martes, 9 de diciembre de 2014

La riqueza

La riqueza


En nuestro mundo, en donde predominan los valores materiales, la riqueza ocupa un lugar preferente, y los seres humanos en general, salvo excepciones, la desean y la buscan, no obstante, sólo un sector minoritario se beneficia de ella.

¿Por qué es tan atractiva la riqueza?. La razón es que permite conseguir todo lo que ofrece la sociedad de consumo, que es mucho más de lo que puede asimilar la persona más exigente, dada la multiplicidad de aspectos, a cual más sugestivo, que ejercen una poderosa influencia en todo aquel que se sumerge en esas sensaciones.

En apariencia, se considera muy afortunado al poseedor de la riqueza, pero la realidad es muy diferente, toda vez que el ser humano es un espíritu inmortal, que tendrá que responder de sus actos, una vez concluida su etapa terrenal.

La riqueza es una dádiva del Creador, para que su poseedor haga un buen servicio de ella, no empleándola con fines egoístas y placenteros, sino en beneficio del progreso y ayuda al prójimo necesitado.

La riqueza como tal no es mala, todo depende del uso que se haga de ella, y la mayoría de los ricos caen bajo los efectos de la fascinación, ya que se consideran propietarios absolutos de cuanto poseen, cuando no son más que administradores, a los que Dios puede retirar sus bienes en cualquier momento.

Jesús en una parábola que figura en el Evangelio: Lucas 12: 16 al 21, manifestó:
“La finca de un hacendado dio una gran cosecha, hasta el punto que no tenía donde almacenarla, así que decidió ampliar sus graneros, para meter en ellos todas sus cosechas.

“Calculó que tenía bienes almacenados para largos años, así es que pensó en descansar, comer, beber y pasarlo bien, pero Dios le dijo: ¡Insensato!, esta noche se te pedirá tu alma, y entonces ¿para quién será lo que has acaparado?. Así sucederá al que atesora para sí y no es rico a los ojos de Dios”.

Dada la imposibilidad de que todas las personas sean ricas al mismo tiempo, la Providencia reparte la riqueza por turnos, a cada uno en su momento, en la larga serie de reencarnaciones necesarias al espíritu para su  evolución y así nadie se queda sin la oportunidad de experimentar esa situación, no obstante, superar con éxito la prueba de la riqueza, muy pocos lo logran, por ello, según el Evangelio: Mateo 19: 24, Jesús manifestó: “Es más difícil que un rico entre en el Reino de los Cielos, que un camello pase por el ojo de una aguja”.

Cuando por una herencia o un premio en el juego la persona se convierte de la noche a la mañana en rica, lo acepta con mucha alegría e ilusión, pero en caso de perder la fortuna, muy pocas personas lo asimilan con resignación.

Un Patriarca de la antigüedad, de nombre JOB, era un hacendado que  por diferentes circunstancias perdió todos sus bienes, no obstante aceptó humildemente su destino y orando a Dios, manifestó: “Señor, Tú me lo has concedido, Tú me lo has retirado, que se haga Vuestra Voluntad”.

Se califica al rico por los muchos bienes materiales que posee, pero el verdadero rico, no es el que más tiene, sino el que menos necesita.

Cuánto más liberado de lo material esté el ser humano, más fácil será su camino para alcanzar la plenitud espiritual.  El apóstol Pablo, consciente de su destino transcendental expresó: “Nada trajimos al mundo, nada nos vamos a llevar, así que suficiente es, atender al alimento, el vestido y un lugar para el descanso”.

El mayor tesoro no es el material que es perecedero, sino el tesoro espiritual, que es eterno, en los mundos maravillosos que el Creador tiene dispuestos, para todos los que se esfuerzan por su renovación moral, cumpliendo las enseñanzas de Jesús.

Por ello el Espiritismo consuela y esclarece a todos los seres, con amplia perspectiva de futuro, que no se impresionan por el espejismo de la riqueza temporal y cifran su confianza y esperanza en Dios, y en la eternidad del espíritu, en progresiva evolución hacia la perfección.
C.E.y.D.E

domingo, 23 de noviembre de 2014

La gratitud

La gratitud



La gratitud es uno de los sentimientos que menos nos trabajamos habitualmente. Tendemos a pensar que la gratitud es un sentimiento consecuencia de recibir un bien o un favor, pero pocos ven la gratitud como una actitud que necesita cultivarse en el día a día.

Muchas veces, no nos mostramos agradecidos pensando que no tenemos nada que agradecer, cuando realmente lo que ocurre es que nos falta la actitud de gratitud ante la vida.

La gratitud es a la vez un sentimiento que trae luz y calor a nuestro interior y una emoción exterior, que en ocasiones incluso es capaz de hacernos cambiar nuestras pautas de comportamiento con la finalidad de mostrar agradecimiento.

Reflexionemos sobre la gratitud y comprendamos su profunda influencia sobre la psicología humana, su relación con la alegría, la esperanza y la fe, su oposición al orgullo y al egoísmo, y la necesidad de cultivarla.

Gratitud y alegría
Todos los aspectos o sucesos que nos ocurren en nuestra vida tienen algo que debemos agradecer por nuestra parte. Ver esto es fundamental para cultivar la alegría a través de la gratitud en nuestro interior. De esta forma, no necesitamos nada material para tener gratitud en la vida. Únicamente debemos hacernos conscientes de todo lo que nos es dado y que todo lo que tenemos a nuestro alrededor empezando por nuestra vida, es todo lo que necesitamos realmente para nuestro adelanto espiritual. Realmente no poseemos nada, somos usufructuarios de todo lo que tenemos, puesto que nada es nuestro para siempre, salvo nuestras conquistas íntimas. Cada minuto de nuestra existencia es una victoria de la vida como generadora de experiencias sobre las tinieblas de la ignorancia y por lo tanto, cada minuto es motivo de alegría y gratitud. De esta forma, la gratitud muestra la capacidad de estar alegres sin motivo especial alguno.

La pérdida que nos genera tristeza de forma natural, no debe alterar nuestro estado de gratitud. Podemos estar tristes, naturalmente, pero agradecidos, puesto que de todo se aprende. Todas las pruebas de la vida tienen un porqué y un objetivo para nuestro adelantamiento moral, la mayoría de las cuales fueron programadas antes de nuestro nacimiento, en la fase de preparación de la actual encarnación, y nos fueron presentadas para nuestro consentimiento. Muchas veces, cuando renegamos de nuestra suerte, estamos renegando de aquello en que nos comprometimos y por tanto, estamos fallándonos a nosotros mismos y toda la espiritualidad que tanto esfuerzo realiza por nuestro adelanto. Debemos agradecer todo el bien y el mal que nos ocurre, porque el verdadero mal es no agradecer y despreciar todas las oportunidades de crecimiento. Desde este punto de vista, la ignorancia primero ataca a la gratitud, nos ciega ante la realidad y luego nos lleva al egoísmo.

Gratitud, orgullo y egoísmo
No se puede ser grato y egoísta a la vez en la misma circunstancia.

Si no ves la forma de dejar de ser egoísta piensa en cómo actuarías siendo agradecido, practícalo y aprende. Si tenemos necesidad de comportarnos egoístamente, es porque nos falta la seguridad que nos da el conocimiento espiritual de la gratitud por saber que estamos protegidos, apadrinados por la espiritualidad superior.
La gratitud, por los sentimientos de unión que genera, es contraria al orgullo. Nos cuesta ser gratos con quienes más orgullo desarrollamos hacia ellos. Nuestro orgullo se debilita cuando tenemos que agradecer algo y muchas veces nos cuesta tanto que casi somos incapaces de hacerlo. El orgullo puede no permitirnos recibir una ayuda simplemente para luego no tener que agradecer. La gratitud es por tanto un gran enemigo del orgullo porque tiene la fuerza de destruirlo desde dentro, por la fuerza del deber y su falta puede considerarse un buen indicador del nivel de nuestro orgullo. La gratitud es, por tanto, una demostración de humildad.

El orgullo espiritual, tan difícil de descubrir a veces, se destapa claramente cuando somos incapaces de ser agradecidos ante un acto hacia nosotros de caridad, un buen consejo o una enseñanza que podamos recibir. Nuestro orgullo espiritual, ante una circunstancia o mensaje esclarecedor, a veces se siente agredido y hace que nos cerremos a su entendimiento para evitar que nos sintamos agradecidos.

Este orgullo nos hace pensar que sabemos todo y que poco tenemos que agradecer al que predica por el ejemplo. La capacidad de agradecer nos acerca a los demás y nos habilita para escuchar de forma más activa, con mayor implicación.

El orgullo que manifestamos en nuestro hogar también se descubre cuando analizamos los sentimientos de gratitud hacia nuestra familia. ¡Cuántas veces somos ingratos con nuestros padres porque nos creemos con derecho a recibir todo lo que nos dan! Somos ingratos con nuestros hijos cuando no valoramos su esfuerzo o nos imponemos sobre ellos en base a nuestra posición de adulto dominante.

El mandamiento de honrar a tu padre y a tu madre sólo se puede cumplir demostrando gratitud hacia ellos. Este agradecimiento nos permite ver el deber donde otros ven una carga. De la misma forma, la gratitud hacia Dios nos impulsa a cumplir nuestro deber ante las vicisitudes de la vida como la mejor forma de agradecimiento por todo lo concedido.

Gratitud y reforma moral
El sentimiento de cumplir con el deber como muestra de agradecimiento, es una verdadera palanca que nos impulsa hacia la reforma moral.

En ocasiones un espíritu endurecido en el error, alcanzando la hastiedad, no encuentra forma alguna de practicar el bien en su desesperación. El dolor llega a ser tal que en un momento de lucidez pide ayuda de corazón y es ayudado. Desde ese momento la gratitud será la palanca que le motivará para cumplir el deber como necesidad de agradecimiento. Sólo cuando se siente en deuda ayudado descubre la necesidad de ayudar, cuando siente la ayuda recibida se propone esforzarse para dar. Se siente en deuda y empieza a sentir el deber que le espera. La necesidad de cumplir el deber como agradecimiento empieza una espiral de buenas acciones que desembocará en su propia rehabilitación. El bien llama al bien en un circuito infinito que nos llevará juntos de camino hacia la eternidad.
Gratitud y esperanza
La gratitud es un remedio de muchos males porque nos permite cambiar el punto de observación desde una perspectiva más espiritual. Cuando nos quejamos mostramos nuestra falta de gratitud, porque si la queja demuestra un mensaje de insatisfacción a los que me rodean o hacia Dios, la gratitud es un mensaje de satisfacción que alimenta la esperanza.

Si no sabes dejar de quejarte, cambia de actitud y se agradecido. No es posible quejarse y dar gracias a la vez. La queja es un reclamo del que no tiene suficiente mientras que el agradecimiento muestra la satisfacción del que tiene esperanza.

