viernes, 9 de octubre de 2009

Espiritismo Científico (II)


En el nº 9 analizamos los fenómenos de finales del siglo XIX a través de la fotografía trascendental.
En este número nos vamos a centrar en la descripción escueta de los estudios realizados sobre las materializaciones.
Las de formas humanas fueron sucesos que también llamaron la atención de la sociedad de esa época.
En ellas se percibía un desarrollo cronológico en su formación.
Por otro lado, el médium al entrar en estado de trance describía lo que estaba viendo, y a través del revelado de las placas sensibles, se podían contrastar la realidad de los hechos relatados.
Pero para entender estos fenómenos, es preciso comprender otros más simples, como la “ penetración de la materia”, ya que proporcionaban la prueba evidente y positiva de que estaban ante un hecho producido por ciertas fuerzas que tenían la capacidad de atravesar los cuerpos sólidos.
El testimonio del Reverendo Sr. Colley publicado en The Médium 1877, (pag. 741) nos cuenta como en una sesión con el médium Monck, escribió sobre una pizarra: ¿Podrías transportar esta pizarra hasta el quinto peldaño de la escalera que conduce al corredor? Tras depositar la pizarra en el suelo, preguntó en voz alta si obtendrían algún mensaje escrito sobre ella. Apenas se hubo sentado y cogido entre sus manos las del médium sintió sus piernas empujadas a un lado y percibió una intensa luz que les alumbraba, saliendo súbitamente de debajo de la mesa y en dirección a la puerta, al tiempo que sentía un chasquido parecido al que produciría la pizarra al ser lanzada violentamente contra ella, sin embargo, no vio su desplazamiento.
Otros testimonios relatan que igualmente podía aparecer el objeto en casa de algunos de los presentes aún estando a una distancia de varios kms. y que incluso poniendo la mano sobre el gollete de una botella, un pizarrín podía penetrar a través de ella y aparecer en el interior.
De manera que a esa fuerza capaz de transportar y traspasar un objeto no le sería imposible realizar la manipulación necesaria de los fluidos para presentar cualquier objeto producido por ellos, como es en el fenómeno de “ los aportes”.
Constancia de éstos han quedado registradas en “The Médium” o en “Herald of Progress” de 1880, en referencia a las experiencias obtenidas por la médium Srta. Esperance bajo la influencia del espíritu Yolanda, así como en el libro “La médium de las flores” que recoge diversas investigaciones llevadas a cabo por el grupo espiritista “Marietta” de Madrid, fundado por el vizconde Antonio de Torres-Solanot, al cual solían asistir y colaborar en ocasiones, representantes de otros grupos de Alicante, Barcelona, Cáceres, Cuenca, Tarragona, Valladolid o Zaragoza.
El libro es una recopilación de actas de todas las experiencias llevadas a cabo, una de las cuales voy a detallar.
Dice así:


