jueves, 31 de octubre de 2013

La Codificación


Muchos espíritas dicen que no disponen de tiempo para estudiar los libros doctrinarios. Entienden que basta escuchar a los guías en las sesiones mediúmnicas para aprender y progresar espiritualmente. A veces, sin embargo, esos mismos guías no tienen conocimiento, son espíritus tan ignorantes como sus propios protegidos. Recordemos la enseñanza del Evangelio “si un ciego guía a otro ciego, ambos van a caer al barranco”. Sabemos que vivimos en un mundo en fase de transición evolutiva, en el que proliferan espíritus agitados por nuevas ideas, deseosos de transmitirnos sus “revelaciones personales”. Debemos tener sumo cuidado, pues la responsabilidad espiritual es el mayor compromiso que tenemos adquirido en la existencia terrenal.

Todos somos conscientes de la gran obra que se encuentra a nuestra disposición, y que solo la espiritualidad es capaz de haber desarrollado: “La Codificación”. Tenemos aquí un manantial donde todos debemos beber una y otra vez, siempre que tengamos necesidad de saber.

Nos dice el espíritu de Emmanuel en “DERROTERO”, obra psicografiada por Francisco C. Xavier: “Seguramente con el Libro de los Espíritus las conclusiones filosóficas han alterado tu visión del mundo. Ahora admites la inmortalidad del ser”.

Efectivamente, nuestro despertar nos induce a hacerles llegar a aquellos que conviven con nosotros, que se encuentran a nuestro lado, el “descubrimiento”. Porque hemos encontrado explicación para tantas y tantas incógnitas que nuestra mente albergaba, esclareciendo así las sombras de nuestras preguntas sin respuestas. ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Para dónde vamos? y ¿Por qué estamos en la Tierra?

Pasar por el “Libro de los Espíritus” sin analizarlo detalladamente sería desaprovechar el conocimiento filosófico que nos es necesario para nuestra formación. Debemos estudiarlo detenidamente para hallar en él una de las bases de nuestro progreso. Y progresando nosotros haremos progresar a nuestros seres queridos con el ejemplo.

Las instituciones espíritas deben convertirse en casas de formación, aplicando cursos, además de las reuniones públicas evangélicas y doctrinarias.

Nos dice el espíritu de Joana de Angelis que los Centros Espíritas son “células cristianas” que esparcidas sobre la Tierra sirven de Hospitales para el alma y donde se imparte conocimiento y saber. Es aquí precisamente donde la mediumnidad debe ser estudiada, analizada y desarrollada.

“El Libro de los médiums”, la base científica del Espiritismo, nos hace comprender los problemas de la mediumnidad, sus consecuencias y sus soluciones. Debemos profundizar sobre esta materia de forma muy especial, pues todos sabemos de las necesidades que nuestros hermanos tienen del auxilio mediúmnico, por encontrarse muchos de ellos con problemas psicológicos que solo a través del tratamiento espiritual les rescatará de patologías psíquicas, que la medicina oficial no lograr reparar.
Recordemos que los existencialistas franceses de los años 30/40 del siglo pasado lo llamaron “la angustia de vivir”.

Una dedicación especial sobre este tema, nos dará una dimensión necesaria de entendimiento para comprender el animismo, la obsesión y la fascinación, circunstancias por las que se pueden caminar al encontrarnos inmersos en el Mundo Espiritual. Debemos cultivar nuestro huerto para alcanzar la cosecha del saber, pero de casi nada nos serviría sino supiésemos aplicarlos cristianamente.
Los Espíritus en diferentes países y con la intervención de diferentes médiums, nos legaron a través de sus instrucciones, que son “las voces del cielo” “El Evangelio según el Espiritismo”, que viene a iluminarnos. Esta obra es para uso de todos; cada uno puede sacar de la misma los medios para imitar la moral de Cristo. Además encontraremos en ella las aplicaciones que nos conciernen más especialmente. Gracias a las comunicaciones establecidas, de una manera permanente entre los hombres y el mundo invisible, la ley evangélica, enseñada por los mismos espíritus, ya no será letra muerta, porque todos la comprenderemos y nos veremos inducidos incesantemente por los consejos de los guías espirituales a ponerlas en práctica.

