sábado, 31 de agosto de 2013

Aburrido en la propia vida



¿Cuál es la necesidad de carácter más urgente en la vida? ¿Sabes contestar a esta cuestión de forma inmediata?

Unos podrán decir: la necesidad más urgente es comer o trabajar, pagar las cuentas, tener un hogar, o más bien todas a la vez; esas podrían ser sin duda algunas entre tantas respuestas diferentes a las que se puede llegar con la pregunta planteada. ¿Pero será la respuesta acertada?

Conseguir el triunfo real es ser feliz. ¡La felicidad no depende de nadie más que de uno mismo! Tener éxito implica focalizar los objetivos de la vida en la realidad espiritual y así lograr lo que hemos venido a  hacer realmente en la Tierra. Todos, con raras excepciones, estamos aquí por nuestra inferioridad moral e intelectual.

Hay sin duda innúmeros caminos y cuestiones ontológicas para llegar a comprender la vida, sin embargo el Espiritismo expresa la Educación integrando el alma humana en los patrones Divinos.

La Doctrina Espírita, con su grande y útil objetivo de carácter Divino, llega hasta nosotros a través de las mentes de los buenos Espíritus para dar un empujón necesario al progreso, como fuente desbordante de aprendizaje, cuyo meollo es una enseñanza profunda de valores y conceptos que nos envuelven en conocimientos nuevos. Las enseñanzas que el Espiritismo nos brinda facilitan de manera amplia la comprensión de las Leyes Divinas, funcionando como un frontispicio que ilumina a la Humanidad en sus tinieblas, horadando en las oscuridades de todo aquel que lo desea, mostrándole la forma, los medios y el camino para clarificar su propio ser aún muy lóbrego en relación a su moralidad.

Una vez hayamos tenido acceso a sus contenidos, el hombre debe asimilar la información, practicando lo que ha aprendido para ser verdaderamente un ser humano mejor. No basta solamente trabajar para comer, pagar las cuentas, crear un hogar, etc. (tareas de la vida material) o acudir a un centro espírita, leer los libros, asistir a conferencias, venir a reuniones de confraternización de forma esporádica (teniendo una espiritualización superficial).  Se hace inaplazable que el ser humano interiorice las verdades espirituales, comprendiendo los deberes a los que todo espíritu está sometido, realizando la mudanza de actitud esperada por el Educador Divino en nosotros.

Lo primero que se debe plantear en un análisis imparcial de la vida es qué felicidad deseo, la material que es finita o la espiritual que es perenne. Para obtener el bienestar espiritual uno debe corregirse y enderezarse. ¡Crecer es una decisión que marca la diferencia! Si buscamos el camino de la fortaleza espiritual, fijando la mirada en ideales sublimes, cuando realmente direccionamos todos los esfuerzos en la elevación moral enriqueciéndonos en valores del espíritu, todo lo demás viene por añadidura, no lo superfluo, sino lo necesario. Siempre estamos en busca de más y más cosas materiales que satisfagan nuestras necesidades. ¿Pero serán necesidades reales o ficticias que nos impulsan a la complacencia de nuestros caprichos más íntimos? El bienestar material es vulnerable, endeble y provisorio, siendo hecho de materia más densa, no perdura en la distancia temporal.

Los buenos espíritus nos brindan a través del entendimiento de lo que propone el Espiritismo todo lo necesario para el fenómeno de la madurez del espíritu, y nos muestran además que la materia es un medio, no el objetivo o el fin a alcanzar en la vida de encarnado.

¿Cuántos se sienten aburridos en la propia vida, sin metas ni objetivos? Anhelantes, infelices, acomodados, hastiados en una eterna veleidad de propósitos efímeros sin saber qué hacen aquí. Recordad que las acciones realizadas cotidianamente son las mejores intérpretes de los pensamientos del hombre, y los pensamientos construyen el futuro, si la atención de la vida está enfocada a una meta errónea es bueno que sepas que invariablemente la infelicidad visita el alma insatisfecha.

Algunos podéis decir <>, sin embargo, la mayor sorpresa de la muerte carnal es la de colocarnos cara a cara con la conciencia, que de frente muestra el tiempo perdido. Por lo tanto,  cotejar las emociones inferiores ante la conciencia escogiendo el buen camino asegura la dicha, quien deja el cultivo ennoblecedor de sí mismo abandonado permite que las malas hierbas de sus imperfecciones asuman el control de su alma.
La respuesta a la pregunta que empieza este artículo es fácil. ¡Lo que más urge es la concienciación de quiénes somos! Somos espíritus inmortales y el desarrollo de las ideas morales hará que el progreso no se quede restringido a la ciencia y a la intelectualidad ayudando al hombre en su camino eterno. Venimos a crecer, en moralidad con el amor y la caridad; en lo intelectual con el conocimiento y con ello procurar influir positivamente en todas las almas que podamos. ¿Pero cuántos estamos dispuestos a ello? ¿Cuántos nos encontramos habilitados de voluntad para superarnos en nuestros desvíos de conducta, con la fuerza necesaria para emplear el mejoramiento espiritual al que nos propusimos? Lo arduo del camino estrecho es conseguir resistirse a no caer en el ancho. Si venimos a reeducarnos urge corregirnos, ésta es la necesidad más imperiosa de la vida. Modificándonos todo el entorno se modificará, pues el destino es ser feliz y la felicidad resume todo lo bueno, agradable, verdadero, puro, sano y maravilloso que pueda existir. ¡El hombre renovado en el bien es garantía de futura felicidad!

