domingo, 27 de octubre de 2019

La comedia "El trato de Argel" de Miguel de Cervantes

La comedia "El trato de Argel" de Miguel de Cervantes





En dicha comedia, que pertenece a sus primeras producciones, es curioso cómo podemos ver un caso claro de obsesión a través de la «hechicería».

El caso es el que sigue: Fátima, sierva de Zahara le promete a su dueña que logrará que Aurelio se enamore de ella cueste lo que cueste.

Aurelio es un esclavo cristiano en poder de Izuf y su esposa Zahara, que como cautivo apresado y vendido en subasta, espera que por él den rescate desde España. Zahara, la señora de la casa, se enamora de él y le hace múltiples declaraciones para que consuman el acto sexual, mas Aurelio basándose en su fe cristiana y la fidelidad a su esposa -la cual también cayó cautiva-, se niega en rotundo.

Cervantes con su sutileza literaria nos plantea la situación casi con el tono de una égloga pastoril. Pues aquí tenemos el viejo tema bíblico del esclavo judío José y la mujer de Putifar que trata de seducirlo. Zahara no quiere lograr por la fuerza, lo que pretende que sea por grado, y constantemente le regala los oídos con ofrecimientos materiales y de posible libertad.

Y he aquí la parte que desde el punto de vista espírita nos interesa:

Fátima, como habíamos dicho, conjura a un demonio para que le ayude a conquistar a Aurelio. Y el demonio le dice que ante tan fuerte voluntad es perder el tiempo, porque le mueven sentimientos nobles, ante los cuales no puede hacer nada. Vemos por tanto el consejo que siempre nos dan los espíritus, de elevar el pensamiento y tener aspiraciones elevadas que nos pongan en un estado vibratorio óptimo que nos haga inmune a las bajas influencias. 

Hacemos un inciso para explicar el tema de los pactos, copiando a continuación la cuestión 549 del Libro de los espíritus. Recomendamos la lectura de las siguientes cuestiones (550-557) para una mejor comprensión del punto de vista espírita.
549. ¿Hay algo de cierto en los pactos con los malos Espíritus?

- No, no existen pactos, sino una índole perversa que simpatiza con los Espíritus malos. Por ejemplo: tú quieres atormentar a tu vecino y no sabes cómo hacerlo. Entonces acudes a Espíritus inferiores que, igual que tú, solo quieren el mal, y estos para ayudarte desean que tú les sirvas en sus malos propósitos. Pero no se deduce de ello que tu vecino no pueda desembarazarse de esos Espíritus mediante una conjura contraria y por imperio de su propia voluntad. El que quiere cometer una mala acción por el mero hecho de desearlo apela a los malos Espíritus para que acudan en su ayuda. Está entonces obligado a servirles, como ellos lo han hecho con él, porque también ellos necesitan de él para el mal que quieren cometer. El pacto consiste solamente en esto.

Aclaración de Kardec: La dependencia en que a veces se encuentra el hombre respecto de los Espíritus inferiores procede de su entrega a los malos pensamientos que ellos le sugieren, y no de estipulación alguna entre ellos y él. El pacto, en el sentido vulgar que se concede a esta palabra, constituye una alegoría que describe a un individuo de mala índole simpatizando con Espíritus malévolos.

A continuación, ese demonio le ofrece no obstante algunas tretas con las que cree poder doblegar su voluntad mediante artimaña y engaño. Para ello entran en escena dos figuras simbólicas: la Ocasión y la Necesidad. Dando lugar a la escena de la obsesión espírita. Dichas figuras le van inspirando frases en la mente, que él razona y repite literalmente como si fueran suyas, encaminadas a agradar a Zahara y yacer con ella. Aquí tenemos portentosamente de una forma intuitiva, la pérfida influencia que sobre nosotros pueden tener los espíritus obsesores si no andamos vigilantes y con disciplina mental suficiente.

Al final estas figuras alegóricas -espíritus obsesores, diríamos los espíritas-, confiadas con su logro acuden a la sala donde está Zahara, y es en ese momento, cuando Aurelio recapacita –ya sin la perniciosa influencia- y se reprende severamente por haber dado lugar a tales pensamientos. Que obviamente piensa que han sido suyos sin ningún tipo de «influencia invisible»(1). 