INAUGURACIÓN DE LA SEGUNDA SERIE DE SESIONES

125ª Sesión.- La 1ª de la segunda serie.- 11 de Abril de 1878- 55 minutos. Seis asistentes: los cinco de la casa y el Sr. Montero; luego la asistenta.
Previo escrupuloso registro, cierre de puertas y lacrado, se sienta la médium en el sillón del gabinete oscuro y le pongo la cuerda sobre los hombros. Nosotros seis sentados en semicírculo delante de la cortina. La lámpara con toda su luz. Se oye ruido de manejar la cuerda; a los cinco minutos entramos en el gabinete oscuro y hallamos atada a la médium, como yo acostumbro hacerlo. Lacro y sello los nudos y continúa la sesión. En la primera parte ya hubo ruidos y golpes, algunos muy fuertes, en el gabinete y despacho contiguo a éste. Mucho más repetidos en la segunda. A la mitad de ésta oímos la voz de la muchacha de servicio, que había quedado sola en las habitaciones interiores, llamar con voz de alarma a la señorita Mari. Sale ésta y halla a la muchacha asustadísima, sentada en su cuarto, por delante de cuya puerta ha visto pasar rápidamente una sombra que se dirigía al comedor. Era sin duda, el espíritu que iba a buscar una bandeja de porcelana que al empezar la sesión estaba en el comedor y luego apareció en el gabinete oscuro. Dice la sirvienta al entrar que intentando levantarse de donde estaba sentada, notó que la sujetaban del vestido; también oyó en el pasillo, donde nadie habla, ruido como de barrer.
Mucho ruido en el gabinete oscuro. Oímos escribir una comunicación. Quitan las llaves de la cómoda y nos las arrojan. Sale por un lado de la cortina una de las manos materializadas, pequeñita y blanca, que distingo perfectamente, y me hecha un puñado de pastillitas en forma de lentejas. Se repite lo mismo por el otro lado.
Se levanta la cortina, antes de lo cual nos había hecho bajar algo la luz de la lámpara, que luego vuelvo a subir, y vemos un magnífico aporte de flores y dulces, artísticamente colocados en la bandeja de porcelana que han entrado los espíritus y sobre un papel en el suelo delante de la médium a la que colocaron en la cabeza el lapicero y un rosario en forma de diadema. También le han puesto sus sortijas, que había dejado yo, al empezar la sesión, encima de la cómoda.
Formaban el aporte de flores, recientemente cortadas y rociadas con gotas de agua, 4 camelias, 6 marimoñas, 8 hermosísimos claveles de distintos colores, 20 preciosas rosas, 10 narcisos y 6 tallos de geranio. El aporte de dulces, 7 yemas y 11 fresas. Formando una estrella y varios puñados de pastillitas.
La médium salió muy abatida de esta sesión y pasó luego mala noche, exhausta de fuerza. La comunicación, de carácter privado, llevaba la firma de Marietta.
No obstante, el carácter no alucinatorio de estas apariciones humanas debía demostrarse bajo unas condiciones determinadas:
Debía ser vista por varias personas a la vez y ser éstas unánimes en su testimonios.
Ser vista y simultáneamente tocada por varios testigos y que las impresiones de los sentidos concordaran unas con otras.
Por el peso de la materialización al alcanzar el desarrollo completo de forma humana.
Por los efectos físicos y durables que son las pruebas más contundentes:
La escritura en presencia de varios testigos.
Por las impresiones del órgano materializado sobre sustancias blandas (harina) o teñidas (sobre el mango de una campanilla untada con hollín u otras sustancias).
Por ciertos efectos producidos sobre el miembro por las personas presentes.
Por moldes que se pudieran realizar de la forma aparecida.
Por las fotografías.