Cuando uno pretende reconducir su vida, que se encuentra apartada de Dios por las resoluciones que toma, pasa a luchar contra el hombre viejo de su interior, muy guerrero, debo resaltar, y que no se da por vencido a la primera de cambio. Derrotar los excesos propios del atraso espiritual requiere esfuerzo, dedicación, determinación y voluntad férrea. ¿Por qué? Porque es más cómodo, confortable y sencillo seguir haciendo lo que nos plazca, seguir manteniendo las sensaciones que nos causan gozo, deleitándonos en el vicio emocional que nos tienen atrapados desde hace muchas vidas. El ser humano busca aquello que le satisface, que le causa impresión subjetiva u objetiva de poder, alegría, éxtasis, gloria, fama, comportándose caprichosamente consigo mismo, exigiendo de la vida cada vez más las sensaciones aledañas que le devuelvan una y otra vez esa impresión engañosa del éxito esclavizando el alma en ellas. ¡Cuidado! No se recogen las cenizas con la misma facilidad que se esparcen, es preferible empezar desde ya el camino del bien, lo que no se enfrenta voluntariamente se encuentra como destino.

No me refiero aquí solamente a los deseos físicos inmediatos que puedan amainar las ansias de la dependencia de esas sensaciones, sino que expongo sin evasivas todas las conductas erróneas que tenemos en nuestro día a día en el ámbito emocional. En esa categoría se clasifican todas las emociones que violen, menosprecien o expolien algún derecho de nuestro prójimo. En el afán continuo del hombre de ser y tener lo mejor, comúnmente exhibe su prioritario egoísmo usando la ficticia superioridad de uno frente a otro, lo que conocemos como orgullo, para usurpar algún beneficio con fines exclusivos para sí. ¡Estas son las acciones autodestructivas que se deben corregir! Hoy día no es algo ignoto para nadie que la verdadera felicidad está en seguir las directrices de amar al prójimo como a uno mismo y a Dios sobre todas las cosas.

Aún en nuestros días todo aquel que procure la mudanza de actitudes íntimas beneficiando a su prójimo en detrimento de sí, sentirá al principio impedimentos naturales de su propio ser y recogerá invariablemente reacciones adversas de los que conviven con él, puesto que todo cambio genera alguna consecuencia.
Los impedimentos naturales vienen primeramente del propio interior, ya que la tendencia será hacer como siempre se ha hecho, seguir los mismos patrones y estímulos que han sido acumulados a lo largo de múltiples vidas. ¿Estás dispuesto a dejar de ser borrego de las pasiones para tornarte león de la conducta recta? Lograr conseguir el freno de una tendencia viciosa encamina a la virtud, puesto que exige sacrificio y tenacidad en la nueva elección.

Además, hay otra barrera a superar, la social. Muchos amigos y parientes demostrarán una cierta incomprensión, disgusto, negativa o rechazo a las nuevas proposiciones de conducta.  En cierto modo son bastante comunes y esperadas. Por ejemplo, si perteneces a una familia adinerada y avariciosa muy materialista, si deseas compartir algún bien con los menos afortunados no serás bien visto y encontrarás quien que te critique. En otro caso, si tu entorno es formado por personas que gritan, se ofenden o agreden, si decides hablar con calma, tranquilamente, sin alterarte, enseñando el camino de la dulzura, no te será fácil. Los hombres recogerán siempre el fruto de su flaqueza o de su coraje como consecuencia oriunda de los mismos.

Debemos estar preparados porque el cambio para bien encuentra obstáculos y discriminaciones en el camino. No obstante, es necesario persistir y no contabilizar ingratitudes considerándote por ello desafortunado, eres llamado al testimonio del silencio y de la confianza. Ahí está el mérito a conseguir, la persistencia y voluntad decidida traerán muchas bendiciones. Darse al prójimo es seguir la estela de Dios y eso significa estar en sintonía y armonía con el Progenitor Divino.

Es necesario enriquecer la vida con sentimientos de nobleza, con toda armonía, entendimiento, comprensión, colaboración y tolerancia que podamos encontrar en nuestro interior, valores mensurables en la vida del espíritu. Aquel que ve en la existencia un aburrimiento debe analizar crudamente, con exactitud y objetividad su intimidad y constatará invariablemente que no estará realizando su propósito de vida, ni reeducándose en el amor y en la caridad, no estará buscando la verdad en sí mismo, en realidad estará adornando la vida con eludible superfluidad pasajera que no le realizará jamás en su totalidad.

A partir del instante en que comprendemos nuestro deber, cuando nos concienciamos de que venimos a servir y no a ser servidos, que nadie llegará a las esferas superiores sin su consagración al prójimo, podremos por elección individual, insistir y lograr corregir muchos actos mal practicados que no percibimos y que desentonan con las Leyes Morales. La vida está llena de oportunidades para crecer, avanzar y mejorar, basta que quieran verse. Un buen camino para obtener el éxito en el bien es buscar en todos los actos amar, reflexionando siempre en las actitudes y elecciones que tomamos en la vida para conquistar la libertad espiritual. Modificándose para el bien y manteniendo esa actitud cada alborada, ayudarás a tu cambio y al del entorno, facilitando el camino de los demás, trabajando así para Dios y encontrando la felicidad.

Claudia Bernardes de Carvalho
Centro Espírita Entre el Cielo y la Tierra

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