martes, 26 de noviembre de 2013

Estudiando las Bienaventuranzas



“La palabra de Jesús solía ser frecuentemente alegórica y 
en forma de parábolas, porque hablaba conforme a los tiempos y lugares. 
Ahora es necesario que la Verdad se torne inteligible para todo el mundo.”
 (preg. 627 El Libro de los Espíritus)

     De todas las grandes enseñanzas de Jesús, posiblemente las Bienaventuranzas se encuentran entre las menos comprendidas. Tuvieron que pasar casi 1900 años, hasta la llegada del Espiritismo y en particular, la edición del libro “El Evangelio según el Espiritismo”, para poder comprender en profundidad las grandes enseñanzas que Jesús impartió en "El Sermón de la Montaña".

     Las Bienaventuranzas, de forma deslumbrante, concisa y directa, resumen de forma excepcional parte de las leyes espirituales que rigen la evolución humana, explicadas con posterioridad en “El Libro de los Espíritus” y "El Evangelio según el Espiritismo" de Allan Kardec.

     Por tanto, podemos considerar las Bienaventuranzas y por extensión “El Sermón de la Montaña”, todo un manual espiritista 2000 años antes de la institución del Espiritismo como corriente filosófica, científica y moral.

“Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.”
     Siendo nuestro espíritu inmaterial, ser pobre o rico de espíritu sólo tiene una posible interpretación: referirse a lo material de nuestros pensamientos que conforman nuestra forma de ser. El orgullo y egoísmo impregnan los pensamientos de los ricos de espíritu. Los humildes, por lo contrario, son pobres de espíritu porque sus pensamientos no se fijan principalmente en lo material. Lo material es un lastre que atrapa el pensamiento del espíritu rico y le impide elevarse espiritualmente (expresado con el término “Reino de los Cielos”) al contrario de lo que le ocurre al espíritu pobre, que su humildad y virtudes le permiten ascender de forma natural como aceite en el agua por diferencia de densidad vibratoria.

“Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la Tierra.”
     Podemos decir que esta frase resume brillantemente las consecuencias futuras de la Ley de Evolución y la Pluralidad de Mundos, enseñados ambos por la Doctrina Espírita.

     En la pregunta 1018 de "El Libro de los Espíritus" se expone: “La transformación de la humanidad ha sido predicha y vosotros estáis llegando a ese momento... Esa transformación se operará mediante la encarnación de espíritus mejores, que formarán en la Tierra una nueva generación. Entonces los espíritus de los malvados, que la muerte cosecha a diario, y todos aquellos que intentan detener la marcha de los acontecimientos serán excluidos de este mundo, pues se encontrarían desubicados entre los hombres de bien, cuya ventura turbarían. Irán a mundos nuevos y menos evolucionados, a desempeñar misiones penosas  en las que podrán trabajar por su propio adelanto, al paso que lo harán por el progreso de sus hermanos todavía más atrasados que ellos.”

     Los mansos son los hombres de bien que poseerán la Tierra en la nueva etapa evolutiva, llamada Regeneración (ver capítulo III, ítem 16, “El Evangelio según el Espiritismo”).

     Aquellos que se opongan al progreso de la humanidad no podrán permanecer en la Tierra y recaerán en nuevos mundos menos evolucionados donde trabajarán en condiciones penosas por su progreso. De esta forma, la Justicia Divina, de un mal en la Tierra hace un bien en otro mundo menos adelantado moral e intelectualmente.

“Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.”
     El capítulo V de “El Evangelio según el Espiritismo” nos esclarece sobre la justicia de las aflicciones, las causas actuales y anteriores, el olvido de dichas causas en el pasado y los motivos de resignación.
Este es uno de los mayores consuelos que nos trae la Doctrina Espírita. Comprender la utilidad y las causas de nuestras aflicciones nos alivia en parte y nos da fuerzas para seguir luchando, porque entendemos que son simplemente un capítulo más en nuestro peregrinar hacia la perfección.

     El estudio de las Leyes Espirituales nos llevará a la comprensión de las experiencias que nos tocan vivir, unas como pruebas y otras como expiaciones. Las expiaciones una vez pasadas, vistas desde la vida espiritual, son bálsamo para las heridas de nuestra conciencia, abiertas mediante los errores del pasado. Desde la vida espiritual bendecimos el dolor y las lágrimas vertidas en el camino, gracias a las cuales alcanzamos la completa conversión de nuestras inclinaciones, doblegamos nuestras pasiones y recobramos la paz con nuestra propia conciencia esclarecida.

“Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos obtendrán misericordia.”
     Exposición clara de la Ley de Causa y Efecto que enseña que la fatalidad no existe (preg. 851 de “El Libro de los Espíritus”). Siempre recogemos en la vida aquello que anteriormente hemos sembrado, nos haremos merecedores de misericordia solamente sembrando misericordia o, lo que es lo mismo, “Fuera de la Caridad no hay salvación” (Capítulo XV de “El Evangelio según el Espiritismo”).

“Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.”
     La pregunta 895 de "El Libro de los Espíritus" nos da luz sobre este asunto: “Porque a medida que los Espíritus se van purificando, reencarnan en mundos cada vez más perfectos, hasta que se hayan despojado de toda clase de materia y lavado de todas sus manchas, para gozar eternamente de la felicidad de los Espíritus puros en el seno de Dios.”

     El estudio de la escala espírita (párrafo 100 de “El Libro de los Espíritus”) y del progreso de los espíritus (preguntas 114 a 127) nos muestra cómo el espíritu va pasando por distintos estados de evolución hasta alcanzar la perfección, estado de espíritu puro donde verá a Dios: "244.  Los Espíritus ¿ven a Dios? - Únicamente los Espíritus superiores lo ven y comprenden. Los inferiores, por su parte, sólo lo sienten y adivinan." (Ídem.)

“Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios.”
     El término “hijo de Dios” debe entenderse en el contexto hebreo como “ben Elohim”, título hebraico que sólo se daba a aquel que ejercía una función de representación de Elohim (Dios), como eran el rey de Israel, los jueces, los ángeles y el mesías prometido. Con esta expresión entendemos que Jesús se refiere a todo los espíritus que vienen a la tierra en misión para trabajar por la Paz del mundo, utilizando el término pacíficos. La misión de un espíritu es proporcional a sus capacidades: "571.  ¿Sólo los Espíritus elevados cumplen misiones? La importancia de las misiones está relacionada con las capacidades y la elevación del Espíritu." (Ïdem.)

“Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.”
     Practicar la verdadera justicia conlleva, en la Tierra a veces, ser perseguidos. Sólo una persona completamente desprendida de intereses materiales podrá, en esta situación, practicar la verdadera justicia, preocupándose más por los bienes espirituales que por los materiales, imitando a Jesús: “879.  ¿Cuál sería el carácter del hombre que practicará la justicia en toda su pureza? - El del verdadero justo, a ejemplo de Jesús. Porque practicaría también el amor al prójimo y la caridad, sin los cuales no existe verdadera justicia.” (Ídem.)
José Ignacio Modamio
Centro Espírita "Entre el Cielo y la Tierra"

lunes, 18 de noviembre de 2013

¿Dialogo esclarecedor o aleccionamiento?


Siendo el Espiritismo síntesis del conocimiento metafísico universal puesto al servicio de la educación (moral y mental) del ser humano, es obvio que sus propuestas, por esencia supraelevadas, deben filtrarse y acomodarse al pensamiento común del hombre de mediana evolución que, en mayor o menor medida, somos todos. En este sentido y como es natural, la doctrina de los Espíritus es más grande que el propio codificador, que, a pesar de sus evidentes conquistas intelecto-morales, era una conciencia encarnada al fin y al cabo.

Pero también es cierto que Kardec fue el escogido por la pléyade de Espíritus superiores que, con la guía luminosa del Espíritu de Verdad, presidieron la Codificación. Y en este punto, toda objeción de minimizarlo bajo pretexto de estar superado solo expresa la infantilidad de nuestras almas, infladas de vanidad y fascinadas por una intelectualidad (presunta y subjetivamente) tan meritoria como para pretender juzgar aquello que nos supera.

Sin Kardec en los estudios y en la reflexión no podremos hablar de Espiritismo auténtico.

Y SIN EMBARGO…. A pesar de lo que hasta aquí hemos dicho en este tema del papel central del codificador (como en otros llamados “doctrinarios”), no podemos ser repetitivos, machacones y, lo que es peor, discutidores. No hay nada más monótono y poco esclarecedor que una reunión espírita llena de tozudos repetidores más preocupados en apuntar deslices doctrinarios que en compartir un espacio de paz y crecimiento.

Por supuesto es necesario conocimiento y lógica doctrinaria que aporten a cada sesión o encuentro unidad y coherencia, pero no podemos hacer de esto (sea Kardec u otra cuestión) un discurso de todos los días. La fijación es mala compañera… porque va asentando poco a poco un tic rígido… y la rigidez es un obstáculo para la comunicación (a menudo no nos damos cuenta, ya sea porque hemos estudiado mucho, tenemos “sobrada” experiencia o nadie se ha atrevido a indicárnoslo).

Los caracteres lineales, los apuntes sistemáticos y los aleccionamientos, terminan haciendo una doctrina dentro de la doctrina…y por supuesto acaban disgregando la atención y más tarde el interés; nada transformador puede salir de esto, por mucho que estemos hablando de grandes verdades.