La queja constante sobrecarga a los demás mientras que siendo agradecidos les damos fuerzas para que sigan cumpliendo con su deber.

Análogamente con la queja, no podemos criticar a quien me inspira agradecimiento. Agradezcamos y no critiquemos puesto que todos estamos justamente en la posición en que merecemos estar y nuestro futuro dependerá de la calidad que alcancemos en nuestras relaciones humanas.

Gratitud y Fe
Mientras que la Fe Ciega puede convivir sin la gratitud y sin amor, alimentada por el miedo y el desconocimiento que brinda la ignorancia, la Fe Razonada, al contrario, se desarrolla ante el asombro creciente que nos brinda el Conocimiento. Esta iluminación que produce el Conocimiento sobre la conciencia, despierta la gratitud hacia el Creador alimentando la Fe que llamamos razonada, al sustentarse completamente en la ciencia. Por lo tanto, la Fe no existe sin gratitud hacia el Creador. La gratitud a Dios es la palanca que nos eleva espiritualmente conforme interiorizamos la necesidad de cumplir nuestro deber como agradecimiento. Conforme más agradecidos nos sentimos hacia Dios mayor es el deseo de entregarnos a su causa, desprendiéndonos de nuestros intereses, posesiones, ego, etc.

La gratitud es el impulso que nos empuja a desprendernos y a cumplir el deber en todos los niveles espirituales por los que vamos avanzando.
Demos gracias en todo momento.

José Ignacio Modamio
C.E. "Entre el Cielo y la Tierra"

viernes, 21 de noviembre de 2014

Depresión: visión médico-espírita

Depresión: visión médico-espírita



La depresión es la segunda enfermedad mental que más prevalece en el mundo, sólo superada por la ansiedad y afecta del 2 al 19% de la población mundial, representando el 30% de las consultas en las diferentes especialidades médicas, debido a los innumerables síntomas físicos que produce, que llevan a la persona al médico o a otro profesional de la salud, muchas veces sin sospechar de que se trata de depresión.

Emociones naturales
Normalmente se confunde tristeza con depresión. La tristeza es una emoción natural, que debe ser vivida y que produce un movimiento en el alma. Las emociones son como un río, que cuando fluye de forma natural nutre los márgenes y genera vida a lo largo de su flujo y recorrido. Pero cuando hay una barrera en el río, un lado sufre inundaciones y el otro se seca. Así ocurre también con las emociones. Cuando se viven con la comprensión de su función psico-afectiva, ayudan al movimiento del alma y pueden ser extremadamente beneficiosas. La tristeza, según la autora brasileña Marta Medeiros, es el “trastero donde revolvemos nuestras cosas guardadas”. El alma también tiene un cuarto donde guardamos pensamientos, sentimientos, sueños, experiencias traumáticas, idealizaciones y proyectos, entre otros, que nos requieren atención. Cuando miramos hacia lo que nuestra tristeza revela, estamos caminando en el sentido del autodescubrimiento, de la autosuperación y del autodominio, esenciales en el proceso evolutivo. Como en el luto, por ejemplo, en que la tristeza natural nos ayuda en el proceso de adaptación y desapego, fundamentales para el establecimiento de nuevos ciclos y fases de crecimiento personal.

Vivimos en una era de grandes desafíos emocionales. La crisis de valores éticos y la desconexión consigo mismo y con la vida, lleva al ser humano a sentirse desamparado y a encarar las emociones como enemigas, buscando formas de anestesiarlas. Muchas personas acuden al médico queriendo medicarse contra la tristeza, mediante antidepresivos y ansiolíticos, en un proceso de alienación de sí mismos.  Es cierto que hay medicamentos que pueden ayudar a pasar una fase de luto, por ejemplo. Sin embargo, la tristeza no es depresión y es necesario vivirla, sentirla y superarla, dando lugar a una nueva fase de alegría, que también pasará a su vez, dando lugar a otra fase de tristeza, así como la naturaleza tiene sus estaciones de verano e invierno que pasan, generando movimiento y vida.
Señales y síntomas:

La depresión es mucho más profunda que la tristeza y se caracteriza por los siguientes síntomas, según el CID10 (código internacional de las enfermedades) y el DSM4 (Manual de diagnóstico y estadística en salud mental):

- Estado depresivo: Sentirse deprimido la mayor parte del tiempo, por lo menos dos semanas.
 - Anhedonia: Disminución del interés o pérdida del placer de realizar actividades rutinarias.
- Sensación de inutilidad o culpa excesiva, que afecta a la mayoría de los pacientes.
- Dificultad de concentración: Habilidad frecuentemente disminuida para pensar y concentrarse.
- Fatiga o pérdida de energía.
- Trastornos del sueño: Insomnio o hipersomnia prácticamente diarios.
- Problemas psicomotores: agitación o retardo psicomotor.
- Perdida o aumento significativo de peso, en ausencia de dieta.
- Ideas recurrentes de muerte o suicidio (lo que caracteriza, por sí solo, depresión grave).

La etiología (causa) de la depresión, de acuerdo con la Medicina, es multifactorial, involucrando factores genéticos, bioquímicos (deficiencia de neurotransmisores específicos), hormonales y factores psicosociales. Puede ser primaria, sin factores orgánicos que lo expliquen, o secundaria, cuando es resultado de alguna enfermedad como el hipotiroidismo, por ejemplo.
Entre las posibles causas biológicas de la depresión primaria podemos citar, una dieta deficiente en aminoácidos específicos necesarios para la formación de neurotransmisores, la falta de actividad física (que produce endorfinas, substancia responsable de la sensación de placer) y tomar el sol (responsable de la formación de vitamina D y de la vitalidad orgánica).

Desde el punto de vista psico-espiritual, sabemos que el espíritu controla el cuerpo por medio de las corrientes de pensamiento y sentimiento que operan en el universo subatómico, activando genes y controlando su funcionamiento, tal como lo explica benefactor Andrè Luiz. Esto ha sido confirmado por investigaciones recientes en el campo de la epigenética, que demuestran que una serie de moléculas presentes en la membrana celular y en el núcleo, así como en el citoesqueleto del citoplasma, actúan regulando la expresión de los genes y por lo tanto la vida orgánica. Sólo el 20% de los genes están permanentemente activados. El otro 80%, entre los cuales se encuentran los genes de la depresión, tienen que ser ligados y desligados por mecanismos biomoleculares complejos que controlan la célula. Moléculas que son formadas en el organismo por la interacción de los sistemas o derivadas de la dieta y de las substancias ingeridas o absorbidas por el organismo. De tal forma que el individuo no es esclavo de su genética, sino señor de su cuerpo, controlándolo a través de patrones de pensamientos y sentimientos conscientes o inconscientes que actúan en el universo atómico, regulando las moléculas organizadoras de la genética celular.

Causas psicoespirituales
Necesitamos, por lo tanto, conocer esos patrones psico-espirituales, que están en la base del proceso depresivo. Según la benefactora Joanna de Ângelis, podemos enumerar algunas posturas del alma que causan la depresión:

1.- Nostalgia debido a experiencias felices o a pérdida de bienes, dádivas de placer o alegrías.
Cuando nos quedamos presos de lo que ya pasó, negándonos a separarnos, adaptarnos o crecer, se puede establecer en el alma un proceso de fijación malsana con el pasado, de naturaleza autodestructiva, ya que la vida es crecimiento y expansión continuas. Esta va desde la fijación en las relaciones, etapas felices, vidas pasadas y experiencias traumáticas hasta negarse a dejar de lado patrones, en la tentativa ilusoria de mantener la permanencia en un universo imperante, en continua expansión.

Muchas veces lo que hay es una postura de rebeldía espiritual, en la que el individuo quiere vivir la vida a su manera, sin comprensión de las leyes del universo. Por detrás de esta postura hay una “voz consciente o inconsciente que le dice: ya que no tengo la vida que quiero, no acepto la vida que tengo”.

Gran parte de las personas tratan con la vida y con Dios como si el Padre fuese el mayordomo y tuviese que servir a sus hijos, al revés de educarlos. Exigen, chantagean, piden y si la vida no les ofrece lo que pidieron, de la manera cómo lo pidieron, entonces se revelan, a veces silenciosamente, cerrándose hacia el movimiento de expansión y adaptación necesarios al progreso. Se olvidan de que la vida es abundancia de amor y recursos, siempre lista para ofrecer lo necesario y lo esencial. Sin embargo, frecuentemente le pedimos a la vida lo que deseamos, lejos de lo esencial y así desconectamos de la propia alma. Desánimo, base de la depresión, significa desconexión con el alma (ánima, del latin, alma). Es necesario, por lo tanto, reconocer que la vida no se equivoca de rumbo y que estamos todos inmersos en el amor divino incondicional, que nos conoce íntimamente. Cuando las experiencias de la vida nos visitan, son atraídas por nuestras necesidades, deseos y posturas interiores (que están en la posibilidad de nuestro control) o establecidas por la sabia planificación reencarnatoria que objetiva nuestra madurez espiritual. Conviene que aprendamos esto a fin de aceptar la sabiduría de la vida y seguir el flujo de amor que nos quiere despertar hacia la vida infinita.

2.- Prisionero en el sentimiento de piedad por sí mismo, falta de fe en sí mismo y en Dios.
El victimismo es el camino más rápido hacia el fondo del pozo. Creer que los responsables de nuestra infelicidad son los otros y no nosotros mismos, nos lleva a un estado de paralisis del afecto y del crecimiento personal. Nadie nos puede perjudicar sin nuestro consentimiento, porque los otros actúan como quieren, pero nosotros interpretamos los hechos conforme a los valores y al significado que tiene para nosotros. Como decía Nietsche: “No existen hechos, sino interpretaciones”. Cuando cambiamos la forma de ver la vida, la vida se renueva. Si nos ofrecemos lo que es esencial y nos miramos con los ojos de amor del Creador, las circunstancias pueden abatirnos, pero nada nos puede paralizar. Hay que creer en sí mismo y verse como un digno hijo de Dios, lleno de posibilidades y recursos. Si la culpa se instalase, es fundamental evitar el remordimiento, hijo del orgullo, que paraliza el alma, conduciendo al sufrimiento innecesario y a la depresión, y acoger en el alma el arrepentimiento, hijo de la humildad, que lleva a la reparación por medio del bien y a la madurez.

3.- Encerrarse en sí mismo como defensa para no tener contacto con sus dolores.
Las heridas del alma duelen de todos modos. Huir de ellas no nos exime de sentir su efecto. Cuando no encaramos nuestras heridas, duelen profundizándose. Cuando las encaramos y cuidamos de nosotros mismos, duelen cicatrizando. Somos nosotros quienes elegimos el dolor que mata o el dolor que cura.