***

Aquí mostramos completa la escena:
AURELIO: ¿Que no ha de ser posible, pobre Aurelio, el defenderte desta mora infame, que por tantos caminos te persigue? Sí será, sí, si no me niega el cielo el favor que hasta aquí no me ha negado. De mil astucias usa y de mil mañas para traerme a su lascivo intento: ya me regala, ya me vitupera, ya me da de comer en abundancia, ya me mata de hambre y de miseria.
NECESIDAD: Grande es, por cierto, Aurelio, la que tienes.
AURELIO: Grande necesidad, cierto, padezco.
NECESIDAD: Rotos traes los zapatos y vestido.
AURELIO: Zapatos y vestidos tengo rotos.
NECESIDAD: En un pellejo duermes, y en el suelo.
AURELIO: En el suelo me acuesto en un pellejo.
NECESIDAD: Corta traes la camisa, sucia y rota.
AURELIO: Sucia, corta camisa y rota traigo.
OCASIÓN: Pues yo sé, si quisieses, que hallarías ocasión de salir dese trabajo.
AURELIO: Pues yo sé, si quisiese, que podría salir desta miseria a poca costa.
OCASIÓN: Con no más de querer a tu ama Zahara, o con dar muestras sólo de quererla.
AURELIO: Con no más de querer bien a mi ama, o fingir que la quiero, me bastaba. Mas, ¿quién podrá fingir lo que no quiere?
NECESIDAD: Necesidad te fuerza a que lo hagas. AURELIO: Necesidad me fuerza a que lo haga.
OCASIÓN: ¡Oh, cuán rica que es Zahara y cuán hermosa!
AURELIO: ¡Cuán hermosa y cuán rica que es mi ama!

NECESIDAD: Y liberal, que hace mucho al caso, que te dará a montón lo que quisieres.
AURELIO: Y, siendo liberal y enamorada, darame todo cuanto le pidiere.
OCASIÓN: Extraña es la ocasión que se te ofrece. AURELIO: Extraña es la ocasión que se me ofrece, mas no podrá torcer mi hidalga sangre de lo que es justo y a sí misma debe.
OCASIÓN: ¿Quién tiene de saber lo que tú haces? Y un pecado secreto, aunque sea grave, cerca tiene el remedio y la disculpa.
AURELIO: ¿Quién tiene de saber lo que yo hago? Y una secreta culpa no merece la pena que a la pública le es dada.
OCASIÓN: Y más, que la ocasión mil ocasiones te ofrecerá secretas y escondidas.
AURELIO: Y más, que a cada paso se me ofrecen secretas ocasiones infinitas. ¡Cerrar quiero con una! ¡Aurelio, paso, que no es de caballero lo que piensas, sino de mal cristiano, descuidado de lo que a Cristo y a su sangre debe!
NECESIDAD: Misericordia tuvo y tiene Cristo con que perdona siempre las ofensas que por necesidad pura le hacen.
AURELIO: Pero bien sabe Dios que aquí me fuerza pura necesidad, y esto reciba el cielo por disculpa de mi culpa.
OCASIÓN: Agora es tiempo, Aurelio; agora puedes asir a la ocasión por los cabellos. ¡Mira cuán linda, dulce y amorosa la mora hermosa viene a tu mandado!
Sale ZAHARA
ZAHARA: Aurelio, ¿solo estás?
AURELIO: ¡Y acompañado!
ZAHARA: ¿De quién?
AURELIO: De un amoroso pensamiento.
ZAHARA: ¿Quién es la causa? Di.
AURELIO: Si te la digo, podría ser que ya no me llamases riguroso, crüel, desamorado.
NECESIDAD: ¡Obrando va tu fuerza, compañera!
OCASIÓN: ¿Pues no ha de obrar? Escucha en lo que para.
ZAHARA: Si eso ansí fuese, Aurelio, dichosísima sería mi ventura, y tú serías no menos venturoso, dulce Aurelio. Y, porque más de espacio y más a solas me puedas descubrir tu pensamiento, sígueme, Aurelio, agora que se ofrece la ocasión de no estar Yzuf en casa.
AURELIO: Sí siguiré, señora; que ya es tiempo de obedecerte, pues que soy tu esclavo.
NECESIDAD: Por tierra va, Ocasión, el fundamento del bizarro cristiano. ¡Ya se rinde!
OCASIÓN: ¡Tales combates juntas le hemos dado! Entrémonos con Zahara en su aposento, y allí de nuevo, cuando Aurelio entrare, tornaremos a darle tientos nuevos.