Bien, en cuanto a los dos primeros puntos son muchos los testimonios de las experiencias realizadas quedando relatadas en publicaciones de la época como “The Spiritualist”, “Médium”, “Psychiche Studient”, “Banner of Light”.
En cuanto a la escritura en presencia de varios testigos, éste es también uno de los medios por el cual los seres desencarnados pueden comunicarse con nosotros y transmitirnos sus pensamientos, ofreciendo dos clasificaciones genéricas:
La escritura directa o pneumatografía, que es uno de los fenómenos más extraordinarios, se produce directamente por el espíritu.
La psicografía, que precisa de la participación del médium, a través del cual los espíritus manifiestan su pensamiento.
La existencia de las llamadas tintas simpáticas, cuyos caracteres, en principio eran invisibles, pero que aparecían transcurrido un tiempo, levantaba grandes dudas sobre la veracidad de la escritura directa.
Sin embargo, el Barón Guldenstubbe, cuya posición, independencia y reputación en la sociedad más elevada de París, fue quien dio la credibilidad necesaria a este fenómeno, ya que no tenía ningún motivo social, ni económico, que le indujera a actuar con engaño. A lo más, podía haber estado sujeto a una ilusión, pero tampoco era posible ya que el fenómeno también se producía por otras personas bajo las más exigentes condiciones de imposibilitar el fraude.
Sus experiencias más notables se efectuaron en El Louvre, en el Museo de Versalles, en la basílica de S. Dionisio, en la abadía de Westminster, en el Museo Británico, así como en varias iglesias y monumentos arruinados de Francia, Alemania e Inglaterra.
Entre los testigos de estos hechos se puede mencionar a Mr. Delamerre, redactor jefe de “La Patrie”, a Croisselat, redactor de “L´Universe”, a R. Dale-Owen, al historiador Bonnechose, o el reverendo W. Mounbfort, cuyo testimonio sobre este punto se publicó en “The Spiritualist del 21 de Diciembre de 1877”.
El barón Guldenstubbe, en su libro “Realidad de los espíritus y el fenómeno de la escritura directa” se recogen hasta 30 facsímiles de psicografías obtenidas por este medio, escogidas entre más de 200 que el autor llegó a recoger.
Para estas experiencias se dejaban papeles en sitios guardados con llave, o dentro de cajas, sin ningún medio como plumas o lapicero para ser escritos, o también se comprobaba por medio de pizarras selladas, en cuyo interior aparecían escritas determinadas palabras, frases o mensajes.
En otras situaciones era una mano materializada la que cogía un lapicero y escribía sobre las hojas en blanco.
Un testimonio de este tipo de experiencia nos lo relata Williams Crookes en su libro “Nuevos experimentos sobre la fuerza psíquica”.
Dice así:
“Me senté cerca da la médium, Miss Fox, y estaban presentes mi mujer y una parienta suya. Yo tenía las dos manos de la médium entre una de las mías, mientras que ella había colocado sus pies encima de mis pies. Sobre la mesa, ante nosotros, habíamos dejado una hoja de papel y en la mano que me quedaba libre tenía un lápiz.
Del techo del salón descendió una mano luminosa, y después de haber flotado algunos segundos junto a mí, me arrebató el lápiz de la mano, escribió rápidamente sobre el papel, tiró enseguida el lápiz y remontándose por encima de nuestras cabezas se perdió poco a poco en la oscuridad”.
Por otro lado era totalmente natural el querer obtener las impresiones de las manos que aparecían y desaparecían en las sesiones, pues con ellas se podía probar positivamente que no eran debidas a alucinaciones y sí a formaciones reales de un cierto cuerpo, además a través de las impresiones sobre sustancias blandas tales como harina o arcilla se permitía demostrar que no pertenecían al miembro correspondiente del médium, simplemente por medio de la comparación.
Una de las primeras tentativas figura descrita en el “Banner of Ligth” del 10 de Agosto de 1867, haciendo referencia a una huella marcada sobre arcilla.
Otros casos curiosos de huellas fueron los producidos entre dos pizarras convenientemente selladas y que estaban sobre las rodillas del profesor Zöllner o del profesor Wagner. (estudios Psíquicos 1878, pag. 492 y 1879, pag. 249) respectivamente.
Pero, ¿en qué se transformaban las moléculas de estas sustancias que desaparecían con las huellas? Porque había un problema y éste era que frecuentemente aparecían restos en la mano o en alguna parte del cuerpo del médium, a pesar de haber mantenido atados sus miembros y haber sido vigilados por los presentes
Este hecho lógicamente generaba gran desconfianza
No obstante, debemos reconocer que el afán por descubrir posibles engaños ha sido siempre un gran bien para el desarrollo de los fenómenos medianímicos.
Así, por ejemplo, para restablecer la reputación del Sr. Allen en Pórtland, el 22 de Marzo de 1865 se organizó una reunión en presencia de varios ciudadanos de los de mayor influencia.
La manos del médium fueron atadas al brazo izquierdo del Sr. Hall, el organizador, tan fuertemente, que llegó a cortar su piel, según su testimonio publicado en el Banner of Light de 1 Abril de 1865 y su mano derecha la colocó encima de las manos atadas del médium. El cabo de las ligaduras fue retenido por un asistente a la reunión y así en el momento en que los instrumentos preparados eran tocados, se descubrían las manos del Sr. Allen en las que a pesar de su inmovilidad aparecía resto de hollín.