4.- Consecuencia de los movimientos de represión, tristezas, incertidumbres, miedos, celos, ansiedades, están en la base del proceso.
Los sentimientos de carencia, posesión y celos son expresiones del ego superficiales, para las que las la psicoterapia encuentra recursos de protección, promoviendo el perdón (sin el cual no hay cura) y el autodescubrimiento. Sin embargo, cuando miramos hacia lo que es esencial en el alma, sólo hay un lugar para un sentimiento: gratitud. Independientemente de lo que hemos vivido, tenemos todo lo que necesitamos, somos capaces de conseguir la autosuperación y el autodominio. Si honramos la vida que vibra en nosotros, nos inclinamos agradecidos delante de las fuentes que nos la ofrecieron, nuestros padres biológicos, y percibiendo su amor podemos abastecernos de lo que es esencial. Cuando el árbol tiene raíces en el suelo soporta tempestades y produce en abundancia. Nuestros padres son el suelo de la vida, amor que representa el amor de Dios junto a nosotros. Incluso cuando nos hayan hecho daño, nos han dado la vida, que es infinita y suficiente. Si nos fijamos en esta vida y en este amor, tenemos lo que es esencial y dejando la crítica y el victimismo, encontramos la fuerza, el vigor y la alegría de vivir.  

5.- Negación del amor y exigencia de ser amado.
La carencia afectiva es la consecuencia de la desconexión con nosotros mismos y con Dios. El amor que nos hace falta no es el amor que no se tiene y sí el que se guarda en la intimidad del alma. El amor es la estructura de la vida. Vibra en nosotros como la Naturaleza. Está oculto en lo más profundo de nosotros como el diamante en el seno de la tierra. Hay que cavar en las capas del ego que lo esconden permitiendo que salga a la superficie y haga brillar la luz de Dios que hay en nosotros, de manera singular y efectiva. El amor que viene de fuera es atraído por el amor que nace de dentro.
Además de estas (y muchas otras) causas, añadiremos los fenómenos obsesivos espirituales, que pueden causar o agravar la depresión. Como la mente es una antena que emite y capta ondas específicas, de acuerdo con el libre albedrío del espíritu, estamos en todo momento conectados con aquellos que afinizan y sintonizan con nosotros, no sólo mediante la onda mental irradiada, sino sobre todo por el sentimiento cultivado en el alma. Estos funcionan como ganchos psíquicos que nos conectan a los espíritus que se sienten de la misma manera que nosotros o que manipulan nuestra mente y vida emocional, al servicio de la venganza, envidia o deseo de poder. Para vencer la obsesión, el camino es el del autoconocimiento y el de la renovación moral que modifican nuestra sintonía con la vida.

Tratamiento  
El tratamiento para la depresión consiste en una dieta equilibrada, tomar el sol de 10 a 15 minutos diarios, ejercicio físico (muchas veces supone un gran esfuerzo para la persona con depresión, que no consigue ni siquiera salir de la cama o de su casa y necesita el apoyo de la familia y amigos para conseguirlo), uso de medicamentos específicos y psicoterapia, así como tratamiento espiritual.
Los fármacos antidepresivos actúan en el sistema nervioso central, afectando a las sinapsis, la comunicación entre las neuronas, provocando que el nivel de neurotransmisores se altere modificando el humor. Son recursos necesarios en la depresión de moderada a grave (la leve se puede tratar sólo con psicoterapia), que alivian y aportan al enfermo condiciones para beneficirse del bienestar físico que posibilita aprovechar mejor el trabajo psicológico de autoconocimiento y autosuperación, para lograr la cura.

La psicoterapia deber ser la que ayude al individuo a salir del victimismo y asumir la vida con consciencia de su poder real, el del afecto, ayudándole a conectarse con el amor real y esencial.
El tratamiento espiritual consiste en la renovación moral, además el individuo pude beneficiarse de la fluidoterapia a través de los pases, que renuevan las energías del cuerpo físico y del periespíritu, del agua fluidificada, que se transforma en un medicamento saludable ofrecido por los buenos espíritus en nombre de Dios.

Beneficiándose de todo esto, la persona podrá comprender que la depresión es un estado pasajero de desconexión con el alma y con el amor, que invita al ser a la autotransformación por el poder del amor. El estado natural del hombre es el de la alegría de vivir, en sintonía con la abundancia del universo y el amor incondicional del Padre. Ante esto solo cabe el esfuerzo de hacer de la vida la mejor posible, en el cumplimiento de los deberes y en el crecimiento continuo albergando en el alma la postura de la gratitud, con humildad y alabanza, diciéndole a la vida: “Sea hecha, Señor, tu sabia y amorosa voluntad”.
Andrei Moreira
 Andrei Moreira es médico formado en la Faculdad de Medicina de la Universidad Federal de Minas Gerais. Especializado en homeopatia. Presidente de la Asociación Médico-Espírita de Minas Gerais, desde 2007.

martes, 18 de noviembre de 2014

Espiritismo sin fronteras

Espiritismo sin fronteras

Las voces del infinito vinieron a dar tea a nuestra oscuridad. Con sus voces de fuego, reavivaron la chispa de nuestra eternidad. Como un nuevo Pentecostés, libre de la censura eclesiástica, libre de su intento de dominio, como si sólo fuera cosa de santos o propio del genio maligno. Estas voces amigas, hermanas, queridas, son las de los seres que abandonaron esta vida antes de nosotros. Que nos aguardan.

Ellos hablaron a los corazones, trajeron luz al siglo de la incertidumbre, de la incredulidad, el de la muerte de Dios, la muerte del dios que ya no servía, pues es el fin de la época de sumisión y vana servidumbre. La humanidad ha crecido y se rige por su propio raciocinio. Tiene cultura, cosa que no tenía antes. Tiene posibilidad de verificar lo que les dicen, cosa que antes era imposible; el dogma acampaba por todas partes.

Estas voces queridas, libres ya para la comunicación continua, trajeron a la humanidad el clamor de la nueva esperanza. La que tanto había sido sepultada y que sólo unos pocos conocían. Fuera logias, fuera secretismos. ¡A plena luz del día!

Las religiones que violaron su mensaje de amor fraternal, cerniendo muros insondables, se desquebrajaban ante las verdades que ellas en sí contienen. Recordadas por los seres de ultratumba.
Nació el espiritualismo moderno, Espiritismo bautizado por Allan Kardec, el codificador de los mensajes que llegaban por doquier. Y las viejas pasiones reprimidas rompieron los yugos que las mantenían subyugadas. Europa se cernía en múltiples revoluciones y guerras. Pues todo era cambio en el siglo XIX, el siglo de su nacimiento.

Se habló de la religión de los espíritus, craso error, nada nuevo traía el espiritismo, sino desbancar las falsedades añadidas a los credos ya existentes, debidos a la mano humana, interesada en mezclar los intereses políticos con las directrices de sus religiones. Los espíritus hablaron del fin de la esclavitud, del fin de la pena de muerte, de verdadera igualdad entre hombres y mujeres, de la necesidad de un mundo más justo a través de la educación universal, la cual había de asentarse más en la comprensión y estimulación emocional, que en la adquisición alocada de conocimientos impersonales.

No habló de un credo superior a ninguno, ni de la necesidad de ser religión; filosofía espiritualista puso Kardec en el frontispicio del libro clave: Libro de los Espíritus; y dijo que era ciencia, pues los nuevos tiempos ya eran llegados.

Cualquier persona, sea cual sea su credo o no credo, podía abrazar los postulados base del espiritismo. Pues su voz era clara y contundente, maciza; lejos de la melifluidad de otras doctrinas.
Hoy día hay corrientes que se engañan y tratan de hacer religión al espiritismo. Cuando éste es de todos y todas, no sólo de un credo, sea el que fuera. Jesús es un modelo a seguir según la respuesta 625 del Libro de los Espíritus, pero ello no indica nada más al respecto. Para el espiritismo no es Dios, sino un enviado. Y se nos presenta su doctrina depurada de los intereses mundanos, como una base racional para guiar nuestra conducta. No como la única posible, sino que en ella, tal cual la explicaban los espíritus, se halla la esencia de todas las demás habidas. Pues se va a la pureza de la enseñanza: la pureza del mensaje de Jesús, la del profeta Mahoma, la de las máximas de Confucio, o de la sabiduría de Buda, etc. Sin ser ninguna tal cual las conocemos lo que el espiritismo nos revela. Siendo todas respetables, pero con la mira puesta en la existencia clara de un mundo extracorpóreo; que el espiritismo demostraba con fehacientes hechos y datos, dado su carácter científico: en los investigadores serios que no se arredraban ante las inconveniencias de un paradigma científico todavía precario, para poder abarcar toda la riqueza que nos proponían los efectos investigados.

Dados estos hechos, la posibilidad de la comunicación con nuestros seres queridos, éstos se comunicaban según habían sido, pero con su concepción un tanto maravillada ante los nuevos hechos que vivenciaban en el otro plano. Ahí al comunicarse, seguían con sus antiguas creencias, pero con matices diferenciados. Algunos se sentían engañados, por su falso celo en actitudes premiadas por los humanos, pero no acordes con la “justicia divina”; justicia muchas veces de sentido común, que cualquiera lejano del fanatismo sabe aprehender cabalmente. Y muchos sentían liviandad, al ver que era todo mucho más hermoso de lo que pensaban. O sentían pesar si su actitud había sido mezquina para sus allegados.

He aquí la grandeza de esta gran enseñanza espiritual. El Consolador Prometido, en palabras de Jesús. Pero no únicamente para los cristianos, sino para todos, sean cuales fuera su credo. Pues la hermandad más allá de la muerte, la libertad de elección del libre albedrío, la posibilidad de comprender, conocer y estudiar, hacen esta filosofía espiritualista, todo un compendio que aglutina el buen hacer de todo librepensador/a.

Corazones listos para el amor, mentes dispuestas para la comprensión. Ser humano en evolución.

Jesús Gutiérrez Lucas

martes, 23 de septiembre de 2014

Mis impresiones sobre la oración

Mis impresiones sobre la oración


“La forma no es dada, el pensamiento lo es todo. Ore cada cual conforme a sus convicciones y del modo que más le conmueva, pues un buen pensamiento tiene más valor que muchas palabras de las que el corazón está ausente”

Este párrafo nos lo indican los espíritus en “El Evangelio según el Espiritismo”, escrito por Allan Kardec. Con este breve texto deseo exponeros mis reflexiones acerca de la oración.

Hace poco más de un año que sigo las clases del Evangelio en el centro espírita “Entre el Cielo y la Tierra”. Ahí es donde empiezo a escuchar: “¿quién quiere hacer la oración?” Al principio mis señales de alerta se despertaron: ¿será como en la Iglesia?, ¿por qué agachan todos la cabeza?, pero más tarde lo hicieron otras preguntas, ¿qué digo si no me sale nada? (¡hay ese ego!) y ¿si digo alguna tontería? (¡ese  orgullo!) y entonces pienso: ¡yo sólo sé el Padre Nuestro! Mientras, hablas con algunos compañeros: el sentimiento es todo, no hace falta agachar la cabeza, lo primero que te salga…

Escucho las oraciones y descubro un mundo completamente desconocido para mí. Observo el interés de la gente por los seres no encarnados, por ayudarlos a evolucionar y a descubro que cada una de las personas que conforman el grupo se sienten más identificadas hacia algo en concreto, y que al hacerlo grupal y compartido, descubres más situaciones de las que has vivido-vives y que habías pasado por alto: “ Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (San Mateo, 18:20). Lees en el Evangelio los Capítulos XXVII  y XXVIII pero claro con una sola lectura no basta, sigues haciéndote preguntas y sigues sin lanzarte.

Mientras tanto comienzo a descubrir el mundo espírita a través de la lectura y uno de los libros que llegan a mis manos es “Los Mensajeros” de Cándido Xavier por el espíritu André Luiz. En el capítulo 24 “La oración de Ismalia” y en el 25 “Efectos de la Oración”; además de algunas oraciones más sencillas y la del final, hicieron terminar de sentir en mi razón y en mi corazón el alcance de la oración y por tanto sus beneficios. Al principio leí esas oraciones que aparecen en el libro, las volví a releer pero esta vez sintiendo las palabras y la emoción que notas es muy bella y entonces recuerdas algo que leíste en el Evangelio “Cada palabra debe tener su sentido, suscitar una idea, tocar una fibra íntima. En suma: Debe hacernos reflexionar. Sólo si cumple esa condición puede la plegaria alcanzar su objetivo; de lo contrario, no es otra cosa que ruido… Ved con qué aspecto distraído y cuanta volubilidad se dicen casi siempre. Vemos, sí, moverse los labios, pero en la expresión de la fisonomía, en el sonido mismo de la voz, advertimos que se trata de un acto maquinal, puramente exterior, al que el alma permanece indiferente”. Es decir una oración no sentida es una oración con palabras vacías sin alma.

Hay veces que aunque sepas lo importante que son las cosas, aunque lo leas y lo estudies, si no pasas a la acción, se queda en nada y tienen que suceder cosas para que tú y tu pensamiento se unifiquen y pasen a la acción. En mi caso fueron dos, os contaré una de ellas:

Tengo una amiga que operaron hace 2 meses, fui a visitarla al hospital al cabo de un par de días ya que aún no había salido y seguía mal. Se había hecho una radiografía  y ¡oh sorpresa! descubren que en su interior se dejaron olvidadas unas pinzas. Cuando se lo dijeron estábamos su madre, ella y yo a solas, la cara de miedo que puso lo dijo todo. Al poco tiempo la habitación estaba llena de sus familiares más cercanos y claro todo era enfado y miedo; ella acostada en la cama sin decir nada pero el ambiente cada vez más cargado de pensamientos que no la venían nada bien. Me senté a su lado y me puse a rezar con fuerza, con sentimiento y determinación; hubo un momento que parecía que estábamos a solas las dos, después de ese momento ella me apretó la mano y comenzó a dar ánimos a los allí presentes. (Por favor cuando vayamos a ver a algún enfermo de la situación que sea que tu pensamiento sea una sonrisa.)

Haciendo los deberes que nos manda el profe de hacer resúmenes del libro “El Cielo y el Infierno” por Allan Kardec, también descubres la importancia de la oración, los espíritus no paran de decirte que ores. Seres olvidados, confundidos, vuelven por el poder de la oración a ver y sentir que hay algo mejor, comienza a producirse el cambio en ellos y a querer enmendarse y limpiar su alma herida.
Para mí ya se ha hecho cotidiano, me levanto y realizo una breve oración, en momentos de tensión parar, respirar y orar aunque sea un minuto te da el impulso de ponerte de nuevo de pie si te has caído. La oración serena tu mente, aligera tus emociones y clarifica tus pensamientos. Ora:

"Oh Señor escucha nuestros pensamientos envuélvelos de amor y gracia.
Inspíranos cada día en el camino de la caridad, de la tolerancia y la humildad.
Perdónanos nuestros pecados, en especial los de pensamiento.
Te damos gracias por ser la fuente de nuestro amor y perseverancia, por rodearnos de los seres que hacen posible nuestros progresos y nuestras alegrías.
Rogamos por los que aún están por despertar les sigas insuflando tu amor y misericordia.
Te pido Señor bendigas a todos los que hacen posible la edición de este periódico, la obra social de Entre el Cielo y la Tierra y a todos los grupos espíritas.
Que la paz y la serenidad reine en cada uno de los corazones de tus hijos.
Gracias que nos has oído, que así sea."

Ana Gómez
Centro Espírita "Entre el Cielo y la Tierra"

El comportamiento de los médiums

El comportamiento de los médiums


El hogar espírita o casa espírita, destinado a la educación mediúmnica, tiene el deber de ofrecer, en ese hogar, lo mejor que la espiritualidad le confía, para poner a disposición de los que así lo deseen, los recursos  que la buena práctica y la orientación espiritual que da la casa espírita, de los cuales los dirigentes son responsables.

En el Espiritismo, aunque todos pensamos por nuestra cabeza, el pensamiento que nutre al Espiritismo es el pensamiento creador, por tanto las casas espíritas cuando adoptan una manera de llevar las tareas adelante, difícilmente las cambian. Si las cambiasen, es porque antes estaban equivocadas y si estaban equivocadas, no serían intuidas ni proce-dentes de la espiritualidad superior que, es la que dirige el Movimiento Espírita Universal.

Y por tanto, en la mediumnidad nos preguntamos:

-¿Los médiums, deben aislarse? ¿En el aisla-miento, no tendrían mejores condiciones para cumplir sus tareas?
-O por el contrario, ¿deben poner su medium-nidad al servicio de la humanidad, dentro de las casas espíritas?
-Y por otro lado, ¿las casas espíritas deben reunir el mayor número posible de personas?.
-¿No estarán de esa manera, haciendo una mayor difusión del Espiritismo?
-O al contrario, ¿no alcanzarán mejor sus obje-tivos elevados, si se reúnen un número menor de personas?
-¿Cuántos de nosotros formulamos peguntas como estas?.

Son indagaciones renovables y hasta justifi-cables. Y las respuestas pueden ser encontradas en forma muy sencilla, clara y objetiva en "El Libro de los Médiums" de Allan Kardec, dadas además por Fenelón (espíritu), un trabajo de tarea noble que le adjudicó el Maestro Jesús para implantar en la Tierra, el Consolador, o sea, LA DOCTRINA ESPÍRITA.

Es oportuno recordar, antes de citar la enseñanza de Fenelón, aquello que Jesús decía ya hace 2000 años. “No se enciende la candela y se coloca debajo del celemín, pero si en un velador, y así da luz a todos los que están alrededor de la mesa. Así resplandezca vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los Cielos.”

Resulta fácil comprender, que la mediumnidad es, de hecho, una oportunidad Divina para que aumentemos las posibilidades de amparar, de ayudar, de estimular, de servir a nuestros compañeros de jornada evolutiva en la Tierra, o sea, a los espíritus encarnados y desencarnados.

Pensemos, sobre esta observación de Fenelón:
“Los espíritus no ven con satisfacción el que los médiums permanezcan aislados. Dios no les otorgó la sublime facultad para uso exclusivo de la misma, sino para el bien de todos.”

En cuanto a la formación de las Instituciones Espíritas, es lo que Fenelón manifiesta: "¿Estáis suficientemente seguros de lo que debe de ser en una reunión espírita? No, porque en vuestro celo creéis que lo que puede hacerse mejor, es reunir el mayor número de personas, con el fin de convencerlas. Desengañaos; cuántos menos seáis, más obtendréis. Es por encima de todo, por el ascendente moral que vosotros ejercéis, que atraéreis a los incrédulos mucho más que por los fenómenos que obtengáis. Si solo atraéis por los fenómenos que obtengáis vendrán por la curiosidad y encontraréis curiosos que no os creerán y que se reirán de vosotros. Si no encuentran en vosotros más que personas dignas de estima, puede ser que no se os crea enseguida, pero se os respetará, y el respeto inspira siempre confianza. Estar  convencidos que el Espiritismo debe conducir a una transformación moral, que vuestra reunión, sea pues, la primera en dar ejemplo de virtudes Cristianas, porque en este tiempo de egoísmo, en las sociedades Espíritas la verdadera Caridad debe encontrar un refugio.

Tal debe de ser, hermanos, una reunión de verdaderos espíritas.”

Aurora
C.E.y.D.E 

jueves, 18 de septiembre de 2014

Las Leyes Naturales

Las Leyes Naturales



Las leyes naturales son la voluntad de Dios dirigida hacia todas las criaturas de la Creación. El estudio de las leyes naturales es un camino seguro para nuestro adelanto, a través de su comprensión, acercándonos al cumplimiento de la Voluntad de Dios en todos los aspectos de nuestras vidas.
Las leyes naturales se pueden dividir a priori en función de ámbito de aplicación, material o moral. Las leyes morales son las que conciernen al espíritu mientras que las leyes materiales conciernen a lo relacionado con cualquier modificación del fluido cósmico universal que determina las diferentes clases de materia en el Universo.

Allan Kardec, estudia en profundidad las principales leyes morales en “El Libro de los Espíritus" de Allan Kardec, mientras que en el libro “La Génesis” profundiza en las leyes materiales concernientes a los fluidos espirituales. Las leyes materiales físicas son pertenecen al campo de la Ciencia y su estudio estimula el desarrollo de la inteligencia como paso fundamental para el posterior desarrollo del sentido moral. Por ello estudiar las leyes materiales, desde la perspectiva espiritual, impulsa al hombre hacia lo alto, al posibilitar mayores compresiones de las Leyes Universales y, por tanto, a alcanzar su cumplimiento.

La anterior clasificación de leyes materiales y morales no siempre es apropiada puesto que en su apariencia algunas de ellas, aunque son materiales principalmente a nuestra observación, afectan en cierta forma a la materia periespiritual e influyen conside-rablemente en la psicología del individuo y por tanto en su moral. Es el caso de la Ley de Afinidad y la Ley de Causa y Efecto (también llamada Ley de Acción y Reacción).

Sobre la Ley de Acción y Reacción nadie duda en el plano físico, mas pocos se plantean que en otros estados de la materia, más sutiles como el fluídico espiritual y mental, también es una ley implacable, atenuada en función del cumplimiento de la ley de Justicia, Amor y Caridad.

Un mal pensamiento es materia mental que golpea y desestabiliza en mayor o menor media según nuestras defensas psíquicas, dejando un rastro penoso a través de los fluidos que atraviesa, incluidos los fluidos que caracterizan el tono vibratorio del periespíritu del emisor. La respuesta a la acción será una reacción, ya no inmediata como ocurre en el plano físico, sino reeducadora, esperando el momento más propicio para su aprovechamiento. Cuando llegue ese momento la Ley de afinidad atraerá la circunstancia correctora de vibración compatible con el disturbio original, apareciendo la desgracia, dolor o pérdida en el pobre incauto que no tuvo reparo en desear el mal.

Desde cierta perspectiva podemos agrupar las cuatro fuerzas fundamentales conocidas por la física, la fuerza de gravedad, fuerza electromagnética, interacción nuclear débil e interacción nuclear fuerte como distintas expresiones de la Ley de Afinidad aplicadas a la formación de la materia en cada uno de los distintos aspectos que la componen, másico (gravedad), energético (radioactividad, interacción nuclear débil), electromagnético y constitutivo (interacción nuclear fuerte).

Las fuerzas fundamentales se expresan de forma diferente en cada plano de manifestación de la materia y el Espiritismo muestra su existencia desde el estado más grosero, en el plano físico, hasta el más quintaesenciado perteneciente al periespíritu de los espíritus superiores, demostrando que la afinidad, mientras que en el plano físico se manifiesta como la constitución de la materia aglutinando el fluido cósmico universal en función del estado vibratorio del mundo correspondiente, en el plano espiritual es sobre todo una ley moral que atrae entre sí a los espíritus que comparten los mismo ideales y motivaciones.

Mucho más complicado es sondear los misterios de la “polaridad”, factor fundamental en las conocidas fuerza electromagnética e interacción nuclear débil. En el mundo físico, los científicos hablan de antimateria como polo opuesto a la materia, de cargas eléctricas positivas y negativas, polos magnéticos, sustancias polares y no polares, etc. En el mundo espiritual cercano al plano terrestre, continua la polaridad en la mayoría de los aspectos de la materia espiritual, aunque cada vez más atenuada conforme se eleva en su peregrinar hacia la perfección donde la gran Ley de Unidad que rige la Creación se impone.

Tratados de magnetismo animal nos hablan de las experiencias con fluidos vitales que se repelen o atraen según su polaridad positiva y negativa.

La frase "la virtud se encuentra en el término medio", es apropiada para el estudio de la polaridad, puesto que, de alguna forma, todo polo se puede ver como un desequilibrio de una virtud. El amor puro es virtud y no es polar. Cuando aparece el interés, el deseo por egoísmo lo polariza en dirección a uno mismo, perdiendo sus hermosas propiedades espirituales y sintonizando con vibraciones polares que en un fenómeno similar al electromagnetismo, serán atraídas o repelidas, pero en esta ocasión como mecanismo necesario de reajuste.

Conceptualmente se podría englobar la polaridad dentro de la Ley de Afinidad, al considerar que cada polo lleva en sí mismo el germen del opuesto o que cada desequilibrio lleva en sí mismo el desequilibrio contrario.

Ley de Adaptación

El periespíritu como parte semimaterial del alma, responde también a ciertas leyes, como son la ley de herencia y adaptación, las cuales se reflejan en el cuerpo físico del cual es su modelo organizador biológico. Durante milenios el periespíritu animal evoluciona junto con el Principio Inteligente caminando hacia la humanización del mismo. La capacidad de adaptación continúa en nosotros y es una herramienta fundamental para nuestra salud y supervivencia.

Olvidamos muchas veces que todo exceso es un ataque a nuestro cuerpo físico y periespirirual que mina la energía vital en determinados órganos promoviendo la enfermedad como medida de reajuste.
La capacidad de adaptación es la sabiduría instintiva del periespíritu que promueve la vida. Simplificando conceptos, la enfermedad podemos verla como la adaptación del cuerpo físico con misión de recobrar la salud, primero activando los mecanismos de eliminación, como la inflamación y las enfermedades agudas, después redirigiendo (adaptando) las funciones y capacidades perdidas hacia el resto de los órganos con fin de perpetuar la vida, dando origen a las enfermedades crónicas, y finalmente, cuando llega el agotamiento de los recursos vitales, las enfermedades degenerativas y la muerte física. En sí la enfermedad, comúnmente identificada por los síntomas, son las consecuencias del trabajo que realiza el cuerpo instintivamente por recobrar la salud. La enfermedad, vivida conscientemente, es esperanza porque pone de manifiesto la imperiosa necesidad de modificarnos y de dejar de quebrantar las leyes naturales. “Puesto que cada cual es castigado por donde pecó” (preg. 399 de “El Libro de los Espíritus), la enfermedad muestra indicios de su origen y meditando sobre ella y nuestro comportamiento, nos muestra el camino por donde tenemos que progresar para recobrar la salud.

La verdadera medicina reconoce los síntomas como adaptaciones y busca el origen de la enfermedad en las causas que la originan, tanto mentales, emocionales como físicas.

La capacidad de adaptación del cuerpo nos brinda la oportunidad de progresar hacia hábitos más saludables hacia uno mismo, como el vegetarianismo y el deporte, en el ámbito físico, la meditación en el ámbito mental y la oración en el espiritual. La vida natural, respetable con el medio ambiente, no violenta nuestro organismo con sustancias extrañas ni excesos. El ejercicio físico promueve la eliminación de toxinas que de otra forma terminaríamos acumulando. Trabajarnos la paz de espíritu nos libra del estrés y permite la libre circulación de energías vitales a través de nuestros órganos fortaleciéndolos en sus funciones.

La ley de adaptación, cuando la vida es sana y natural, trabaja no hacia la compensación de deficiencias sino a hacia la prolongación al máximo de la vida evitando el desgaste innecesario de los órganos, rejuveneciendo y fortaleciendo el cuerpo en su lucha diaria por el progreso del Espíritu.

Multidimensionalidad del ser

El Espiritismo también nos enseña que somos seres multidimensionales y, por tanto, que interaccionamos con diferentes planos de la Creación. La salud al igual que el Ser, es multidimensional y cualquier tratamiento necesitará abarcar las necesidades de curación del alma así como las del cuerpo.

El cumplimiento de la Ley Natural es el único camino real hacia la curación total de toda dolencia, porque conlleva el reequilibrio integral del Ser, del alma y del cuerpo. Los órganos fisiológicos son alimentados por distintos circuitos de fuerza vital que determinan su capacidad, resistencia y comportamiento.

Un determinado comportamiento de los órganos puede dar lugar a enfermedades autoinmunes, cuando el cuerpo se sensibiliza frente a determinados alérgenos, a enfermedades de acumulación, cuando la acumulación de toxinas imposibilita el correcto funcionamiento de los órganos, o de eliminación, cuando el cuerpo encauzando toxinas a través de los distintos emuntorios se alcanza la saturación en alguno de ellos producción su inflamación crónica.

La capacidad y resistencia de los órganos determinará los índices máximos de toxemia permitidos sin la aparición de síntomas de enfermedad aun manifestándose signos claros de debilitamiento. La no existencia de síntomas médicos no significa que haya salud. El debilitamiento y envejecimiento prematuro es muestra evidente de toxemia consecuencia del abuso de las leyes naturales.
El ejemplo lo tenemos en la naturaleza donde los animales salvajes, no domesticados, disfrutan de un periodo de edad adulta con el 100% de sus capacidades la mayor parte de su vida, decayendo únicamente al final de sus días porque la naturaleza no les permite subsistir por debajo de sus plenas posibilidades.

Son acaso antinaturales los casos de ancianos que disfrutan de plena forma, con capacidades equivalentes a muchos adultos o simplemente son casos naturales donde la naturaleza no ha tenido obstáculos para manifestarse.

Retornemos a la vida natural, tanto física como espiritual, para aprovechar todas las oportunidades que nos da la vida junto a las planificaciones de cada encarnación. Cuantas tareas dejamos de realizar o atender por vivir fuera de la Ley Natural, normalmente con los sentidos extenuando nuestras fuerzas vitales, debilitando nuestra resistencia ante las vicisitudes de la vida y cayendo en dolencias subclínicas hasta terminar frenados finalmente por la enfermedad clínica que nos obliga a detener nuestra labor.

Estudiemos la Ley Natural en toda su extensión, abarcando principalmente los procesos espirituales y morales pero sin abandonar el día a día material, que también nos condiciona el progreso espiritual.
Si llevar una vida natural conlleva a nivel físico evitar las toxinas comunes, mediante dietas saludables (hipotóxicas o alcalinizantes), adoptar hábitos higienicistas, ejercicio físico, etc.; a nivel energético igualmente tendremos que guardar análoga disciplina, evitando ambientes viciados con pensamientos inferiores que nos puedan afectar, como la crítica, los excesos, la negatividad con dosis de pesimismo, etc. La vigilancia junto al autoconocimiento nos permitirán adelantarnos a la caída, esquivando educadamente la invitación a participar o criticar. Las toxinas psíquicas son más peligrosas que las físicas, puesto que preparan el terreno a la enfermedad debilitando generalmente las funciones de los órganos físicos que con las capacidades mermadas, acumularan y atraerán las toxinas físicas manifestando finalmente los síntomas de la enfermedad.
José Ignacio Modamio
Centro Espírita "Entre el Cielo y la Tierra"

Mecanismos de la mediumnidad

Mecanismos de la mediumnidad



Gabriel Delanne, cuya biografía fue publicada en el número de Abril de 2010 de este mismo periódico, en su libro "Mecanismos de la Mediumnidad" explica que los fenómenos mediúmnicos demuestran que han de existir estados particulares en el organismo del médium.
Éste es un ser dotado de la capacidad de entrar en comunicación con los espíritus, ya que no todas las personas tienen esta facultad.

El espíritu al actuar sobre el médium, emplea ciertos procesos que son necesarios conocer.
Para ello sería necesario no solo un profundo conocimiento del ser humano desde un punto de vista físico, sino sobre todo, desde el punto de vista periespiritual, así como los envoltorios semimateriales de los espíritus.

En estado libre los espíritus experimentan sensaciones que no tenían en el estado de encarnados.
Son capaces de tomar la forma que les convenga, a voluntad. Esto es debido al alma, que es un centro de fuerzas. Su envoltorio es invisible porque su movimiento vibratorio molecular es muy rápido, pero si por cualquier medio, ese movimiento disminuye, el ser se hace visible, no solo para el médium, sino también para los asistentes. Su naturaleza les permite atravesar nuestra materia más densa.
La intensidad de su acción está directamente ligada a su evolución.

Para comprender los fenómenos que se van a desencadenar cuando un espíritu quiera comunicarse hay dos alternativas: que sepa hacerlo o que no sepa. En el primer caso, dependiendo de su intención podrá ser dirigido por un espíritu más instruido, si son buenas, o puede que no lo consiga si es para el mal.

Para comunicarse debe buscar un ser humano cuya constitución le pueda ceder parte de su fluido vital.