Modifiquemos la pauta: no seamos apuntadores y sí dialogantes… Es la diferencia entre el mero discurso y el esclarecimiento.

Preocupémonos por ser claros, elucidamos errores, pero no caigamos en la trampa de ser “corregidores” todo el tiempo, so pena de caer en comportamientos panfletistas y dogmáticos. Si no consideramos esto, aquellos que nos visiten por primera vez no percibirán un ambiente mucho más diferente de una agrupación evangelista o una escuela esotérica con sus maestros sus aprendices aventajados y sus rituales.

El Espiritismo puede, y debe, adaptarse a la expresión de la cultura y sociedad contemporánea (sin modificar su esencia y propuestas, por supuesto), porque, además, está dotado para ello desde su génesis… esto es muy importante comprenderlo. Hacer repeticiones de textos doctrinarios, imitar discursos de gente conocida y no salirse nunca de un guión (aunque este sea implícito), no es lo mejor que podemos hacer como espíritas. Sin echar mano de enfoques dinámicos, matizar y contextualizar la información, hacer aproximaciones culturales con otras líneas  de pensamiento esclarecedoras (que nos ayuden a asimilar conceptos), etc., una reunión espírita carecerá de libertad, naturalidad y perspectiva, limitándose a estar cerrada en sí misma.

Mucho se equivocan los responsables de un grupo si, consciente o inconscientemente, creen que la reunión recibe a las personas para que estas sean aleccionadas.

Ser organizados y formales (no necesariamente serios, porque la seriedad por sí sola no es una virtud especial), no debería ser una disculpa para caer en el discurso repetitivo, desconfiado en esencia y circular (cerrado).

 La demagogia y la carencia de espontaneidad atrapan y distorsionan el mensaje.

Juan Manuel Ruiz Gonzalez
Fraternidad Espírita José Grosso (Córdoba)

miércoles, 13 de noviembre de 2013

La muerte no separa almas


Recóndita tristeza en el lar íntimo, pasan las horas y el polvo va cayendo sobre los muebles, mientras la mirada fija en una fotografía no percibe la presencia amada a su lado. Las lágrimas brotan si no ya en forma líquida, lo hacen hacia adentro abnegando el alma. La vida pesarosa de la pérdida sin consuelo. Al otro lado el marido desencarnado charla con su guía:

- ¿Cuándo podré hablar con ella? Me aturde verla tan apenada.

- No te preocupes, pronto tendrás ocasión. Aguarda.

La señora ojea un pliego de tema espiritista que su hijo ha dejado descuidado sobre su escritorio. Se dice, ¿y si todo esto fuera cierto? ¡Ay, si pudiera saber de Roberto! Se consume en meditaciones que el deudo no escucha estando como está bajo el amparo de su guía. Ambos salen de la habitación. Y se dirigen hacia donde está Claudio, el hijo que nació fruto del amor de esta relación.

***

La reunión en el centro espírita va a comenzar. Todos están en silencio, sentados alrededor de una mesa rectangular, son ocho personas de aspecto sereno y simpático. Uno de ellos entona una oración de recogimiento para dar inicio al trabajo. Roberto ve como desde arriba cae una especie de luz blanquecina que va descendiendo sobre cada uno de los presentes, excepto sobre una muchacha que está oscura, como si la cosa no fuera con ella. Hay muchas más personas ahí presentes, pero están como ellos, en el plano espiritual. Visten de blanco inmaculado y radian una alegría singular que embriaga el alma.

- Buenas noches, caros hermanos, venid aquí junto a nosotros, y veréis el trabajo de esta noche, digno de estudio.

Roberto está nervioso, sabe que en un momento dado se le llamará para dar una comunicación, pero mientras, aguarda paciente su turno junto a su guía que no le abandona un instante.

La sesión pasa con normalidad, los mentores espirituales ayudan a los médiums a ponerse en situación para recibir a los espíritus comunicantes, muchos de ellos envueltos en bajas vibraciones, debido a su necesidad de ayuda y orientación.

Desde afuera Roberto contempla la escena curioso, nunca había asistido a una reunión espiritista, ni tampoco se mostraba muy convencido de cuando su hijo le hablaba del trabajo de amor y caridad que hacían. A él, todo eso le sonaba a satanería, o como mucho a charlatanería barata de unos cuantos exaltados y deploraba que su hijo estuviera mezclado con semejante calaña. Pero ves las cosas, al volver al plano espiritual, al morir, como vulgarmente se dice, se halló muy sorprendido ante la ayuda inesperada del mismo, y ya no pudo negar la evidencia de la utilidad de estas sesiones, pues ¡qué sólo se quedan los muertos! Como diría el poeta Bécquer en una de sus rimas, y bien es cierto, pues ya muertos, nadie se acuerda en ayudarlos, como mucho algún pensamiento bondadoso, las más de las veces de agria pena que en nada benefician al difunto, que de difunto tiene poco.

