domingo, 21 de noviembre de 2010

IDEOPLASTIA

Actualmente podemos encontrar programas televisivos y radiofónicos, que emiten comunicaciones, vivencias y reportajes, algunos de éstos confusos y sensacionalistas, en los que se mezcla catolicismo, brujería y espiritismo como si se tratara de un exquisito cóctel, para la degustación única y exclusiva de la obtención del mayor número de audiencia. Es más necesario que nunca generar conciencia de conocimiento.

El trato con el mundo de los espíritus conlleva la necesidad de un conocimiento profundo del tema, precisamente para evitar malas interpretaciones y peores consecuencias.

Para la persona que no cree en estas comunicaciones, le puede hacer pensar el hecho de que alguien les cuente algo que solamente ellos sabían. Y para aquellos a quienes la palabra “espiritismo” atemoriza, su aprendizaje les dará la libertad necesaria para no ser manipulados a través del miedo y la sugestión.

Una de esas innumerables cuestiones de las que trata esta ciencia es la importancia que puede tener el pensamiento. Detenerse a apreciar los propios pensamientos es un hecho que resulta casi siempre impracticable en los altibajos del día a día.

Utilizar con sabiduría y discernimiento este recurso es sacar un beneficio incalculable de las propias facultades inherentes de cada uno.

Pensar es crear. Cuando lo hacemos, estamos emitiendo una forma de energía dotada de movimiento y de vida, que se exterioriza alrededor del ser pensante, generando al mismo tiempo un circuito de acción-reacción.

Nunca tenemos la mente en blanco, pensamos normalmente sin prestar atención en el valor de este sencillo acto. Es pues de cabal importancia, concienciarnos de la responsabilidad de lo que pensamos.

¡Es muy importante saber pensar y pensar en el bien! En el capítulo VIII y XXVIII de "El Evangelio Según el Espiritismo", tenemos dos citas, respectivamente:

-“La verdadera pureza no reside tan sólo en las acciones, sino está también en el pensamiento, porque quién tiene puro el corazón ni siquiera piensa en el mal.”

- “La forma no es nada, el pensamiento lo es todo.”

Al tener un pensamiento emitimos una onda. Éstas pueden ser mecánicas o electromagnéticas. Las mentales son del segundo tipo, que se caracterizan por no necesitar de ningún medio material denso para propagarse.

Para tener una idea gráfica, sólo hay que imaginar el típico “bocadillo” de los tebeos definido por la Real Academia de la Lengua Española como: “espacio, generalmente circundado por una línea curva que sale de la boca o cabeza de una figura, en el cual se representan palabras o pensamientos atribuidos a ella”.

Bien y ¿cómo funciona eso que en los gráficos se ve tan claro y yo, sin embargo, soy incapaz de verlo en la cabeza de mi vecino?

Empezaremos por explicar su origen y significado.

El vocablo “ideoplastia” fue creado por el Dr. Durand de Gros, en 1860.

Alrededor del año 1912 el renombrado médico y catedrático Doctor Charles Richet, premio Nobel de medicina y fisiología en 1913, empieza a utilizar esta palabra para designar las formas mentales exteriorizadas.

Del griego “ideo”= idea + “plastos” = forma + “ia” = acción. Acción de dar forma a una idea.
Existe un fluido cósmico universal que rodea absolutamente todo. Una de sus modificaciones es el fluido espiritual que forma la atmósfera en la que actúan los seres desencarnados, y es el vehículo de propagación de las ideas, así como el aire lo es del sonido. De allí, ellos extraen los elementos sobre los cuales operan y forma el ámbito en el que ocurren los fenómenos perceptibles a la vista y el oído del espíritu, pero que escapan a nuestros sentidos materiales.

Los espíritus actúan sobre estos fluidos a través del pensamiento, que es el que crea y la voluntad que es la fuerza impulsora. De ese modo le dan a esos fluidos una dirección, los unen, los cambian o los dispersan. Cambian sus propiedades, del mismo modo que un químico puede cambiar la de un gas u otros cuerpos, combinándolos de acuerdo a ciertas leyes.

Esas transformaciones pueden ser el resultado de una intención o idea inconsciente. A un espíritu le basta pensar algo para que se produzca una ideoplastía de lo que piensa. Ese hecho pone en acción al cuerpo fluídico, el cual reproduce todos los matices. En ese medio se ejecuta el acto y la escena aparece como en un cuadro. Así es como otro espíritu (encarnado o desencarnado) en sintonía con él puede leer en esa imagen, como si de un libro abierto se tratara. Viendo esa intención pueden presentir su cumplimiento, pero no podrán determinar el momento ni precisar detalles ni siquiera afirmar qué ocurrirá, ya que, circunstancias posteriores lo pueden modificar.

La creación mental, originada en cada ser, tendrá asociada una onda de determinada frecuencia, amplitud y duración, que dependerá de la persistencia en lo que se exprese y la intensidad de la voluntad que lo impulse.

Ahora bien ¿qué significa estar en sintonía con otro ser?

En física se sabe que cuando un sistema es alcanzado por una onda, éste vibra con la frecuencia de la onda y con una determinada amplitud. Hay algunas frecuencias y amplitudes que absorben la máxima energía y la amplitud de oscilación es cada vez mayor. Se dice, entonces, que el sistema entra en resonancia.

Eso ocurre también cuándo decimos que entramos en sintonía con otro pensamiento, significa que entramos en resonancia con otra onda, anteriormente emitida.

Por tanto, el hecho de controlar los pensamientos es una importante adquisición espiritual. Ya dijo León Denis: “Unas de las funciones del espiritismo es que controles tu mente.”

Las ideas impuras, de índole inferior, que nos hacen regocijarnos en los placeres y vicios, son perjudiciales. Son pensamientos tóxicos que nos causarán perjuicios en el cuerpo periespiritual y físico. En contrapartida, las ideoplastias de carácter ennoblecido nos enriquecen y elevan, dándonos una sensación de paz y bienestar interior.

Podemos utilizar la facultad de pensar durante el período en que estamos despiertos y durante el sueño.

Aprovechémonos de las enseñanzas espirituales y actuemos en consecuencia, vigilando nuestras ideas.

En el estado de vigilia, podemos acceder al control de ellas, a través del intento de permanecer en un estado de vibración mental sano, deteniéndonos en apreciarlos y observarlos, para poder detectar la especie de ondas que solemos emitir. Ya que onda que emitimos, onda que sintonizamos.

Y durante el sueño, si antes de dormir, realizamos una reflexión honesta de las acciones e ideas, realizadas o tenidas, durante el día, nos armonizamos con una lectura del Evangelio, hacemos una oración o irradiamos sentimientos de cariño, amor o bienestar a quienes nos rodean, sean o no, amigos.

Cláudia Bernardes de Carvalho y Ana Mª Sobrino.
Centro Espírita “Entre el Cielo y la Tierra”.

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