Se ha reunido en esta maravillosa obra, un código de moral universal sin distinción de culto. Muchos puntos del Evangelio, de la Biblia y de los autores sagrados en general, no son suficientemente claros de entender. En gran parte la razón consiste en la dificultad  que presenta la lectura del Evangelio. La forma alegórica y el misticismo intencional del lenguaje, hacen que la mayor parte lo lean por conciencia y por deber, como leen las oraciones, sin comprenderlas, es decir, sin fruto. Los preceptos morales confundidos en la masa de otras narraciones pasan inadvertidos, siendo entonces imposible atender al conjunto y haciendo de él una lectura y una meditación separadas. El Espiritismo arroja luz viva sobre los misterios del pasado.

Estudiando “El cielo y el infierno”, vemos que Kardec reafirma el carácter científico del Espiritismo, como ciencia de observación. La doctrina enfrenta el problema de las penas y recompensas futuras a la luz de la Historia, estableciendo comparaciones entre las idealizaciones del cielo y el infierno en las religiones anteriores y en las religiones cristianas, revelando raíces históricas, antropológicas de esas idealizaciones y denunciando los absurdos dogmas cristianos. La comparación del infierno pagano con el infierno  cristiano es uno de los más eficaces trabajos sobre mitología comparada que se conocen. La mitología cristiana se muestra más grosera y cruel que la pagana. Ello sería suficiente para justificar el Renacimiento.
Por tanto vemos que “El cielo y el infierno” tiene mucho que enseñar, no solo a los espíritas, sino también, a  las inteligencias que pierden su tiempo combatiendo al Espiritismo, como los griegos y romanos combatieron al Cristianismo. Las penas y recompensas después de la muerte emergen del ámbito oscuro de las supersticiones y del misticismo dogmático hacía la luz del análisis y de la investigación científica. Si los teólogos – que pretenden ser algo más que hombres, como afirmó Descartes – pudiesen tener la humildad suficiente para consultar “El cielo y el infierno”, encontrarían en sus páginas la solución a sus más angustiantes problemas.

Alfred Russel Wallace, explorador, geógrafo, antropólogo y biólogo británico, que comenzó a estudiar el Espiritismo en el verano de 1865, después de revisar la literatura y de repetir los fenómenos que presenció en varias sesiones, y a pesar de que su defensa daño su reputación,  dijo: “El Espiritismo es una ciencia experimental que nos ofrece la única base de la verdadera filosofía y de una pura religión. El ha abolido los términos sobrenatural y milagroso, ampliando la esfera de las leyes y del dominio de la Naturaleza y, por tal motivo, descubre y explica lo que hay de real en las supersticiones y en los supuestos milagros de todas las edades”.

Efectivamente, Kardec trata el problema de la Revelación Espírita, en “La Génesis”, señalando que no se trata de algo que tenga características misteriosas, sino de un proceso de investigación. Nadie puede revelar lo que no sabe o lo que no descubrió. Una revelación debe descubrir los secretos de un misterio para que este se convierta en un hecho.

Si la revelación no coincidiera con lo real, no pasaría de una elaboración humana. Si fuera atribuida a Dios, quedaría probado que tal atribución es gratuita. Kardec nos propone la tesis de la revelación continua, permanente, recordando que todas las ciencias se ajustan a un proceso de revelación de los secretos de la Naturaleza. El Espiritismo está inserto en ese proceso y presta una contribución tanto más valiosa, puesto que su objeto no ha sido tratado anteriormente por ninguna otra ciencia. Todas las ciencias conocidas hasta entonces, se aplicaban a las investigaciones materiales.
El problema espiritual había quedado a cargo de las religiones, las que fracasaron totalmente en este sentido, puesto que nada han aportado al conocimiento real. La ciencia espírita vino a suplir esa grave deficiencia cultural, mostrando la posibilidad de la investigación científica del campo espiritual.
El Espiritismo dio origen a las hoy llamadas investigaciones de lo paranormal. La antigua Parapsicología alemana, la Ciencia Psíquica inglesa, la Metapsíquica de Richet en Francia y la parapsicología actual nacieron de las entrañas de la Ciencia Espírita y confirman, en nuestro siglo, su plena validez.

