. España era uno de los países primeros donde fue transmitido directamente por Allan Kardec, después de su inicio, pero como aquí no hubo posibilidades, porque no se consiguió nunca restar la influencia religiosa que era muy grande y el catolicismo entró en una especie de lucha contra los escritos de Amalia y esta los enfrentó con valentía y los defendió, todo esto lo retrasó mucho. Hoy está resurgiendo pero con mucho trabajo, con muchas dificultades porque no hay esa base, esa convicción que espero que en pocos años esto vaya aumentando y se vaya recuperando esa fuerza, tantos años perdida porque fue inmovilizada, y que un día se llegue a estar en el estado que estábamos antes. Como el Espiritismo en España estaba ahogado, fue entonces que se trasladó a América, principalmente a México y a Brasil.

P.: ¿Qué piensa de las personas que están en la doctrina pero que no quieren adquirir compromisos?
J.A.: Alguien dijo que todos los caminos llegan a Dios, es verdad, todas las creencias y religiones son necesarias y son buenas, interpretadas por cada uno según en el estado en que se esté. Yo no estoy contra ninguna religión ni contra ninguna iglesia, respeto todas, pero si creo que ha llegado el momento de poner las cosas donde tienen que estar y decir las verdades que durante tantos siglos han estado escondidas. Ha llegado el momento y después de escuchar esas verdades, que cada uno continúe en su creencia. No importa la creencia que se tenga, sino lo que se sienta de ella, lo que cada uno tenga en su interior.
Allan Kardec dice que el verdadero espírita es ese que se reforma interiormente, no es el que habla muy bien y es todo de palabra, sino el que lo sienta, porque hay que sentirlo y hacer que salga de dentro para afuera y no de fuera para adentro.

P.: ¿Cómo ha logrado formar un grupo que se dedique plenamente a este tipo de trabajo divulgativo?
J.A.: En el mundo espiritual, los espíritus ya venimos preparados para en determinado momento cumplir con algún compromiso. Todos los que están conmigo en este centro, primero quiero decir que han pasado cientos de personas que han visto, han escuchado, pero cuando han visto que se ha ido cambiando y se ha ido buscando un compromiso todos han renunciado y se ha quedado en un grupo de seis espíritus que están comprometidos, que cada uno reúne unas condiciones, porque no hay dos almas gemelas, cada espíritu tiene su personalidad, pero todos son necesarios.

P.: ¿Continuarán su obra?
J.A.: Este grupo, de seis componentes, se ha ido comprometiendo y hoy puedo decir que tengo un grupo dispuesto a asumir la responsabilidad y hoy ya puedo regresar al mundo espiritual, porque el trabajo yo lo he empezado y ellos lo van a continuar. ¿Cómo lo he conseguido? Primero con mi propio ejemplo, porque, vuelvo a repetir, jamás le he dicho a alguien que haga algo que yo no he hecho primero. Mi forma de vida, mi forma de ser les ha ido convenciendo. Hoy ellos son independientes, cada uno está en un estado y tiene una comprensión de las cosas, pero en algo sí están unidos, en la responsabilidad que han asumido y en el trabajo que tienen que hacer. Yo les dejo el camino abierto, y sé que ese camino jamás se va a cerrar. Ese camino se hará cada vez más ancho y más luminoso y el centro “La luz del camino” será una luz para el futuro.

P.: ¿Tiene previsto asistir al VI Congreso Mundial que se hará en Valencia?
J.A.: Sí, la mitad de los componentes de este pequeño o grandioso grupo, porque no existe otro igual en el mundo espírita, capaz de hacer lo que ellos están haciendo ya y lo que tienen que hacer, ya tienen reservada su plaza para el congreso, inclusive yo, no se si llegaré, no depende de mi, pero yo ya tengo la plaza reservada.
En ese congreso tenemos un compromiso muy grande y es el de llevar veinte mil libros para distribuirlos gratuitamente. Si yo no lo cumplo, los libros ya están preparados y lo harán ellos.

