lunes, 27 de agosto de 2012

Miedo a la muerte

¿Qué es la muerte?
La muerte es una transformación necesaria, una renovación, la muerte no existe, no es más que aparente, se muere para renacer.
Durante la vida, el espíritu está ligado al cuerpo por la envoltura semi-material o periespíritu. La muerte no es más que la destrucción del cuerpo físico pero no la de la segunda  envoltura,  que se separa de aquel cuando cesa la vida orgánica. La observación prueba que en el instante  de la muerte, el desprendimiento del periespiritu no es completo, si no  que se opera  gradualmente y con lentitud muy variable según  los individuos. En unos es  bastante rápido y puede decirse que con  pocas horas de diferencia, pero en otros, sobre todo aquellos cuya vida ha sido completamente material y sensual, el desprendimiento es  mucho menos rápido y dura a veces días, semanas, hasta meses e incluso años.
En el momento en que la vida se extingue, el alma vuelve a ser espíritu, es decir, entra de nuevo en el mundo espiritual que había abandonado momentáneamente. Además sabemos que el alma conserva su individualidad y no la pierde nunca con lo que nos podemos preguntar:
 ¿El alma no se lleva  consigo nada de este mundo?... nos dicen los espíritus que nos llevamos el recuerdo y el deseo de ir a otro mundo mejor. El recuerdo que nos llevamos es grato o desagradable, según el uso que se ha hecho de la vida y mientras más pura es el alma, mejor comprende la futilidad de lo que deja en la Tierra.
Hay  otra pregunta que muchas personas se hacen, ¿es dolorosa la separación entre el alma y el cuerpo? La espiritualidad nos dice que no. A menudo sufre más el cuerpo durante la vida que en el momento de la muerte, pues el alma no toma parte alguna. Los sufrimientos que a veces se experimentan en el momento de la muerte son un placer para el espíritu, que ve llegar el término de su destierro.
El ejemplo de la oruga, que al principio se arrastra por el suelo y después se encierra en su crisálida (aparentemente muerta) y cuando se despoja de ella, vuela libre y ligera convertida en una  mariposa, puede darnos una idea, al hombre viviendo en la Tierra y cuando muere se independiza de su envoltura material siendo su espíritu libre de nuevo.
¿Qué causa el miedo a la muerte?
La muerte es un hecho natural que afecta a todo ser vivo y en todas las épocas el hombre se ha preocupado de su porvenir de ultratumba, cualquiera que sea la importancia que se le dé a la vida presente, pensando en lo corta que es y que puede ser interrumpida en cualquier instante sin saber lo que puede pasar mañana. Se nos decía  que hay un paraíso y un infierno y que si no teníamos cuidado lo más seguro es que acabaríamos yendo al infierno, porque hay muchos “Pecados Mortales“ para el alma y que están relacionados con el infierno,  que es el fuego eterno que nos quema sin destruirnos. Cuando el hombre habla del fuego eterno es porque no ha encontrado comparación más enérgica que la del fuego para él (el fuego es un suplicio) y  esta  creencia  se remonta a la más alta antigüedad, heredándola la sociedad actual, por eso se dice también en lenguaje figurado el fuego de las pasiones, los celos me queman, ardo de amor etc.
Cuando llegamos a cierta edad y podemos razonar lo que se nos ha dicho, las personas se hacen ateas, materialistas porque su creencia fuera de la vida presente es… la nada, que  nada existe, que cuando el cuerpo se pudre en la fosa, se acaba todo. Al hablar con ellos lo creen firmemente, en el fondo se han mentalizado. Por  otro lado los que persisten en las creencias de la infancia, temen a ese fuego  eterno  que ha de quemarles sin destruirles y aquí empieza el sufrimiento interior, una ansiedad… y una de las maneras de disiparla es pensando sólo en el presente e intentar vivir lo mejor posible satisfaciendo todos los  deseos. No obstante se piensa en la muerte y el sólo pensamiento les horroriza, porque dudan de su porvenir y porque van a dejar en la Tierra todas las riquezas, los afectos y esperanzas. También en muchos casos el miedo es simplemente por desconocimiento.
Una intuición íntima que tenemos nos afirma que esto  no es posible, con la creencia de la nada, de que no hay nada más, el hombre se concentra forzosamente en la vida presente  y no se preocupa del porvenir ya que no se cree en él.