Al recordar estas cosas Roberto se empezó a emocionar al revivir aquellos momentos de angustia y de congoja, pues tal era su desorientación. Sin darse cuenta mientras estaba en esta situación, fue guiado hacia su hijo, que fue el elegido para la comunicación de aquella noche.

- Buenas noches hermano, ¿con quién tenemos el gusto de hablar?

- Buenas noches, nos dé Dios.

- Qué así sea. Contadnos, en qué os podemos ayudar.

- Ya me estáis ayudando, y mucho. Mi nombre es Roberto Bernabéu y soy el padre de Claudio.  Honda emoción recorre la mesa como un rayo electrizante.

- Nos alegra mucho poder contar con su presencia esta noche. Como sabéis vuestro hijo nos habló mucho de usted.

- Sí, lo sé. Y le estoy muy agradecido, yo ignoraba todas estas cosas, incluso ahora mismo ignoro como estoy hablando a través de su boca, en realidad no pensé que hubiera vida después de la muerte. Pensaba que eran tonterías, miedos irracionales, que todos tenemos y que de algún modo nos hacen más suave la existencia.

- Pero ahora habéis visto que sí hay algo, de hecho estáis en plena conciencia de que no estáis muerto.

- Sí bien lo veo, aunque por un lado más bien me pesa. Porque podría haber hecho muchas cosas que no hice. O haberlas hecho distintas.

- Bueno Roberto, no se culpe más de la cuenta, todos pasamos pruebas y no siempre acertamos en la resolución de las mismas. Lo importante es que ahora esté sereno porque con la ayuda de Dios va a empezar a comprender su nueva situación y a estudiar su vida ahora acabada, para ver en qué puntos pudo haber hecho más, pero siempre para perfeccionar, no como castigo, y de este modo rectificar en la siguiente existencia. Porque ¿le han dicho ya que volvemos a vivir?

- La verdad, no. No me había planteado ese asunto. No llevo mucho tiempo aquí, o bueno a mí no se me antoja mucho tiempo, y ya digo que hay cosas que no entiendo del todo bien. Sólo sé que estoy mejor, que vuestras oraciones me llegan, y ahora mismo la conversación que estoy manteniendo con vosotros me calma, me da paz. Y al mismo tiempo estoy sintiendo sopor, cansancio.

- Bien, querido hermano, ¿hay alguna cosa más que nos quiera decir?

- Sí, a mi hijo. Claudio, gracias por lo que estás haciendo por mí. La verdad, ahora comprendo la utilidad de estas cosas que mientras estaba… en vida no terminaba de comprender. Apoya a tu madre, dile si su comprensión lo puede aceptar, que estoy bien, que haga el favor de no manosear tanto mi foto que va a perder el color, que se acuerde de cosas buenas y me perdone si hubieron algunas que no lo fueron tanto. Tengo esperanza de poder decírselo en persona, pues mi guía así me lo confirma, ojalá frecuentara estas reuniones a las que tú asistes, porque por mucho que le hablo ella no me escucha…

Estoy bien hijo, pero ahora estoy algo cansado y me aconseja mi guía que me despida de vosotros. A la paz de Dios.

- A la paz de Dios querido hermano, esperamos si Dios quiere que pronto nos vuelva a visitar.

Jesús Gutierrez Lucas

Los hijos difíciles


Cada nuevo hijo que recibimos en el hogar es, sin duda, un motivo de alegría, de esperanza. Representa la culminación del amor que une, o que debe unir, a la familia.

Cuando recibimos en nuestros brazos a ese pequeñín, y aún antes, idealizamos para él un futuro lleno de proyectos, anhelos, esperanzas, salud orgánica e inteligencia.

Sin embargo, más tarde o más temprano, en la medida que van creciendo, que se van desarrollando física y psicológicamente vamos descubriendo al verdadero ser que nos ha sido entregado y que con tanto amor hemos acogido.

En ocasiones la tierna criatura que nos fue entregada desaparece para reaparecer más adelante como un pequeño tirano. Junto a los hijos buenos, obedientes, pacíficos surgen también aquellos otros que ponen constantemente a prueba nuestra paciencia, nuestra serenidad, aquellos que son problemáticos.

La relación familiar con estos niños desobedientes, rebeldes, a menudo nos ocasiona angustias, tensiones emocionales, preocupaciones sin fin, y cansancio físico y psicológico, por presentar un temperamento fuerte, diferente.

Es frecuente escuchar a los padres quejarse y sucumbir por no saber cómo tratarlos, cómo reconducirlos, cómo disciplinarlos. Hay mucho miedo en los padres a perder los papeles porque esta situación desemboca, a menudo, en episodios violentos y agresivos dentro del hogar.

Desde el punto de vista que nos ofrece la Doctrina Espírita somos conscientes de que los lazos de familia no se verifican por el azar pues, como sabemos, hay una ley Divina que comanda el destino y la unión de las almas para la vivencia reencarnatoria.

Nuestros hijos son espíritus encarnados y podemos decir que no son nuestros, sino que han sido entregados por Dios a nuestro cuidado para que les propiciemos oportunidades para el progreso al mismo tiempo que progresamos junto a ellos.

Desde este punto de vista, es muy posible que esos sueños y anhelos, esos planes que tenemos para ellos hayan sido trazados por nosotros mismos en el Mundo Espiritual, mucho antes de reencarnar.
Siendo así, no podemos ni debemos alarmarnos si nuestros hijos nos presentan problemas y dificultades desde la más tierna edad.

Estos hijos problemáticos son aquellos que la Ley de Causa y Efecto nos presenta, nos devuelve para la convivencia familiar, de manera que juntos podamos rehacer nuestros destinos a través de las diferentes situaciones que se nos presentan. Este reencuentro que la Sabiduría Divina nos proporciona nos ofrecerá la ocasión para emprender nuevos rumbos para un mejor futuro espiritual. Sería una oportunidad para la reconciliación con aquellos que en un pasado tortuoso posiblemente herimos, o con aquellos por los que fuimos heridos.

El Espíritu Emmanuel nos esclarece en este punto cuando dice: “Los hijos problemáticos son aquellos mismos espíritus a los que perjudicamos desfigurándoles el carácter, envenenándoles los sentimientos.”
Ellos son hijos de nuestras propias obras y de nuestros propios actos en vidas pasadas. Hijos estos que la Misericordia de Dios reúne en el núcleo familiar para el debido acercamiento y la reparación a través de la convivencia y la Educación.

En el Evangelio según el Espiritismo nos enseña: "No despreciéis, por lo tanto, al hijo que desde la cuna rechaza a la madre, ni a aquel que os paga con la ingratitud: no fue el acaso el que lo hizo así y el que lo envió. Una intuición imperfecta del pasado se revela y de ella podéis deducir que uno u otro ya odió o fue odiado, que uno u otro vino para perdonar o para expiar".

Sin embargo, no siempre estos hijos problemáticos surgen como consecuencia de desencuentros habidos en el pasado. En la mayoría de los casos es nuestra irresponsabilidad y falta de compromiso como padres en la actualidad lo que se traduce en hijos tiránicos y rebeldes.

Los padres, ejercen una influencia muy grande y tienen la misión de procurarles todos los medios para su progreso moral a través de la Educación, como encontramos en el Libro de los Espíritus.

“Dado que el Espíritu encarna con miras a perfeccionarse, durante ese periodo (la infancia), es más permeable a las impresiones que recibe y que pueden favorecer su adelanto, al cual deben contribuir quienes están a cargo de su educación.”- L.E

El Espíritu, independientemente de su pasado, encarna en un cuerpo infantil para ser educado de nuevo, es decir, ser reeducado para resolver aquellas carencias, defectos y malas inclinaciones que emergen del pasado.

“La fragilidad de los primeros años los vuelve flexibles, accesibles a los consejos de la experiencia y de quienes deben hacerlos progresar. Entonces es cuando se puede reformar su carácter y reprimir sus malas inclinaciones. Tal es el deber que Dios ha confiado a los padres, la misión sagrada por la que tendrán que responder.”-L.E

La espiritualidad nos recuerda el carácter sagrado de la paternidad.

Casi siempre nos olvidamos de esta sublime misión, con terribles consecuencias en el futuro.
De ello podemos extraer algunas conclusiones que pueden ayudarnos a conducirnos en la educación de estos hijos.

En primer lugar, que nuestra actitud ha de ser siempre constructiva no permitiendo que la amargura y la desesperación tomen posiciones que dificulten aún más la relación.

No podemos olvidar que muchos padres se sienten terriblemente castigados por la culpa, planteándose en qué han podido equivocarse, recreándose en la idea de que la suerte, el azar, el destino ha querido castigarles enviándoles un hijo problemático.

Es más que conveniente rechazar estas ideas que únicamente nos procurarán tormentos y nos imposibilitarán para la responsabilidad que verdaderamente nos cabe.

En segundo lugar, que debemos mostrarnos siempre, y por encima de todo, comprensivos, amorosos y agradecidos por la oportunidad que se nos está ofreciendo, lo que modificará en gran medida de nuestros patrones mentales y de comportamiento.