P.: ¿Cuál es su opinión sobre este Congreso?
J.A.: Creo que el Congreso Espírita Mundial es necesario porque reúne a muchos, es un congreso mundial. Es necesario ese impulso que se da después de un congreso como ese, es diferente, notable. Los que hacemos aquí son para los de casa, porque aún no tenemos las condiciones para hacerlo en condiciones pero creo que en un futuro será así. Además, hay una asistencia espiritual inigualable, todos los espíritus que trabajan en este movimiento están concentrados allí. Es muy necesario y los efectos siempre son positivos.
P.: ¿Existe o ha recibido algún mensaje de Amalia referente a este evento tan importante?
J.A.: No, pero lo que yo se es que ella estará ahí, por supuesto, e inclusive en este ella ha estado aquí junto a otros espíritus como Fernández Colavida, Bezerra de Menezes y otros muchos espíritus conocidos y respetados por todos nosotros.

P.: ¿Le gustaría dar algún consejo para los lectores de nuestro periódico?
J.A.: Yo les diría que aquellos que quieran escuchar, o estén dispuestos a escuchar lo que yo digo, les diría que ha llegado el momento de que la humanidad cambie, que haya una transformación en nosotros, que seamos más fraternales, que seamos más universalistas, que las fronteras no deben existir, existen los paí­ses y las fronteras, pero debe haber una fraternidad. Hemos llegado a un momento en que los más pequeños reciban ayuda de los más grandes, que no hayan más guerras, más injusticias, de las que estamos haciendo y de las que nosotros somos los responsables. El mal no existe, el mal es una creación nuestra, tenemos que comprender esto. Cómo podemos remediarlo, a través de nuestra transformación, ser más solidarios, ser menos egoístas, sacar de nosotros esos terribles defectos como son el orgullo, la envidia, los celos… porque tenemos que respetarnos todos nosotros, respetar las creencias y mirar que cada uno de nosotros participemos de esa transformación, empezando por nosotros mismos. Si queremos o hablamos de esa transformación, pero no nos transformamos nosotros mismos nos estamos engañando. Se acercan grandes acontecimientos, van a ocurrir hechos catastróficos, malos a la vista de los humanos, pero necesarios para que el mundo se transforme en un planeta mejor y que la humanidad del siglo que viene se encuentre una forma de vida mucho mejor que la que se está llevando. Aquel que no quiera apoyarlo, tendrá que seguir su curso evolutivo en otros lugares. Yo puedo asegurar que el cambio de la Tierra ya se ha iniciado y cada día se verá mejor, además científicamente ya se está diciendo. La humanidad tendrá que ser más solidaria y acabar con esas diferencias de razas, etc. sintiendo siempre que no somos ciudadanos de este planeta, somos ciudadanos del Universo y nuestra idea debe ser universalista, fuera de fronteras y de banderas.

P.: Muchísimas gracias por habernos concedido esta entrevista para nuestro periódico.
J.A.: Muchas gracias a vosotros.

Nota de “El Ángel del Bien”
D. José Aniorte, después de terminar la entrevista, nos pidió que transmitiéramos a todos los lectores que aquellos que estén interesados en los libros que editan de forma gratuíta y se pongan en contacto con el centro espírita “La Luz del Camino” los recibirán, para habitantes de España, de forma gratuíta. grupoespirita@laluzdelcamino.com

También queremos puntualizar que anteriormente, en Brasil, también compraba y distribuía libros, junto a su mujer, en hospitales, etc. con lo que su labor no comienza en España, sino años antes en Brasil.

Oscar Aglio Ruano
C.E. Entre el Cielo y la Tierra

Biografía Capitán Lagier

En esta edición, hemos querido hacer homenaje al venerable Capitán Lagier, quien, en 1863, a bordo de “Le Monarch” traía escondido a Barcelona, ya que estaba prohibido, “El libro de los Espíritus” que tanto le ayudó y que tanto ayuda a la gente.

Nos gustaría además concretar que nació a la 1,30 hrs de la madrugada del día 12 de Marzo en Alicante, adoptando el nombre de Ramón Eulogio Bonaventura y apellidado Lagier Pomares Calpena Sánchez y desencarnó en Elche el 28 de Octubre de 1897.

Desde aquí le mandamos nuestro más sincero cariño allá donde se encuentra.


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Muy Sra. Mía y respetable directora: El 28 del pasado mes de Octubre dejó su envoltura corporal a los 76 años de edad, el venerable anciano y querido maestro Don Ramón Lagier y Pomares, uno de nuestros hombres del espiritismo, que han honrado su credo dando a conocer a sus semejantes por sus frutos, del árbol de que procedía. Conocida y pública es la historia de sus hechos, por haber contribuido con ellos, en época gloriosa, a la regeneración de las libertades públicas. Algunos periódicos publican su biografía política y alguno de sus amigos encomian sus virtudes cívicas, atribuyendo los hechos de su vida honrada, a sus ideales románticos. Y si bien en todas esas publicaciones se engrandece su memoria por las virtudes que atesoraba como hombre público, también todos desconocen las causas que lo motivaron.

Don Ramón Lagier y Pomares, nació en la ciudad de Alicante, donde a la sazón vivieran sus padres, pasando sus primeros años en este campo en compañía de sus abuelos maternos, acomodados labradores y a donde se refugiaba su familia por la proscripción de su padre, y en cuyo punto aprendió las primeras letras y también los rudimentos prácticos de labranza. Vuelto de la proscripción su padre, regresaron a la ciudad natal donde amplió su educación con el estudio de la carrera de Náutica y muy joven todavía surcó el Mediterráneo en pequeñas embarcaciones de cabotaje y, también joven, tomó estado creándose una familia. La actividad de hombre trabajador y laborioso le valió a los pocos años mandar un barco propio, pero a los pocos años también, perdió a su esposa, y con ella su barco y capital, quedándose cuatro hijos sin el amparo y calor de su madre, ni el consuelo de sus ascendientes de ambas líneas, que les arrebatara a todos el azote epidémico del cólera. La orfandad en que quedaban sus hijos le alienta a multiplicarse para ellos y suplir con su cariño el que les faltaba en su tierna edad por la muerte de su madre; y en estas circunstancias de su vida se asoció a la compañía de navegación del que fue después Marqués de Comillas, mandando el primer buque de vapor español. Como este nuevo estado de su negocio le apartaba del regazo de los suyos, a quienes tanto quería, determinó llevárselos a Marsella, centro de sus expediciones y en cuyo punto disponía de más días hábiles para poder dedicarse a ellos; colocando a sus dos hijos en un colegio dirigido por jesuitas y a sus dos hijas bajo la custodia de la casa armadora que residía en aquella capital. Su hombría de bien le ganó la confianza de la casa y viento en popa surcó los mares en busca del bienestar de sus hijos a quienes dedicaba todos sus afanes.

Pero procelosa y llena de accidentes ha sido la vida de sus primeros años y cuando mejor andaban sus asuntos y negocios, nuevo golpe le amagaba el destino. En el regreso de uno de sus viajes, encontrose haber muerto uno de sus hijos a consecuencia de violencias sodomitas que emplearon con aquel inocente en el colegio a donde se educaba; y en aquella tribulación de su espíritu, para lacerarle más y hacer más acerba su vida, un anónimo le anuncia que le prostituían a sus hijas en la casa a donde las confiara. Y lleno de dolor y amargura acudió a los tribunales pidiendo justicia y castigo para los perversos, llegando hasta el trono de los Emperadores; y en estas contiendas donde luchó como un titán, perdió la casa a donde se ganaba el pan, su fortuna de algunos años de trabajos y desvelos y su creencia en Dios, que no lo encontraba ya, ni en la Tierra haciéndole justicia, ni en el cielo infundiéndole esperanzas. Había agotado todos sus ahorros y todas sus influencias; le quedaban amargura en el corazón y los últimos maravedises de su fortuna; había mandado a España a sus hijos para que en el calor de la familia aprendieran virtudes que les robaron los sectarios de la religión del amor y de la caridad… Y un día, solo, vagabundo por las calles de aquella Jerusalén para él dolorosa, abrigaba ideas de suicidio que se le acentuaban más a medida que se acercaba la noche; cuando a los primeros resplandores del alumbrado de la ciudad, se fijó en las de un fanal que con gran pompa anunciaba haber llegado “ El libro de los Espíritus”. Se acercó a la tienda pidiendo un ejemplar, y a sus instancias repetidas, el comerciante desclavó el cajón y le dio el primer libro, que fue a hojear en uno de los cafés: y allí pasó largas horas sin que se apercibiera que había quedado solo; y cuando le avisaron de que iba a cerrarse el establecimiento, se levantó con los ojos anegados en lágrimas, pues aquel libro fue el Ángel que Dios le enviaba para salvarle y regenerarle.