 Supongamos que cierto número de personas o una sola, tuviera la certeza que dentro de un espacio corto de tiempo, desaparecerá, morirá y que no quedará nada de él o de ellos  después de la muerte. ¿Qué hará durante ese tiempo? ¿Trabajará para ser mejor? ¿Seguirá trabajando para poder vivir lo que le quede de vida? ¿Respetará a los demás? Hay muchas personas que no creen en la vida futura  y seguirán viviendo normalmente pero otras en cambio, si estudian o trabajan, lo dejarán y pudiendo entregarse a los excesos y como vulgarmente se dice “¡se fundan todo lo que tienen!” Su razonamiento es: “para que me voy a reprimir si me queda poco tiempo.Vivamos lo mejor posible todo lo que no hemos vivido”.
El sentimiento que se tiene al acercarse la muerte es en algunas de las personas escépticas… la duda, en otras personas que se sienten culpables…el temor. Hay que reconocer que hay menos escépticos de lo que nos creemos, muchos se hacen los despreocupados durante la vida, pero a la hora de morir ya no son tan  valientes.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                    He de admitir que yo tenía miedo a la muerte. No había día que no pensara en ella de alguna manera. Tenía una angustia leve pero constante. Me consideraba feliz con lo que estaba consiguiendo en mi vida, pero esa incertidumbre que sentía seguía y seguía estando y no se me iba a pesar de ser una persona optimista y alegre. Me confortaba yo mismo, de alguna manera, al pensar que si me moría mañana o la semana que viene, la conciencia la tenía tranquila, ya que por más que pensara me consideraba una persona buena y que siempre había intentado hacer el bien. Tenía mis imperfecciones, claro estaba, pero al hacer  examen, realmente me consideraba feliz por lo que había conseguido y por los años que había vivido. Era  afortunado, ya que muchas personas, por diferentes motivos habían muerto muy jóvenes y yo seguía vivo. Mi desasosiego tenía también otra explicación y era el preguntarme: ¿Qué hacemos aquí en la Tierra? Nacemos, crecemos, vivimos, nos reproducimos, envejecemos y morimos. ¿Qué va a ser de nosotros? ¿Hay algo más? ¿O sólo existe la nada? ¿Nuestro cuerpo se convierte en polvo  y aquí se acaba todo?… había algo en mi interior que no me dejaba aceptar la nada, que las cosas tienen que tener una razón de ser y de existir, pero… seguía teniendo miedo a la muerte. Hasta que un día descubrí y conocí  a unas personas las que me explicaron de dónde venimos, quienes somos y adonde vamos. Estas personas son…  espiritas, como yo  lo soy  hace años.
La muerte es parte de nuestra vida, el miedo a la muerte es a veces tan intenso que genera ansiedad y obsesiones, depresiones, algunas personas  pasan  demasiado tiempo pensando  en ella, tanto la suya como la de los otros y cuando esto ocurre, se nos hace difícil. Vivir pensando todo el tiempo que algo malo sucederá es una tortura y así no se disfruta de la vida. No hay que recrearse en los miedos, en las desgracias, en la autocompasión… no es sano. El espiritismo nos da consuelo y nos enseña a afrontar el miedo a la muerte. El primer paso  para poder ser feliz, sea cual fuere la prueba que marque tu camino, sopórtala  con amor  y agradece a Dios por ella. Tendríamos que temer más, a lo que hacemos  con nuestra vida, que al fin de ella, porque muchas personas viven inútilmente al no saber aprovecharla. La espiritualidad nos dice constantemente y en todos los lugares del mundo, que la vida siempre tiene sentido, aunque no podamos verlo  claramente y que no estamos solos. 
Las personas que creemos en el  espiritismo, diremos: “la muerte solo destruirá mi cuerpo, que dejaré  como se deja un vestido viejo, pero mi espíritu vivirá siempre”. Yo seré en la vida futura mejor de lo que he sido en esta  ya que todo lo  que he adquirido en cualidades morales e intelectuales no estará perdido y todos los defectos de que me despoje son un paso más hacia la felicidad. Mi dicha o mi desgracia venideras dependerá de la utilidad o inutilidad de mi existencia presente, me diré a mi mismo…me interesa mucho aprovechar el poco tiempo que me queda, y evitar cuanto pueda debilitar mis fuerzas.
Solemos encarar las cosas tan solo desde el punto de vista terrenal, en cambio el espiritismo nos las hace ver desde más alto, mostrándonos que los verdaderos lazos afectivos son los del espíritu y no los del cuerpo y que estos no se cortan ni por la separación ni por la muerte física, sino que en la vida espiritual se tornan mas fuertes mediante la depuración del espíritu, ¿a que es reconfortante saberlo? Esto nos infunde gran energía para soportar las vicisitudes de la vida.