La gratitud es una actitud que nos ayudará en la tarea que se nos ha encomendado.
Si sabemos que somos espíritus inmortales podemos intuir también cuantos errores pudimos cometer con anterioridad, y recibir en nuestro hogar uno de estos espíritus es la oportunidad grandiosa de rehacer el pasado cooperando en la recuperación de espíritus infelices que, posiblemente, llevaban esperando este reencuentro desde hace mucho tiempo.

Por último, ofrecer a nuestros pequeños, por todos los medios, una buena Educación moral desde la más tierna infancia que les procure en el futuro herramientas adecuadas para conducirse y que posibilite el perfeccionamiento y mejora a la que son susceptibles como espíritus inmortales.
Nos cabe pues la responsabilidad de otorgarles las alas que precisan para poder volar y elevarse con seguridad para las regiones de luz.

La ocasión entonces se presenta como un momento de felicidad para la iluminación de nuestros corazones a través del Amor, la entrega, el servicio y el progreso mutuo.
Valle García
Comisión de Infancia, Juventud y Familia de la FEE.


miércoles, 6 de noviembre de 2013

VIH – SIDA Visión médico espírita



El VIH es un retrovirus transmitido por vía sexual, transfusiones sanguíneas, compartir jeringuillas o desde la madre contaminada hacia el feto, en el parto o al amamantarle. Se multiplica en el organismo destruyendo las células de defensa, los glóbulos blancos, específicamente los linfocitos T CD4. Cuanto ese ejército natural del cuerpo humano está bastante disminuido se establece la inmunodeficiencia o SIDA, que abre las puertas a las infecciones oportunistas que debilitan y causan sufrimiento al individuo en esa condición. Actualmente existen cerca de cuarenta millones de portadores del virus VIH en todo el mundo, concentrándose la mayoría en el África subsahariana. Existen potentes cócteles antirretrovirales que impiden la multiplicación viral, ayudando a prevenir el Sida, disminuyendo las infecciones oportunistas y aumentando la longevidad y la calidad de vida del portador del virus.

En la visión espírita, el ser humano es entendido bajo el prisma de la inmortalidad del alma, como un ser eterno, hijo de Dios, que marcha rumbo al progreso y a la felicidad ejerciendo una libertad relativa dada por Dios a sus hijos. En este proceso, pasa por las múltiples vidas sucesivas o reencarnaciones, guiado por las leyes de justicia y misericordia, ambas derivadas de la ley del amor que regulan el equilibro de la creación. Cada vez que el ejercicio de la libertad humana quebranta la ley del amor, el ser entra en desequilibrio consigo mismo y con el universo y cuando él insiste en su comportamiento, que confirma las tendencias y los hábitos y con frecuencia la creación de vicios en el alma, acciona mecanismos automáticos y naturales de reequilibrio y rearmonización ante la ley divina, que está inscrita en su conciencia. Guiado por el amor el ser evoluciona, construyendo su camino de la forma que le place, determinando acciones que generan reacciones, dentro de la ley del progreso inexorable. De esta forma atrae hacia él las circunstancias justas y necesarias con miras al crecimiento, así como construye circunstancias que no serían exactamente necesarias para su progreso pero que expresan su momento evolutivo y sus dificultades morales.

El cuerpo humano, teniendo sabiduría innata al servicio del espíritu inmortal que lo habita y conduce, obedece a la conciencia profunda manifestando salud o enfermedad conforme esté el ser equilibrado o desequilibrado ante la ley del amor, sea consigo mismo o con el prójimo. Con esta visión, las enfermedades se manifiestan como el resultado del posicionamiento del ser en el mundo, de acuerdo con su forma de pensar, hablar y actuar, posición esta reafirmada a lo largo del tiempo, de las vidas sucesivas y muchas veces cristalizada en actitudes de desamor y falta de consideración a los sentimientos superiores del amor, respeto, consideración, etc. La enfermedad se presenta como una invitación, un llamado del alma, manifestando su momento evolutivo, sus conflictos, su estado mental y emocional, así como sus necesidades espirituales.

Al reencarnar el espíritu elige el género de pruebas y por medio del análisis de su estado presente, resultado de su pasado espiritual, conoce sus tendencias y predisposiciones, escogiendo las pruebas que le sirvan como fuente de progreso y expiación de las faltas cometidas, proponiéndose apaciguar la conciencia y manifestar salud general del cuerpo y del alma.

André Luiz nos enseña que las enfermedades infectocontagiosas se establecen en las áreas de predisposición mórbida que existen en el psiquismo y en el cuerpo espiritual, como consecuencia natural de la resonancia magnética y de la necesidad de reequilibrio del ser inmortal. La infección por el VIH es una circunstancia atraída por el individuo hacia su vida por diferentes motivos, que deben ser siempre individualizados, aunque en líneas generales podemos decir que favorece el desarrollo del autoamor, del autocuidado, de la individualización, el establecimiento de límites y sobre todo la reeducación sexual y afectiva profundas, cuando éste aprovecha la oportunidad para su despertar espiritual.