Así es como opera el espíritu: por su voluntad, proyecta un haz fluídico sobre el periespíritu del médium y lo penetra con su fluido. Por ese cordón el fluido vital del hombre es atraído por el espíritu. Este fenómeno se puede comparar a los fenómenos de endósmosis, es decir, el intercambio que se produce entre dos líquidos de densidades diferentes, a través de una membrana. Aquí los líquidos son los fluidos y la membrana, el cuerpo.

Una vez establecida esta conexión, el espíritu puede actuar sobre el médium, produciendo los efectos que se traducen por la visión, la audición, escritura, golpes, etc.

En resumen, son necesarias las siguientes circunstancias para obtener una comunicación seria:

1º Que el espíritu evocado pueda o quiera atender
2º Que la evocación sea sincera, con finalidad de instrucción y no de diversión
3º Que el espíritu evocado tenga también el deseo de hacer el bien
4ª Que sepa lo que debe hacer para manifestarse.
5º Que encuentre el médium apto para proporcionarle los fluidos necesarios.
6º Que ninguna acción exterior contraríe al espíritu en sus manifestaciones ya que al tratarse de magne-tismo espiritual, al igual que en las acciones magnéticas, voluntades extrañas pueden perturbar el buen resultado del fenómeno.

Son numerosos los fracasos a los que nos exponemos por no observar estas prescripciones, que muestran que no son fenómenos al azar.

Y no es extraño que los espíritus rehúsen manifestarse cuando les quieren exhibir como animales curiosos en la sobremesa de invitados a una fiesta.
Ana Sobrino
Centro espírita "Entre el Cielo y la Tierra"

BIOGRAFIA CESAR LOMBROSO



Ezechia Marco Lombroso, conocido con el pseudónimo Cesare Lombroso, fue médico y criminólogo italiano, representante del positivismo criminológico. Nació en Verona (Italia) el  seis de noviembre de 1835.

Hijo de Aarón Lombroso y Zefora Levi. Su padre fue el último descen-diente de una antigua y acaudalada familia de hebreos españoles y su madre, hebrea también, la hija de ricos industriales y propietarios. Tuvo cua-tro hermanos, Sansón Hércules, Pascua, Rómulo y Clara.

Lombroso vivió sus primeros años en Chieri e inició sus estudios en Verona. Estudió medicina, cuya voca-ción determinó Paolo Marzolo, en las Universidades de Pavía, Padua y Viena. A los quince años de edad escribió sus dos primeras monografías: “Ensayo sobre el estudio de la historia de la República Romana” y “Ensayos sobre la  agricultura en la antigua Roma”, ambas más expresivas de sus aficiones literarias que del afán científico que había de dominarlo más tarde.

El 13 de Marzo de 1858, recibe su título de médico e inicia sus estudios sobre Cretinismo, cuyas con-clusiones publicadas en el libro “Cretinismo en Lom-bardía” (1859) revolucionaron los campos de la psiquiatría y de la higiene. En ese mismo año, Lombroso ingresa en el ejército al cual sirvió con algunos intervalos, pero sin abandonar por ello sus estudios, hasta 1866.

En 1864 fue internacionalmente conocido gracias a su comentadísimo libro “Genio y Locura” traducido a varios idiomas y que, hasta el día de hoy, ha ejercido una gran influencia en el mundo de la psiquiatría.

Profesionalmente fue profesor de psiquiatría en la Universidad de Pavia, director del psiquiátrico de Pesaro y ocupó las cátedras de medicina legal e higiene y de psiquiatría y de antropología criminal en la universidad de Turín.

El 10 de Abril de 1870, a los treinta y cuatro años de edad, contrajo matrimonio con Nina Debenedetti, con quien tuvo cinco hijos.

Escribió “El hombre delincuente” (1876) y posteriormente “La mujer delincuente” (1893), donde sostuvo que la criminalidad representa un fenómeno biológico producto de la degeneración, identificable a partir de la fisonomía, induciendo la creación de una escuela de antropología criminal, de donde se desarrolló la criminología.

Pero el interés de Lombroso por el espiritismo supuso un verdadero giro en su orientación epistemológica. En su libro Studi sull’ipnotismo (Estudios sobre el hipnotismo) del año 1886, mientras se documentaba entre los síntomas de la histeria o de la neuropatía, fenómenos como la transmisión del pensamiento o la magnetización, interviene por vez primera en la cuestión para negar tajantemente cualquier creencia en lo que define como “los espíritus de los espejos y de los sillones”, subrayando de este modo el carácter atávico de estas supersticiones mágicas. Dos años después, el espiritista napolitano Enrico Chiaia lo invita públicamente a través de la prensa nacional a tomar parte en una sesión espiritista pidiéndole que, de esta manera, emprendiera una investigación recomendándole  estudiar mejor el asunto. En dicha invitación Chiaia describe a la médium de dichas sesiones, Eusapia Palladino: “Se trata de una mujer casi inválida que pertenece a la clase más humilde de la sociedad. Tiene cerca de 30 años y es muy ignorante; su aspecto no tiene nada de fascinador, ni parece dotada del poder que los criminólogos modernos llaman irre-sistible, pero cuando así lo desea, lo mismo de día que de noche, puede tener cautivo a un auditorio una o dos horas con los más sorprendentes fenómenos”

Pero Lombroso fue reacio du-rante gran parte de su vida a las ideas espiritistas, él mismo se describe: “Si hubo en el mundo un hombre, por educación científica y casi por instinto, hostil al espiritismo, fui yo, que de la tesis de ser toda fuerza propiedad de la materia y el pensamiento una emanación del cerebro, hice la más constante preocupación de mi vida. ¡En el transcurso de tantos años me he reído de las mesas parlantes! Más si siempre sentí verdadera pasión por mi bandera científica, abracé con más fervor la adoración a la verdad y la compro-bación de los hechos.” Y man-teniéndose en este pensamiento, no fue hasta 1891 que Lombroso aceptó la invitación de Chiaia. A partir de este momento participó en diferentes sesiones espíritas y  pudo asistir a los diversos fenómenos mediúmnicos gracias a la médium Eusapia Palladino, convenciéndose de la veracidad incontestable de los hechos.

Al finalizar las sesiones con Eusapia, el afamado psiquiatra y criminalista declaró su arrepentimiento por haber sido escéptico, manifestando: “Me siento con-fundido y apenado por haber combatido tantas veces la posibilidad de los hechos espiritistas”. Esta declaración se debió además, a que Lombroso en dichas reuniones pudo reencontrarse con el espíritu de su madre materializado. Además esta declaración, proveniente de un estudioso de tal prestigio, estimuló a importantes científicos de Europa a emprender diversos trabajos de investigación psíquica.

En 1909 escribe el libro “Después de la muerte ¿qué?- Investigaciones sobre fenómenos paranormales e hipnosis”. En él, César Lombroso recapitula los acon-tecimientos con Eusapia Palladino, que le llevaron de una visión estrictamente materialista del mundo a creer en la existencia de los espíritus y la vida después de la muerte. El más extraordinario de los relatados fue el que el mismo Lombroso tituló "La levitación de la médium hasta lo alto de una mesa".

Lombroso desencarna  mientras dormía, a punto de cumplir 74 años de edad, en Turín, el 19 de octubre de 1909, el mismo año que escribe el prefacio de la obra “Los Fenómenos de Hipnotismo y Espiritismo”, en la que queda resaltada su sinceridad y sus esfuerzos en dar un testimonio verídico de los fenómenos que le revelaron la realidad del mundo espiritual.

Sin lugar a dudas un hombre brillante en todas las etapas de su vida. Dejó un gran legado a la Historia, no sólo de la Criminología, de la que es considerado el padre, sino de la Medicina, de la Ciencia en general y como no, del Espiritismo.

Yolanda Durán

EDITORIAL - NUM. 29


Queridos lectores.

¡Nada pasa por casualidad, sino por causalidad!

Mientras nos preparábamos para dirigiros algunas palabras a todos aquellos que, número tras número, durante estos ocho años nos seguís, y estando en sintonía con los espíritus que dirigen nuestro trabajo, calló en nuestras manos un librito pequeño, sencillo, de poco valor económico pero de un inmenso valor moral, "Vida Feliz", del reconocido médium y orador espírita Divaldo Pereira Franco, a través del espíritu de Joanna de Ângelis.

Ni cortos, ni perezosos nos dispusimos a abrir al acaso uno de esos maravillosos mensajes, que siempre tienen algo bueno que decir y que además llegan al alma por la estrecha relación que tienen con el momento presente de quien se dispone a leerlos. Nosotros hemos tenido más de una prueba de lo que decimos y es que… ¡nada pasa por casualidad!.

Desde que El Ángel del Bien vio la luz el primero de Julio de 2006, hemos compartido con vosotros nuestras reflexiones, nuestros artículos, pensamientos en forma de poesías o mensajes de los espíritus, nuestras cartas al lector y un sinfín de experiencias reflejadas en las letras que componen nuestra obra. Pues hoy no queremos ser diferentes y nos gustaría transcribir aquel mensaje del que hablamos (Mensaje CLXVII página 173):

"La grandeza de un hombre puede ser medida por su capacidad de servicio al prójimo, de humildad y de amor."

"Los hombres grandes llaman la atención y proyectan sombra, pero los grandes hombres, donde quiera que se encuentren se convierten en claridad inapagable, señalando rumbos liberadores."
Los verdaderos héroes se ignoran, pues viven más preocupados en ayudar que en hacer propaganda de los propios actos.

Conviértete en uno de ellos, en el silencio de tus emprendimientos y en la grandeza de tu pequeñez."
Pues como dice este sabio mensaje muchos quieren ser personas grandes y otros sin saberlo se convierten en grandes personas y es que los buenos espíritus saben hacer llegar los mensajes en los momentos precisos.

El tiempo pasa y con él las personas, pero siempre quedan sus obras. Amalia Domingo Soler, Jose María Fernández Colavida, Manuel Sanz Benito, Dr. Huelbes Temprano, José Esteva Marata, Miguel Vives y muchos otros grandes del Espiritismo Español ya pasaron por la Tierra, ya dejaron su siembra. Chico Xavier, Divaldo P. Franco, Raul Teixeira, entre otros, grandes médiums y divulgadores espíritas también pasarán pero ¿quién vendrá? ¿Cómo convertirse en uno de ellos? ¿Cómo ser la nueva Amalia o el gran Capitán Lagier? Poco debe importar a aquel que dice llamarse espírita, pero es que tantos son los que llegan hasta los centros y tan pocos los que vuelven al mundo de los espíritus comprendiendo cuál es la verdadera labor. Echemos la vista atrás y comprobaremos que los pioneros del Espiritismo, los que tuvieron valor de defenderlo a finales del siglo XIX y principios del XX, fueron grandes humildes y se les conoce más por lo que cuentan de ellos, que por lo que ellos hablaron de sí mismos. Fueron pequeñas grandes personas que desde su pobreza, sus defectos, sus dolores, como perder casi la visión o bien ver pasar por delante de ellos a sus hijos precediéndoles en el momento de la muerte, siguieron fuertes sin abandonar a los que querían y sí acogiendo a más y más gente, escribiendo más y más libros, periódicos, panfletos de propaganda para llegar a las personas más necesitadas, a esas personas que al abrir los ojos cada mañana, ni ganas de vivir tienen.