Su corazón, ávido de consuelos, los había encontrado en aquel libro que le hizo ver racionalmente que no existía efecto sin causa; que el hombre era el viajero del infinito y del espacio; que el espíritu en su libre albedrío se hacía solidario de sus hechos, a través de la encarnaciones; que su mayor bien dependía de su laboriosidad y bien practicado, lo cual constituía el progreso; y que a Dios, se acercaban sus hijos, por la mayor suma de conocimientos de su obra y por las prácticas del amor y la caridad con sus semejantes.

Fortificado su espíritu con estas enseñanzas, se trazó nuevo plan de vida que ha llevado a cabo con las bondades que todos le reconocen y con las energías propias de un hombre bueno y convencido, que ha penetrado el misterio de la vida del hombre, o sea, de dónde viene, a qué viene, y a dónde irá.

De regreso a la patria, a poco de su llegada, buscó colocación en otra casa armadora, la cual le costó trabajo el adquirir, pues los secuaces de su desdicha, habían esparcido voces de que el capitán se hallaba desequilibrado en sus facultades mentales.
De nuevo surcando los mares, en contacto con las regiones andaluzas de donde procedía su barco, le adquirió amistades con los proscritos de la monarquía por sus ideas de libertad; y como él fuera uno de las víctimas del despotismo y del privilegio, ocasión propicia se le presentaba, asociándose a aquellos hombres ilustres, con los cuales iba a contribuir en cuanto alcanzaban sus medios y energías, al restablecimiento de la justicia en su patria.

Comprometielo con su buque a traer a los hombres de la revolución desde Canarias; cumplió su palabra, y cuando se hallaba la expedición a la vista de Cádiz, aquellos hombre tiemblan y se anonadan, porque ven se les dirige a su encuentro un buque de la escuadra y creen perdidos y fracasados. Instan al capitán para que vise y prepare la huida, pero el capitán Lagier, como otro maestro bíblico, les dirige la palabra desde el puente del buque donde se hallaba; palabra suigéneris que les electriza y conmueve como creídos ¿no veis que lleváis en vuestras ideas la idea de Dios, el que guía nuestros pasos? Elevad vuestros corazones, cantad el hosanna porque la regeneración de la patria es un hecho. Este buque que se nos dirige, viene a anunciarnos el pronunciamiento, tengo de ello intuición; y haciendo maniobrar los señales, el buque contesta y la gente que lo tripula victorea y aclaman la libertad. Cuando pisaron tierra, Cádiz se hallaba pronunciado.

Siguió triunfante la revolución hasta la capital acabando con la monarquía y aquellos hombres que tan en viento en popa navegaron con el Buenaventura, navegando con igual suerte siguieron la del estado. No les siguió el capitán Lagier, que se quedaba con su barco en las aguas de Cádiz lleno de satisfacción porque había sido útil a la causa de la libertad, que era causa de Dios. Esto le bastaba, porque el hombre de sus creencias, que sabe que los honores no hacen del hombre un codo más alto que al sexto de sus semejantes, le basta con su deber cumplido para dar satisfacción a su alma.

Concluida la revolución con el restablecimiento de nueva monarquía y a los hombres que la hicieron, vendiendo sus santos ideales por un plato de lentejas, con este motivo, el capitán Lagier se hizo republicano y alentó a los hombres de la república a que cumplieran como buenos, que con ellos estaba con la misma fortaleza que le animaba su espíritu en los días de la revolución. Pero en aquella época a nueva prueba le somete el destino, viendo desaparecer del mundo de los vivos y en breve tiempo a sus tres hijos, sectos de toda su familia, uno de ellos al poco tiempo de licenciarse de abogado.
Retirose a la sazón a su finca del campo de Elche a dar reposo a su atribulado espíritu, que bien lo necesitaba aquella naturaleza tan combatida por toda clase de elementos. Y surcando la tierra con el arado y plantando arbolitos, se creó nueva familia: la de las plantas, su obra al fin, ya que Dios como a otro Job le privaba de sus más caras afecciones, a él de costumbres tan sencillas y morigeradas, tan cariñoso para con todos, tan amante de los niños.