André Luiz nos aclara que “es muy raro que las enfermedades no estén relacionadas directamente al psiquismo. Todos los órganos están subordinados a la ascendencia moral”. El patrón mental y emocional del portador del virus, así como los cambios que haga para volverse más cariñoso consigo mismo y con el prójimo, más atento con las relaciones afectivas y con los compromisos asumidos con otros corazones, actuarán directamente en la intimidad de las células y del sistema inmunológico, activando las defensas naturales del cuerpo e inhibiendo la replicación viral. De esa forma el VIH puede volverse una enfermedad crónica controlable, como la diabetes o la hipertensión arterial, no causando sufrimientos dispensables ya que el amor cumplió su papel educativo en la vida del individuo.

El mensaje de Cristo, expresado en la sabiduría del Evangelio, invita a todos a reflexionar sobre su posición como hijos de Dios,  su papel como co-creador y  el desarrollo de los dones divinos que haya en sí. Representa la fórmula de salud por excelencia, conduciendo al hombre de vuelta a Dios.

El espíritu Joseph Gleber, médico alemán del síglo XX, nos informa que “La salud es la conexión real criatura-creador, y la enfermedad lo inmediatamente contrario de tal hecho”. Es útil preguntarse ante la infección del VIH los porqués y paraqués  de la experiencia, extrayendo del dolor la madurez imprescindible para pasarla con provecho. Para ello es necesaria una postura permanente de atención sobre uno mismo y autoconocimiento,  así como hacer esfuerzos por el dominio de sí mismo, dentro de la perspectiva optimista y esperanzadora que el Evangelio propone. En esa visión no caben culpas, pensamientos o acciones depresivas y autopunitivas y sí coraje y mucho ánimo para superarse cada día, desarrollando el autoamor que ayude a despertar el amor al prójimo, como medida de cura efectiva del alma.

El Espíritu Franklim nos ofrece un testimonio de su experiencia de madurez con el VIH, diciendo “En mi caso particular, el sida funcionó como el ángel del dolor que me liberó de las garras del vicio y del desequilibrio moral. Tal vez algunos se sorprendan por hablar de esa forma, pero después de la jornada triste y sombría que realicé, cuando estaba encarnado, en las locuras de la falta de reglas, la enfermedad hizo de freno, proporcionándome la oportunidad de revisar mis pasos en la vida moral y gracias a la ayuda de los amigos espirituales, pude liberar mi conciencia de la pesadilla del mal y del desequilibrio”.

La doctrina espírita, ofreciendo aclaraciones y orientaciones sobre la naturaleza del ser y su relación íntima con la materia, las consecuencias físicas y morales de sus actos, ofrece un amplio camino de aceptación de sí mismo y responsabilidad espiritual ante las circunstancias del camino.  La fluidoterapia, por medio de los pases y el agua magnetizada, así como la renovación de los patrones del alma, son recursos medicamentosos efectivos y profundos ofrecidos gratuitamente bastando con la aceptación por parte del sujeto de sus responsabilidades y potencialidades espirituales y la decisión por mejorarse continuamente en la marcha del progreso.

La casa espírita, como lugar sagrado de acogida y educación de los convidados de Jesús, debe ser un espacio de fraternidad e instrucción, que abre sus puertas a los portadores del virus VIH y las demás patologías, que deseen comprenderse bajo la visión inmortalista espírita, sin críticas, preconceptos o juzgamientos. El trabajo espírita, centrado en el amor al próximo orientado por Jesús, es el trabajo de compasión y misericordia, ofreciendo a aquellos que así lo deseen un bendito campo de estudio y trabajo, renovación y entendimiento, para la conquista de la salud integral.

Finalmente, la casa espírita debe cumplir con su papel de estimuladora y propiciadora de la práctica del bien, nuestro mayor y mejor abogado en toda hora. Emmanuel nos dice que “ Cuando la justicia nos busque para prestar cuentas, si nos encuentra trabajando en favor del prójimo, la misericordia divina le manda que regrese sin fecha prevista de vuelta”. Y complementa André Luiz “El bien constante genera el bien constante y manteniéndonos infatigables en la acción del bien, todo el mal acumulado por nosotros se atenúa, gradualmente, desapareciendo por el impacto de las vibraciones de auxilio, nacidas en nuestro favor, en todos aquellos a los cuales dirijamos el mensaje de entendimiento y amor puro, sin necesidad expresa de recurrir al concurso de la enfermedad para eliminar las insinuaciones de las tinieblas que, eventualmente, traten de inmiscuirse en nuestro ámbito mental.  El amparo a los otros crea auxilio para nosotros mismos, motivo por el cual los principios de Jesús, extirpando de nosotros la animalidad y el orgullo, la vanidad y la codicia, la crueldad y la avaricia, a la vez que exhortándonos a la simplicidad y la humildad, a la fraternidad sin límites y al perdón incondicional establecen, cuando son observados, la inmunología perfecta en nuestra vida interior, fortaleciéndonos el poder de la mente en la autodefensa contra todos los elementos destructores y degradantes que nos cercan y articulándonos las posibilidades imprescindibles para realizar nuestra evolución hacia Dios”.
Andrei Moreira
Médico de familia y comunidad y homeópata
Presidente de la Asociación Médico-Espírita de Minas Gerais – Brasil
www.amemg.com/br