Amigos, los tiempos han cambiado y ha llegado la hora de trabajar por la unión y en unión con los que abrazamos un mismo ideal. Basta de ídolos, ni de querer reconocimientos en la Tierra, porque si nos paramos a pensar en todo aquello que hacemos de más, veremos realmente qué sólo estamos haciendo lo que debemos si queremos mejorar, si soñamos con un mundo mejor, si ya entrevemos la paz y el amor de los buenos espíritus.
Por todo esto, basta de elogios, de ídolos o de espiriteros, que no espiritistas, que dan limosna pero hacen sonar la campana para que todo el mundo les vea, porque esos, como dice el Evangelio, ya recibieron su recompensa.
Persigamos ser verdaderos espíritas en nuestro interior, porque más vale ser una gran persona, que una persona muy grande.

La redacción.

sábado, 7 de junio de 2014

La importancia de nuestras acciones y decisiones



La libertad es la  condición necesaria del alma humana, ya que sin ella no podría construir su destino.
A pesar de que a primera vista la libertad del hombre parece ser muy restringida por las propias limitaciones de las condiciones físicas, sociales, o por los intereses de cada uno, en realidad, siempre podemos eludir tales obstáculos y actuar de la manera que nos parezca más acertada.

“La libertad y la responsabilidad son correlativas en el ser y aumentan con su elevación, siendo la responsabilidad la que confiere al hombre dignidad y moralidad. Sin ella no sería más que un  autómata, un juguete de las fuerzas que nos acompañan”.

Cuando resolvemos hacer o dejar de hacer alguna cosa, nuestra conciencia siempre nos alerta al respecto, aprobándonos  o censurándonos. A pesar de que la voz íntima nos alerte, siempre hacemos lo que fue decidido por nuestra voluntad o libre albedrío. Nada nos coacciona en los momentos de tomar las decisiones personales, de ahí que sea correcto afirmar que somos responsables de nuestros actos. Somos los constructores de nuestro destino. Nuestro presente y futuro se encuentran condicionados por nuestras acciones.

El libre albedrío es definido, pues, como “la facultad que tiene el individuo de determinar su propia conducta, o en otras palabras, la posibilidad que tiene de elegir, entre dos o más razones suficientes, para querer o actuar en una de ellas y hacerla prevalecer sobre las demás”. Nuestros actos tejen alas de liberación a cadenas de cautiverio para nuestra victoria o nuestra derrota. Todos nos hallamos ligados indisolublemente a nuestras propias obras.

Aceptar la vida como si estuviera guiada por un determinismo donde todos los acontecimientos están fatalmente preestablecidos es razonar de una manera muy ingenua, si no simplista; porque, si así fuera, el hombre no sería un ser pensante, batallador, capaz de tomar resoluciones y de interferir en el progreso. Sería solamente como un robot, irresponsable, a merced de los acontecimientos.

“La fatalidad existe pues, únicamente por la elección que el Espíritu hizo al reencarnar de sufrir esta o aquella prueba”

“El libro albedrío, la libre voluntad del Espíritu, se ejerce principalmente a la hora de las reencarnaciones, cuando escoge en el Mundo Espiritual determinada familia, cierto medio social, etc. Sabiendo de antemano cuáles son las pruebas que le aguardan, pero, igualmente comprende lo necesarias que son estas pruebas para desarrollar sus cualidades, limar sus defectos, despojarse de sus prejuicios y vicios. Estas pruebas también pueden ser consecuencia de un pasado funesto, que es preciso reparar y las acepta con resignación y confianza.”

El futuro se le presenta entonces, no en sus pormenores, sino en sus líneas más destacadas, en la medida en que dicho futuro es la resultante de actos anteriores. Estos actos representan la porción de “fatalidad” o de “predestinación” que ciertos hombres son llevados a observar en todas las vidas.

“En realidad nada es fatal y cualquiera que sea el peso de las responsabilidades en que se haya incurrido, siempre se pueden atenuar, modificar la suerte con obras de abnegación, bondad, caridad, con un prolongado sacrificio al deber”. Recibiendo constantemente las oportunidades de enmendar nuestras deudas del pasado.

Los acontecimientos que pueden observarse a diario, dentro de la importancia que desorganizan el modo de vida, antes tan feliz, o bajo la forma de tragedias que provocan crisis de angustia y desesperación;  la enfermedad que llega sin previo aviso, abatiendo el ánimo y el coraje, las decepciones con amigos o las esperanzas frustradas. La pobreza material, retratada en la desnutrición, la orfandad, los asaltos, y tantas cosas que se traducen en aflicciones e infortunios, podrán conducir al hombre que desconoce las verdades espirituales, a la locura o al suicidio.

Por esto, la Doctrina Espírita viene a poner en claro que las “vicisitudes de la vida” son de dos especies. O si se prefiere, provienen de dos fuentes bien distintas que debemos destacar: Unas tienen su origen en la vida presente y otras fuera de esta vida.

Al remontarse al origen de los males terrestres se reconocerá que muchos son consecuencia lógica del carácter y del proceder de quienes lo padecen.

Observando nuestro entorno y nuestra razón, aquella que nos distingue de los animales, nos señala que evidentemente debe existir alguna razón para esta diferencia, para esta realidad.

¡Cuántos hombres caen por su propia culpa! ¡Cuántos son víctimas de su imprevisión, de su orgullo y de su ambición! ¡Cuántos se arruinan por falta de orden, de perseverancia, por proceder mal o por  no haber sabido limitar sus deseos, sus ambiciones, por vivir sin control!

¡Cuántas molestias y enfermedades provienen de los excesos de toda clase! ¡Cuántos padres son infelices a causa de sus hijos, por no haber combatido desde el principio sus malas tendencias, habiendo cedido o ignorado sus vidas, permitiéndoles desde muy jóvenes una libertad que no han sido capaces de controlar!
Entonces, ¿a quién habrá de responsabilizar el hombre por todas esas aflicciones, sino a sí mismo? El hombre, pues, en un gran número de casos es el causante de sus propios infortunios.

Sin embargo, sabemos que existen males que ocurren sin que nosotros, los hombres,  tengamos una culpa directa. Son dolores que se originan en actos practicados en otras existencias y que debido a los abusos, perjudicaron el periespíritu, como por ejemplo, la pérdida de los seres queridos y la de quienes son el soporte de la familia. También los accidentes que ninguna previsión hubiera podido impedir. Los reveses de la fortuna, que frustran todas las precauciones que son aconsejadas por la prudencia. Los flagelos naturales, las enfermedades de nacimiento, sobre todo las que quitan a tantos infelices los medios de ganarse la vida por el trabajo personal, como las deformidades, la idiotez, el cretinismo, etc. Quienes nacen en estas condiciones, seguramente no han hecho nada en la existencia actual para merecer, sin compensación, tan triste suerte que no podían evitar.

No queda la menor duda de que lo que hoy somos es el producto de las experiencias vividas en el pasado. No hay sufrimiento sin una razón y la “Ley de Causa y Efecto”, o de “Acción y Reacción” rige nuestro destino, porque, si bien somos libres en la siembra, seremos esclavos de la cosecha, condicionándonos la reencarnación.

Dios nos concede por el libre albedrío, la responsabilidad de practicar el bien o el mal. No obstante, a partir del momento en que decidimos que hacer, ésta acción genera una reacción característica que vendrá más tarde, marcando nuestra nueva experiencia de vida. Así se explica, por la pluralidad de existencias y por el destino de la Tierra, como mundo expiatorio, las  anomalías que muestran la distribución de la dicha y la desventura entre los buenos y malos, en este planeta.

Juan Miguel Fernández Muñoz

sábado, 10 de mayo de 2014

El centro espírita y el mundo espiritual


Allan Kardec definió el Espiritismo como "la ciencia que trata de la naturaleza, origen y destino de los Espíritus y de sus relaciones con el Mundo físico."

El Centro Espírita, además de la importancia que tiene para los hombres (Espíritus encarnados), es también de gran importancia para los Espíritus desencarnados, y desempeña un papel de relieve en las relaciones entre los dos mundos.

Estamos habituados a ver en el Centro Espírita sólo unas paredes, mobiliario, y a personas ocupadas en determinadas actividades en servicio de los demás.

Se nos escapa toda actividad espiritual que tan sólo llega a ser recibida por algunos videntes con facultades muy desarrolladas. Estas actividades, no por desconocidas dejan de efectuarse por los Espíritus que nos rodean, en todos los lugares y en todo momento, mezcladas con las tareas propias de los humanos.
Con mayor motivo entonces, deben realizarse estas tareas en un Centro Espírita. Los espíritus destacados en misión a la superficie del Planeta necesitan de lugares donde reunirse a fin de poder realizar actividades propias de la misión que tienen encomendada. Necesitan una base de operaciones donde puedan encontrarse libres del acoso de vibraciones groseras o intentos de la interferencia por parte de otros Espíritus menos esclarecidos que tratan de interponerse en el camino de estos Misioneros Espirituales, obstaculizando la misión en curso.

¿Qué lugar más apropiado para ello que un Centro Espírita, donde ya los hombres procuran mantener un ambiente vibratorio elevado?

Todo Centro Espírita dispone, así mismo, de un equipo espiritual dedicado a mantener el local limpio de entidades perturbadoras o viciadas, y protegido de los intentos de los Espíritus que tratan de inmiscuirse en sus actividades.

Puede parecer extraño que los Espíritus esclarecidos que gozan de libertad para desplazarse, tengan necesidad de un local determinado cuando pueden reunirse en cualquier parte.

Indudablemente la falta de un Centro Espírita no impedirá que se celebren reuniones o Misiones Espirituales, pero es fácil de entender la diferencia entre que esto se haga en un Centro Espírita a que se realice, por ejemplo, en medio de una vía pública con vibraciones e influencias de todo tipo, por no mencionar otros ambientes, aún más negativos, que desgraciadamente son tan abundantes en cualquier ciudad, lo que requeriría una limpieza previa.

Los Espíritus en misión, son seres muy ocupados y prácticos y estarán agradecidos si encuentran en cada ciudad uno o más Centros Espíritas, un lugar de reunión, que les evite pérdidas de tiempo en el cumplimiento de sus tareas, lo que les permitirá así mismo, mayores oportunidades de auxilio.