Pero si Dios le probaba privándole de aquellos placeres, que lo eran de su alma, siempre y después de aquella noche memorable de Marsella, los rudos golpes le cogieron sino contento, resignado y sin desmayar, se decía para consolarse “No hay efecto sin causa”.

Repuesto un tanto de sus últimas tribulaciones con la vida sosegada y tranquila del campo, sus parientes, al verlo tan solo, le instan a crearse nueva familia y por fin, lo deciden, contrayendo nupcias con una joven campesina cuya educación puso a su altura, naciendo de aquella unión un hijo, el cual educado por su padre, heredó sus virtudes y el que en unión de su madre han endulzado los últimos años de su vida.

Apóstol de sus ideas y creencias, las ha esparcido y fomentado hasta sus últimos días, ya en los centros republicanos, como en las reuniones espiritistas, contribuyendo con Ausó y Ramón Alba, al esparcimiento de estas doctrinas en Alicante, Elche y Santapola, en el campo con sus convecinos a quienes también les hablaba de astronomía y agricultura, en la forma y en la claridad y sencillez que acostumbraba.

Respetado y querido de todos en esta ciudad, esta benevolencia a su favor la aprovechaba, cuando reunido con algunos señores que ostentan títulos profesionales, le llevaban en la discusión al campo de la filosofía y con este motivo les hablaba de Kardec y sus doctrinas, y por más que algunos se le sonreían y consideraban aquellas enseñanzas como diocheces del anciano, él, sin inmutarse, seguía discutiéndoles y enseñándoles virtudes que a buen seguro no oyeran ni en el seno de la familia donde debían fomentarse, ni en los centros de enseñanza donde recibieran otra clase de luces. ¿Qué importa el ridículo, decía, si llego a conseguir que una de las semillas que arrojo pueda un día dar fruto, haciendo un hombre descreído y descorazonado, un buen ciudadano? Yo no busco las discusiones, pero el que me las incita me encuentra: yo no he de negar nunca quien soy porque de ello me honro y me debo al Criador por las luces que me concediera, que han llevado la paz y la tranquilidad a mi espíritu endulzando los días de mi vida.

De su fin tuvo clarividencia, pues sin enfermedad que le amenazara, ya al concluir las operaciones de la vendimia, se despedía de sus operarios del campo diciéndoles: esta es la última, ya no volveré más al campo.
El día anterior de su desencarnación se despedía de uno de sus parientes, donde solía pasar algunos ratos, diciéndole: esto se acaba y a la carrera; y al amanecer del siguiente, hizo que su señora despertara a su hijo, porque no quería dejar la vida sin tener el consuelo de tenerlos a su lado y darles el adiós de despedida. Y efectivamente; a los breves momentos, sin agonía, dejaba su envoltura recobrando la libertad que tanto anhelaba.
¡Hosanna al espíritu en progreso! ¡Dichoso el que al dejar su envoltura como el capitán Lagier, lo hace con la conciencia tranquila del deber cumplido!

Su entierro fue una manifestación de duelo en todas las clases sociales que le acompañaron hasta el cementerio. Llevaron las cintas del féretro miembros de la junta del centro republicano, y los presidentes del círculo federal y socialista, cuyo centro de unión le dedicó una corona de pensamientos, acompañando también la música municipal hasta la salida de la población. Y ya en el cementerio los oradores del citado centro encomiaron sus virtudes cívicas en fogosos discursos.

A grandes rasgos, mi respetable directora, cuanto la historia de nuestro hombre, con el objeto de que se conozca que no fue el romántico y visionario de una idea, sino que era hombre de creencias, y que debido a ellas obraba en consecuencia. Mas sobre su vida, nos lo cuenta él mismo en la biografía que publicó “El Buen Sentido” en su número de Octubre de 1883.

Muy querida le era mi amistad y muy caras para mi sus afecciones; Dios que le recompense esta caridad que me dispensaba y dadas mis creencias y convicciones sigo implorando sus luces y protección que no dudo me dispensará desde el mundo de los espíritus.