Entrevista a Alfredo Alonso De la Fuente, presidente del C.E. Alborada Nueva

1. ¿Cuál es tu trayectoria en el Espiritismo?
Llegué a él hace unos 11 años. Me resultó tan tremendamente familiar, que tuve la sensación de conocerlo ya de muy atrás. En estos años me he dedicado principalmente a formarme e intentar ser un verdadero espírita. Como nos decía Allan Kardec, se trata de trabajar día a día por nuestra reforma moral y esforzarnos por dominar nuestras malas inclinaciones.

2. ¿Por qué eliges este camino y no otra filosofía?
Soy de la opinión de que cualquier filosofía, religión o creencia, son positivas y respetables si no hacen caer en fanatismos aberrantes e incitan a la persona a ser mejor, consciente de la necesidad de su reforma moral. Yo elegí el espiritismo porque me dio las respuestas, despertó mi mente y sensibilizó mi corazón, haciéndome adquirir esa fé inquebrantable.

3. El nombre que habéis escogido es el mismo que uno de los libros de Cairbar Schutel ¿por qué?
Si, así es. Realizamos una lista con varios nombres y al final nos decidimos por "Alborada Nueva". En realidad yo tenía pensado otro, pero este fue el que más le gustaba a mi mujer. Los que estén casados me comprenderán.

4. ¿Cuándo y dónde os reunís?
Nos reunimos actualmente por la mañana en nuestro centro, situado en la C/ Hilados 14 (posterior) en Torrejón de Ardoz - Madrid. Decidimos implementar un horario de mañana, entre otras cosas, porque no existe ningún centro espírita que lo tenga y cubrir así esta necesidad. Aprovecho para invitar a todas aquellas personas que estén leyendo esta entrevista a venir a vernos cuando quieran. Serán bienvenidos.

5. Sabemos que los comienzos siempre son difíciles, sin embargo con constancia, seriedad y estudio, los espíritus hacen que la gente llegue hasta los centros ¿Qué actividades lleváis a cabo?
En principio estamos asentando bien las bases a través de un breve curso llamado "Doctrina espírita para principiantes", junto con el estudio del "Evangelio según el Espiritismo". Posteriormente abordaremos el estudio sistematizado, que profundiza ya en todos los puntos.
En proyecto tenemos más actividades, que irán surgiendo cuando llegue el momento preciso.
6. ¿Cuál opinas que es el mejor camino para la unidad en el movimiento espirita?

La unidad parte de unificar criterios, aprender de los errores y abrir buenos canales de comunicación para escucharnos, comprendernos, trabajar unidos y con buena orientación por la causa espírita, evitando tropezar con las mismas piedras. La perspectiva es fundamental para la comprensión de los problemas ajenos. Desde nuestro punto de vista siempre estamos cargados de razones, pero alejados de la visión general y es esta, la que nos brinda la mejor solución para cualquier problema. El orgullo es siempre un obstáculo.
Los que nos precedieron en el movimiento, velan por nosotros y esperan que actuemos con buen sentido y humildad. Seamos valedores de ser los actuales portadores de la antorcha espírita.

7. Para asistir a vuestras clases ¿es necesario algún requisito?
Nuestras puertas están abiertas para cualquier persona que quiera venir, independientemente de su creencia, cultura o valores. Únicamente deben tener conciencia de que un centro espírita es un lugar que se rige por la doctrina espírita. Es razonable respetar todo y favorecer a cada persona, pero no por ello aceptar todo, ni abrazar todo, a fin de poder estar con la verdad.

8. ¿Cómo os pueden localizar nuestros lectores para contactar con vosotros?
Pueden llamarnos al teléfono 655251788 o si prefieren escribirnos al mail: alcason@gmail.com
Desde El Ángel del Bien os deseamos mucho éxito con vuestro proyecto, pero sobre todo un gran caminar hacia el Bien.
Muchísimas gracias. El Bien... largo es el camino y grande nuestra deuda, pero día a día más firme ha de ser nuestra esperanza. Demostremos que somos espíritas con nuestros actos, además de con nuestras palabras.