Más a pesar de todo eso, el Espiritismo y particularmente la Ciencia Espírita, fueron considerados ilusorios. Pero transcurrido el tiempo, hoy las ciencias cuentan en sus programas con la investigación de lo paranormal, comprobando objetivamente la existencia real del Espíritu y de toda la grandiosa fenomenología espírita.

Recordemos que la Doctrina Espírita es el resultado de la enseñanza concordante y colectiva de los Espíritus.


Juan Miguel Fernández Muñoz
Presidente de la Asoc. de Estudios Espíritas de Madrid


Editorial - Octubre 2013


En el largo caminar de los años, década tras década, vida tras vida, nos damos cuenta de que nada se consigue sin esfuerzo.
Observando la vida, vemos como las personas se frustran, abandonan sus sueños, sus preferencias y tuercen sus destinos por falta de voluntad.
Muchas personas se preguntan el porqué de las cosas, quieren saber por qué sus vidas son estas y no otras. Se acercan a la doctrina intentando hallar la respuesta que dé luz a su vida, pero pronto se desaniman  al encontrarse con el estudio.
En nuestra trayectoria hemos conocido personas con facultades mediúmnicas que, dirigidas hacia el bien, serían excelentes médiums de trabajo. Hemos visto personas que sufren mucho en esta encarnación, las que con sólo  un poco de voluntad, cambiarían su futuro haciéndolo más provechoso, más feliz. Hemos visto y vemos como “grandes amantes y apasionados espíritas” al poco tiempo de tener contacto con el Espiritismo, creen saber ya demasiado y hasta pretenden “actualizar” las bases de Kardec. ¡Pobres hermanos de camino que creen haber llegado a la meta, cuando no han dado dos pasos más allá de la salida!
Todos, en la medida de nuestro progreso y nivel de consciencia, elegimos nuestro nuevo caminar en la Tierra, en forma de reencarnación. A todos nos es dada la oportunidad de un nuevo comienzo, un espacio breve de tiempo, comparado con la eternidad, donde venir no sólo a corregir los errores del pasado, sino a aprender, vivir y sentir nuevas experiencias que nos harán crecer en el futuro. A todos, sí, pero todavía no conozco a quien se le dio esta oportunidad sin esfuerzo, ya que sería contraria a las leyes divinas, leyes inmutables que rigen el universo y que se basan en el Amor y el Progreso constante.
Debemos despertar a esta realidad, ser conscientes del porqué de la vida, de las normas del juego y del premio al final del camino que no es otro que la perfección. ¿Se vio ya la construcción de un edificio sin el trabajo y esfuerzo del arquitecto diseñando, el maestro construyendo y el peón apoyando? ¿Alguna vez el pan que comemos a diario llegó a los comercios sin el esfuerzo del panadero, que se levantó temprano para abastecernos? ¿Acaso vimos la cura de un enfermo sin el esfuerzo del médico que estudió e investigó para ofrecer el tratamiento más adecuado? Si todo en la vida requiere de un esfuerzo impulsado por la voluntad ¿Por qué nuestra vida debería ser distinta? El problema es el enfoque que le damos. Queremos obtener todo al momento, lo mejor e inclusive algo más y es donde caemos en el error y en la decepción. ¿Quieres ser un buen atleta? Entrena. ¿Un gran profesional? Estudia, practica. ¿Quieres alcanzar un sueño? ¡Corre tras él! ¿Te gustaría salir de la apatía, la depresión o el malestar interior? Crece, busca, pregúntate, muévete, el movimiento es vida. ¿Crees ser médium? Instrúyete, mejórate moralmente, ama a tu prójimo, a fin de que sintonices con los espíritus elevados que aconsejan, enseñan y nos dan Amor. ¿Quieres llamarte Espírita? Entonces empieza a caminar.
  • No leas, sino estudia a Allan KardecNo pidas, da de ti mismo.
  • No juzgues más que tu propio comportamiento.
  • No te conformes, busca.
  • No te acomodes, siempre hay algo que hacer.
  • No te rindas en la lucha, Dios siempre nos da lo que podemos soportar.
  • No reniegues, comprende que todo tiene un porqué y que muchos males de esta vida los hemos provocado nosotros en la actualidad con nuestro comportamiento.
  • No aceptes si no has razonado antes.
  • Nunca pierdas la fe, Dios confía en ti.
La redacción.