Cayetano Martínez
Elche, Noviembre de 1897

CARTA ENERO 2010

Esta oración es transcrita de una revista titulada “Voz informativa del Espiritismo”
que yo recibía de Mexico en el año 1972, la cual me puso en contacto con espíritas españoles.

Mª Luisa López Martínez


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Padre Nuestro que diriges los Universos,
glorificado sea tu nombre;
vénganos tu luz;
hágase tu voluntad así en la Tierra como en el infinito.
Oriéntanos para que evolucionemos.
Guíanos hacia la verdad.
Encamínanos para la moral pura.
Que sepamos ser justos;
Perdonar a nuestros deudores,
como tú perdonas nuestras deudas;
Tolerar a nuestros ofensores,
como tú toleras nuestras ofensas;
ser indulgentes para con los defectos del prójimo,
como tú lo eres para los nuestros,
y amarnos unos a otros como tú nos amas a todos.
No nos dejes caer en tentación, ni alejarnos de la honestidad.
Líbranos del mal; principalmente de la cólera, el odio, de la avaricia, del egoísmo, de la envidia, del orgullo y de la vanidad.
Indúcenos a ser buenos y desear para los demás,
lo que deseamos para nosotros,
Para rescatar nuestras faltas con todo el bien que podamos hacer.
Inspíranos Señor, para que practiquemos la Caridad,
tal y como tú lo deseas.
¡Oh Dios! Somos esclavos del pasado y señores del futuro;
esto es, artífices de nuestra propia felicidad,
En las vidas futuras, a costa de buenas acciones que en esta hagamos;
Que practiquemos actos buenos, como regla y no como excepción.
En relación a nuestros enemigos, seamos como el sándalo que perfuma el hacha que lo hiere.
Así sea.

EDITORIAL ENERO 2010

¡Ya llegó el 2010! Y con él, un año nuevo lleno de oportunidades, lleno de trabajo y de buenos propósitos, todos realizables. Al comenzar el año, más que proponernos nuevos retos, deberíamos hacer recuento de todos aquellos que hemos logrado o que se nos han quedado a
mitad en los 365 días anteriores. Con esto me refiero a ese querido examen de conciencia que nos enseña San Agustín en la pregunta 919 de “El libro de los Espíritus”, ese inventario que las empresas hacen para contabilizar sus pérdidas y ganancias.
No debemos olvidar que todos somos los dueños, los jefes de nuestra empresa íntima, la del alma. Al reencarnar firmamos el contrato de gerentes de nuestras propias vidas y este incluye una serie de de responsabilidades que, al llegar el final de la encarnación, repercutirán en nuestra nómina espiritual, dependiendo de si hemos o no cumplido con nuestro trabajo.
Además, este año tenemos un “trabajo extra” el del VI Congreso Espírita Mundial que, como ya sabéis, se celebrará del 10 al 12 de Octubre en Valencia.

Sabemos, por experiencia, que el Espiritismo da consuelo a quien no lo tiene, ánimo al que lo perdió, conocimiento al que lo busca y amor a todo el que se arrima a él, independientemente de su sexo, raza, religión, estatus social, etc. ¡Que triste es ver a las personas mayores, que no conocen la realidad espiritual, esperar día tras día a que llegue el fin de su existencia sobre la Tierra! ¡Que desconsolador es ver a las familias llorar por la pérdida de sus familiares más queridos, a causa de una enfermedad, accidente o catástrofe!

Démosles una explicación perfectamente lógica, como es toda la enseñanza espírita, hablémosles a la razón y al corazón y ellos encontrarán el consuelo que necesitan.
Semana tras semana lo vemos en nuestro propio centro espírita, personas que decían “no creer”, que “nada existe más allá de la materia” que “buscan pruebas” las obtienen, sólo hay que saber buscarlas. No nos cansaremos nunca de decirlo “La doctrina Espírita es totalmente actual” llena de profundas enseñanzas que los buenos espíritus supieron hacernos llegar. ¡Aprovechémonos de lo que se nos da!

A través de nuestro “Ángel del Bien” es que contribuimos con la obra de los buenos espíritus, escribiendo páginas humildes que ayuden a corazones necesitados.
Este año redoblaremos nuestros esfuerzos para que este Ángel llegue a más lugares iluminando con la antorcha del Espiritismo.

¡¡Feliz año 2010!!