Además el Centro Espírita es un centro de trabajo atendido por trabajadores humanos preparados para prestar su colaboración en aquellos casos en que sea recomendable la intervención de espíritus encarnados.
Durante el sueño del cuerpo físico, muchas veces  somos llamados a colaborar en estas misiones de las que generalmente no conservamos recuerdo al despertar.

Esta es otra de las importantes misiones de un Centro Espírita y, que al no figurar en el programa de actividades pasa desapercibida, impidiéndonos comprender su verdadera importancia, por tanto podríamos elaborar los trabajos de un Centro Espírita como sigue:

- Las reuniones, comunes a todas las asociaciones y personas que quieran compartir.

- Las reuniones de estudio, para asimilar los principios del Espiritismo pues es un árbol de sabiduría.
- Las prácticas, que después de haber obtenido el conocimiento necesario habrá de llegar el momento oportuno de poner en práctica todo lo aprendido de la Doctrina Espírita.

- Educación de la infancia y de la juventud, buscando proporcionar a estos ciudadanos del mañana el conocimiento y los valores morales necesarios, para que con firmeza, la regeneración de nuestro planeta sea un hecho.

- Reuniones mediúmnicas, para el estudio de la Doctrina Espírita por medio de las comunicaciones de los Espíritus, que son nuestros hermanos desencarnados.

- Reuniones de atendimiento a espíritus sufrientes y desobsesión, para esclarecimiento de Espíritus obsesores o sufridores, que debido a la rebeldía y apego a la materia que nubla su percepción espiritual, no tienen acceso a la ayuda de los espíritus amigos.

- Sesiones de asistencia espiritual, a las que durante el sueño son conducidos los trabajadores del Centro Espírita para colaborar en misiones de auxilio dirigidos por Espíritus esclarecidos y que visan producir ajustes entre espíritus encarnados o desencarnados, que arrastran odios y luchas de vidas anteriores y que muchas veces son causas de enfermedades físicas o psíquicas.

- Asistencia social. Dentro de este campo, el Centro Espírita busca proporcionar al individuo, la enseñanza y fuerzas precisas que le permitirán por medio de la resignación y acatamiento de la Ley de Dios, de la que sin duda es infractor, el enfrentarse a la realidad de su situación espiritual para iniciar la lucha de rehabilitación y ascensión espiritual.

- Práctica de "El Evangelio en el hogar". Es conveniente que en el hogar de la familia espírita se preste atención en proporcionar los beneficios que nos dan las enseñanzas espirituales del Evangelio haciéndolo extensivo a los niños.

- La divulgación. Es sabido que el Espiritismo no es una doctrina proselitista cuyo  afán sea el convertir a los demás. Es importante para la divulgación y perfecto conocimiento del Espiritismo poner al alcance de los demás el "Libro Espírita", que da la oportunidad de reflexión y aprendizaje.

Se puede añadir que la Humanidad marcha hacia un idioma único espiritual en el cual busca a Dios con todas las fuerzas para poder entender el "porqué las cosas ocurren", y en este aspecto podemos decir el AXIOMA: "Buscad y hallareis".

¡Bendito Espiritismo!

Aurora V.C
C.E.y.D.E.

domingo, 4 de mayo de 2014

El trabajo


Al principio de los tiempos el ser humano solo aplica su inteligencia a la búsqueda de alimento, así como de los medios con que preservarse de las intemperies y defenderse de sus enemigos. El animal que prevalece en él, es el que marca las pautas que sigue.

Pero Dios le ha dado algo que no dio al animal: el deseo incesante de mejorar, y este anhelo es el que le mueve a buscar las maneras de mejorar su situación.

En “El Libro de los Espíritus” se nos dice, que el trabajo es una ley natural, por lo mismo que es una necesidad, y la civilización obliga al hombre a trabajar más, porque aumenta sus necesidades y sus goces.
¿Por qué es impuesto el trabajo al hombre? es consecuencia de su naturaleza corporal; una expiación y al mismo tiempo un medio de perfeccionar su inteligencia y por esto, solo a su trabajo y actividad debe su subsistencia,  su seguridad y su bienestar. Al que es débil de cuerpo Dios le da la inteligencia,  pero siempre es trabajo. También se nos dice que Dios a hecho del amor filial y paternal un sentimiento natural, con el fin de que por medio de este afecto recíproco los miembros de una misma familia fuesen inducidos a ayudarse mutuamente, los padres deben trabajar por sus hijos y esta misma ley natural impone a los hijos la obligación de trabajar por los padres.

¿Cuál es el límite del trabajo? el límite de las fuerzas y  cuando estas le abandonan, por la vejez, tiene derecho al descanso y si el anciano ha de trabajar para vivir y no puede hacerlo, pues se nos dice, que el fuerte ha de trabajar para el débil  y a falta de familia, la sociedad, con las leyes ha de protegerle y ampararle.

Gracias al trabajo y al deseo incesante de mejorar, el hombre ha progresado con los descubrimientos, las invenciones y el perfeccionamiento de la ciencia, porque esta última lo provee de aquello de que carece. Gracias a sus investigaciones, la inteligencia del hombre crece y su moral se depura. A las necesidades materiales suceden las espirituales, además del alimento del cuerpo, necesita el del espíritu, así el ser humano pasa del estado de barbarie al de civilizado.

El trabajo es la comunión de los seres. Por él nos aproximamos los unos a los otros, aprendemos a ayudarnos y a unirnos; de esto a la fraternidad no hay más que un  paso.

Si Dios hubiese liberado al hombre del trabajo físico los miembros de este se le habrían atrofiado. Si los hubiese eximido de las tareas de la inteligencia, su espíritu habría permanecido en la infancia, en los estados de los instintos animales. He aquí porque ha hecho que el trabajo fuese para él una necesidad. Y nos dijo: trabaja y producirás de esta manera, serás hijo de tus propias obras, y te corresponderá el mérito de ellas y serás recompensado conforme a lo que hayas hecho. En virtud de la explicación de este principio es, precisamente, por lo que los espíritus no vienen a ahorrar al ser humano las labores de investigación, comunicándoles descubrimientos, sin realizar por sí mismos el menor esfuerzo, ni siquiera el de pensar. Si fuese así el más holgazán podría hacer fortuna y el más ignorante ser sabio ambos sin que les hubiese costado nada y el uno y el otro atribuyéndose el mérito de lo que no habrían realizado. No, los espíritus no vienen a liberar al hombre de la ley del trabajo, sino con el propósito de mostrarle la meta que debe alcanzar y el camino que a ella conduce.  Nos dicen que encontraremos piedras ante nuestros pasos, mantengámonos alerta y quitémoslas de en medio nosotros mismos, que ellos nos darán la fuerza necesaria, si queremos emplearla.

También nos podemos preguntar, el hombre que posee bienes suficientes para asegurar la existencia, ¿está libre de la ley del trabajo? ...del trabajo físico, quizá; pero no de la obligación de hacerse útil según sus méritos, de perfeccionar su inteligencia o la de otros, lo que también es trabajo. Si el hombre a quien Dios ha confiado bienes suficientes para asegurarse la existencia, no está obligado a mantenerse con el sudor de su frente, la obligación de ser útil a sus semejantes es tanto mayor para él, en cuanto la parte que anticipadamente le ha sido asignada, le concede más desahogo para hacer el bien.

Dios es justo y no desaprueba más que a aquel cuya existencia es voluntariamente inútil  porque este vive a expensas del trabajo ajeno. Quiere que cada uno se haga útil según sus facultades. No hay nadie que no pueda hacer el bien, solo el egoísta carece siempre de ocasión. Basta estar en relación con otros hombres para poder tener ocasión de hacer el bien, y cada día de la vida ofrece la posibilidad a todo el que no esté cegado por el egoísmo; porque hacer el bien no consiste únicamente en ser caritativo, sino ser útil con arreglo a la posibilidad, siempre que vuestro socorro pueda ser necesitado.

Hay otra pregunta que nos debemos hacer, sobre todo quien tiene mando. ¿Qué debemos pensar de los que abusan de su autoridad para imponer a sus inferiores un trabajo excesivo?....es una de las acciones más equivocadas. Todo hombre que tiene mando es responsable del exceso de trabajo que impone a sus inferiores, porque viola la ley de Dios. Recordemos que se recoge lo que se siembra.

Nos dice Leon Denis, referente al trabajo y a los hijos: “Estudiemos a nuestros hijos y dediquemos a desarrollar el potencial bueno y desarraigar el malo y no les proporcionemos demasiados goces con el fin de que, acostumbrados desde el principio al desencanto sus jóvenes almas comprendan que la vida terrenal es ardua, y que solo hay que contar con uno mismo y con su trabajo; únicas cosas que proporcionan la independencia y la dignidad. No intentemos desviar a estos niños la acción de las leyes eternas. Hay piedras en el camino de cada uno de nosotros; solo la sensatez nos enseña a evitarlas.

Mientras el hombre se halla ocupado en su tarea, se acallan sus pasiones. La ociosidad, por el contrario, las desencadena y las abre un basto campo de acción. El trabajo constituye también un derivativo saludable para nuestras preocupaciones y nuestras tristezas; calma las angustias de nuestro espíritu y fecundiza nuestra inteligencia. No existe un dolor moral, no existen decepciones ni reveses que no encuentren en él un apaciguamiento, no hay vicisitudes que resistan a su acción prolongada. El que trabaja tiene asegurado el refugio para su sufrimiento y un verdadero amigo en la tribulación. El trabajo nos provoca el esfuerzo y desarrolla la voluntad.”

Como dice el dicho "el movimiento se demuestra andando". En estos momentos en los que nos toca vivir, con la crisis, el desempleo, los desahucios… el ser humano tiene la oportunidad de ver parte de la realidad, del modo de vida que hemos llevado. Tenemos que preguntarnos... ¿qué esperamos realmente de la vida? y cuando lo sepamos, centrémonos en ello, sin perder la esperanza, forzando nuestra imaginación, nuestras fuerzas, pongamos en práctica nuevas o viejas fórmulas, reinventémonos si hace falta. No debemos permanecer inmóviles ante esta crisis moral y económica ni tampoco estar decaídos, debemos luchar, movernos constantemente, relacionarnos, hablar, probar, ayúdate y pon todo de tu parte si quieres que Dios te ayude, "el que busca encuentra".

Pensemos y analizamos frases que nos han dejado personas ilustres:
- En los momentos de crisis, solo la imaginación es más importante que el conocimiento.
- La vida es fascinante, solo hay que mirarla a través de las gafas correctas.
- Es difícil vivir sin dinero y más aun sin salud, pero es imposible vivir sin ilusiones.
- El primer paso para la solución de los problemas es el optimismo. Basta creer que se puede hacer algo para tener ya medio camino hecho y la victoria muy cercana.

Que Dios nos bendiga a todos.

Lorenzo.
Centro espirita "entre el cielo y la tierra"