sábado, 2 de marzo de 2019

Gratitud, egoísmo, orgullo

Gratitud, egoísmo, orgullo



La gratitud se define, según el diccionario de la R.A.E., como un sentimiento que nos obliga a estimar el beneficio o favor que se nos ha querido hacer y responder a él de alguna manera.
Etimológicamente, procede del latín "gratia" que significa la honra o alabanza que, sin más, se tributa a otro para luego significar el favor y reconocimiento de un favor.

Saber agradecer es más que recitar una palabra mecánicamente por los pequeños detalles cotidianos que recibimos; la respuesta a una pregunta, un desayuno…. Es algo más, es una actitud que nace del corazón por aprecio a lo que alguien ha hecho por nosotros.

Agradecer no es pagar una deuda, es reconocer la generosidad ajena.

Desde el momento en que nuestra intención es pagar una deuda, el agradecimiento se desvanece, para dar paso a la persona orgullosa que no quiere nada por encima de ella.

Según George Simmel (1858-1918) filósofo y sociólogo, señaló: “La gratitud es la memoria moral de la humanidad, ya que, si todo agradecimiento fuera eliminado de repente, la sociedad, tal y como la conocemos se desintegraría” Por tanto este sentimiento tiene una gran función de cohesión social.
Sin embargo, saber agradecer es un valor efímero. En el Evangelio según el espiritismo podemos leer: “El hombre olvida fácilmente el bien y se acuerda mejor de lo que le aflige. Si notáramos diariamente los beneficios de que somos objeto, sin haberlos solicitado, nos admiraríamos muchas veces de haber recibido tantos que se han borrado de nuestra memoria, y nos humillaríamos por nuestra ingratitud.”

La ingratitud es fruto del egoísmo. Los desengaños que ocasiona ¿debería endurecer nuestro corazón e insensibilizarlo? A esta pregunta de “El Libro de los Espíritu”, estos nos responden: “Esto sería un error. Porque la persona sensible, como dices, es siempre feliz por el bien que realiza. Sabe que, si no se acuerdan de ese bien en esta vida, lo recordarán en la otra, y que el ingrato tendrá vergüenza y remordimientos”

Y continúa en la pregunta 938 a.: “Sí, pero esa idea no impide que su corazón se sienta herido. Ahora bien, esta circunstancia, ¿no puede engendrar en ella el pensamiento de que sería más dichosa si fuera menos sensible? - Sí, si prefiere la felicidad del egoísta. ¡Pero se trata de una lamentable felicidad! Sepa esa persona que los amigos ingratos que la abandonan no son dignos de su amistad y que se ha equivocado respecto a ellos. Visto lo cual no deberá lamentar el haberlos perdido. Más adelante encontrará amigos que sepan comprenderla mejor. Lamentad a aquellos que tienen con vosotros un mal comportamiento que no hayáis merecido, porque tendrán ellos un triste arrepentimiento. Pero no os sintáis afectados por eso: es la manera de poneros por encima de su nivel.”
Otra pregunta en "El Evangelio según el Espiritismo" nos hace tomar otra reflexión: "¿Qué debemos pensar de las personas que, habiéndoseles pagado sus beneficios con ingratitudes, ya no hacen bien por miedo de encontrar ingratos?". Estas personas tienen más egoísmo que caridad, porque hacer el bien sólo para recibir muestras de reconocimiento es no hacerlo con desinterés… También hay orgullo, ya que se complacen en la humildad del obligado que viene a poner el reconocimiento a sus pies.”

Sin una perspectiva amplia de la vida, es difícil reconocer cómo las otras personas contribuyen para hacerla mejor. La gratitud se facilita a medida que somos capaces de renunciar a nuestro orgullo.
Desde la perspectiva de una sola vida es difícil comprender por qué se desarrollan las ingratitudes, sin embargo, teniendo en cuenta la pluralidad de existencias podemos ver una continuidad allí, donde la razón no encuentra explicación lógica como son los odios o repulsiones instintivas que se encuentran a menudo y que ninguna circunstancia anterior parece justificar.

Cuando un espíritu deja la Tierra le acompañan las pasiones o virtudes inherentes a su naturaleza; odios poderosos o venganzas insatisfechas provocadas por amplio abanico de circunstancias; destrucción de su familia, su fortuna… Se rebelan ante la idea de perdonarlas y sobre todo de amar a quienes les hirieron.

Sin embargo, pueden progresar o permanecer estacionados. Cuando deciden progresar comprenden que sólo la caridad es el camino y que con odio y sin olvido de las ofensas, esta no es posible.
En ocasiones, tras un largo periodo de meditación y oración, el espíritu aprovecha la oportunidad de una nueva encarnación en medio de la familia a la que tanto detestara. Prueba atroz bajo la cual sucumbe muchas veces si su voluntad no es muy fuerte. Y es así, mirando hacia el pasado donde se puede encontrar explicación a situaciones que según la razón no tendrían lógica desde la perspectiva de una sola vida.

La gratitud ha de ayudarnos a centrarnos en la bondad que nos rodea en el presente.
Ana Sobrino
Centro Espírita "Entre el Cielo y la Tierra"

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