Como también nos es de gran consuelo saber que nuestros seres queridos nos están esperando en la vida futura y nos preguntamos. ¿Encontraremos inmediata-mente a los que hemos conocido en la Tierra y que han muerto antes que nosotros? La respuesta es  sí, según el afecto que les profesábamos y el que ellos sentían respecto a nosotros. A menudo salen a recibirnos a la entrada, en el mundo de los espíritus y nos ayudan a separarnos de los velos de la materia. Veremos también a muchos a quienes habíamos perdido de vista durante su permanencia en la Tierra, y tendremos también la oportunidad de poder visitar a las personas que siguen vivas, encarnadas, en la Tierra.
 El espiritismo me ha ayudado a comprender y a dar un  sentido a mi vida, a no tener miedo. Les puedo intentar explicar lo que ha significado esto para mí, pero es tan grande lo que se siente  que es mejor sentirlo. Con el tiempo y el estudio se me aclararon todas las dudas que tenía y desapareció de mi  toda angustia, todo desasosiego, el miedo a la muerte y apareció en mi vida con más fuerza  aún de la que tenía, unas ganas enormes de potenciar mis cualidades positivas  y me inundó una alegría, una paz, una felicidad interior indescriptibles, a la vez  una nueva responsabilidad mucho más acentuada  de la que tenía. No me quiero extender con las emociones que sentí  y siento cada vez más, sólo darles un consejo  a las personas que están  leyendo ahora mismo estas frases escritas y salidas de mi corazón…hagan lo posible para conocer el espiritismo, bien por internet,  buscando un centro espirita  cerca de donde viven, no se arrepentirán, todo lo que yo les diga es poco, son las respuestas a todas las preguntas que todos nos hemos hecho y seguramente de otras cosas nos seguimos haciendo.
Se acabaron los miedos, las angustias los sufrimientos, todos sentimos el deseo de vivir, de gozar, de querer, en definitiva de ser…felices
Las personas que tratamos de trabajarnos la moral, somos dichosos por la calma y la serenidad, por el bien que intentamos  hacer. Yo por mi parte creo que para procurarme una muerte dulce y tranquila debo prepararme y desprenderme con anticipación de todo lo que me liga a la materia, y mientras viva procurar llevar una vida tranquila, vivir digna y sencillamente. Es ahora en el presente cuando precisamos reformarnos y no cuando llegue el fin de nuestra vida terrestre. Sería pueril creer que nuestra situación futura depende de ciertas formalidades más o menos bien llevadas en el momento de la partida, nuestra vida entera actual responde de la vida venidera, la una y la otra se enlazan estrechamente formando una continuidad de causas y efectos que la muerte no interrumpe.
La nada después de la muerte es lo que haría inútiles los esfuerzos que yo pudiese hacer  para mejorarme pero, gracias al conocimiento que tengo de la vida futura, se que nada de lo que se adquiere es perdido y que todo sirve para el propio progreso. No he de desperdiciar, pues, ninguna ocasión de mejorar como espíritu y de purificar mi alma, aún con la certeza  de que me quedan  pocos años de vida, diciéndome que todo eso tengo ganado para otra existencia. Según establece la matemática del universo, el destino siempre habla de devolvernos lo que le hayamos entregado.
También me he preguntado ¿qué pasa con el arrepentimiento? ¿Tiene lugar en estado  corporal o espiritual? Los espíritus nos dicen que en estado espiritual, pero puede también tener lugar en el corporal, cuando comprendamos bien la diferencia entre el bien y el mal. Hay más dicha en el cielo para un pecador arrepentido que para cien justos que perseveren.
Alguien dijo que la sociedad está demasiado obsesionada con el poder de la estética. Merece la pena reflexionar sobre la importancia de cultivar el espíritu, de alimentar el corazón y los sentimientos, porque ese tesoro estará contigo siempre.
Recordemos que el sepulcro no es el final, así como tampoco la cuna es el principio y siempre se teme lo que no se comprende.
Cada uno de nosotros es libre, sin duda alguna,  de creer en algo o no creer en nada. Yo por mi parte si les digo que para qué voy a tener miedo de algo que no existe ¡la muerte! Somos espíritus inmortales y para siempre ciudadanos del universo.
Que Dios nos bendiga a todos.

Lorenzo

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