Estos hechos fundamentaban la realidad de que la forma aparecida necesita del fluido animalizado del médium, junto con el fluido universal acumulado por el espíritu, es decir, tal y como se nos explica en el Libro de los Médiums, cap. IV de la Segunda Parte, ítem 74, apartado 14.
Y es a través del punto en el que se muestra el peso de la materialización al alcanzar el desarrollo completo de forma humana, que también se demuestra la teoría de la utilización de fluidos del médium.
Así nos lo relata Aksakoff en su maravilloso libro “Animismo y Espiritismo”:
“En una sesión de comprobación con la Srta. Fairlamb, ésta fue cosida materialmente dentro de una hamaca cuyos soportes se proveyeron de registros que marcaban todas las oscilaciones de peso de la médium. Por supuesto a la vista de todos los asistentes.
Después de una corta espera se comprobó una disminución gradual en el peso, por fin apareció una figura que fue saludando uno a uno a todos los presentes.
Durante este espacio de tiempo el registrador marcó una pérdida de 27 kilos y medio. A medida que la entidad se desmaterializaba el peso de la médium fue aumentando.
Al finalizar la sesión el peso de la Srta. Fairlamb tuvo una disminución de 1kg y medio”.
En el mismo orden de ideas se podía citar otro hecho. Se trata de la reacción sobre el médium de la sensación sentida por el órgano materializado.
Así se relata en el libro The Scientific Basis of Spiritualism de Epes Sargent, de Boston 1881 y en el cual nos cuenta cómo en una de las sesiones del Dr. Willis, uno de los asistentes llevaba en su bolsillo un cortaplumas de hoja larga y afilada y sin confiar a nadie sus intenciones de un golpe lo clavó en una de las manos materializadas. El Sr, Willis lanzó un grito de dolor, pues había sentido como si un cuchillo se clavara en su mano cortándole los tejidos. El “señor cortaplumas”, creyó con alegría, que encontraría la mano del médium atravesada por el instrumento, pero cuando al examinarla no encontró el más mínimo corte, quedó lleno de confusión, pues estaba seguro de haber traspasado una mano y el grito del Sr. Willis lo había confirmado.
A través de este hecho quedaba demostrado que la mano aparecida no fue ni una alucinación ni la mano del médium.
Pero, para Alejandro Aksakoff las pruebas más positivas y concluyentes del fenómeno de las formas materializadas es la reproducción de éstas en moldes de yeso. La idea se debió al Sr. Denton, profesor de geología de Massachussets en 1875.
La manera de realizarlo consistía en tener dos recipientes de agua; uno frío y otro caliente. En la superficie de este último se pone una capa de parafina fundida. De este modo la forma materializada se hunde durante unos instantes en la cera en fusión y después en agua fría, así sucesivamente, varias veces hasta quedar cubierta por una capa de cierto espesor y cuando la forma materializada se retira, se conserva un molde perfecto que enseguida se llenará de yeso, quedando un molde que reproduce con exactitud la forma del cuerpo materializado.
No obstante, la crítica continuó su labor, siempre con el afán de encontrar algún tipo de engaño, de manera que hubo que demostrar públicamente en ciudades como Boston, Pórtland, Baltimore, Washington que el peso de la parafina utilizada era exactamente igual al peso de la cera de los moldes más el de la cera restante.
Sin embargo, tampoco fue suficiente ya que alegaban que de algún modo el médium podía aportar la parafina necesaria ocultándola de alguna manera.
Así se pidió que la médium fuese metida dentro de un saco que se le sujetó alrededor del cuerpo. La comisión de vigilancia fue escogida por el público dando los mismos resultados.
Pero a pesar de todo se volvió a alegar que el médium podía deshacer y volver a hacer la costura en el saco, ya que las manos quedaban libres dentro del mismo.
Recordamos que normalmente el médium estaba en una parte de la sala aislada de la vista de los asistentes.
Al final se acordó una combinación que debería dar la prueba más convincente y absoluta, se exigió que el molde se realizara en el interior de una caja cerrada con llave y eso sí, tras muchas deliberaciones con unas características concretas de seguridad. De ese modo la experiencia fue concluyente.

El testimonio dictaminado por la comisión fue enviado a Londres al director del Spiritualist en 1867 junto con un dictamen del escultor Juan O´Brien, perito de esta clase de moldes en yeso, en el cual se declaraba no espiritista, así como que nunca había asistido a ninguna sesión y cuyo informe aseguraba que era imposible realizar este tipo de moldes sin que hubiese una rotura a la hora de sacar la mano ya que la anchura de la palma en relación con el puño haría imposible que quedasen intactos.
Todos estos hechos quedaron registrados en los diarios y revistas de la época citados anteriormente y recopilados por A. Aksakoff en su libro Animismo y Espiritismo.
En cuanto a los aportes la información ha sido obtenida del libro La Médium de las Flores.

Ana María Sobrino
Centro Espírita “Entre el Cielo y la Tierra”

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