sábado, 1 de enero de 2011

El problema de la alimentación


Estudiando el Evangelio comprendemos la importancia de cuidar la salud del cuerpo físico (Capítulo XII, ítem 11 de “El Evangelio Según el Espiritismo”) como instrumento divino que nos es concedido para trabajar al servicio de Dios. Somos responsables, por tanto, de todo lo que hacemos con nuestro cuerpo y de cómo lo cuidamos. Igual que no podemos eliminarlo sin sufrir las consecuencias del suicidio, tampoco podemos mermarlo, mediante excesos o vicios, sin sufrir sus correspondientes consecuencias.
Muchas enfermedades son consecuencia de los abusos a los que sometemos al cuerpo, siendo la principal función del dolor el avisarnos de que algo no está funcionando bien para permitirnos tomar las medidas oportunas. Todo aquello que nos acorta la vida en la Tierra por debajo del plazo programado en nuestra reencarnación, es una forma de suicidio, menos violenta, por supuesto, pero con el mismo resultado; la desencarnación antes de tiempo. Cuántas pruebas habremos perdido, cuántas oportunidades de elevación y de asistencia desvanecidas, cuántas experiencias retrasadas a futuras reencarnaciones, por no haber cuidado lo suficiente el cuerpo físico.
Somos responsables de lo que hacemos con nuestro cuerpo y hoy en día, hay multitud de pruebas científicas que demuestran que la alimentación interviene decisivamente en el desarrollo o inicio de muchas de las enfermedades comunes. El Dr. David Servan-Schreiber, en su libro “Anti-cáncer, una nueva forma de vida”, defiende con estudios y comparaciones muy interesantes, como una de las principales causas del aumento del cáncer en el mundo desarrollado es la industrialización de la alimentación, con la introducción de los productos refinados en la alimentación básica. Productos desnaturalizados que perduran más en el tiempo sin caducarse y que, convertidos en azucares simples son calorías vacías sin ningún aporte de nutrientes pero garantizando la máxima satisfacción al consumidor incauto.
Los azucares simples, principalmente harinas refinadas, arroz pulido (refinado, sin el germen ni la capa exterior queda sólo el almidón), el azúcar y sus derivados utilizados como condimentos industriales (dextrosa, sacarosa, almidones, etc.) acentúan muchas enfermedades de nuestro tiempo. Las células cancerígenas son anaeróbicas, no se alimentan de oxigeno sino de glucosa. Las dietas cetónicas (basadas en ácidos grasos, mantienen valores bajos de glucosa en la sangre) entorpecen de forma probada su desarrollo. Al ingerir constantemente azucares simples (presentes en toda comida industrializada, precocinada, snacks, panadería industrial, refrescos, etc.) nuestro organismo sobrecarga el páncreas segregando insulina, evitando niveles elevados de glucosa en la sangre. El problema del páncreas es que cuando se agota aparece la diabetes. Conjuntamente a la producción de insulina segregamos la hormona de crecimiento IGF, conocida por los culturistas para el desarrollo muscular pero desconocida como agente acelerador de tumores, cuando los hubiera.
Los azucares refinados son llamados anti-nutrientes por muchos nutricionistas porque su efecto acidificante sobre la sangre consume minerales alcalinos, como el calcio (fomentando la osteoporosis) o el magnesio para su neutralización. En general un pH alcalino en la sangre conlleva a enfermar menos y a tener un sistema inmune más fuerte.
El azúcar es, y en general, hidratos hiper-glucémicos (hidratos con alto índice glucémico), son adictivos. Al consumirlos el nivel de glucosa en sangre aumenta rápidamente creando una gran satisfacción instantánea. Es una fase donde nos sentimos reconfortados y con energía , pero por poco tiempo. Enseguida el páncreas al segregar insulina con fin de reequilibrar los niveles de glucosa transformará en grasa esos azúcares, con el consecuente aumento de masa adiposa y disminución de concentración de glucosa en sangre. Como el nuevo nivel de glucosa es menor al de partida, antes de haber ingerido los azúcares, el resultado es un estado "de bajón", con menor energía que el inicial. Por tanto nuevamente vemos que los azucares roban más energía que la que aportan, aunque sí aportan grasa para nuestras despensas. Si como medida a este bajón volvemos "a picar" alimentos hiperglucémicos, vamos dando ciclos, compensando cada bajón con nuevos aportes calóricos. En muchas personas este comportamiento les lleva a estar siempre cansados, con sobrepeso y llenos de insatisfacción porque siempre les falta algo.
Pensemos por un momento, en esta semana, cuántas veces nos hemos sentido así. Por esta razón, una correcta alimentación es necesaria para alcanzar el tan buscado equilibrio mental. La mente débil se doblega ante las variaciones fisiológicas que reclaman su atención. Una correcta alimentación, nos permitiría trabajar puntualmente hasta seis horas seguidas sin necesidad de ningún aporte calórico, aunque la recomendación es comer cinco veces al día para evitar acudir a la mesa con hambre (esta no es la única razón por la que se come cinco veces al día). Los alimentos integrales, sin refinar, son ricos en nutrientes y no alteran nuestros niveles de glucosa, mantienen bajos niveles de insulina en nuestra sangre, por lo que el organismo tiene que trabajar quemando grasa para obtener la energía que necesita. Los alimentos no nos seducirán por el efecto fisiológico del "choque de glucosa", y empezaremos a olvidar los súper-sabores (potenciadores de sabor, salado-dulce), para sentirnos más libres.
Otro problema de la industrialización de la alimentación es la descompensación entre ácidos grasos omega 3 y 6. Siendo ambos esenciales al no poder ser sintetizados por el organismo. El déficit general de omega 3 en nuestra alimentación, frente al consumo frecuente de omega 6 (presente en carnes, leche, cereales, huevos, etc.) genera en nuestro organismo una inflamación generalizada, normalmente por debajo del umbral del dolor (excepto cuando acentua posibles migrañas), fomenta problemas circulatorios al espesar la sangre (problemas de coágulos, trombos, etc.) y activa el crecimiento celular (favoreciendo el crecimiento de células tumorales cuando las hubiera).
Las grasas saturadas sabemos perfectamente que deben ser evitadas. Recientes estudios revelan que constantemente estamos hablando a nuestros genes mediante los alimentos que ingerimos. Las células se "sienten" agredidas en presencia de grasas saturadas y sintetizan proteínas, enzimas y sustancias químicas que salen de la célula como nuevos mensajeros distribuyendo por nuestro organismo el mensaje de estrés al resto de células. Este estrés, cuando se vuelve crónico, produce millones de radicales libres que deterioran el ADN, causando mutaciones genéticas que pueden llevar al cáncer.
El intestino delgado humano está más próximo al de un ser herbívoro que al de uno carnívoro en cuanto a longitud. Las proteínas animales pasan demasiado tiempo en el intestino pudriéndose y produciendo toxinas que terminamos asimilando (histamina, amoniaco, ácido úrico, tiramina, cadaverina, putrescina, etc.).
El pescado es mucho más saludable que la carne, pero siempre que no sea criado en piscifactoría. Las técnicas de engorde cambian las propiedades, color y sabor del pescado.
Somos responsables de todo aquello que ingerimos. Lo que ingerimos nos afecta físicamente y periespiritualmente. Con la carne ingerimos las toxinas y hormonas (adrenalina y otros) que produjo el estrés del matadero en el animal, incorporando los fluidos densos correspondientes a nuestro estado vibratorio.
Emmanuel en el libro “El consolador que prometió Jesús” hace mención al problema de la alimentación:
“La ingestión de vísceras de animales constituye un error de muy graves consecuencias, del cual han derivado numerosos vicios de la nutrición humana.”
“…si el estado de materialidad del ser humano exige la cooperación de determinadas vitaminas, esos valores nutricionales pueden hallarse en productos de origen vegetal, sin que sean necesarios, en absoluto, los mataderos y frigoríficos.”
André Luiz, en el Libro “Misioneros de la Luz” también nos recuerda lo siguiente:
“Si no protegemos ni educamos a aquellos que el Padre nos confió como gérmenes frágiles de racionalidad… ¿cómo demandar el amparo de superiores benevolentes y sabios…?”
“La misión del superior es la de amparar al inferior y educarlo.”
“…sin amor para nuestros inferiores, no podemos tener la protección de nuestros superiores; sin respeto hacia los demás, no podemos lograr el respeto ajeno.”
El mundo de regeneración puede estar próximo, pero difícilmente entraremos en él siendo depredadores de nuestros propios hermanos pequeños en evolución.
Todo se encadena en el Universo, y las necesidades de alimentación no son una excepción, por tanto, no podemos transformar nuestros hábitos alimenticios de la noche a la mañana sin antes un tiempo de preparación. La nutrición no es un juego, porque repercute directamente en la salud, y por tanto, no podemos variar nuestras costumbres sin la oportuna formación en la materia.
José Ig. ModamioCentro Espírita "Entre el Cielo y la Tierra"

1 comentario:

Ani dijo...

Tanto el vicio de la gula como la falta de discriminación a la hora de alimentar el vehículo físico, traen consecuencias funestas para la delicada vestimenta periespiritual. La alimentación carnívora no sólo es un atentado contra nuestros hermanos menores, sino en particular, sobre el carnívoro que se intoxica generando lesiones al periespíritu. Además, se satura de las "toxinas psíquicas" provenientes del matadero. Excelente artículo, inteligente y bien informado. GRACIAS por divulgarlo. Practiquemos nuestra regeneración moral respetando el medio ambiente y nuestro propio Templo corporal. Ani