Veanse la OCASIÓN y la NECESIDAD, y ZAHARA con ellos, y queda AURELIO solo
AURELIO: Aurelio, ¿dónde vas? ¿Para do mueves el vagaroso paso? ¿Quién te guía? ¿Con tan poco temor de Dios te atreves a contentar tu loca fantasía? Las ocasiones fáciles y leves que el lascivo regalo al alma envía tienen de persuadirte y derribarte y al vano y torpe amor blando entregarte. ¿Es éste el levantado pensamiento y el propósito firme que tenías de no ofender a Dios, aunque en tormento acabases tus cortos, tristes días? ¿Tan presto has ofrecido y dado al viento las justas, amorosas fantasías, y ocupas la memoria de otras vanas, inhonestas, infames y livianas? ¡Vaya lejos de mí el intento vano! ¡Afuera, pensamiento malnacido! ¡Que el lazo enredador de amor insano, de otro más limpio amor será rompido! ¡Cristiano soy, y [he] de vivir cristiano; y, aunque a términos tristes conducido, dádivas o promesa, astucia o arte, no harán que un punto de mi Dios me apar[te]!

***

Recordamos a continuación lo que Kardec nos comenta sobre la obsesión, en el Libro de los médiums, cap. XXIII, ítem 237:
En el número de los escollos que presenta la práctica del Espiritismo, es menester poner en primera línea la «obsesión», es decir, el imperio que algunos Espíritus saben tomar sobre ciertas personas. Esta nunca tiene lugar sino por los Espíritus inferiores que procuran dominar; los Espíritus buenos no hacen experimentar ninguna contrariedad; aconsejan, combaten las influencias de los malos, y si no se les escucha se retiran. Los malos, por el contrario, se unen a aquellos sobre los cuales pueden hacer presa; si llegan a tomar imperio sobre alguno, se identifican con su propio Espíritu y le conducen como a un verdadero niño. La obsesión presenta caracteres diversos que es muy necesario distinguir, y que resultan del grado de opresión y de la naturaleza de los efectos que produce. La palabra obsesión es de algún modo un término genérico por el cual se designa esta especie de fenómeno cuyas principales variedades son: la «obsesión simple», la «fascinación» y la «subyugación».

***

Hasta aquí, este curioso ejemplo. Porque el espiritismo como ciencia espiritual que es, explica las leyes que rigen el mundo de los espíritus; el cual se manifiesta de un modo natural en miles de procesos de los que no somos conscientes. Nos valga este ejemplo, como una combinación de una intuición literaria, sobre una cuestión que el espiritismo trata a fondo. E instamos a la lectura de los ítems recomendados.

La peculiaridad del caso radica, en lo aparentemente alejado que pueda estar un escritor como Cervantes -y su época- de toda la teoría espiritista. Pero ya hemos dicho que las intuiciones acerca del mundo espiritual, se hayan esparcidas en muchas partes y de muy diversos modos. Y como leyes naturales que son, han existido desde siempre.

Nuestra intención en este tipo de artículos no es otra que despertar la curiosidad, normalizar el fenómeno y mostrar que en todas las épocas han sido tenidos en cuenta. Y a falta de una  mayor claridad de conceptos, vemos como la idea no era tan ajena, ni extraña. Aceptándose con naturalidad la probabilidad de dichos fenómenos, si bien no sabiendo cómo matizarlos desde ese inconsciente colectivo a una fenomenología más clara y patente.

Por tanto nos toca a nosotros, conocedores y estudiosos de las mismas, exponerlas ahí donde las hallamos, separando la verdad de la quimera. Dando a conocer la realidad de dicha influencia del plano espiritual sobre el muestro más material.

Jesús Gutiérrez Lucas

(1) Para más información sobre la influencia de los espíritus en nuestros pensamientos y acciones, véase las cuestiones 459 y ss. del Libro de los espíritus.

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