sábado, 21 de febrero de 2015

Editorial número 31

¡Estamos de vuelta!

Una vez más, como en las anteriores ediciones, renace nuestro “Ángel” para seguir con la labor para la cual nació, que no es otra que la divulgación de la doctrina espírita.

En el pasado queda el 2014, con sus penas y alegrías, habiéndonos transportado hasta este nuevo día donde la esperanza debe volver a brillar en nuestros corazones, tan sólo por seguir en pie, por poder respirar o bien porque al mirar a nuestro alrededor encontramos a todas esas personas que nos quieren y están a nuestro lado día tras día.

Hijos, padres, hermanos, amigos y enemigos encuentran en esta época un punto de reconciliación para volver a caminar juntos, dejando atrás los rencores, producidos por el orgullo de querer sobresalir siempre o querer agradar a todo el mundo, cuestión muy complicada y peligrosa. 

A nadie le gusta pasar por malos momentos, los disgustos no son para nada agradables, la ingratitud de las personas que en algún momento quisimos o apreciamos y que hoy nos traicionan, sólo deben ser herramientas que nos impulsen a reflexionar y a crecer. Debemos estar por encimar de las mentes maliciosas que buscan su felicidad a costa de la infelicidad que crean en los demás. Las enfermedades, los problemas, los contratiempos y reveses de la vida, son otras tantas oportunidades para reforzar nuestro trabajo en el bien, que implica nuestra reforma interior si queremos hacer lo correcto.

Los espíritas somos muy afortunados en cuanto a estos asuntos. Con esto no queremos decir que no suframos, que no pasemos malos momentos, enfermedades, crisis, etc. Los espíritas estamos hechos de la misma pasta que el resto de los habitantes de la Tierra,  pero nuestra filosofía, que se basa en la razón y la observación de los hechos, nos enseña a ver la vida desde un punto más alto. Nos ayuda a sustraernos de los problemas y analizarlos con su importancia real.

Al estudiar espiritismo y ponerlo en práctica en la vida diaria, vemos como poco a poco vamos entendiendo la finalidad de nacer, vivir y desencarnar en este planeta. La Tierra no es más que una escuela, lugar necesario para los aprendices de la vida, donde reparamos errores de vidas pasadas, reencontramos a personas muy queridas, conocemos otras nuevas, volvemos a cruzarnos con enemigos del pasado, etc. Aquí ponemos orden a miles de años de instinto de superviviencia, saqueos, destrucción e invasión cometidos por la forma de vida que hemos tenido y que podemos ver en la historia del planeta. También construimos, crecemos y aprendemos. Colaboramos con el progreso y con el desarrollo de la conciencia empezamos a Amar a nuestros seres más cercanos y poco a poco lo vamos haciendo extensible a aquellos que según la sangre no son familia, pero como nada es por casualidad, sino por causalidad y como existe la gran ley de acción y reacción, debemos en algún momento recoger los beneficios de nuestro amor y los réditos de nuestro mal comportamiento y proceder, de ahí la base de los sufrimientos particulares. Pero no desesperemos, a partir de aquí vemos que todo es justo y útil en la Naturaleza y que dándonos una razón al porqué de las cosas y sabiendo que el camino final es el Amor, todos los problemas disminuyen, se desarrolla la resignación y aparece en nuestros corazones la semilla de la solidaridad hacia los demás.

El Espiritismo es la herramienta perfecta para llegar a la felicidad, porque su camino es a través de la razón, la comprensión y el Amor, imprescindibles y necesarios para alcanzar la perfección. Por ello, si estas páginas de nuestro Ángel del Bien, llegan a diversos hogares y un uno por ciento logran conocer nuestra doctrina e iluminar sus corazones, nuestra labor habrá alcanzado el éxito.
¡Gracias a todos, nuestros queridos lectores, por esparcir la luz del Espiritismo por el mundo!

La Redacción.

No hay comentarios: